BREVE
REFLEXION SOBRE RELIGION E IDENTIDAD EN EL PUEBLO MAPUCHE
Víctor
Rey
Con mucho
respecto comparto esta breve reflexión sobre este importante tema que en Chile
no ha sido profundizado por las religiones cristianas en general y por las
evangélicas en particular. Parte de estas reflexiones las he recopilado en el
terreno en conversaciones que he tenido en la Región de La Araucanía, en el
tiempo que trabajé con una ONG del desarrollo que tenía programas con la niñez
en ese sector de Chile.
La
religiosidad del pueblo mapuche comparte ciertos rasgos con la mayoría de las
religiones indígenas del mundo. Estas religiones intentan dar respuesta a las
preguntas que el hombre y la mujer se hacen frente a su medio ambiente, según
lo que ellos perciben de la naturaleza, en sus relaciones con ella, en sus
efectos sobre los seres y las cosas de este mundo. Surge así un sistema de
relaciones con el mundo superior y las divinidades (que son la fuente de todo),
y un sistema de actos o gestos que expresan estas relaciones (los ritos). El
modo cómo se percibe el universo y las relaciones de los seres humanos dentro
del universo, determina en gran medida cómo hombres y mujeres perciben la
presencia divina. Así, los pueblos que viven cerca de la tierra tienden a ver
la presencia divina en la naturaleza y es allí donde realizan los encuentros
rituales, cuyo propósito fundamental es reforzar los lazos de lo humano con lo
divino.
Se puede
afirmar que la religión mapuche comparte tres características con la mayoría de
las religiones indígenas. Es una religión cósmica, es animista y es chamánica.
Lo primero, que se refiere a la búsqueda de un fundamento, es característico de
cualquier religión y concierne a las referencias del mundo profano al poder
divino que lo sustenta; lo segundo quiere decir que esta religión percibe a la
naturaleza como animada por poderes ocultos en los diversos elementos, poderes
que pueden ser favorables o no y que se subordinan a un Poder Supremo;
finalmente, para controlar estos poderes en la naturaleza existen los chamanes
o machis, cuya función
principal es la restauración del equilibrio.
Por
lo tanto, no se puede separar la empresa cristianizadora de la empresa
colonizadora. Los misioneros, aunque estuvieran guiados por un deseo de
evangelización, no pudieron sustraerse al espíritu guerrero y conquistador que
inspiraba a los españoles que llegaron a las tierras de América. La historia de
la Conquista es entonces la historia de cómo se trata de legitimar la
superioridad de los europeos y la inferioridad o sub-humanidad de los
indígenas. Matanzas, torturas, trabajo esclavo, despojos, son todas formas que
implican la no aceptación del otro.
El
resultado de todo esto fue que los indígenas reinventaron una expresión
religiosa que daba cuenta de su nueva situación, generada por la experiencia
traumática de la dominación y el sometimiento. El supuesto es que, en general,
los indígenas vieron en el cristianismo la religión de aquéllos que los
dominaban.
Por eso,
se puede afirmar que el discurso ritual mapuche constituye un "universo
simbólico de autonomía cultural y su ejecución, una eficaz estrategia de
resistencia cultural indígena íntimamente vinculados con la construcción,
reconstrucción de la identidad social". Es decir, la lucha directa con el
enemigo puede interpretarse como la tentativa de preservar la soberanía
territorial y mantener así intactas la organización social y las creencias
ancestrales. Hoy, éstas son actualizadas en el rito.
A partir
de la "Pacificación de la Araucanía" y la llamada "Guerra
Defensiva", inspirada en la imagen que se formaron los misioneros y
conquistadores de los indios, los que siempre fueron considerados por éstos
como un proyecto evangelizador, la población mapuche pasó a formar parte de la
masa de los campesinos pobres y explotados de este país, lo que trajo grandes
alteraciones que afectaron a su organización social y a su sistema cultural y
de creencias. En cuanto a la religiosidad, habría que preguntarse por el
impacto que tuvo el cristianismo en la vida religiosa y comunitaria del pueblo
mapuche, lo que requiere de una aclaración previa. La experiencia religiosa de
los pueblos es bastante compleja y asume una gran diversidad de
manifestaciones: hierofanías, mitos, gestos, ritos, etc. Es decir, la religión
no es independiente de la cultura, ya que de ésta dependerá la religión que se
tenga. Por lo tanto, puede llegar a ser muy cuestionable abordar el tema sólo a
través de una de estas manifestaciones.
Frente al
tema de la cristianización del pueblo mapuche, los estudios no son coincidentes.
Hay quienes afirman, que la evangelización no habría afectado de manera
significativa ni las representaciones, ni los ritos, como tampoco la comunidad
ritual. Es decir, muchas de las dimensiones que son propias del cristianismo no
habrían tenido cabida entre los mapuches. Sin embargo, hay otros estudios, que
revelan la existencia de cambios profundos en la religiosidad mapuche y la
adopción por parte de éstos de un sincretismo religioso. Como ya se vio, el
sincretismo puede manifestarse de maneras diversas. En el caso de los mapuches,
se observa la incorporación de una serie de elementos cristianos, como la
fiesta y el culto a los Santos, que son interpretados a partir de códigos propios.
También
puede ocurrir, aunque ha sido menos frecuente, que se reniegue de la cultura
religiosa propia y se adopte una religión distinta, la que muchas veces no es
bien comprendida. Es lo que ocurre en el Pentecostalismo mapuche, en el que se
reniega de la comunidad ritual y se adopta un nuevo culto. Se trataría de un
nuevo proceso de adaptación religiosa y acomodo comunitario, como respuesta no
secularizada a la crisis que surge de la división de la tierra, el asentamiento
en reducciones, el desmejoramiento en lo económico, el debilitamiento de las
estructuras internas de poder, la precariedad de las organizaciones de carácter
local y regional, etc.
Lo que
significa ser mapuche hoy, y también lo que ha significado en el pasado, está
íntimamente ligado a cómo se piensa y ordena el mundo, en referencia siempre a
un orden sagrado, donde la preocupación y las acciones principales están
dirigidas a la mantención de la reciprocidad y el equilibrio. El elemento común
es el admapu, las
tradiciones sagradas y profanas, legadas por los antepasados y las divinidades.
La relación vivos-antepasados-divinidades-naturaleza se mantiene y se cuida, y
es en el rito que la tradición se revive y reactualiza, es éste el que convoca
y reúne a toda la comunidad. Simbolismo y rito forman parte de un proceso de
reinterpretación ininterrumpido.
Una
cuestión no resuelta, y que supone una autocrítica (en el caso de las
religiones cristianas) y también una mayor reflexión, es el tema de la
evangelización. Aún no se ha respondido, al menos no suficientemente, a la
pregunta de si es posible una evangelización que realmente reconozca al
"otro" como un "legítimo otro" o si todo proceso de
evangelización implica una violentación de la alteridad. Algunas tentativas de
respuestas apuntan a que en toda relación existe un componente ético
fundamental y que no se puede renunciar a éste, renunciando a interpelar a
aquél con el cual se entra en relación. Otra posibilidad es la de una
complementación entre la dimensión religiosa mapuche, más asociada con la
naturaleza, y la dimensión religiosa cristiana que reconoce la presencia de
Dios en las personas. Ambas dimensiones no serían excluyentes y se
complementarían la una a la otra. Una tercera posibilidad, con la cual yo me
identifico más, es que se debe partir por reconocer la presencia del
cristianismo en el campo religioso mapuche y cómo éste genera movimientos de
innovación religiosa y cultural. No se trata de una suerte de simbiosis entre
elementos mapuches y cristianos, puesto que una interpretación de este tipo
borra la complejidad de la respuesta que genera la presencia cristiana entre
los mapuches, y es ésta la que se debe estudiar con mayor profundidad.
"Pocas
razas hay sobre la tierra más
dignas que la raza araucana. Alguna
vez veremos universidades araucanas,
libros impresos en araucano, y nos
daremos cuenta de todo lo que hemos
perdido en diafanidad, pureza y en
energía volcánica".
dignas que la raza araucana. Alguna
vez veremos universidades araucanas,
libros impresos en araucano, y nos
daremos cuenta de todo lo que hemos
perdido en diafanidad, pureza y en
energía volcánica".
Pablo
Neruda. Confieso que he vivido.