jueves, 28 de mayo de 2020

52 años del Mayo Francés


Mayo francés de 1968
A 52 AÑOS DEL MAYO FRANCÉS

  La Imaginación sigue luchando para llegar al poder

Víctor Rey

Este acontecimiento histórico controversial de alguna manera no quiere morir.  Siempre que hay un aniversario se organizan mesas redondas, películas, foros, muestras fotográficas, etc.  Lo curios es que gente que no estuvo de acuerdo con este movimiento en esos años hoy lo reivindica como un hecho histórico y cultural del cual se pueden sacar muchas lecciones.   En Chile a raíz del movimiento estudiantil que sigue adelante, muchas veces se hizo esta comparación.
Hace poco participé en una muestra de cine francés en la Alianza Francesa y conversé con una argentina que vivió estos hechos en su época de estudiante en París.  Fue interesante el diálogo y su visión de ese evento que ahora comparto.
Me dijo lo siguiente: “Esos días rabiosos, de furia, de protestas y barricadas, de sueños que quedaron en el desván de la historia. Año de efervescencia revolucionaria, en el ’68 por primera vez los jóvenes asumían, en diversas ciudades del mundo, el papel de sujetos de cambio social que cuestionaban formas cristalizadas del autoritarismo en todos los ámbitos: el familiar, social y político. La ola de desconfianza estaba dirigida contra el capitalismo, la sociedad de consumo, la democracia burguesa y, claro, también contra Estados Unidos y la guerra de Vietnam. Casi todas las manifestaciones comenzaron en las universidades. La chispa se encendió en París, en Nanterre, el 20 de marzo, cuando los estudiantes se movilizaron contra la prohibición de que los hombres entraran en los dormitorios de las mujeres. El movimiento creció y se expandió poco a poco, el efecto contagio llegó a la Sorbona y a las calles del Barrio Latino, que pronto se transformó en un campo de batalla entre manifestantes y policías. Los trabajadores se aliaron y una huelga general sorpresa desembocó en la gran manifestación del 13 de mayo. Sintetizar esos sucesos, que lanzaron a más de diez millones de franceses a las calles, y que llevaron a De Gaulle a disolver la Asamblea Nacional y a anticipar las elecciones parlamentarias, no parece tan útil como preguntarse sobre la herencia que dejó este acontecimiento cuya significación y trascendencia sigue siendo imprecisas”.
 Me aclaró: “Si estás hablando de alguien que tuvo 20 años, el problema es que confunde las impresiones de la edad con el evento, pero lo que se presta a mayor confusión es que para no hablar de Mayo del ’68, hablamos de Daniel Cohn Bendit (uno de los líderes universitarios)”.  “Heredamos los problemas para encauzar las protestas. Un ejemplo es que en las manifestaciones contra la guerra de Irak, hubo un millón de personas en Londres, un millón en Berlín, en Francfurt, Amsterdam, Madrid, Barcelona y París, y esas docenas de millones de personas volvieron a sus casas al día siguiente sin ninguna posibilidad de organización y de darle coherencia a lo que querían ver realizado: la paz”.

Prosiguió: “El problema es que nos interesamos en mayo del ’68 cada diez años. Y como nos interesamos en circunstancias conmemorativas, el enfoque siempre se centra en el corto plazo, pero para mí es imposible pensar los sentidos en el corto plazo. Lo que me parece más complejo es que mayo del ’68 no para de producir efectos y cada uno de esos efectos transforma los sentidos.” Entre esos efectos subraya, “en junio del ’68 tuvimos el sentimiento de que el principal efecto fue beneficiar al régimen de De Gaulle”. Un año después, en 1969, “sentíamos que mayo del ’68 terminó con el gaullismo”. En este racconto, la historiadora recuerda que con la modernización llevada a cabo por el presidente Valéry Giscard d’Estaing a través de una serie de leyes sociales, la mayoría de edad legal pasó de los 21 a los 18 años; también destaca la legalización del aborto, propuesta por Simone Veil. “Se puede sostener que mayo del ‘68 fue el principio de una serie de revoluciones culturales importantes. Pero en el décimo aniversario, Regis Debray dijo que fue una trampa de la historia porque creó las condiciones favorables para el liberalismo, y desde entonces es totalmente imposible dar una respuesta única a la cuestión de la herencia”, señala la amiga argentina.
El presidente francés Nicolas Sarkozy, durante su campaña presidencial, utilizó al Mayo Francés de chivo expiatorio cuando afirmó que ese acontecimiento fue el responsable de todos los males que atraviesan la sociedad francesa. “Mayo del ’68 nos impuso el relativismo moral e intelectual. Los herederos impusieron la idea de que todo vale, de que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal, entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo”, dijo Sarkozy. La amiga argentina advierte que en el mundo político francés, la derecha ha regresado con mucha fuerza. “Sarkozy recupera el valor de las ideas petainistas, con ganas de vengarse de las conquistas sociales ganadas”. También agrega que Sarkozy tiene una relación muy “posmoderna” con la historia. “Siempre saca los elementos de contexto para realizar golpes de efecto que funcionan peor que bien porque Francia es un país que guarda una relación muy especial con la historia. El ataque de Sarkozy produjo una respuesta sobre el campo intelectual, por ejemplo el libro de Alan Badiou, ¿Sarkozy es el nombre de qué?, pero no hubo respuestas de parte de los actores sociales que son los herederos de mayo del ’68”, subraya la amiga argentina.
Complejo y menudo asunto para los franceses mirarse en el espejo de esa revuelta sorprendente, aunque previsible como los fenómenos meteorológicos. Hubo una serie de cambios concretos, ‘una crisis de dominación de la autoridad cercana’ en las relaciones interpersonales. Vivimos en una sociedad que cambió, y mayo del ’68 está en el origen de esos cambios.  Ahora que hay muchas movilizaciones estudiantiles, hay que decir que ningún gobierno pudo cuestionar el ingreso libre e irrestricto en las universidades, y en este sentido mayo del ’68 marca un antes y un después. Hubo una sensación inexorable de derrota, de amargura, para muchos de los que militaron en esos movimientos estudiantiles en los que se mezclaban las raíces libertarias y varias vertientes del marxismo cuando De Gaulle ganó con el 60 por ciento las elecciones de junio. Para muchos analistas fue el declive del influjo marxista, sobre todo del Partido Comunista sobre la población francesa y especialmente entre los jóvenes, según sostiene el filósofo Edgar Morin.
Me cuenta que: “En sus memorias, Christian Fouchet, ministro de De Gaulle, escribió que en la noche del 30 de mayo había un ‘hombre triste’ y un ‘hombre feliz’. El hombre feliz era Pompidou y el hombre triste, De Gaulle, que sabía que era el fin de su estrella”.    Por último me dice que el filósofo Gilles Deleuze publicó un artículo en 1984 en Les Nouevelles Littéraires en el que afirmaba que lo que había fracasado en mayo del ’68 no era la revuelta sino la sociedad europea en su incapacidad para hacerse cargo de la “nueva subjetividad” que la revuelta expresaba. Quizá la mejor herencia de aquellos años, sea la pulsión antiautoritaria, pero lo cierto es que esa efervescencia revolucionaria de la primavera francesa dejó en el aire muchas preguntas incómodas y conflictivas.

miércoles, 20 de mayo de 2020

A cinco años de la muerte de Odo Marquand



Odo MARQUARD – Banco de Lecturas
UNA BREVE APROXIMACION A ODO MARQUAND

Víctor Rey

“Los filósofos que solo escriben para filósofos profesionales actúan de un modo casi tan absurdo como actuaría un fabricante de medias que solo fabricaría medias para fabricantes de medias.” (Odo Marquand)

En el mes de mayo del año 2015 visité en Mar del Plata, Argentina, a mis amigas Gabriela Herderson y Eliana Valzura, dos brillantes teólogas.  Entre mates y mates conversamos de lo humano y lo divino.  Entre los temas que salieron estuvo escuchar acerca del filósofo Odo Marquand a quien hasta ese momento no conocía. Lo irónico de la situación es que ese mismo día fue la fecha en la que Odo Marquand falleció a los 87  años.  Al volver a Chile me puse a buscar  e investigar acerca de este pensador tan apasionante y poco conocido en el mundo de habla española.  Comparto este texto aproximativo agradeciendo a Gabriela y Eliana por haberme introducido a este filósofo.
Odo Marquard (1928-2015), catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Giessen y presidente de la Sociedad General Alemana de Filosofía, tiene en su haber una producción intelectual rica y variada, distinguida y premiada con galardones muy prestigiosos por ejemplo, el «Sigmund Freud» de prosa científica de 1984.
¿Qué significa para Marquard ser un filósofo escéptico? En primer lugar, el reconocimiento de una condición que se impone a los humanos: los hombres de hecho no pueden conocerlo todo, y siempre actúan en la medida de sus posibilidades. En segundo lugar, los hombres están impelidos a la elección a vivir de una determinada manera, pero sin hacerse ilusiones ni perderse en vanas esperanzas; o sea, no se trata de que los hombres nada sepan, sino más bien que «no saben nada que pueda elevarse a principio: el escepticismo no es la apoteosis de la perplejidad, sino tan sólo un saber que dice adiós a los principios.
Reunir, entonces, tradición y modernidad no conduce a una contradicción que exija ser superada por estadios de ser y conocer posteriores, sino a una situación factible en la que se completan y complementan oportunamente por la vía de la compensación. El hombre es radicalmente homo compensator, lo cual significa que, más que hacer lo que debe de hacer en absoluto, se limita a hacer lo que puede hacer en cada momento, según sus reales potencialidades: el individuo actúa, es decir, desde la contingencia, liberado de los dictados de la Necesidad, la Ideología, el Progreso, el Deber, la Historia, de los grandes conceptos, en suma, que tal vez hablen con voz poderosa, aunque en verdad sólo impresionan y gobiernan a los muy necesitados de una guía en el vivir o a los ya previamente convencidos.
Precisamente por esa fuerza vital de la compensación, los hombres modernos son los que están más necesitados de la acción, o mejor, la práctica, de conservar. De hecho, cuanto más moderno es el mundo moderno, cuanto más se encuentra su conciencia marcada por el impulso  hacia la innovación, hostigada por la aceleración y la prisa, más requiere de la preservación, de la contención y de la lentitud.  Los principios de la modernidad entran en colisión con el proyecto humano, entre otros supuestos, cuando pretenden exigirle al sujeto demasiado, por el hecho de querer llegar demasiado lejos, o cuando empujan sin conmiseración ni respeto, o se alzan sobre sus hombros, adoptando la forma de doctrinas espirituales y de programas ideológicos de superación (el «hombre nuevo») o de escapismo (las utopías). Los seres humanos somos seres contingentes por destino, y además no somos absolutos, sino finitos. Quiere decirse: nuestra vida tiene un plazo. Y es que, en efecto, si largo es el brazo o la tenaza del progreso e inmenso el horizonte que ofrece la perspectiva de lo moderno, una principal circunstancia humana contiene al hombre y le impone el más estricto principio de realidad, ya visto y muy meditado por los pensadores antiguos: la brevedad de la vida.
No faltará quien diga que la vida humana es cosa muy compleja característicamente, los adictos a la complejidad, los que gustan de enredar los problemas para impresionar y acaso para acomplejar a los espectadores, observadores y público en general, pero Marquard no pretende hacérnosla más difícil de lo que es, ni más pesada ni más latosa. Sencillamente se limita a constatar un hecho indisputable de amplísimas derivaciones: la vida humana no abarca todo el tiempo, sencillamente porque a la vida humana «le falta tiempo». Es por esta razón vital que el hombre debe siempre conservar el pasado, debe sustentar una vida de experiencia, sucesora, y debe de saber enlazar.
Nuestro presente, nuestro mundo contemporáneo, nuestro tiempo, es, para disgusto de los vocacionalmente descontentos e indignados, el «mundo civil-burgués», el ámbito socio-histórico en el que destacan, como sus elementos valedores y dinamizadores, la democracia liberal y la fuerza reparadora de la civilidad. Se puede negar el presente, en nombre del pasado o del futuro, o ser-realistas-y-pedir-lo-imposible, o exclamar la obviedad de que «otro mundo es posible» con aires de insurrección. Pero, como advierte Marquard, la recusación y la potencial sublevación contra lo actual presentan a menudo la característica de una «desobediencia retrospectiva», de una compensación desorientada y desafortunada que aspira a sublimar en unas esferas lo que no fue posible establecer en otras.
La indicada persistencia de la noción de la herencia como dimensión propiamente humana; el implícito reconocimiento del papel de las generaciones en el desarrollo de la cultura; la consideración de la existencia del hombre definida por las instancias de la misión y el destino; la defensa de una mirada de la historia más vitalista y humanista que totalizadora y mecanicista; la distinción entre ideas y creencias, el ejercicio de un pensar jovial junto a una escritura elegante, son sólo algunos ejemplos, de lo que Odo Marquand nos presenta y nos desafía a pensar. Una razón más para no perder de vista a este filósofo que todavía tiene mucho que decirnos y en especial a las nuevas generaciones.

viernes, 15 de mayo de 2020

A 85 años de su nacimiento y a 45 años de su muerte



Roque Dalton García | Literatura Wiki | Fandom
Roque Dalton, poeta apasionado por la belleza y la justicia.
Víctor Rey
Cuando estudiaba filosofía en la Universidad de Concepción, me reunía con un grupo de amigos que practicaban la poesía.  Era un grupo de soñadores que de alguna manera escribiendo transmitíamos nuestras frustraciones y desencantos con los tiempos que vivíamos.  Logramos sacar solamente un número de una revista a la cual bautizamos, “Sol Oscuro”, en honor al poeta maldito alemán Friedrich Hölderlin. En ese grupo conocí nuevos poetas y logré salir del círculo de poetas que a los chilenos nos movíamos, es decir: Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra, Vicente Huidobro y Pablo de Rokha. Un miembro del grupo en una oportunidad leyó el poema “América Latina”, y dijo que era de un joven poeta llamado Roque Dalton.  Por mi timidez no pregunté de donde era y que había escrito, pero me encantó ese breve poema.  Con el tiempo pude viajar y conocer el “Pulgarcito” de América Central, como bautizó Gabriela Mistral a El Salvador.  Me sentí contento de saber que en su juventud viajo a Chile para estudiar Derecho en la Universidad de Chile y que aquí donde comenzó su evolución religiosa y política, pasando de ser un católico conservador a un militante con conciencia social.
Roque Dalton nació en San Salvador, 14 de mayo de 1935 y murió cerca de Quezaltepeque, el 10 de mayo de 1975.  Poeta salvadoreño cuya obra, de estilo coloquial y socialmente comprometida, fue partícipe de la renovación de la lírica latinoamericana de la década de 1960. Nacido en la popular barriada de San José de la capital salvadoreña, el joven Roque Dalton cursó sus primeros estudios en los colegios religiosos Santa Teresita del Niño Jesús y Bautista, para ingresar posteriormente en el Externado de San José, donde en 1953 obtuvo el graduado como bachiller.
Desde muy joven manifestó una acusada conciencia social que le llevó a militar en los movimientos revolucionarios que luchaban por las mejoras sociales en Centroamérica. En 1956, mientras estudiaba Leyes en la Universidad de El Salvador, fue en uno de los miembros fundadores del Círculo Literario Universitario, y en 1957 se desplazó hasta Moscú como delegado salvadoreño en el Sexto Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad. Previamente había estado en Chile para cursar estudios superiores de Jurisprudencia (1953), carrera que complementó en su país natal con la de Ciencias Sociales (1954-1959), y en la Universidad de México con la de Etnología (1961).
Por aquel entonces ya era Roque Dalton una de las voces jóvenes más prometedoras de la poesía hispanoamericana contemporánea. Algunas de sus primeras composiciones habían sido galardonadas en varias ediciones del Premio Centroamericano de Poesía (1956, 1958 y 1959). En 1963, con la publicación de uno de sus mejores poemarios, El turno del ofendido, se consolidó como el poeta salvadoreño más relevante de su tiempo. La obra fue distinguida con una mención honorífica en el certamen Casa de las Américas, certamen que siete años después ganaría con el poemario Taberna y otros lugares (1969).
Su actividad política corría pareja a su dedicación a la creación literaria. Miembro del Partido Comunista Salvadoreño desde 1958, Dalton ya había sido encarcelado en varias ocasiones en su país natal cuando, en 1961, se vio abocado a tomar el camino del exilio. Emprendió entonces un periplo que le llevó a residir y trabajar en Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba, estancias en el extranjero que solía interrumpir con esporádicas visitas a su país natal. Se ganaba la vida con los ensayos y artículos que iba publicando, lo que le permitió viajar también, unas veces por motivos periodísticos y otras por activismo político, a las Repúblicas de Vietnam y Corea, y a numerosos países europeos y sudamericanos.
Por desavenencias con los dirigentes izquierdistas de su país, en 1967 abandonó el Partido Comunista y se mantuvo al margen de su militancia política hasta que, en 1973, regresó a El Salvador para alistarse en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), donde tomó el pseudónimo guerrillero de Julio Delfos Marín. Tras colaborar activamente con esta organización clandestina partidaria del enfrentamiento directo y la lucha armada, por oscuras razones que nunca se han llegado a aclarar fue perseguido, juzgado y ejecutado por sus propios compañeros de armas, que abandonaron su cuerpo en un paraje agreste donde fue despedazado y devorado por las fieras. Esta ejecución desencadenó airadas protestas en los círculos intelectuales, especialmente entre los escritores hispanoamericanos, abanderados en su condena por el argentino Julio Cortázar.
La poesía de Roque Dalton, aunque de rasgos coloquiales, se sustentó en la fuerza de las palabras y del ethos implicado en ellas, como en los siguientes versos: "La vida paga sus cuentas con tu sangre / y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor. / Cógele el cuello de una vez, desnúdala, / túmbala y haz de ella tu pelea de fuego, / rellénale la tripa majestuosa, préñala, / ponla a parir cien años por el corazón. / Pero con lindo modo, hermano, / con un gesto propicio a la melancolía". En sus versos subyace un espíritu rebelde que plantea temas de fuerte contenido social, tratados de una manera a veces tierna y a veces irónica y sarcástica, cuyo resultado es de un enorme lirismo.
Sus influencias fueron el surrealismo y las vanguardias europeas en general, la poética conversacional latinoamericana (sobre todo voces como la del chileno Nicanor Parra, que habían traído nuevos aires irónicos a la lírica del continente), la poesía moderna de expresión inglesa, los clásicos en lengua española y algunos poetas contemporáneos, como el guatemalteco Otto René Castillo, el cubano R. Fernández Retamar, el nicaragüense Ernesto Cardenal o el argentino Juan Gelman.
Una parte de su obra ahonda en las aproximaciones entre el relato breve y el poema en prosa, tentativa en la que alcanzó buenos resultados. Un equilibrio entre calidad del lenguaje, ingenio, intelecto, amor humanista y visión política confluyen en sus mejores títulos, como en su célebreTaberna y otros lugares (1969), merecedor del premio Casa de las Américas, tal vez su libro más importante. Antes había publicado La ventana en el rostro (1961), El turno del ofendido(1963), El Mar (1964) y Poemas (1968). Luego publicó los libros Las historias prohibidas de pulgarcito (1975, poesía); y Pobrecito poeta que era yo (1976, novela).
Póstumamente aparecieron algunos títulos inéditos y varias recopilaciones antológicas de sus versos, como Poemas clandestinos (1980), Un libro rojo para Lenin (1986), Un libro levemente odioso (1988), En la humedad del secreto (antología compilada por Rafael Lara Martínez, San Salvador, 1994) y Antología mínima (a cargo de Luis Melgar Brizuela, San José de Costa Rica, 1998). En el campo del ensayo, publicó una monografía titulada El Salvador (1963), un ensayo sobre César Vallejo (1963) y un volumen de testimonios aparecido bajo el epígrafe de Miguel Mármol (1972). Compuso además algunas piezas teatrales, como Caminando y cantando(publicada en 1976) y Los helicópteros (escrita en colaboración con José Napoleón Rodríguez, e impresa en 1980).

sábado, 9 de mayo de 2020

A 52 años del Mayo del 68 en Francia



Análisis de las causas y consecuencias de Mayo del 68 que cumple ...
¡LA IMAGINACIÓN AL PODER!
A 52 AÑOS DEL MAYO 68

“Si el poder llega a mis manos, córtenme los dedos”
(Grafitti en las calles de Paris)


Víctor Rey


En estos días de crisis global que vivimos a nivel sanitario, político, económico, social y medioambiental me he recordado más del famoso “Mayo Francés” o la “Revolución del 68” que comenzó en Francia y se expandió por toda Europa y su influencia hasta ahora es perceptible. Durante el estallido social que se produjo en Chile en Octubre del 2019, varios analistas dijeron que este era el Mayo Francés de Chile y por eso lo bautizaron como el Octubre de Chile.  En realidad se pueden hacer muchos paralelismos y comparaciones de los dos procesos. Y quizás el más evidente es lo referente al estallido cultural. Eso daría para otra crónica, por ahora solo quiero hacer referencias al mayo Francés de 1968.

A cinco décadas de estos acontecimientos, los protagonistas de mayo del 68 sienten en general un sentimiento de satisfacción: los objetivos se alcanzaron globalmente en las sociedades occidentales.  Pero los enemigos de ese proceso no se rinden; consideran que la civilización occidental se vino abajo durante esas tres semanas.  De esta manera, durante su campaña, el Presidente Nicolás Sarkozy atacó violentamente la herencia de mayo del 68 acusándola de ser matriz del relativismo moral que se habría apoderado del Occidente.

“Mayo del 68” ha devenido en un movimiento legendario de la historia de Francia: las mujeres se liberaron, el sexo pasó a ser algo normal, la educación se abrió y el centro de trabajo se humanizó.  Pero como todos los mitos, éste clama por ser desafiado.

Hoy, los de Mayo 68, son hombres y mujeres con poder en el gobierno francés y en la prensa parisina.  Ya son cuarenta años de este hecho que marcó la historia de Francia y el mundo.  Los conservadores los han odiado siempre, pero incluso los jóvenes izquierdistas los están atacando.  Sus críticos denunciaron su individualismo hedonista, alegando que destruyó el sentido del deber cívico del francés.  Culpan a sus excesos por la reacción de la derecha que ahora está creciendo en el país.  Se preguntan si los estudiantes que comenzaron sus carreras como los apóstoles del cambio no se han convertido hoy en sus enemigos.

Más allá de estas circunstancias locales, el balance de Mayo del 68 se traduce antes que nada en una transformación considerable de las costumbres de Occidente, de los valores y de las relaciones sociales: en sustancia, una sociedad individualista suplantó a la sociedad jerárquica.

Este individualismo se manifiesta en la vida privada: mayo del 68 fue una liberación sexual que coincidió con la píldora anticonceptiva.  Esta liberación sexual llevó, por su lado, a una relativización del matrimonio: otros tipos de parejas se formaron y el divorcio se volvió común.

El autoritarismo también se vino abajo en las empresas donde los modos de gestión más participativos sustituyeron a la jerarquía patronal.  Las iglesias cristianas evolucionaron  en la misma  dirección, amplificación de una liberalización que había sido esbozada por el Concilio Vaticano II.

Las universidades francesas, pero en todos lados también, en diferentes grados en las sociedades occidentales, nunca más reanudaron con la jerarquía mandarina; en todas partes hubo que permitir una enseñanza más participativa y consultar a los estudiantes.

La vida política, por último, recibió el terremoto adoptando un estilo más relajado, más cercano a las preocupaciones cotidianas: el gaullismo, herencia de la tradición monárquica francesa, no sobrevivió a la sacudida de mayo del 68, el mismo De Gaulle se decidió renunciar un año más tarde.

En el mundo ideológico, la víctima más obvia de mayo del 68 fue el marxismo: los líderes de mayo del 68 eran anarquistas y por lo tanto, anticomunistas.  Más significativas que este debate teórico, las revueltas de Europa del Este anunciaban también el estado calamitoso del marxismo tanto como ideología y como ejercicio del poder.  En la práctica, se necesitarán 20 años para que los partidos comunistas desaparecieran de verdad; pero la semilla de su muerte anunciada había sido sembrada en el 68.

El verdadero problema es que aquellos vociferantes jóvenes de mayo de 1968 han crecido.  Encontraron trabajos, iniciaron carreras y compraron acciones y asumieron hipotecas, y se convirtieron en parte de la clase poderosa a la que una vez quisieron destruir.  El autoproclamado “portavoz del movimiento revolucionario”, Daniel Cohn-Bendit, conocido como “Danny el Rojo”, es hoy miembro del Parlamento Europeo por los Ecologistas Alemanes.  Jacques Sauvageot, ex dirigente del sindicato de estudiantes, es director de la Escuela de Bellas Artes de Rennes.  El ex marxista Edwy Plenel es editor del principal diario de la nación, Le Monde.

Los del 68 parecen haber hecho realidad la profecía del intelectual conservador Raymond Aron, hecha pocas semanas después de que las barricadas fueran levantadas: “Todas las revoluciones francesas han reforzado al final al Estado y han deteriorado la centralización de la burocracia”.  “Toda la imaginación al poder”, solían decir, pero cuando fueron puestos a prueba, la imaginación les falló.  “A finales de 1968, Francia era el país más activo, cambiante y creciente del mundo”, dijo el sociólogo Emmanuel Todd.

Estos acontecimientos de mayo del 68 se apagaron de manera igual de inesperada que como habían surgido: en tres semanas, todo volvió al orden anterior, aparentemente.  Los estudiantes volvieron a la universidad, los obreros a sus fábricas, los curas a sus parroquias y el general De Gaulle a la Presidencia.  En realidad todo había cambiado.  Y no sólo en Francia.  Cada país había en efecto vivido mayo del 68 a su manera: en los Estados Unidos, el pacifismo de los estudiantes contra la guerra de Vietnam llevaría tarde o temprano al retiro estadounidense.  En Varsovia y Praga, los levantamientos estudiantiles contra la ocupación soviética revelaban hasta qué punto el comunismo en Europa del Este no era más que un frágil barniz.  En América Latina, estudiantes y obreros y veteranos de Paris 68 volvieron a sus países a fomentar revoluciones sociales.

sábado, 2 de mayo de 2020

A 202 años de su nacimiento



Karl Marx - Wikipedia, la enciclopedia libre
LO DE MARX ES LO DE MENOS
(Grafiti en una pared de Quito, Ecuador)

Víctor Rey

Hace veinticinco años atrás me encontraba en Londres, en casa de un amigo colombiano, conversando después del almuerzo y en un momento me dijo: “¿Víctor te gustaría conocer la tumba de Carlos Marx?”  Por supuesto que si le dije.  Inmediatamente partimos hacia el cementerio Highgate.  Eran cerca de las tres de la tarde.  Cómo no conocíamos bien la ciudad nos demoramos en encontrar el cementerio.  Llegamos a las 17 horas, ya casi era de noche en ese invierno londinense y estaba cerrado.  Nos quedamos por un momento conversando en la puerta del cementerio cuando llegó una persona que venía del norte de Inglaterra y tomó la decisión de empezar a escalar la puerta y luego saltó al interior del cementerio.  Con mi amigo nos miramos y de inmediato tomamos la decisión de seguir el ejemplo del amigo inglés.  Comenzamos a escalar las rejas de la puerta del cementerio y comenzamos en la oscuridad a buscar la tumba de Carlos Marx.  Mi amigo colombiano llevaba una linterna y pronto entre las sombras y árboles apareció la silueta de su cabeza.  Realmente estar los tres en la noche, en un cementerio a la sombra de la tumba de Carlos Marx, era una escena surrealista.  Alguien había dejado un ramo de flores a los pies de su tumba y bajo la luz de la luna y a la sombra de la tumba de Carlos Marx, tuvimos una rica conversación sobre la influencia de este pensador y su vigencia después de la caída del Muro de Berlín.

José Carlos Mariátegui, marxista peruano, en su libro Defensa del Marxismo escribió: “Marx está vivo en la lucha que por la realización del socialismo libran en el mundo, innumerables muchedumbres, animadas por su doctrina.”  Considero que esta afirmación es correcta, pero la lucha de la justicia no es un patrimonio del marxismo, ya hace muchos siglos antes muchos hombres y mujeres de diferentes corrientes lo han realizado. Sin lugar a dudas, Marx es uno de los personajes que más ha influido en la historia universal.

Marx siempre fue odiado por las fuerzas retrógadas, perseguido y difamado.  Filósofos, sociólogos e ideólogos de toda laya hicieron esfuerzos para deformar, falsificar y liquidar su pensamiento.  Muchas veces sus libros fueron prohibidos y quemados por dictadores como Pinochet o sectas religiosas como el Opus Dei.  Sin embargo, Marx sigue vigente en sus aspectos esenciales, inspirando y guiando a muchas personas que buscan la liberación del ser humano.
Marx siempre se mostró crítico de toda la filosofía anterior por considerarla meramente especulativa, teórica y desvinculada de la realidad.  Desde el materialismo dialectico se alza como revolucionario al señalar que su objetivo no era puramente teórico sino práctico: transformar la realidad.  En la primavera de 1845 fue claro en la Tesis XI sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversas modos el mundo, pero de los que se trata es de transformarlo”. Esas palabras encierran la esencia de su pensamiento en permanente desarrollo y guía para la acción transformadora.

Poco después de la caída del Muro de Berlín frente a la Universidad de Humbold estuve reflexionando sobre estas palabras que están escritas en el frontis de esa universidad y recordando mis tiempos de estudiante secundario y universitario cuando queríamos cambiar el mundo y luego como luchamos por derribar la Dictadura de Pinochet.  Más adelante en el Berlín Oriental caminado por sus calles y plazas y buscando los restos de lo que quedaba del Muro de Berlín, me encontré con la estatua de Carlos Marx sentado y de pie a su lado su amigo Federico Engels.  Eran dos mudos testigos en un mundo que estaba cambiando y que quería olvidarlos.  Pero viendo la crisis del capitalismo que seguimos sufriendo donde vemos que los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres, creo que el pensamiento de Carlos Marx está más vivo que nunca.