A 52 AÑOS
DEL MAYO FRANCÉS
La Imaginación sigue luchando para llegar al
poder
Víctor Rey
Este
acontecimiento histórico controversial de alguna manera no quiere morir. Siempre que hay un aniversario se organizan
mesas redondas, películas, foros, muestras fotográficas, etc. Lo curios es que gente que no estuvo de
acuerdo con este movimiento en esos años hoy lo reivindica como un hecho
histórico y cultural del cual se pueden sacar muchas lecciones. En Chile a raíz del movimiento estudiantil
que sigue adelante, muchas veces se hizo esta comparación.
Hace poco
participé en una muestra de cine francés en la Alianza Francesa y conversé con
una argentina que vivió estos hechos en su época de estudiante en París. Fue interesante el diálogo y su visión de ese
evento que ahora comparto.
Me dijo lo
siguiente: “Esos días rabiosos, de furia, de protestas y barricadas, de sueños
que quedaron en el desván de la historia. Año de efervescencia revolucionaria,
en el ’68 por primera vez los jóvenes asumían, en diversas ciudades del mundo,
el papel de sujetos de cambio social que cuestionaban formas cristalizadas del
autoritarismo en todos los ámbitos: el familiar, social y político. La ola de
desconfianza estaba dirigida contra el capitalismo, la sociedad de consumo, la
democracia burguesa y, claro, también contra Estados Unidos y la guerra de
Vietnam. Casi todas las manifestaciones comenzaron en las universidades. La
chispa se encendió en París, en Nanterre, el 20 de marzo, cuando los
estudiantes se movilizaron contra la prohibición de que los hombres entraran en
los dormitorios de las mujeres. El movimiento creció y se expandió poco a poco,
el efecto contagio llegó a la Sorbona y a las calles del Barrio Latino, que
pronto se transformó en un campo de batalla entre manifestantes y policías. Los
trabajadores se aliaron y una huelga general sorpresa desembocó en la gran
manifestación del 13 de mayo. Sintetizar esos sucesos, que lanzaron a más de
diez millones de franceses a las calles, y que llevaron a De Gaulle a disolver
la Asamblea Nacional y a anticipar las elecciones parlamentarias, no parece tan
útil como preguntarse sobre la herencia que dejó este acontecimiento cuya
significación y trascendencia sigue siendo imprecisas”.
Me aclaró: “Si estás hablando de alguien que
tuvo 20 años, el problema es que confunde las impresiones de la edad con el
evento, pero lo que se presta a mayor confusión es que para no hablar de Mayo
del ’68, hablamos de Daniel Cohn Bendit (uno de los líderes universitarios)”. “Heredamos los problemas para encauzar las
protestas. Un ejemplo es que en las manifestaciones contra la guerra de Irak,
hubo un millón de personas en Londres, un millón en Berlín, en Francfurt,
Amsterdam, Madrid, Barcelona y París, y esas docenas de millones de personas volvieron
a sus casas al día siguiente sin ninguna posibilidad de organización y de darle
coherencia a lo que querían ver realizado: la paz”.
Prosiguió: “El
problema es que nos interesamos en mayo del ’68 cada diez años. Y como nos
interesamos en circunstancias conmemorativas, el enfoque siempre se centra en
el corto plazo, pero para mí es imposible pensar los sentidos en el corto
plazo. Lo que me parece más complejo es que mayo del ’68 no para de producir
efectos y cada uno de esos efectos transforma los sentidos.” Entre esos efectos
subraya, “en junio del ’68 tuvimos el sentimiento de que el principal efecto
fue beneficiar al régimen de De Gaulle”. Un año después, en 1969, “sentíamos
que mayo del ’68 terminó con el gaullismo”. En este racconto, la historiadora
recuerda que con la modernización llevada a cabo por el presidente Valéry
Giscard d’Estaing a través de una serie de leyes sociales, la mayoría de edad
legal pasó de los 21 a los 18 años; también destaca la legalización del aborto,
propuesta por Simone Veil. “Se puede sostener que mayo del ‘68 fue el principio
de una serie de revoluciones culturales importantes. Pero en el décimo
aniversario, Regis Debray dijo que fue una trampa de la historia porque creó
las condiciones favorables para el liberalismo, y desde entonces es totalmente
imposible dar una respuesta única a la cuestión de la herencia”, señala la
amiga argentina.
El
presidente francés Nicolas Sarkozy, durante su campaña presidencial, utilizó al
Mayo Francés de chivo expiatorio cuando afirmó que ese acontecimiento fue el
responsable de todos los males que atraviesan la sociedad francesa. “Mayo del
’68 nos impuso el relativismo moral e intelectual. Los herederos impusieron la
idea de que todo vale, de que no hay ninguna diferencia entre el bien y el mal,
entre lo verdadero y lo falso, entre lo bello y lo feo”, dijo Sarkozy. La amiga
argentina advierte que en el mundo político francés, la derecha ha regresado
con mucha fuerza. “Sarkozy recupera el valor de las ideas petainistas, con
ganas de vengarse de las conquistas sociales ganadas”. También agrega que
Sarkozy tiene una relación muy “posmoderna” con la historia. “Siempre saca los
elementos de contexto para realizar golpes de efecto que funcionan peor que
bien porque Francia es un país que guarda una relación muy especial con la
historia. El ataque de Sarkozy produjo una respuesta sobre el campo
intelectual, por ejemplo el libro de Alan Badiou, ¿Sarkozy es el nombre de
qué?, pero no hubo respuestas de parte de los actores sociales que son los herederos
de mayo del ’68”, subraya la amiga argentina.
Complejo y
menudo asunto para los franceses mirarse en el espejo de esa revuelta
sorprendente, aunque previsible como los fenómenos meteorológicos. Hubo una
serie de cambios concretos, ‘una crisis de dominación de la autoridad cercana’
en las relaciones interpersonales. Vivimos en una sociedad que cambió, y mayo
del ’68 está en el origen de esos cambios. Ahora que hay muchas movilizaciones
estudiantiles, hay que decir que ningún gobierno pudo cuestionar el ingreso
libre e irrestricto en las universidades, y en este sentido mayo del ’68 marca
un antes y un después. Hubo una sensación inexorable de derrota, de amargura,
para muchos de los que militaron en esos movimientos estudiantiles en los que
se mezclaban las raíces libertarias y varias vertientes del marxismo cuando De
Gaulle ganó con el 60 por ciento las elecciones de junio. Para muchos analistas
fue el declive del influjo marxista, sobre todo del Partido Comunista sobre la
población francesa y especialmente entre los jóvenes, según sostiene el
filósofo Edgar Morin.
Me cuenta
que: “En sus memorias, Christian Fouchet, ministro de De Gaulle, escribió que en
la noche del 30 de mayo había un ‘hombre triste’ y un ‘hombre feliz’. El hombre
feliz era Pompidou y el hombre triste, De Gaulle, que sabía que era el fin de
su estrella”. Por
último me dice que el filósofo Gilles Deleuze publicó un artículo en 1984 en
Les Nouevelles Littéraires en el que afirmaba que lo que había fracasado en
mayo del ’68 no era la revuelta sino la sociedad europea en su incapacidad para
hacerse cargo de la “nueva subjetividad” que la revuelta expresaba. Quizá la
mejor herencia de aquellos años, sea la pulsión antiautoritaria, pero lo cierto
es que esa efervescencia revolucionaria de la primavera francesa dejó en el
aire muchas preguntas incómodas y conflictivas.