HUMBERTO MATURANA Y EL SENTIDO DE LO HUMANO
Víctor Rey
En el último curso
del Servicio de Estudios de la Realidad (SER), uno de los autores y textos que
más nos cuestionó y nos hizo reflexionar fue el libro del biólogo y filósofo
chileno Humberto Maturana, El Sentido de lo Humano. Su pensamiento es muy original y sus aportes
dan luces a todas las áreas de la vida.
Este autor es uno de los que más nos ayuda en este tiempo de tantas
preguntas e incertidumbres ante un mundo en crisis. Recuerdo con alegría los momentos de
conversación con los alumnos y el entusiasmo que no generaba cada párrafo de su
libro. También recuerdo como sus
conceptos han llegado a influenciar
muchos campos de la ciencia de la filosofía y de la comunicación. Justamente cuando estudiaba Comunicación Social
en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, su nombre y el de Francisco
Varela salían a colación para reforzar algún argumento. Su colega filósofo se
fue muy temprano de esta vida a los 54 años y Humberto Maturana acaba de partir
hoy 6 de mayo a los 92 años. Tuve el privilegio de asistir a dos de sus
conferencias una vez en la Universidad de Concepción y otra en la Universidad
de Chile.
Comparto aquí
algunos de los conceptos que logré descifrar y discernir juntos a los
estudiantes y que consideramos son de vital utilidad.
La teoría biológica del conocer
El aporte de
Humberto Maturana a la nueva propuesta epistemológica es fundamental. Es el
primer científico que desde su hacer de biólogo propone que el conocimiento es
un fenómeno biológico y que, por tanto, sólo puede ser estudiado y conocido
como tal. Aún más, su proposición es que la vida misma se entiende como un
proceso de conocimiento, el cual le sirve al organismo para adaptarse, para
sobrevivir. Ningún organismo, por tanto, está interesado en saber si su
conocimiento es verdadero o no, cuando eso no importa para su supervivencia.
Así la obra de Maturana puede ser caracterizada como un sistema explicativo unitario
y ontológico de la vida o de la vivencia. Ontológico, porque ve la experiencia
humana desde un punto de vista situado dentro de ella misma y no desde un punto
de vista externo o fuera de ella.
El
determinismo estructural
Maturana postula
también que todos los cambios que puedan experimentar los sistemas
autopoiéticos son determinados por su propia organización y estructura. Aunque
estos dos conceptos son propiedades de los seres vivos (entendidos en la
terminología de Maturana como "unidades compuestas de una clase
particular"), no son sinónimos. La organización se refiere a la relación
que se da entre los componentes de una "unidad compuesta" y que
determina las propiedades de esa unidad. La estructura, en cambio, apunta a los
componentes actuales y a la relación que ellos deben satisfacer al participar
en la constitución de una "unidad compuesta". En otros términos, los
seres vivos mantenemos nuestra organización durante toda la vida; precisamente,
el que nos reconozcamos siempre la misma persona, desde nuestra infancia a
nuestra vejez, está en relación a que nuestra organización ha permanecido
invariante. Pero la estructura es variable: determina qué cambios son posibles
para una "unidad compuesta" y que interacciones específicas se requieren
para desencadenar esos cambios.
Así, si bien todo
un sistema está operacionalmente constituido por su organización, su operación
efectiva es realizada en -y a través de- su estructura, de modo tal que, aunque
el dominio (o espacio) de interacciones del sistema como totalidad está
especificado por su organización, las interacciones efectivas ocurren a través
de sus componentes. A la luz de esto, el afirmar que los sistemas son
estructuralmente determinados implica que todo lo que en ellos ocurre no está
determinado por nada externo a ellos; y que cuando, como observadores, vemos
algo que incide sobre un sistema, no es ese algo lo que provoca el cambio, sino
sólo lo que desencadena dentro del sistema un cambio estructural que estaba
previamente determinado en la configuración del mismo.
El cierre
organizacional y la autorreferencialidad
El cierre
organizacional está referido al hecho de que, definida la característica de la
unidad del sistema vivo, está en su capacidad el de mantener su integridad.
Maturana plantea que la "línea de fondo" es mantener nuestro estatus
como tales, que es permanecer vivos. La adaptación, entonces, requiere de
cambios estructurales en la unidad de los seres vivos y debido a que ellos son
determinados estructuralmente y organizacionalmente cerrados, los sistemas
vivos son autónomos en el sentido que sobreviven, prosperan o peligran bajo sus
propias leyes de su quehacer. La organización del sistema vivo es circular,
autorreferencial, recursiva y su organización es una organización cerrada, y por
lo tanto autónoma.
El
Multiverso
Si, como señala
Maturana, se niega la realidad objetiva independiente del observador y, como lo
planteó en su "Ontología del observar", se reconoce al observador
como un participante constitutivo de lo que observa, el cambio que aquí se
propone es evidentemente radical: el paso de un Universo, es decir, de una
realidad objetiva unívoca que es igual para todos, a un Multiverso, en que cada
mundo construido por el observador es igualmente válido y único respecto de
otros.
La
noción de lenguaje
Otro de los
aportes más extraordinarios de Humberto Maturana es su teoría del lenguaje. Para
Maturana el lenguaje, como fenómeno de la vida, pertenece a la historia
evolutiva de los seres humanos. Son los humanos los primeros y únicos animales
(primates, concretamente) que tienen la peculiaridad de vivir -en un fluir
constante e ininterrumpido- una doble dimensión simultánea de experiencia: la
primera es la experiencia inmediata (las emociones), que nos ocurre a todos los
animales y según la cual algo simplemente pasa; la segunda, que nos ocurre sólo
al primate humano, es la explicación, que tiene lugar en el lenguaje; sólo en
el lenguaje por ejemplo, se admite la existencia de categorías como lo bueno y
lo malo, lo justo y lo injusto, que permiten comprender ese algo que pasa.
Ahora bien, el
lenguaje consiste en un operar recurrente de lo que Maturana denomina
coordinaciones de coordinaciones conductuales consensuales. Según ellas cada
palabra o gesto no está relacionado con algo exterior a nosotros, sino con
nuestro quehacer y con nuestra coordinación para ese quehacer con los otros.
Son precisamente ese quehacer, y las emociones que están en su base, lo que
específica y da a nuestras palabras su significado particular. Por esto, a nivel
de la experiencia inmediata no se puede diferenciar lo que es una ilusión de
una percepción; sólo lo logramos en el lenguaje.
Y ya que sólo a
través del lenguaje el ser humano puede explicar su experiencia en el vivir y
asimilarla a la continuidad de su praxis de vida, el comprender es inseparable
de la experiencia humana: todo el reordenamiento racional cognitivo que pueda
elaborarse se basa, en premisas tácitas que han sido proporcionadas por la
experiencia inmediata. En palabras de Maturana: "Todo sistema racional
tiene una base emocional y esto explica por qué no se puede convencer a nadie
con un argumento lógico si no se ha aceptado antes su premisa a priori".
Desde el punto de vista de la psicoterapia, este planteamiento es una
alternativa a los enfoques racionalistas que postulan que mediante el ejercicio
de la lógica formal es posible cambiar las emociones del paciente.
Pero, además,
Maturana va más allá y acuña el término lenguajear, con el que denomina a la
relación dinámica y funcional que se da entre la experiencia inmediata y la
coordinación de acciones consensuales con los otros y aclara que este
lenguajear está constituido por la relación entre las emociones y el lenguaje.
Esta concepción
revierte el enfoque empirista clásico que ve al lenguaje como simple
transmisión de información de un individuo a otro, postura que está hoy tan
vigente que no se prevé un cambio ni en la próxima década. En este sentido, la
propuesta de Maturana -con su significado emocional y no racional- tendrá que
ser reconocida como la teoría más explicativa. En su enfoque ontológico el
lenguajear corresponde a una expresión de la temporalidad humana: todo lo que
ocurre, ocurre en el lenguaje, en el aquí y en el ahora.
La
concepción de cultura
Para Humberto
Maturana la experiencia humana tiene lugar en el espacio relacional del
conversar. Esto significa que si bien desde un punto de vista biológico somos
homo sapiens, nuestro modo de vivir -vale decir, nuestra condición humana-
tiene lugar en nuestra manera de relacionarnos unos con otros y con el mundo
que configuramos en nuestro diario vivir mediante el conversar.
Sostiene que una
cultura es una red cerrada de conversaciones y que el cambio cultural ocurre
cuando se produce un cambio de conversaciones en esa red; cambio que surge, se
sostiene y se mantiene en el emocionar de los miembros de la comunidad. De ello
se desprende que lo humano es cultural: surge como un modo de vivir en el
conversar, en redes de conversaciones, en un entrelazamiento entre el
lenguajear y el emocionar. Esto significa, siguiendo a Maturana, que toda la
experiencia humana se da en el momento presente; no existe una programación
anterior ni obedece tampoco a intenciones.
Aún más, tampoco
en el proceso de la evolución, sea éste biológico o cultural, existe un camino
preestablecido. El devenir evolutivo es una deriva, en tanto que el presente evolutivo
humano es resultado de un proceso que conserva una manera de vivir y no un
logro de proceso de adaptación.
La
Biología del Amor
Maturana es el
primer científico que desde su hacer como tal explica el amor. En su propuesta,
el amor no es una cualidad o un don, sino que como fenómeno relacional
biológico, consiste en las conductas o la clase de conductas a través de las
cuales el otro, o lo otro, surge como un legítimo otro en la cercanía de la
convivencia, en circunstancias en que el otro, o lo otro, puede ser uno mismo.
Esto, entendiéndose que la legitimidad del otro se constituye en conductas u
operaciones que respetan y aceptan su existencia como es, sin esfuerzo y como
un fenómeno del mero convivir. Legitimidad del otro y respeto por él o ella, son
dos modos de relación congruentes y complementarios que se implican
recíprocamente. El amor es un fenómeno biológico propio del ámbito relacional
animal, que en los mamíferos aparece como un aspecto central de la convivencia
en la intimidad de la relación materno-infantil en total aceptación corporal.
De acuerdo a Maturana, nos enfermamos al vivir un modo de vida que niega
sistemáticamente el amor.