viernes, 16 de diciembre de 2011

SER DE LA U, ES UN CONCEPTO AZUL

Víctor Rey

Cuando era niño tuve la oportunidad de ver algunas veces al famoso “Ballet Azul”.  Ese equipo de fútbol que en diez años obtuvo seis campeonatos y cuatro subcampeonatos de fútbol chileno.   La imagen que tengo de entrar al Estadio Nacional junto a mi hermano mayor y otros amigos no se ha borrado y lo que más me impresionó fue ver salir a la Universidad de Chile al campo de juego con su tradicional tenida azul rey con una gran U roja en el pecho, que contrastaba con el verde del césped, fue algo maravilloso.  Ver en directo como Leonel Sánchez enviaba un centro al área para que Carlos Campos  empalmara de cabeza y convirtiera el gol, era algo común en ese equipo.  También recuerdo como Luis Eyzaguirre el primer jugador chileno que integro un equipo de estrellas mundiales, perseguía y no dejaba tomar el balón al puntero izquierdo de Colo Colo.  Ese día la Universidad de Chile triunfó sobre su archirrival y recuerdo que la alegría de esa tarde de domingo me acompañó por varias semanas.  Todavía recuerdo de memoria esa formación que también fue la base de la Selección Chilena que obtuvo el tercer puesto en el Mundial de Fútbol realizado en 1962.  Al arco Manuel Astorga, en la defensa, Luis Eyzaguirre, Humberto Donoso, Sergio Navarro, en el medio campo, Carlos Contreras y Alfonso Sepúlveda y en la delantera, Braulio Musso, Ernesto Alvarez, Carlos campos, Rubén Marcos y Leonel Sánchez.  Y su entrenador “El Zorro”, Luis Alamos.  También en ese tiempo conocí el himno del club y ver como la barra de la U lo cantaba con tanta emoción en especial en los clásicos universitarios.  Me llamó la atención que este himno más que de un club de fútbol parece un himno a la vida. Algunas de sus estrofas inspiran y lo seguirán haciendo, son un verdadero poema: “Ser un romántico viajero y el sendero continuar, ir más allá del horizonte do remonta la verdad Y en desnudo de mujer, contemplar la realidad. Brindemos camaradas por la Universidad en ánforas azules de calidad emoción, brindemos por la vida fecunda de ideal sonriendo con el alma prendida en el amor …”
Luego de esa década que marco al fútbol chileno, le costó 25 años a la U volver a levantar una copa y también vivir su año más negra en 1989 cuando baja a la segunda división.  Volvió a la primera división el mismo año en que volvió la democracia  a Chile en 1990, después de 17 años de dictadura militar.   La famosa barra que apoya en cada partido a la U de Chile y lo acompaña donde vaya, fue la primera barra y también el primer grupo que se atrevió a lanzar gritos de desaprobación por la violación a los Derechos Humanos en Chile, contra Pinochet.  En eso siempre se destacó la barra de Los de Abajo por su compromiso social.  En estos tiempos de movimiento social y de lucha por una educación de calidad, gratis y sin lucro, nuevamente la barra de Los de Abajo ha vuelto a apoyar a los estudiantes y ponerse de lado de la justicia.
Otra característica de este club es la cantidad de nombres que ha coleccionado a través del tiempo: La Chile, la U, El León, el Bulla, los azules, el romántico viajero, el Chuncho,  el romántico bohemio….
La noche del miércoles 14 de diciembre del 2011  quedará marcada en la historia de los azules y del fútbol chileno.  Esa noche, el cielo fue más azul que nunca y todo se tiño de azul.  La U ha obtenido la Copa Sudamericana venciendo por 3 goles a cero a La Liga de Quito.  Cuando el árbitro brasileño tocó el pitazo final, se desató el carnaval y como siempre la gente salió a festejar en las plazas y calles de Chile, desde Arica a Punta Arenas.  En Santiago con los amigos que vimos el partido en casa de un amigo ecuatoriano, también nos fuimos a celebrar a la Plaza Italia con 25.000 personas que llegaron a ese punto de encuentro capitalino.  Parecía una noche de año Nuevo y cuando el reloj marcó la medianoche el pueblo azul se abrazaba, cantaba, saltaba y gritaba: “Al León, al León yo lo llevo en el corazón”.
Universidad de Chile, como toda institución de prestigio, ha generado sus propios emblemas a lo largo de sus 84 años de historia.   Eran 84 años de historia, primer título internacional, invicto, con el mejor rendimiento de equipos sudamericanos en 42 años.   El amor a la camiseta era uno de ellos, pero también compartían una gran deuda: la ausencia de una corona internacional.  Ni el “Ballet Azul” de la década del 60, ni el plantel bicampeón de 1994 y 1995 pudieron concretar ese sueño que este equipo hizo realidad esa noche.
Las paradojas de la vida han hecho que esta final inédita la U de Chile la tuvo que disputar con La Liga Deportiva de Quito.  La primera vez que fui a ver fútbol en Ecuador, fue para presenciar el clásico entre La Liga y el Barcelona de Guayaquil. En el estadio Atahualpa de Quito.  Fui con mi hijo que en ese entonces tenía 7 años y nos hicimos simpatizantes de la Liga en el tiempo que vivimos en ese hermoso país.  Pero la sangre tira y la tierra y la historia también.  Y es así que en esta finalísima tuve que hacer un ejercicio de discernimiento y mi corazón se inclinó por la U de Chile.  Creo que  a mi hijo también le costó pero él tiene un corazón azul y ya tenía tomada su decisión.
Esta histórica conquista azul, al transformase  en el segundo club nacional que obtiene un trofeo continental, tiene bases sólidas.  En esta nueva etapa hay un genio y este ha sido el único “santo” en el cual creo: Sampaoli.  Discípulo de Marcelo Bielsa, que tuvo una idea y la llevó a adelante sin concesiones.  Un entrenador que solidarizó con las demandas estudiantiles y que al saber que sus líderes, Camila Vallejos y Giorgio Jackson eran de la U, los invitó a un partido de la Copa Sudamericana.  Su equipo ganó el título jugando siempre a lo mismo: a proponer, como dice a cada rato el profesor con la humildad de quien se sabe un bielsista que salió desde abajo.  Proponer, en este caso, no es otra cosa que buscar el camino más corto hacia la victoria, tocar rápido, tocar bien, quitar rápido, tocar bien, quitar arriba, y todo eso hacerlo hasta que duela porque al rival, inevitablemente, le va a doler primero.  Lo que tenemos aquí es un equipo que finalmente trabaja en equipo.  Una cosa es ganar una final.  Otra es hacerlo con tal autoridad.  Jugando tan bien al fútbol.  Con unos tipos que parecen volar en la cancha.  Dan la impresión de correr siempre más que los demás.  Ganan todas o casi todas las pelotas divididas.  Y lo mejor de sampaoli es que también admira a Ernesto Sábato, el escritor argentino, y en sus charlas motivacionales utilizó textos de El Túnel, y  Sobre Héroes y Tumbas e imagino de sus ensayos también.  Cuanto aprenderían y se motivarían muchos clubes si hicieron lo mismo con tantos buenos escritores que tenemos en América Latina.
Cuando lleguemos a viejos y hagamos del recuerdo nuestro ejercicio predilecto, volveremos a vivir lo que vivimos.  Nos acordaremos de todas estas cosas y se nos llenarán los ojos de lágrimas y quizá se nos vengan a la memoria el recuerdo de esos días, en el talento de Vargas, en la fuerza de Aránguiz, en la solidez de Herrera, en la convicción de Sampaoli.  No vamos a estar para una vuelta olímpica a esa edad, pero daremos la pelea, diría que felices al amparo de estos días de gloria, hermosos, inolvidables.  Por que como dice el lema de la barra azul que es la más grande y fiel: “Más que una pasión, es un sentimiento.”


lunes, 12 de diciembre de 2011

Los evangélicos y la Ley Antidiscriminación en Chile

Víctor Rey

El martes 8 de noviembre del 2011 quedará marcado en la historia de Chile como el día donde se avanzó para hacer un país más libre, tolerante y respetuoso, ese día se aprobó la Ley Antidiscriminación.  La aprobación en el Senado de la ley contra la discriminación es un importante hito para la sociedad chilena.  
La mayoría que aprobó el proyecto demuestra que se pude avanzar hacia un país más inclusivo en que se respete a todos.
Nuestra historia tiene muchas muestras en las que se ha avanzado para superar discriminaciones odiosas. Esto lo podemos comprobar revisando el comienzo de nuestra vida independiente, Chile dio el ejemplo terminando con la esclavitud.  Durante los siglos XIX y XX en el Congreso Nacional se produjeron debates  que recogió la historia  que culminaron en la aprobación de leyes que terminaron con diversas formas de discriminación.

En este camino, las religiones han tenido un rol relevante, puesto que en un principio nuestro Estado se declaraba católico y discriminaba a otros grupos religiosos.  En el siglo XIX se dio una batalla de ideas para establecer los cementerios laicos y el matrimonio laico.

Las iglesias evangélicas han tenido históricamente el respeto de los sectores más avanzados en su lucha por la libertad de cultos.  También es digno de recordar la separación Iglesia y Estado que consagró la Constitución del año 1925.  Recientemente durante los gobiernos de la Concertación se aprobó una ley de cultos que les reconoció igualdad de derechos y en otra  se estableció el 31 de octubre como el Día nacional de la Iglesias Evangélicas.

En 1935 se aprobó el derecho a voto para las mujeres en las elecciones municipales y recién en 1949 se les permitió votar en las elecciones presidenciales y parlamentarias.  En esa ocasión también hubo quiénes se opusieron teniendo posiciones que hoy nadie defendería.  Ese logro de las mujeres y de la sociedad chilena, sin embargo, no ha terminado con la discriminación por género.

También se ha luchado contra la discriminación política, que tuvo su expresión más brutal durante la dictadura militar del General Pinochet.  Se logró eliminar el artículo octavo de la constitución que discriminaba  a formas de pensamiento.  Queda en la conciencia  de que el respeto a las particularidades de cada chilena y chileno redundaría en un mayor  bienestar para las personas y en una inestimable contribución al bien común.  Este ideal se halla expresado en el artículo primero de nuestra constitución –todos nacemos libres e iguales en dignidad y derechos-, en la defensa de las libertades fundamentales, en el gran número de tratados, declaraciones e instrumentos internacionales que Chile ha suscrito en este sentido.

Pero este ideal está lejos de volverse realidad.  En Chile se discrimina en todas las áreas de la vida ciudadana por una larga lista de razones: desde el sexo hasta el origen social, desde el credo hasta la identidad de género, pasando por la orientación sexual, el lugar de procedencia y tantos otros motivos.  Chile es hoy un país más discriminador que pluralista, un país donde todavía imperan las supremacías culturales del pasado.  Se ha avanzado en ciertas áreas, pero estos esfuerzos son insuficientes a la luz de los informes de derechos humanos que realizan anualmente diversas instituciones, informes que dejan a Chile en un pobre lugar respecto de otros países.

En este proceso, se ha vivido en estos días un nuevo capítulo: la aprobación en el Senado de la ley antidiscriminación.  El establecimiento de un procedimiento judicial para denunciar la discriminación es un logro para toda nuestra sociedad.  Desgraciadamente algunas personas que representan a iglesias evangélicas, iglesias que han sido históricamente discriminadas por su opción religiosa se han manifestado en contra de esta legislación reclamando por el artículo que alude a la orientación sexual e identidad de género.

Con dolor y tristeza hemos visto en estos días el triste espectáculo  que han ofrecido algunos sectores evangélicos fundamentalistas en relación a este proyecto de ley.  En especial por los reiterados y concertados ataques homofóbicos verbales y escritos.  Dolor por el enfoque basado en una interpretación literalista y legalista de la Biblia, abiertamente discriminadora y falta de amor y compasión.

Son lamentables las muestras de intolerancia de un sector de la sociedad chilena que justamente ha sido uno de los más discriminados por muchos y ahora los discriminados de antes se han vuelto los nuevos discriminadores, pero afortunadamente el Senado ha entendido mayoritariamente que debe legislar para todos quienes habitan Chile sean respetados en su condición humana.

Esta ley no constituye una amenaza ni para el matrimonio ni para la familia.  La ley no establece la igualdad absoluta.  Simplemente define la discriminación. Ya que todos los seres humanos tienen dignidad y no valen por su aspecto físico, su origen familiar, creencia religiosa, su etnia, su orientación sexual, su vocación y su conducta. Prohibir la discriminación no es imponer la igualdad absoluta.  Se trata de establecer diferencias pero en base al desempeño, no en base a la orientación sexual, la etnia o el origen.  El acuerdo de vida en pareja es una alternativa de vida a una realidad social y se busca soluciones y regulaciones a una realidad de hecho, que no podemos tapar e ignorar con amenazas y acusaciones.

Considero que las muestras de fundamentalismo, integrismo, fanatismo e intolerancia que hemos visto por parte de algunas iglesias, es producto de la gran crisis que están viviendo estas instituciones que hace urgente hacer un alto en el camino y pensar la misión y la identidad de estas iglesias.  

También hacer una reflexión seria sobre el contexto y la cultura a la luz de la Biblia y en diálogo con la realidad redefinir la misión que deben tener estas expresiones religiosas en esta cultura para ser sal y luz y fermento en la sociedad, donde tantas personas buscan una respuesta para darle sentido a sus existencias en un mundo que  es plural y diverso.  Si los evangélicos no son capaces de enfrentar este desafío seguirán siendo parte de esta sociedad, pero como grupos de religiosos sectarios, viviendo en ghettos, sin ser un aporte y menos entregando buenas noticias.  

Considero que la ignorancia y la falta de información son dos elementos que no permiten el crecimiento y la influencia que de los evangélicos en la sociedad chilena, hacen que su rol sea cada día menos significativo y menos pertinente.

La aprobación de esta ley es una buena noticia para la sociedad chilena y también para las iglesias y otras expresiones religiosas y espirituales, porque esta ley no está pensada solo en minorías, sino en todos los habitantes de Chile que merecen respeto, y entre ellos están las iglesias evangélicas.

lunes, 31 de octubre de 2011

LAS IGLESIAS Y EL NUEVO ESCENARIO SOCIO POLITICO EN CHILE Y LA POSTMODERNIDAD

Víctor Rey

“Si la Iglesia que predica, cohabitará cómodamente con los poderes de este siglo, no podrá vetar a los poderes de las tinieblas, ni el manifestar en su vida el poder del Señor vivo para ayudar y sanar.”
 (Lesslie Newbigin)

 INTRODUCCIÓN

Hoy las iglesias evangélicas en Chile tienen la necesidad y la responsabilidad de pensar su fe en relación al nuevo escenario que se presenta,  la llegada al gobierno de la Alianza Por Chile, coalición de partidos de derecha,  luego de terminar un período de 20 años de gobierno de la Concertación de Partidos Por La Democracia, un conglomerado de centro izquierda.

Luego de 20 años de gobierno de la concertación y 17 años de la Dictadura Militar de Pinochet, son muchas las aguas que han pasado bajos los puentes de las iglesias.

DATOS DE LA HISTORIA

El último Censo de Población realizado el 2002 en Chile, mostró que la población es de 17 millones.  De estos el 65% se declara católico, el 18% evangélico protestante y un 9% se declara agnóstico y ateo. 

Desde la llegada de los primeros misioneros al país procedentes de Inglaterra, Alemania y Estados Unidos, este pequeño grupo comenzó a crecer específicamente en las capas sociales bajas de la sociedad.  Algunos estudiosos dicen que el crecimiento de los evangélicos en Chile y del pentecostalismo en particular es uno de los más grandes del continente.  El año pasado se  celebró el centenario del pentecostalismo, que comenzó en Valparaíso y se  extendió por todo el país y fuera de él.

El comienzo de la  década del 70 llevó a los evangélicos en Chile a vivir un tiempo de polarización, por la proximidad de las elecciones presidenciales que llevaron a tres candidatos a enfrentarse: Allende, Alessandri, y Tomic.  En Chile y América Latina fue la primera vez que un candidato marxista llegaba a la presidencia por el voto en elecciones libres.  Las fuerzas que apoyaron a Allende reunidas en la Unidad Popular, reunía a marxistas, laicos, cristianos católicos y evangélicos.  Por supuesto los otros dos candidatos: Alessandri de la derecha y Tomic de la Democracia Cristiana también tenían apoyo de evangélicos.

El Golpe Militar del 11 de Septiembre de 1973, no solo dividió la historia y la vida de los chilenos, sino a las iglesias evangélicas.  En esta fecha comenzó una etapa negra en la historia de los evangélicos, ya que a partir de ese mismo día grupos de pastores e iglesias apoyaron el gobierno de Pinochet y se organizaron en el denominado Consejo de Pastores.  Este organismo fue el encargado de organizar cada para las Fiestas Patrias, el denominado “Te Deum Evangélico”, en la llamada Catedral Evangélica.  En este acto donde los evangélicos sentían orgullo por la presencia de un Presidente de la República, nunca se escuchó una critica al gobiernos por el atropello a los Derechos Humanos, donde muchos de los torturados y desaparecidos fueron evangélicos.

En este contexto nació a los pocos días del Golpe de Estado el Comité Pro Paz que fue una iniciativa de algunas iglesias evangélicas con la Iglesia Católica para ayudar a las víctimas de la represión.  Este organismo fue disuelto por Pinochet y el Cardenal Raúl Siva Henríquez creó la Vicaría de la Solidaridad, la cual recibió apoyo económico de iglesias de Europa y Estados Unidos y donde su personal también incluía a evangélicos.

En 1988 se realizó el Plebiscito para decidir la continuidad o no de Pinochet por 8 años más.  Este evento eleccionario contó con participación de evangélicos que apoyaron el voto por el NO a Pinochet a través de los Comités por las Elecciones Libres.  Muchos evangélicos también adhirieron al Partido Por La Democracia, partido que se creó para ser un instrumento no ideologizado que tenía como fin derrotar a Pinochet por métodos políticos.

El regreso a la democracia en 1990 otra vez dividió a los evangélicos entre los que apoyaban la democracia y entre los que se quedaron nostálgicos de la Dictadura de Pinochet.

A partir del año 1991, en el Gobierno de Patricio Alwin, comenzó a gestarse un proceso de unidad entre todos los organismos que representaban  a las iglesias evangélicas y así nació la Coordinadora de Organizaciones Evangélicas (COE).  Esta entidad tuvo como su mayor logro el trabajo para la creación de la Ley de Libertad de Cultos que se promulgó en octubre de 1999, bajo el Gobierno de Eduardo Frei.

En el gobierno de Ricardo Lagos se comenzaron a crear las capellanías en las Fuerzas Armadas y en la Casa de gobierno.  También se creó el Día de las Iglesias Evangélicas, que se celebra cada año el 31 de octubre.

En El Gobierno de Michell Bachelet se creó la Oficina de Asuntos Religiosos para el diálogo interreligioso y preservar la Libertad de Cultos.  Este organismo desde sus comienzos contó con la presencia de profesionales evangélicos.

Más bien por sus propios errores, de la Concertación, que por los éxitos de la Alianza Por Chile  el 11 de marzo del 2010, llegó al gobierno de Chile, Sebastián Piñera, candidato de la derecha, que después de 50 años permite que la derecha llegue al gobierno y gane una elección.

El panorama que se presenta para las iglesias evangélicas en estos momentos es de incertidumbre.  Por un lado la UNE, Unión Nacional Evangélica, que agrupa a  la mayoría de iglesias se ha visto dejada de lado por el nuevo gobierno, ya que la UNE se identificó fuertemente con los dos últimos gobiernos de la Concertación.  Otros organismos menores que apoyaron a Piñera buscan ocupar los espacios que ha dejado la UNE. 

Muchos sectores de las iglesias evangélicas han crecido bajo la seducción del poder y los políticos evangélicos no han dado los mejores ejemplos.  Creo que la tarea que tienen hoy en Chile las iglesias es la que perdió un poco el último tiempo, es decir ser profética y contestaria.  Algo anda mal cuando los gobernantes  de turno se sienten cómodos con la Iglesia.



ALGUNAS PROPUESTAS PASTORALES EN RELACION A LA POSTMODERNIDAD Y LAS IGLESIA


1.-  Frente a la mentalidad individualista, debemos reconstruir el espacio colectivo desde la afirmación de las identidades parciales, sintiéndonos integrados a la sociedad civil que se hace parte de la vida del otro, que sabe que tiene derechos ciudadanos y responsabilidades frente a los más pobres.

2.-  Frente a la mentalidad hedonista, debemos ser capaces de plantear y construir proyectos de largo plazo.  En esto la utopía del Reino de Dios es clave para animar a tanta gente sin esperanza y sin rumbo e incluso le da sentido al fracaso.

3.-  Frente a la mentalidad consumista, que estemos conscientes de la realidad mundial, críticos al mercado, exigentes de la igualdad de oportunidades y listos a proponer nuevos caminos para pasar de una economía de crecimiento ilimitado a una de lo suficiente para todos.  La propuesta de Jesús nos anima al testimonio de una vida sencilla que promueve la lógica de la inclusión antes que de la exclusión.

4.-  Frente a la mentalidad del éxito y pragmática que transmitamos esperanza, que toleremos las derrotas con una confianza inquebrantable en Dios: El es el único absoluto, todo lo demás es relativo.  La esperanza y el optimismo nos anima a asumir riesgos en este mundo que cambia rápidamente.  La esperanza nos enseña a asumir los fracasos y a descubrir lo positivo y salvífico en todo acontecimiento.

5.-  Ante la visión de la vida como espectáculo, que revaloricemos la profundidad de la vida cotidiana, afirmando la fuerza de su realidad.  Abriendo un espacio de encuentro y realización sin luces de colores, sin escenarios ni cámaras, pero verdadero. 

6.-  Ante el síndrome de la apatía, que tengamos sentido del humor y ganas de vivir.  No es lo mismo ser serios que ser graves.  La sociedad consumista celebra exageradamente el éxito y la realización personal.  Para esta sociedad, la dignidad de la persona consiste en la eficacia económica y en la independencia individual.  Está ausente la dimensión solidaria.  Nos hace falta la actitud que sepa aceptar y valorar en su justa medida el fracaso y las desilusiones que son partes inevitables de la vida de cada persona.

7.-  Ante la valoración de la subjetividad y del sentimiento, integremos sentimiento, pensamiento y voluntad.  Abrámonos a la subjetividad de los otros, aceptando el desafío de construir sentidos comunes, significados y significantes compartidos.  Que cada uno se entienda “en-relación”.  Que seamos capaces de discernir entre sensaciones, emociones, y sentimientos, haciendo de ellos elementos vehiculadores de la comunicación para el enriquecimiento mutuo.

8.-  Ante la disociación entre ética privada y social, que seamos capaces de integrar y armonizar la ética personal con la ética social y cósmica.  El ser humano, como “ser en relación”, encuentra su realización en la convivencia fraterna, respetuosa y dialogal, no solo con otros, sino también con la naturaleza.

9.-  Las transformaciones sociales no pueden ser solo estructurales, es necesario transformar también las subjetividades personales y colectivas.  Las transformaciones comienzan en los grupos y comunidades interesadas en esos cambios.  En los grupos se transforman las personas, sus prácticas y sus relaciones con el entorno.  Esto lo sabemos nosotros que formamos parte activa de una iglesia local y sabemos que la Biblia es el medio que Dios ha dispuesto para que se produzcan ese cambio.  Desde estos pequeños cambios podemos comenzar a cambiar espacios más amplios de nuestra sociedad.
 

LA BIBLIA


El teólogo René Padilla en su ponencia sobre La Autoridad de la Biblia presentada en la Primera Asamblea de la Fraternidad Teológica Latinoamericana (1970), en Cochabamba, Bolivia decía: “La única autoridad absoluta es aquella que reside en Dios: su manifestación más precisa coincide con la automanifestación de Dios en el plano de la historia, orientada hacia la formación de una nueva humanidad en Cristo Jesús.  La definición del sentido y el alcance de la autoridad bíblica sólo es posible cuando se coloca a la Biblia dentro del contexto del hecho de la revelación y de su propósito soteriológico”.  Este principio es fundamental, cuando hablamos de modernidad y postmodernidad y los desafíos que presentan.  Porque al fin de cuentas, la autoridad de la Biblia es la autoridad de la verdad para la experiencia, y es consecuentemente en la experiencia donde se ejerce. Yo creo en la Biblia porque creo en Jesucristo a quien el Espíritu Santo me ha revelado por medio de ella en virtud de que ella es Palabra escrita de Dios.

La postmodernidad se caracteriza por la aparición de una nueva racionalidad.  Esto ha llevado al hastío y a la búsqueda de una un nuevo modo de racionalidad.  El hombre y la mujer postmoderna son hedonistas y consumistas.  Relativistas y escépticos, prefieren un pensamiento débil y fragmentario que no le comprometa a nada.  Se vive de impresiones, de impactos sensoriales o emocionales, de lo efímero.

Es precisamente en la concepción de la verdad y de la razón donde con mayor fuerza se deja sentir la crisis de la modernidad.  Cuando fracasan estrepitosamente los mitos de la modernidad que habían constituido su bandera, es la razón misma la que se repliega desencantada sobre sí misma y renuncia a su más alta vocación, la búsqueda de la verdad, contentándose en lugar de ello con verdades parciales y fragmentarias.  Oyendo hablar de verdad, nuestro mundo responde con la pregunta cínica y desengañada de Pilatos: ¿y qué es la verdad?

La fe bíblica en cambio, se presenta con algunas exigencias ya que es la religión del Logos encarnado y no puede renunciar a la razón y a la pretensión de hallar la verdad toda entera.  El cristiano no puede renunciar al anuncio de la verdad, convencido de que la necesidad más radical del hombre es saciar el hambre de verdad, y que la peor forma de corrupción es la intelectual, que aprisiona la verdad en la injusticia, llamando al mal bien impidiendo el conocimiento de la realidad tal como es. 

¿Cómo reconciliar la fe bíblica del Logos encarnado, cuya pretensión fundamental es la de ser religión de la verdad, con una cultura que ha renunciado a toda pretensión de conocer la verdad?  ¿Cómo hablar de verdad a una cultura que aborrece instintivamente conceptos y palabras fuertes?  Este es el desafío que tenemos planteado, para el que yo no veo más solución que proponer, no ya la verdad, sino una cultura de la verdad.  Una cultura de la verdad hecha de inmenso respeto y acogida hacia la realidad, traducida en respeto hacia la persona, que es la forma eminente de lo real.  En esta cultura de la verdad, en que la dimensión de la atención, el cuidado, la sensibilidad, la búsqueda humilde adquieren un protagonismo especial, es posible reconciliar la razón y el sentimiento que la postmodernidad juzga incompatibles.  Y así, paradójicamente, san Agustín se vuelve más actual que nunca, al realizar en su vida la unión entre la verdad y el sentimiento.  Agustín dice “ve adonde tu corazón te lleva”, “es decir a la verdad”.

Intimamente vinculado al desafío anterior está el que constituye anunciar a Jesucristo en una era de religiosidad salvaje.  Se ha hablado mucho en los últimos tiempos del “retorno de Dios”, como si Dios hubiera estado alguna vez lejos del mundo y del hombre, o con más precisión, del regreso de una religiosidad salvaje.  Podemos así aventurar una primera constatación: si el siglo XXI aparece más religioso que el precedente.  La cuestión no está en saber si nuestro tiempo creerá o no, sino en que creerá.  Si Heidegger definía la modernidad como un estado de incertidumbre acerca de los dioses, la postmodernidad representa en cambio el regreso triunfal de los dioses.  No del Dios personal que se ha revelado en Jesucristo, sino de los dioses y las mitologías y las religiones pre-cristianas, entre las que cultos célticos, por su vinculación a la naturaleza, adquieren un especial relieve.  Cultos pre-cristianos, que en cada región adquieren un especial coloración.  Si en la Europa atlántica se trata de mitologías célticas, en América Latina se vuelve a los cultos  precolombinos, o incluso, como en algunas partes de Europa, se añora un pasado musulmán idealizado como una especie de edad dorada que la llegada del cristianismo ha venido a destruir.  Del regreso a las mitologías pre-cristianas pasamos a la magia, el ocultismos y el preocupante aumento de las sectas satánicas.  Se trata del regreso de una religiosidad salvaje, una especie de plastilina religiosa a partir de la cual cada uno se fabrica sus dioses a su propio gusto, adaptándolos a las necesidades propias.



CONCLUSIÓN


El desafío que tenemos hoy como cristianos evangélicos es la respuesta para el hombre y la mujer de hoy, es una tarea hermenéutica.  La hermenéutica no es en última instancia la tarea sólo de los expertos o de los exegetas, sino de todo el Pueblo de Dios.  En el Espíritu Santo, toda la comunidad creyente y oyente es una comunidad hermenéutica.  Así el sujeto actor en la exégesis y la teología es la comunidad cristiana, que oye la Palabra de Dios “sobre la marcha” en el camino de su misión histórica.  Los teólogos y exegetas no son más que ayudantes del pueblo, con una función especializada de carácter técnico y crítico.

La hermenéutica se realiza en la comunidad de fe, por el Espíritu Santo.  El Espíritu es primicia de la nueva creación.  La Iglesia, como comunidad escatológica en el Espíritu de Cristo, oye y obedece la Palabra de Dios

La Iglesia Latinoamericana, llena del Espíritu Santo y también plenamente inmersa en la misión histórica, está al frente del mayor reto hermenéutico de su historia: oír, con nuevos oídos, abiertos cada día por el Espíritu, la Palabra viva del Señor de la historia, quién nos llama, aquí y ahora, a entender los tiempos, escuchar su Palabra y hacer su voluntad.

“Es urgente la necesidad de una lectura del Evangelio, desde cada situación histórica particular, bajo la dirección del Espíritu Santo. La contextualización del Evangelio sólo puede ser el resultado de un a lectura nueva y abierta de las Escrituras, con una hermenéutica en que el Evangelio y la situación entren en un diálogo cuyo propósito sea colocar a la Iglesia bajo el señorío de Jesucristo.

Sólo cuando la palabra de Dios se hace “carne” en el pueblo de Dios, el Evangelio toma forma en la historia. Según el propósito de Dios, el Evangelio nunca h|a de ser únicamente un mensaje en palabras sino además un mensaje encarnado en su Iglesia y por medio de ésta, en la historia. La contextualización del Evangelio demanda la contextualización de la Iglesia, la comunidad hermenéutica cuyo propósito es manifestar la presencia de Cristo entre las naciones de la tierra”
 ( René Padilla, La Palabra Interpretada: Reflexiones sobre Hermenéutica Contextual. Boletín Teológico de la FTL, Enero a Marzo 1981, página 8)

domingo, 11 de septiembre de 2011

SALVADOR ALLENDE Y LA RELIGION

 Víctor Rey

“Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo.  Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.  Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza.  La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

Del último discurso de Salvador Allende.
9:03 A.M. La Moneda, 11 de Septiembre de 1973


Han pasado 38 años de la muerte trágica del presidente constitucional de Chile, Dr. Salvador Allende Gossens, primer socialista elegido por sufragio universal.  Allende fue conocido por su ateísmo, su militancia marxista y su adherencia a la masonería.  Por esto puede resultar sorprendente el título de este artículo y su contenido.

Para tener una mejor comprensión de los hechos religiosos sucedidos antes del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, cuando fue  derrocado el presidente Salvador Allende, se hace imprescindible una descripción del período previo, que abarca desde 1925 – año de la promulgación de la nueva Constitución Política- hasta los días previos al cruento derrocamiento.  Para esto nos remitiremos a las palabras del sociólogo Humberto Lagos:

“Obviamente ese espacio de tiempo estuvo marcado por la radicalización de las  tensiones entre la Iglesia Católica Romana y las pujantes manifestaciones de las diversas vertientes protestantes.  El liberalismo, políticamente expresado en el Partido Radical y en la Masonería, atrae fuertemente a líderes y fieles protestantes, quienes confunden o asimilan su laico anticlericalismo al propio anticatolicismo, en una alianza que contesta en todos los frentes posibles al conservadurismo religioso de la iglesia mayoritaria, que a su vez, se expresa políticamente en el Partido Conservador y luego en la Falange Nacional que dará paso al Partido Democratacristiano.

En ese período histórico se confirma el fenómeno de interpretación ideológica entre la masonería- con sus aportes laicos y anticlericales- y el ideario protestante, que es leído por los fieles evangélicos como un solo ethos cultural.  El laicismo socialista resulta atractiva oferta para los creyentes protestantes que ven en la alianza con el liberalismo la posibilidad histórica de derrotar a la enemiga Iglesia Católica Romana.  Hasta los años de la segunda guerra mundial, y en medio de una sistemática culpabilización de la Iglesia Católica como responsable de contribuir a la miseria continental, eran las ideologías progresistas, izquierdizantes y liberales, las que despertaban simpatías en los sectores evangélicos.

El marxismo, en tanto que ideología con auditorio en sectores populares, comienza a preocupar a las clases conservadoras y a la Iglesia Católica.  Es innegable que durante el período de post-guerra surge un fuerte movimiento izquierdista en América Latina que acusaba a las jerarquías de la iglesia mayoritaria de no tener interés en romper su “maridaje” con las fuerzas políticas reaccionarias provenientes de proyectos dictatoriales”.
(Humberto Lagos Sch.  CRISIS DE ESPERANZA.  1988, Editorial LAR, Santiago de Chile. Páginas 62 y 63)

Sin embargo las simpatías protestantes por los proyectos comunes con grupos de ideología marxista, comenzaron, desde la década de 1950.  Los misioneros norteamericanos influyen de manera sostenida para introducir como práctica el apoliticismo de iglesias y fieles evangélicos, el que va, imperceptiblemente, reforzándose con un sentimiento anticomunista producto de una modalidad ideológica conservadora útil a la reproducción de la ideología religiosa del capitalismo.  Las contradicciones de las prácticas sociales evangélicas arriban a su momento cúlmen cuando algunos líderes e iglesias suscriben, en el período del proyecto político autoritario, en diciembre de 1974, su adhesión incondicional y acrítica a la dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet.

Con la asunción presidencial del Dr. Salvador Allende, gobernante electo popular y democráticamente el 4 de septiembre de 1970, se concreta e inicia una experiencia nueva para el universo religioso chileno.

Los hechos hablan de un presidente respetuoso de las libertades de conciencia y religiosa, que en la práctica se tradujo, en la transformación del Te Deum católico tradicional a ecuménico celebratorio  de la toma del poder político democrático por un nuevo primer mandatario  y de las gestas independentistas históricas, y en la expresa petición del mencionado a las iglesias cristianas para dar apoyo espiritual y ceremonial  a quienes lo requieran de los delegados internacionales asistentes en el período, a la UNCTAD III (Tercera Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Comercio) que se celebró en Santiago de Chile en 1971.

El ateísmo de Salvador Allende no era en absoluto contradictorio con su confesado humanismo que, en las situaciones recién mencionadas, tenía expresiones claras y contundentes.

En los instantes de su toma de posesión presidencial, el Dr. Allende recibió de manos del Cardenal Raúl Silva Henriquez un ejemplar de la Biblia de Jerusalén; en el momento, y complementado después, expresó:

“He releído este libro más veces de las que usted cree.  No me gustan los creyentes que le dan a la Biblia  una categoría mágica, como si allí estuviera la solución hasta para los dolores de muela.  Siempre me he acercado  al gran libro con la libertad de pensamiento de un ateo, dispuesto a no ver más de lo que pueda leer y entender  en cualquier libro.  Y reconozco que he encontrado profundas enseñanzas, alta poesía, apasionantes novelas, trozos de la más alta literatura, filosofía eterna, sabiduría sin par.  Tal vez ello se podría explicar porque la Biblia es la síntesis de la sabiduría y la historia milenaria de los pueblos de la antigüedad.  Allí están sus mitos, sus personajes  amados, sus grandes anhelos, sus ideas políticas, su realidad, su rebelión, sus sufrimientos y sus alegrías...
(Revista “Pensamiento Cristiano”.  N*70; pp. 118-119. Córdova, Argentina, Junio de 1971.)

En el Te Deum Ecuménico referido, el Cardenal Silva Henriquez, entre otras referencias, planteó en su Homilía:

“Este momento de oración se inscribe así en una antigua tradición religiosa; pero corrobora, al mismo tiempo, inapreciables tradiciones patrias.  Tiene un carácter de símbolo y garantía de respeto:  el respeto de los Gobernantes por todas las formas de fe religiosas; el respeto de las Iglesias por la legítima autoridad de los Gobernantes; el respeto recíproco entre múltiples confesiones religiosas.
Es justo entonces que nos congreguemos para una Acción de Gracias, hombres que reciben una tarea de liberación de sus hermanos; hombres que saben respetar, porque se sienten respetados, no pueden menos que dar las gracias, porque todo eso es un privilegio”.
(Revista “Pensamiento Cristiano”,N*70;pp.118-119, Córdova, Argentina, junio 1971.)

El 5 de septiembre de 1970, Salvador Allende ofreció una conferencia de prensa a los corresponsales extranjeros que asistieron a la transmisión del mando presidencial.  Entre los  asistentes se encontraba el Padre David Turaldo, Secretario General del Centro de Documentación  Juan XXIII, teólogo y escritor italiano.  Señalo que había leído con mucho placer la declaración del presidente Allende sobre la libertad religiosa que existe en Chile, como también el discurso del cardenal en ocasión del Te Deum Ecuménico, el cual era un bellísimo gesto litúrgico abierto a la justicia y a la paz.  Luego hizo votos porque el progreso de todo el pueblo chileno continué y se profundice.  La respuesta de Allende fue la siguiente:

“Allende:  Yo puedo señalar que uno de los hechos más significativos, más trascendentes, que más impresionó a los visitantes y a las misiones que vinieron a la transmisión del mando, fue precisamente el Te Deum Ecuménico  realizado en la catedral chilena.  Te Deum Ecuménico que yo solicité, y lo hice, porque sé que la mayoría del pueblo chileno es católico y yo tengo la obligación de respetar su fuero íntimo, así como sé que ellos respetan el mío.  Las palabras del cardenal de la Iglesia chilena demuestran cómo nuestra Iglesia se coloca en la lucha de los hombres frente a las necesitados y los humildes, haciendo realidad en Evangelio de Cristo.  Puedo afirmarle, con la actitud de toda una vida y no sólo la mía personal, sino la de los partidos que forman la vanguardia del movimiento popular, que nunca hemos incursionado con un dogmatismo intransigente en el derecho de cada cual de tener la creencia que más avenga con su ser íntimo, y que ésta la mantendremos.  Y además, creo que este entendimiento se hará cada vez más profundo, porque las distintas religiones, fundamentalmente la Iglesia chilena en sus documentos, emanados de altas jerarquías, cada vez con más decisión y con más claridad se acerca al respetable pensamiento de Juan El Bueno”.
(Libertad Religiosa. Conferencia de prensa, 5 de septiembre de 1970. Página 104.  SALVADOR ALLENDE EN EL UMBRAL DEL SIGLO XXI.  Frida Modak.  1998, Plaza Janés Editores, México


La ideología de Allende heredó los ideales ilustrados en la versión masónica en que Chile, son un hilo de continuidad desde los próceres de la Independencia y la república autoritaria, en la primera mitad del siglo XIX, hasta el Partido Radical, en la segunda.  Esto es, la confianza en la razón y la educación; la valoración de la igualdad y de la ley; y finalmente, una concepción humanista de la política que desemboca tanto en el nivel individual como en el nivel social.  Ella inserta y determina la vida individual del militante en aquella de, por así decirlo, su grey política, orientándola hacia el diseño de formas de vida, esto es, de sistemas económicos, políticos y legales cuyo primer desafío esta claro: mejorar las condiciones de quienes menos beneficios obtienen del sistema.

Y, en este sentido, los ancestros de dicha concepción de la política pueden seguirse en la tradición occidental hasta la misma concepción judeocristiana de la vida humana correcta o buena.  Porque en la visión bíblica se articula por vez primera la tesis según la cual, en un sentido ético, los seres humanos son todos iguales, en último término, porque son todos creación del único Dios.  “Amarás a tú prójimo como a ti mismo” ordena el Antiguo Testamento, añadiendo a continuación “porque extranjero fuiste en Egipto”.  Visto de esta manera, la idea asociada con la ilustración y el liberalismo de un Pueblo Elector (esto es, un pueblo de cuyo consentimiento depende la legitimidad de los gobiernos) es un lejanísimo descendiente del concepto bíblico de un Pueblo Elegido (esto es, un pueblo donde cuyos miembros han sido elegidos por igual para vivir según los mandamientos divinos).  El entendimiento actual del concepto de revolución desciende de aquel de liberación de la esclavitud, de la opresión, cuya primera representación épica en occidente es la historia del éxodo de Egipto.  Así, Allende, en tanto heredero en clave secular de la concepción judeocristiana, puede ser descrito también como el último ilustrado de la política chilena. 

Resulta paradójico  recordar que fue un ateo, quién ayudo a promover la unidad de los cristianos, en un período tan crítico de la historia de Chile, como tantas veces ha sucedido en la vida de la Iglesia, Dios hace uso de su soberanía y usa para sus propósitos incluso a no creyentes.  Por eso podemos decir que Allende fue un líder que contribuyo a disminuir la distancia entre la utopía y la realidad.

miércoles, 31 de agosto de 2011

CHILE YA NO SERA EL MISMO


“Toda la imaginación al poder”

Víctor Rey

Este invierno chileno del 2011 ha sido uno de los más fríos de los últimos tiempos pero el más caliente en el ámbito social y político en las últimas décadas.  Hace mucho tiempo que se decía que los jóvenes chilenos no se interesaban en la política, en lo social y económico.  Pero las cosas han cambiado y hoy estamos sorprendidos por la fuerza y energía de este movimiento y quedamos más que sorprendidos por su compromiso y la claridad en la exposición de sus ideas. Este movimiento estudiantil que comenzó hace tres meses y que se ha transformado en un movimiento ciudadano está cambiando el rostro de Chile, se ha transformado en una grata sorpresa para todos.


Lo que están planteando los jóvenes en Chile, es cambiar la manera de hacer las cosas, ese es el desafío.  Tras décadas de exitosas transformaciones, que han disminuido los niveles de pobreza, fortalecido la economía, mejorando la infraestructura y la cobertura de los servicios básicos, así como profundizando los derechos de los ciudadanos y adecuado muchas de las instituciones a las nuevas exigencias, el país se enfrenta a desafíos de otro tipo.

Hoy las personas tienen mayor libertad y las instituciones ejercen un control más indirecto sobre sus acciones.  Por lo mismo, en muchos ámbitos hacer cambios en Chile hoy es más difícil, pero no imposible. Es necesario tomar en cuenta exigencias simultáneas de múltiples actores, y considerar las formas relativamente autónomas e impredecibles en que éstos se relacionan para perseguir sus fines. Construir desarrollo hoy significa tener la capacidad de manejar entornos  inciertos y complejos que resultan de esa mayor independencia que han adquirido las prácticas cotidianas.

Chile ha cambiado mucho en las dos últimas décadas.  En su entramado institucional, en su economía, en su cultura, la sociedad chilena es hoy muy distinta de la de hace tan sólo un cuarto de siglo.

Estos cambios han tenido en general un signo muy positivo.  El desarrollo del país ha permitido una mejor calidad de vida a sus habitantes.  El Índice de Desarrollo Humano que año a año publica la ONU es prueba fehaciente de estas transformaciones. En efecto, Chile presenta un incremento constante de su Índice de Desarrollo Humano en las últimas décadas, y hoy se sitúa entre los países que tienen un desarrollo humano alto, ocupando además un lugar de avanzada en el contexto latinoamericano.

Este progreso es percibido y valorado por las personas.  Sin embargo, la percepción cambia cuando la mirada se pone en el futuro.  Las personas comienzan a dudar de que esta marcha adelante se pueda sostener en el tiempo y que puedan seguir realizándose los cambios que se requieren.  En otras palabras, si bien la ciudadanía es consciente del progreso del país, comienza a hacerse mayoritaria una visión del futuro más bien plana.  Ni mejor ni peor.  Las percepciones parecen remitir a la idea de que lo alcanzado hasta ahora asegura que los avances continuarán en el futuro.  Hay algo en el presente que frena la marcha.

Pareciera no tratarse de un problema de recursos.  Chile dispone hoy de muchos recursos para la inversión pública y privada. Tampoco de consensos y voluntades sociales: la urgencia de introducir mejoras cualitativas en los diversos ámbitos de la organización del país forma parte ya del sentido común.

Las miradas hoy en día se dirigen más bien hacia aquellas maneras de hacer las cosas que parecen impedir el aprovechamiento del nuevo piso de oportunidades y enfrentar los desafíos que surgen de él.  La agenda noticiosa y las conversaciones cotidianas se llenan de críticas a iniciativas tanto públicas como privadas cuyo común denominador es el modo en que se llevan a cabo las acciones.

Muchos creen que desde ahora existe un antes y un después de este invierno 2011 o que  estos meses serán recordados como aquellos en los cuales la historia del país giró en 180 grados.  La idea es que hay un cambio que cruza aspectos políticos, económicos, sociales y culturales.  En este movimiento, en sus asambleas, marchas, corridas, hay mucha arte y mucha política. Hay mucha energía, mucho entusiasmo que está latente en la sociedad chilena.

Aunque con ciertos matices interpretativos, hace rato que los estudios de opinión pública y los cientistas sociales dan cuenta de una sociedad diferente.  Esta es una ciudadanía que muestra distintos tipos de liberalidad. Las encuestas muestran tolerancia a los homosexuales, rechazo a la censura, desprecio por la clase política, rechazo a las jerarquías, apertura a la no discriminación, apertura a nuevas formas de cultura. 

Un punto de partida para este cambio cultural lo encontramos en junio del 2002 cuando a las siete de la mañana, con apenas dos grados de temperatura, a la misma hora que Brasil y Alemania disputaban la final del Mundial, más de cuatro mil personas festejaban desnudas en plena Costanera.  Un tal Spencer Tunick, ni político ni cantante, ni líder de una secta, sino fotógrafo, los había convocado.  Su invitación consistía en participar de una acción de arte, pero terminó siendo mucho más que eso.  Hay un deseo reprimido de expresarse, de rebelarse contra las fuerzas que nadie sabe cuáles son y que reprimen.  El sistema político, económico, las iglesias, el gobierno.  Un malestar que no se canaliza solamente por la política.

Ya en el informe de del Programa de Desarrollo Humano (PNUD) del año 2001 se entregaba una exhaustiva mirada a los chilenos. Se habla de que el país está viviendo un profundo cambio cultural, en que la imagen de lo chileno se ha vuelto difusa y poco creíble. La sociedad no tiene imagen de sí misma, pues  para la mayoría de las personas los referentes colectivos han dejado de ser verosímiles.  Según la encuesta que realizó el 2001, el 28% consideraba difícil decir que es “lo chileno” y el 30% que no se puede hablar de “lo chileno” porque somos todos distintos.

Todo lo que está pasando con el movimiento estudiantil que es un movimiento ciudadano promueve una liberación y por eso es tan querido por todos.  Participar de las marchas, las asambleas, los actos produce un goce de la gente de desprenderse de las exigencias morales y demandar libertad personal y comunitaria.

Podemos decir con toda certeza que Chile ya no será el mismo después de este frio y caliente invierno del 2011.  Que para llegar a este estado se ha necesitado mucha imaginación, y gracias a Dios los jóvenes es lo que más tienen.
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También compartimos con ustedes la entrevista "en movimiento" realizada a Victor Rey, durante la marcha por el Paro Nacional, convocado por la CUT, del día jueves 25 de agosto 2011...