viernes, 10 de mayo de 2013


Cambiar la mirada



Matías Gutiérrez Moyano
Ex abogado
Trabaja en ong

Hasta 1996 fue Matías, el abogado, el aficionado al rugby al que un gran estudio le tenía planeado un futuro pleno de logros económicos. El dolor le llegó de la mano de su sobrina. "Ella nació con una malformación rarísima; siempre estuvo en terapia intensiva y falleció a los 10 días", dice, mientras su vista se pierde en el movimiento de sus manos.
Hasta entonces, nada era duda. "Mi familia se destruyó con lo que pasó; sufrimos mucho. Yo lo viví como un despertar; siempre lo sentí de esa forma; a pesar del sufrimiento y la tristeza, lo tomé como un evento de crecimiento y renacimiento", recuerda.
Las esquirlas de la crisis familiar calaron en los huesos. Y lo despertaron. "No me preguntes por qué, pero pensé: me tengo que ir, un año sabático; eso tengo que hacer. ¿Dónde empiezo? China." En un atar y desatar de corbata ya estaba recorriendo Laos, Tailandia y el sudeste asiático. En el deambular, buscaba conocer un templo shaolin, con el que dio luego de perderse reiteradas veces. Allí se sorprendió con la presencia de un argentino, profesor de kung fu y de yoga, que había llegado un día antes, y que, "hasta ese momento, había estado dos meses sin hablar." Matías, el abogado, además de poder conversar, ahora aprendía a meditar con el argentino.
En Calcuta colaboró informalmente con Misioneras de la Caridad. Entonces fue cuando "me encontré con mi vocación".
El vuelo de regreso a Buenos Aires tenía un fin seguro: trabajar en organizaciones no gubernamentales. Presentó su renuncia al estudio de abogados, y su jefe de entonces lo contactó con el director de Cáritas. Era 1998, y "coincidió que hubo una inundación muy grande en el Litoral. Me convocaron. Yo pensé que trabajaría de voluntario cargando bolsas, pero me pidieron que organizara el departamento de emergencias".
Fue becado para hacer un máster en dirección de ONG en la Universidad de San Andrés, y pasó de Cáritas a trabajar como coordinador del Fondo Canadiense para Iniciativas Locales. Tomó su mochila y recorrió el conurbano bonaerense, Jujuy y Salta, en busca de proyectos en los que él pudiera ayudar.
1996. Esos cuatro dígitos separan a un hombre en dos. "Matías de antes", "Matías de ahora", dice él. El de ahora es el que vio cómo amistades del de antes se distanciaban, y es, también, el que ganó muchas otras nuevas. Es el que desarrolló junto a un amigo y profesor un juego de yoga para chicos de cuyas ganancias por la venta donará el 10% a hospitales públicos; el que cree que lo que le pasa no es casual. "Es lo primero que se nos ocurre para describir una situación extraña. Los eventos que se van dando en la vida tienen una razón; a mí me marcaron que mi vocación no era la que había seguido en su momento. Pero más que vocación es la misión la que en algún momento se te despierta. No tiene que ser algo demasiado amplio o comunitario; todos tenemos una y todas son válidas." .

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