jueves, 6 de mayo de 2021

Ante el sensible fallecimiento del Maestro Humberto Maturana

                                                             


  


HUMBERTO MATURANA Y EL SENTIDO DE LO HUMANO

Víctor Rey

En el último curso del Servicio de Estudios de la Realidad (SER), uno de los autores y textos que más nos cuestionó y nos hizo reflexionar fue el libro del biólogo y filósofo chileno Humberto Maturana, El Sentido de lo Humano.  Su pensamiento es muy original y sus aportes dan luces a todas las áreas de la vida.  Este autor es uno de los que más nos ayuda en este tiempo de tantas preguntas e incertidumbres ante un mundo en crisis.   Recuerdo con alegría los momentos de conversación con los alumnos y el entusiasmo que no generaba cada párrafo de su libro.  También recuerdo como sus conceptos han llegado a influenciar  muchos campos de la ciencia de la filosofía y de la comunicación.  Justamente cuando estudiaba Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, su nombre y el de Francisco Varela salían a colación para reforzar algún argumento. Su colega filósofo se fue muy temprano de esta vida a los 54 años y Humberto Maturana acaba de partir hoy 6 de mayo a los 92 años. Tuve el privilegio de asistir a dos de sus conferencias una vez en la Universidad de Concepción y otra en la Universidad de Chile.

Comparto aquí algunos de los conceptos que logré descifrar y discernir juntos a los estudiantes y que consideramos son de vital utilidad.

La teoría biológica del conocer

El aporte de Humberto Maturana a la nueva propuesta epistemológica es fundamental. Es el primer científico que desde su hacer de biólogo propone que el conocimiento es un fenómeno biológico y que, por tanto, sólo puede ser estudiado y conocido como tal. Aún más, su proposición es que la vida misma se entiende como un proceso de conocimiento, el cual le sirve al organismo para adaptarse, para sobrevivir. Ningún organismo, por tanto, está interesado en saber si su conocimiento es verdadero o no, cuando eso no importa para su supervivencia. Así la obra de Maturana puede ser caracterizada como un sistema explicativo unitario y ontológico de la vida o de la vivencia. Ontológico, porque ve la experiencia humana desde un punto de vista situado dentro de ella misma y no desde un punto de vista externo o fuera de ella.

El determinismo estructural

Maturana postula también que todos los cambios que puedan experimentar los sistemas autopoiéticos son determinados por su propia organización y estructura. Aunque estos dos conceptos son propiedades de los seres vivos (entendidos en la terminología de Maturana como "unidades compuestas de una clase particular"), no son sinónimos. La organización se refiere a la relación que se da entre los componentes de una "unidad compuesta" y que determina las propiedades de esa unidad. La estructura, en cambio, apunta a los componentes actuales y a la relación que ellos deben satisfacer al participar en la constitución de una "unidad compuesta". En otros términos, los seres vivos mantenemos nuestra organización durante toda la vida; precisamente, el que nos reconozcamos siempre la misma persona, desde nuestra infancia a nuestra vejez, está en relación a que nuestra organización ha permanecido invariante. Pero la estructura es variable: determina qué cambios son posibles para una "unidad compuesta" y que interacciones específicas se requieren para desencadenar esos cambios.

Así, si bien todo un sistema está operacionalmente constituido por su organización, su operación efectiva es realizada en -y a través de- su estructura, de modo tal que, aunque el dominio (o espacio) de interacciones del sistema como totalidad está especificado por su organización, las interacciones efectivas ocurren a través de sus componentes. A la luz de esto, el afirmar que los sistemas son estructuralmente determinados implica que todo lo que en ellos ocurre no está determinado por nada externo a ellos; y que cuando, como observadores, vemos algo que incide sobre un sistema, no es ese algo lo que provoca el cambio, sino sólo lo que desencadena dentro del sistema un cambio estructural que estaba previamente determinado en la configuración del mismo.

El cierre organizacional y la autorreferencialidad

El cierre organizacional está referido al hecho de que, definida la característica de la unidad del sistema vivo, está en su capacidad el de mantener su integridad. Maturana plantea que la "línea de fondo" es mantener nuestro estatus como tales, que es permanecer vivos. La adaptación, entonces, requiere de cambios estructurales en la unidad de los seres vivos y debido a que ellos son determinados estructuralmente y organizacionalmente cerrados, los sistemas vivos son autónomos en el sentido que sobreviven, prosperan o peligran bajo sus propias leyes de su quehacer. La organización del sistema vivo es circular, autorreferencial, recursiva y su organización es una organización cerrada, y por lo tanto autónoma. 

El Multiverso

Si, como señala Maturana, se niega la realidad objetiva independiente del observador y, como lo planteó en su "Ontología del observar", se reconoce al observador como un participante constitutivo de lo que observa, el cambio que aquí se propone es evidentemente radical: el paso de un Universo, es decir, de una realidad objetiva unívoca que es igual para todos, a un Multiverso, en que cada mundo construido por el observador es igualmente válido y único respecto de otros. 

La noción de lenguaje

Otro de los aportes más extraordinarios de Humberto Maturana es su teoría del lenguaje. Para Maturana el lenguaje, como fenómeno de la vida, pertenece a la historia evolutiva de los seres humanos. Son los humanos los primeros y únicos animales (primates, concretamente) que tienen la peculiaridad de vivir -en un fluir constante e ininterrumpido- una doble dimensión simultánea de experiencia: la primera es la experiencia inmediata (las emociones), que nos ocurre a todos los animales y según la cual algo simplemente pasa; la segunda, que nos ocurre sólo al primate humano, es la explicación, que tiene lugar en el lenguaje; sólo en el lenguaje por ejemplo, se admite la existencia de categorías como lo bueno y lo malo, lo justo y lo injusto, que permiten comprender ese algo que pasa.

Ahora bien, el lenguaje consiste en un operar recurrente de lo que Maturana denomina coordinaciones de coordinaciones conductuales consensuales. Según ellas cada palabra o gesto no está relacionado con algo exterior a nosotros, sino con nuestro quehacer y con nuestra coordinación para ese quehacer con los otros. Son precisamente ese quehacer, y las emociones que están en su base, lo que específica y da a nuestras palabras su significado particular. Por esto, a nivel de la experiencia inmediata no se puede diferenciar lo que es una ilusión de una percepción; sólo lo logramos en el lenguaje.

Y ya que sólo a través del lenguaje el ser humano puede explicar su experiencia en el vivir y asimilarla a la continuidad de su praxis de vida, el comprender es inseparable de la experiencia humana: todo el reordenamiento racional cognitivo que pueda elaborarse se basa, en premisas tácitas que han sido proporcionadas por la experiencia inmediata. En palabras de Maturana: "Todo sistema racional tiene una base emocional y esto explica por qué no se puede convencer a nadie con un argumento lógico si no se ha aceptado antes su premisa a priori". Desde el punto de vista de la psicoterapia, este planteamiento es una alternativa a los enfoques racionalistas que postulan que mediante el ejercicio de la lógica formal es posible cambiar las emociones del paciente.

Pero, además, Maturana va más allá y acuña el término lenguajear, con el que denomina a la relación dinámica y funcional que se da entre la experiencia inmediata y la coordinación de acciones consensuales con los otros y aclara que este lenguajear está constituido por la relación entre las emociones y el lenguaje.

Esta concepción revierte el enfoque empirista clásico que ve al lenguaje como simple transmisión de información de un individuo a otro, postura que está hoy tan vigente que no se prevé un cambio ni en la próxima década. En este sentido, la propuesta de Maturana -con su significado emocional y no racional- tendrá que ser reconocida como la teoría más explicativa. En su enfoque ontológico el lenguajear corresponde a una expresión de la temporalidad humana: todo lo que ocurre, ocurre en el lenguaje, en el aquí y en el ahora. 

La concepción de cultura

Para Humberto Maturana la experiencia humana tiene lugar en el espacio relacional del conversar. Esto significa que si bien desde un punto de vista biológico somos homo sapiens, nuestro modo de vivir -vale decir, nuestra condición humana- tiene lugar en nuestra manera de relacionarnos unos con otros y con el mundo que configuramos en nuestro diario vivir mediante el conversar.

Sostiene que una cultura es una red cerrada de conversaciones y que el cambio cultural ocurre cuando se produce un cambio de conversaciones en esa red; cambio que surge, se sostiene y se mantiene en el emocionar de los miembros de la comunidad. De ello se desprende que lo humano es cultural: surge como un modo de vivir en el conversar, en redes de conversaciones, en un entrelazamiento entre el lenguajear y el emocionar. Esto significa, siguiendo a Maturana, que toda la experiencia humana se da en el momento presente; no existe una programación anterior ni obedece tampoco a intenciones.

Aún más, tampoco en el proceso de la evolución, sea éste biológico o cultural, existe un camino preestablecido. El devenir evolutivo es una deriva, en tanto que el presente evolutivo humano es resultado de un proceso que conserva una manera de vivir y no un logro de proceso de adaptación. 

La Biología del Amor

Maturana es el primer científico que desde su hacer como tal explica el amor. En su propuesta, el amor no es una cualidad o un don, sino que como fenómeno relacional biológico, consiste en las conductas o la clase de conductas a través de las cuales el otro, o lo otro, surge como un legítimo otro en la cercanía de la convivencia, en circunstancias en que el otro, o lo otro, puede ser uno mismo. Esto, entendiéndose que la legitimidad del otro se constituye en conductas u operaciones que respetan y aceptan su existencia como es, sin esfuerzo y como un fenómeno del mero convivir. Legitimidad del otro y respeto por él o ella, son dos modos de relación congruentes y complementarios que se implican recíprocamente. El amor es un fenómeno biológico propio del ámbito relacional animal, que en los mamíferos aparece como un aspecto central de la convivencia en la intimidad de la relación materno-infantil en total aceptación corporal. De acuerdo a Maturana, nos enfermamos al vivir un modo de vida que niega sistemáticamente el amor.

 

 

miércoles, 5 de mayo de 2021

A 203 tres años del nacimiento de karl Marx

                                                                   


LO DE MARX ES LO DE MENOS

(Grafiti en una pared de Quito, Ecuador)

 

Víctor Rey

 

Hace veintiocho años atrás me encontraba en Londres, en casa de un amigo colombiano, conversando después del almuerzo y en un momento me dijo: “¿Víctor te gustaría conocer la tumba de Carlos Marx?”  Por supuesto que si le dije.  Inmediatamente partimos hacia el cementerio Highgate.  Eran cerca de las tres de la tarde.  Cómo no conocíamos bien la ciudad nos demoramos en encontrar el cementerio.  Llegamos a las 17 horas, ya casi era de noche en ese invierno londinense y estaba cerrado.  Nos quedamos por un momento conversando en la puerta del cementerio cuando llegó una persona que venía del norte de Inglaterra y tomó la decisión de empezar a escalar la puerta y luego saltó al interior del cementerio.  Con mi amigo nos miramos y de inmediato tomamos la decisión de seguir el ejemplo del amigo inglés.  Comenzamos a escalar las rejas de la puerta del cementerio y comenzamos en la oscuridad a buscar la tumba de Carlos Marx.  Mi amigo colombiano llevaba una linterna y pronto entre las sombras y árboles apareció la silueta de su cabeza.  Realmente estar los tres en la noche, en un cementerio a la sombra de la tumba de Carlos Marx, era una escena surrealista.  Alguien había dejado un ramo de flores a los pies de su tumba y bajo la luz de la luna y a la sombra de la tumba de Carlos Marx, tuvimos una rica conversación sobre la influencia de este pensador y su vigencia después de la caída del Muro de Berlín.

José Carlos Mariátegui, marxista peruano, en su libro Defensa del Marxismo escribió: “Marx está vivo en la lucha que por la realización del socialismo libran en el mundo, innumerables muchedumbres, animadas por su doctrina.”  Considero que esta afirmación es correcta, pero la lucha de la justicia no es un patrimonio del marxismo, ya hace muchos siglos antes muchos hombres y mujeres de diferentes corrientes lo han realizado. Sin lugar a dudas, Marx es uno de los personajes que más ha influido en la historia universal.

Marx siempre fue odiado por las fuerzas retrógadas, perseguido y difamado.  Filósofos, sociólogos e ideólogos de toda laya hicieron esfuerzos para deformar, falsificar y liquidar su pensamiento.  Muchas veces sus libros fueron prohibidos y quemados por dictadores como Pinochet o sectas religiosas como el Opus Dei.  Sin embargo, Marx sigue vigente en sus aspectos esenciales, inspirando y guiando a muchas personas que buscan la liberación del ser humano.

Marx siempre se mostró crítico de toda la filosofía anterior por considerarla meramente especulativa, teórica y desvinculada de la realidad.  Desde el materialismo dialectico se alza como revolucionario al señalar que su objetivo no era puramente teórico sino práctico: transformar la realidad.  En la primavera de 1845 fue claro en la Tesis XI sobre Feuerbach: “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversas modos el mundo, pero de los que se trata es de transformarlo”. Esas palabras encierran la esencia de su pensamiento en permanente desarrollo y guía para la acción transformadora.

Poco después de la caída del Muro de Berlín frente a la Universidad de Humbold estuve reflexionando sobre estas palabras que están escritas en el frontis de esa universidad y recordando mis tiempos de estudiante secundario y universitario cuando queríamos cambiar el mundo y luego como luchamos por derribar la Dictadura de Pinochet.  Más adelante en el Berlín Oriental caminado por sus calles y plazas y buscando los restos de lo que quedaba del Muro de Berlín, me encontré con la estatua de Carlos Marx sentado y de pie a su lado su amigo Federico Engels.  Eran dos mudos testigos en un mundo que estaba cambiando y que quería olvidarlos.  Pero viendo la crisis del capitalismo que seguimos sufriendo donde vemos que los ricos se hacen más ricos y los pobres más pobres, creo que el pensamiento de Carlos Marx está más vivo que nunca.

lunes, 3 de mayo de 2021

A 53 años del Mayo 68 Francés

                                                                   


¡LA IMAGINACIÓN AL PODER!

A 53 AÑOS DEL MAYO 68

 

“Dios: sospecho que eres un intelectual de izquierda”

(Grafitti en las calles de Paris)

 

 

Víctor Rey

 

 

En estos días de crisis global que vivimos a nivel sanitario, político, económico, social y medioambiental me he recordado más del famoso “Mayo Francés” o la “Revolución del 68” que comenzó en Francia y se expandió por toda Europa y su influencia hasta ahora es perceptible. Durante el estallido social que se produjo en Chile en Octubre del 2019, varios analistas dijeron que este era el Mayo Francés de Chile y por eso lo bautizaron como el Octubre de Chile.  En realidad se pueden hacer muchos paralelismos y comparaciones de los dos procesos. Y quizás el más evidente es lo referente al estallido cultural. Eso daría para otra crónica, por ahora solo quiero hacer referencias al mayo Francés de 1968.

 

A cinco décadas de estos acontecimientos, los protagonistas de mayo del 68 sienten en general un sentimiento de satisfacción: los objetivos se alcanzaron globalmente en las sociedades occidentales.  Pero los enemigos de ese proceso no se rinden; consideran que la civilización occidental se vino abajo durante esas tres semanas.  De esta manera, durante su campaña, el Presidente Nicolás Sarkozy atacó violentamente la herencia de mayo del 68 acusándola de ser matriz del relativismo moral que se habría apoderado del Occidente.

 

“Mayo del 68” ha devenido en un movimiento legendario de la historia de Francia: las mujeres se liberaron, el sexo pasó a ser algo normal, la educación se abrió y el centro de trabajo se humanizó.  Pero como todos los mitos, éste clama por ser desafiado.

 

Hoy, los de Mayo 68, son hombres y mujeres con poder en el gobierno francés y en la prensa parisina.  Ya son cuarenta años de este hecho que marcó la historia de Francia y el mundo.  Los conservadores los han odiado siempre, pero incluso los jóvenes izquierdistas los están atacando.  Sus críticos denunciaron su individualismo hedonista, alegando que destruyó el sentido del deber cívico del francés.  Culpan a sus excesos por la reacción de la derecha que ahora está creciendo en el país.  Se preguntan si los estudiantes que comenzaron sus carreras como los apóstoles del cambio no se han convertido hoy en sus enemigos.

 

Más allá de estas circunstancias locales, el balance de Mayo del 68 se traduce antes que nada en una transformación considerable de las costumbres de Occidente, de los valores y de las relaciones sociales: en sustancia, una sociedad individualista suplantó a la sociedad jerárquica.

 

Este individualismo se manifiesta en la vida privada: mayo del 68 fue una liberación sexual que coincidió con la píldora anticonceptiva.  Esta liberación sexual llevó, por su lado, a una relativización del matrimonio: otros tipos de parejas se formaron y el divorcio se volvió común.

 

El autoritarismo también se vino abajo en las empresas donde los modos de gestión más participativos sustituyeron a la jerarquía patronal.  Las iglesias cristianas evolucionaron  en la misma  dirección, amplificación de una liberalización que había sido esbozada por el Concilio Vaticano II.

 

Las universidades francesas, pero en todos lados también, en diferentes grados en las sociedades occidentales, nunca más reanudaron con la jerarquía mandarina; en todas partes hubo que permitir una enseñanza más participativa y consultar a los estudiantes.

 

La vida política, por último, recibió el terremoto adoptando un estilo más relajado, más cercano a las preocupaciones cotidianas: el gaullismo, herencia de la tradición monárquica francesa, no sobrevivió a la sacudida de mayo del 68, el mismo De Gaulle se decidió renunciar un año más tarde.

 

En el mundo ideológico, la víctima más obvia de mayo del 68 fue el marxismo: los líderes de mayo del 68 eran anarquistas y por lo tanto, anticomunistas.  Más significativas que este debate teórico, las revueltas de Europa del Este anunciaban también el estado calamitoso del marxismo tanto como ideología y como ejercicio del poder.  En la práctica, se necesitarán 20 años para que los partidos comunistas desaparecieran de verdad; pero la semilla de su muerte anunciada había sido sembrada en el 68.

 

El verdadero problema es que aquellos vociferantes jóvenes de mayo de 1968 han crecido.  Encontraron trabajos, iniciaron carreras y compraron acciones y asumieron hipotecas, y se convirtieron en parte de la clase poderosa a la que una vez quisieron destruir.  El autoproclamado “portavoz del movimiento revolucionario”, Daniel Cohn-Bendit, conocido como “Danny el Rojo”, es hoy miembro del Parlamento Europeo por los Ecologistas Alemanes.  Jacques Sauvageot, ex dirigente del sindicato de estudiantes, es director de la Escuela de Bellas Artes de Rennes.  El ex marxista Edwy Plenel es editor del principal diario de la nación, Le Monde.

 

Los del 68 parecen haber hecho realidad la profecía del intelectual conservador Raymond Aron, hecha pocas semanas después de que las barricadas fueran levantadas: “Todas las revoluciones francesas han reforzado al final al Estado y han deteriorado la centralización de la burocracia”.  “Toda la imaginación al poder”, solían decir, pero cuando fueron puestos a prueba, la imaginación les falló.  “A finales de 1968, Francia era el país más activo, cambiante y creciente del mundo”, dijo el sociólogo Emmanuel Todd.

 

Estos acontecimientos de mayo del 68 se apagaron de manera igual de inesperada que como habían surgido: en tres semanas, todo volvió al orden anterior, aparentemente.  Los estudiantes volvieron a la universidad, los obreros a sus fábricas, los curas a sus parroquias y el general De Gaulle a la Presidencia.  En realidad todo había cambiado.  Y no sólo en Francia.  Cada país había en efecto vivido mayo del 68 a su manera: en los Estados Unidos, el pacifismo de los estudiantes contra la guerra de Vietnam llevaría tarde o temprano al retiro estadounidense.  En Varsovia y Praga, los levantamientos estudiantiles contra la ocupación soviética revelaban hasta qué punto el comunismo en Europa del Este no era más que un frágil barniz.  En América Latina, estudiantes y obreros y veteranos de Paris 68 volvieron a sus países a fomentar revoluciones sociales.