sábado, 26 de junio de 2021

113 años del natalicio del presidente Salvador Allende

                                                                   


 

SALVADOR ALLENDE Y LA RELIGIÓN

 

Víctor Rey

 

“Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo.  Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.  Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza.  La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

 

Del último discurso de Salvador Allende.

9:03 A.M. La Moneda, 11 de Septiembre de 1973

 

 

Han pasado ya muchos años de la muerte trágica del presidente constitucional de Chile, Dr. Salvador Allende Gossens, primer socialista elegido por sufragio universal.  Allende fue conocido por su ateísmo, su militancia marxista y su adherencia a la masonería.  Por esto puede resultar sorprendente el título de este artículo y su contenido.

 

Para tener una mejor comprensión de los hechos religiosos sucedidos antes del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, cuando fue  derrocado el presidente Salvador Allende, se hace imprescindible una descripción del período previo, que abarca desde 1925 – año de la promulgación de la Constitución Política que consagro la separación Iglesia y Estado- hasta los días previos al cruento derrocamiento.  Para esto nos remitiremos a las palabras del sociólogo Humberto Lagos:

 

“Obviamente ese espacio de tiempo estuvo marcado por la radicalización de las  tensiones entre la Iglesia Católica Romana y las pujantes manifestaciones de las diversas vertientes protestantes.  El liberalismo, políticamente expresado en el Partido Radical y en la Masonería, atrae fuertemente a líderes y fieles protestantes, quienes confunden o asimilan su laico anticlericalismo al propio anticatolicismo, en una alianza que contesta en todos los frentes posibles al conservadurismo religioso de la iglesia mayoritaria, que a su vez, se expresa políticamente en el Partido Conservador y luego en la Falange Nacional que dará paso al Partido Democratacristiano.

 

En ese período histórico se confirma el fenómeno de interpretación ideológica entre la masonería- con sus aportes laicos y anticlericales- y el ideario protestante, que es leído por los fieles evangélicos como un solo ethos cultural.  El laicismo socialista resulta atractiva oferta para los creyentes protestantes que ven en la alianza con el liberalismo la posibilidad histórica de derrotar a la enemiga Iglesia Católica Romana.  Hasta los años de la segunda guerra mundial, y en medio de una sistemática culpabilización de la Iglesia Católica como responsable de contribuir a la miseria continental, eran las ideologías progresistas, izquierdizantes y liberales, las que despertaban simpatías en los sectores evangélicos.  El marxismo, en tanto que ideología con auditorio en sectores populares, comienza a preocupar a las clases conservadoras y a la Iglesia Católica.  Es innegable que durante el período de post-guerra surge un fuerte movimiento izquierdista en América Latina que acusaba a las jerarquías de la iglesia mayoritaria de no tener interés en romper su “maridaje” con las fuerzas políticas reaccionarias provenientes de proyectos dictatoriales”.

(Humberto Lagos Sch.  CRISIS DE ESPERANZA.  1988, Editorial LAR, Santiago de Chile. Páginas 62 y 63)

 

Sin embargo las simpatías protestantes por los proyectos comunes con grupos de ideología marxista, comenzaron, desde la década de 1950.  Los misioneros norteamericanos influyen de manera sostenida para introducir como práctica el apoliticismo de iglesias y fieles evangélicos, el que va, imperceptiblemente, reforzándose con un sentimiento anticomunista producto de una modalidad ideológica conservadora útil a la reproducción de la ideología religiosa del capitalismo.  Las contradicciones de las prácticas sociales evangélicas arriban a su momento culmen cuando algunos líderes e iglesias suscriben, en el periodo del proyecto político autoritario, en diciembre de 1974, su adhesión incondicional y acrítica a la dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet.

 

Con la asunción presidencial de Salvador Allende, gobernante electo popular y democráticamente el 4 de septiembre de 1970, se concreta e inicia una experiencia nueva para el universo religioso chileno.

 

Los hechos hablan de un presidente respetuoso de las libertades de conciencia y religiosa, que en la práctica se tradujo, en la transformación del Te Deum católico tradicional a ecuménico celebratorio  de la toma del poder político democrático por un nuevo primer mandatario  y de las gestas independentistas históricas, y en la expresa petición del mencionado a las iglesias cristianas para dar apoyo espiritual y ceremonial  a quienes lo requieran de los delegados internacionales asistentes en el período, a la UNCTAD III (Tercera Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Comercio) que se celebró en Santiago de Chile en 1971.

 

El ateísmo de Salvador Allende no era en absoluto contradictorio con su confesado humanismo que, en las situaciones recién mencionadas, tenía expresiones claras y contundentes.

 

En los instantes de su toma de posesión presidencial, el Dr. Allende recibió de manos del Cardenal Raúl Silva Henríquez un ejemplar de la Biblia de Jerusalén; en el momento, y complementado después, expresó:

 

“He releído este libro más veces de las que usted cree.  No me gustan los creyentes que le dan a la Biblia  una categoría mágica, como si allí estuviera la solución hasta para los dolores de muela.  Siempre me he acercado  al gran libro con la libertad de pensamiento de un ateo, dispuesto a no ver más de lo que pueda leer y entender  en cualquier libro.  Y reconozco que he encontrado profundas enseñanzas, alta poesía, apasionantes novelas, trozos de la más alta literatura, filosofía eterna, sabiduría sin par.  Tal vez ello se podría explicar porque la Biblia es la síntesis de la sabiduría y la historia milenaria de los pueblos de la antigüedad.  Allí están sus mitos, sus personajes  amados, sus grandes anhelos, sus ideas políticas, su realidad, su rebelión, sus sufrimientos y sus alegrías...

(Revista “Pensamiento Cristiano”.  N*70; pp. 118-119. Córdoba, Argentina, Junio de 1971.)

 

En el Te Deum Ecuménico referido, el Cardenal Silva Henríquez, entre otras referencias, planteó en su Homilía:

 

“Este momento de oración se inscribe así en una antigua tradición religiosa; pero corrobora, al mismo tiempo, inapreciables tradiciones patrias.  Tiene un carácter de símbolo y garantía de respeto: el respeto de los Gobernantes por todas las formas de fe religiosas; el respeto de las Iglesias por la legítima autoridad de los Gobernantes; el respeto recíproco entre múltiples confesiones religiosas.

Es justo entonces que nos congreguemos para una Acción de Gracias, hombres que reciben una tarea de liberación de sus hermanos; hombres que saben respetar, porque se sienten respetados, no pueden menos que dar las gracias, porque todo eso es un privilegio”.

(Revista “Pensamiento Cristiano”, N*70; pp.118-119, Córdoba, Argentina, junio 1971.)

 

El 5 de septiembre de 1970, Salvador Allende ofreció una conferencia de prensa a los corresponsales extranjeros que asistieron a la transmisión del mando presidencial.  Entre los  asistentes se encontraba el Padre David Turaldo, Secretario General del Centro de Documentación  Juan XXIII, teólogo y escritor italiano.  Señalo que había leído con mucho placer la declaración del presidente Allende sobre la libertad religiosa que existe en Chile, como también el discurso del cardenal en ocasión del Te Deum Ecuménico, el cual era un bellísimo gesto litúrgico abierto a la justicia y a la paz.  Luego hizo votos porque el progreso de todo el pueblo chileno continué y se profundice.  La respuesta de Allende fue la siguiente:

 

“Allende:  Yo puedo señalar que uno de los hechos más significativos, más trascendentes, que más impresionó a los visitantes y a las misiones que vinieron a la transmisión del mando, fue precisamente el Te Deum Ecuménico  realizado en la catedral chilena.  Te Deum Ecuménico que yo solicité, y lo hice, porque sé que la mayoría del pueblo chileno es católico y yo tengo la obligación de respetar su fuero íntimo, así como sé que ellos respetan el mío.  Las palabras del cardenal de la Iglesia chilena demuestran cómo nuestra Iglesia se coloca en la lucha de los hombres frente a los necesitados y los humildes, haciendo realidad en Evangelio de Cristo.  Puedo afirmarle, con la actitud de toda una vida y no sólo la mía personal, sino la de los partidos que forman la vanguardia del movimiento popular, que nunca hemos incursionado con un dogmatismo intransigente en el derecho de cada cual de tener la creencia que más avenga con su ser íntimo, y que ésta la mantendremos.  Y además, creo que este entendimiento se hará cada vez más profundo, porque las distintas religiones, fundamentalmente la Iglesia chilena en sus documentos, emanados de altas jerarquías, cada vez con más decisión y con más claridad se acerca al respetable pensamiento de Juan El Bueno”.

(Libertad Religiosa. Conferencia de prensa, 5 de septiembre de 1970. Página 104.  SALVADOR ALLENDE EN EL UMBRAL DEL SIGLO XXI.  Frida Modak.  1998, Plaza Janés Editores, México

 

 

La ideología de Allende heredó los ideales ilustrados en la versión masónica en que Chile, son un hilo de continuidad desde los próceres de la Independencia y la república autoritaria, en la primera mitad del siglo XIX, hasta el Partido Radical, en la segunda.  Esto es, la confianza en la razón y la educación; la valoración de la igualdad y de la ley; y finalmente, una concepción humanista de la política que desemboca tanto en el nivel individual como en el nivel social.  Ella inserta y determina la vida individual del militante en aquella de, por así decirlo, su grey política, orientándola hacia el diseño de formas de vida, esto es, de sistemas económicos, políticos y legales cuyo primer desafío esta claro: mejorar las condiciones de quienes menos beneficios obtienen del sistema.

 

Y, en este sentido, los ancestros de dicha concepción de la política pueden seguirse en la tradición occidental hasta la misma concepción judeocristiana de la vida humana correcta o buena.  Porque en la visión bíblica se articula por vez primera la tesis según la cual, en un sentido ético, los seres humanos son todos iguales, en último término, porque son todo creación del único Dios.  “Amarás a tú prójimo como a ti mismo” ordena el Antiguo Testamento, añadiendo a continuación “porque extranjero fuiste en Egipto”.  Visto de esta manera, la idea asociada con la ilustración y el liberalismo de un Pueblo Elector (esto es, un pueblo de cuyo consentimiento depende la legitimidad de los gobiernos) es un lejanísimo descendiente del concepto bíblico de un Pueblo Elegido (esto es, un pueblo donde cuyos miembros han sido elegidos por igual para vivir según los mandamientos divinos).  El entendimiento actual del concepto de revolución desciende de aquel de liberación de la esclavitud, de la opresión, cuya primera representación épica en occidente es la historia del éxodo de Egipto.  Así, Allende, en tanto heredero en clave secular de la concepción judeocristiana, puede ser descrito también como el último ilustrado de la política chilena. 

 

Resulta paradójico  recordar que fue un ateo, quién ayudo a promover la unidad de los cristianos, en un período tan crítico de la historia de Chile, como tantas veces ha sucedido en la vida de la Iglesia, Dios hace uso de su soberanía y usa para sus propósitos incluso a no creyentes.  Por eso podemos decir que Allende fue un líder que contribuyo a disminuir la distancia entre la utopía y la realidad.

 

En su último discurso el presidente allende se dirigió a la ciudadanía momentos antes de que el Palacio de La Moneda fuese bombardeado por la Fuerza Aérea. Sus palabras resultaron proféticas casi cincuenta años después: “Sigan ustedes sabiendo que mucho más temprano que tarde, se abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad más justa.” No solo en Chile se está construyendo una nueva sociedad hoy, sino que esa semilla se está extendiendo por toda América Latina.

lunes, 21 de junio de 2021

En el natalicio 106 del nacimiento de Jean Paul Sartre

                                                                             


 

MI FILÓSOFO PREFERIDO

Víctor Rey

 

Estando de visita en la ciudad de Mar del Plata en Argentina, caminaba por sus calles y  encontré el local de La Alianza Francesa.  Me recibieron muy bien y me invitaron a conocer la biblioteca de esta institución. Al contemplar la maravilla de textos que reposaban en los estantes, lo primero que vino a mi mente fue buscar los libros del filósofo Jean Paul Sartre en su lengua original.  Ojeando uno de ellos me percaté que ese mismo día estaba de aniversario de nacimiento.  Sartre había nacido un 21 de junio y si estuviese todavía entre nosotros tendría 113 años. Pasé algunas horas revisando su obra y recordando los primeros textos que leí en la escuela secundaria, donde nuestro profesor de filosofía nos introdujo a su pensamiento.  Luego en la universidad ya en plena dictadura era difícil encontrar algún texto de él, pero nos ingeniábamos para compartir sus libros en forma clandestina.  Un profesor se animó o tuvo la osadía de dictar un curso sobre su pensamiento y el curso se llenó de postulante, fue alta la demanda, el salón de clase se desbordó.  Queríamos respirar un poco de libertad y de existencialismo.

Luego pasé por una época existencialista donde sus libros junto a otros autores me acompañaron en esos tiempos de duda, conjeturas, y reflexiones acerca de la vida, el sentido y la muerte.  Recuerdo que devoraba sus libros en la biblioteca de la Universidad y también pasaba largas jornadas leyéndolo en los parques y plazas de Concepción.

Creo que si alguna persona encarna lo que es un filósofo, este fue Jean Paul Sartre.  Sus lentes, su pipa, su voz pausada lo hacían recordar a Sócrates en esas interminables charlas con jóvenes estudiantes.  No fue perfecto y por supuesto tiene detractores y defensores fanáticos.  Su vida no dejó a nadie indiferente ya sea leyéndolo o a quien lo conoció.

Jean-Paul Sartre tuvo una infancia solitaria. Nació en París en 1905 y quedó huérfano de padre a los seis meses. Fue un niño sin apenas amigos, bajo de estatura, bizco y torpe para el juego físico. Tal como relata en su autobiografía Las Palabras, publicada en 1963, se refugió en la escritura para escapar de un mundo que lo rechazaba.

En 1929 se graduó en la prestigiosa Escuela Normal Superior, donde había conocido a Simone de Beauvoir, su única pareja estable hasta la muerte. Tres años después consiguió una beca para ampliar sus estudios en Berlín, lo que le permitió familiarizarse con la fenomenología de Husserl y el existencialismo de Heidegger. Tras volver a Francia, publicó una serie de ensayos influidos por el pensamiento alemán que apenas tuvieron repercusión, pero la aparición en 1938 de su primera novela, La Náusea, convirtió a Sartre en un autor famoso y respetado.

Reclutado por el ejército francés en 1939, las tropas alemanas lo capturaron en 1940 y no consiguió volver a París hasta el año siguiente, cuando organizó junto a otros intelectuales una célula de la Resistencia. En 1943 publicó su obra filosófica medular, El Ser y la Nada, cuyas ideas principales quedarían recogidas en el panfleto El Existencialismo es un Humanismo, aparecido en 1946.

Después de la Segunda Guerra Mundial, Sartre abandonó su trabajo como profesor de instituto para dedicarse únicamente a escribir. De esta época es su ambicioso proyecto Los Caminos de la Libertad, una novela en cuatro volúmenes que dejó inconclusa cuando se convenció de que el teatro era un medio más adecuado para la difusión de sus ideas. En 1943 había publicado Las Moscas, considerada como su mejor obra dramática, y en los años siguientes aparecieron A Puerta Cerrada, La Puta Respetuosa, Las Manos Sucias y El Diablo y Dios.

Hasta 1956, cuando los tanques soviéticos ahogan la rebelión de Hungría, fue un ardiente defensor del comunismo sin llegar nunca a militar en ningún partido. Sus objeciones al marxismo quedarían plasmadas en Crítica de la Razón Dialéctica, publicada en 1960, en la que también reconoce el valor innegable de esta doctrina.

Tras rechazar el Premio Nobel en 1964, dedicó más y más tiempo a la militancia callejera, convirtiéndose en un icono de la llamada generación del Mayo 68.

A partir de los años setenta se agravaron su ceguera y sus problemas de salud, dejando al escritor prácticamente imposibilitado. Un tumor pulmonar acabó con su vida un 15 de abril de 1980. Más de 25.000 personas asistieron a su funeral.

Sartre fue el último filósofo.  O sea, un escritor que escribía sobre realidades tenebrosas y misteriosas, burlescas para llenar el vacío, un explorador de lo que a veces se llama “destino”, “dios”, “el diablo” y luego terminar siendo en París el comunista de siempre.

Creo que es conveniente volver a leer a Sartre hoy cuando se ve en el horizonte las amenazas de integrismos y fundamentalismos que vienen del neonazismo, neo stalinismo, islamismo, cristianismo, cientificismo, la tecnología y el neoliberalismo.  Nos puede ayudar mucho volver a las páginas de este filósofo para aprender a ser más tolerantes, respetuosos y humildes, en estos tiempos del COVID 19, crisis social, política, ecológica. institucional, sanitaria y recesión económica.

miércoles, 16 de junio de 2021

Sobre el filósofo alemán Odo Marquand

 



UNA BREVE APROXIMACION A ODO MARQUAND


Víctor Rey

 

“Los filósofos que solo escriben para filósofos profesionales actúan de un modo casi tan absurdo como actuaría un fabricante de medias que solo fabricaría medias para fabricantes de medias.” (Odo Marquand)

 

Hace algunos años visité en Mar del Plata, Argentina, a mis amigas Gabriela Herderson y Eliana Valzura, dos brillantes teólogas.  Entre mates y mates conversamos de lo humano y lo divino.  Entre los temas que salieron estuvo escuchar acerca del filósofo Odo Marquand a quien hasta ese momento no conocía. Lo irónico de la situación es que ese mismo día del del mes de mayo fue la fecha en la que Odo Marquand falleció a los 87  años.  Al volver a Chile me puse a buscar  e investigar acerca de este pensador tan apasionante y poco conocido en el mundo de habla española.  Comparto este texto aproximativo agradeciendo a Gabriela y Eliana por haberme introducido a este filósofo.

Odo Marquard (1928-2015), catedrático emérito de Filosofía de la Universidad de Giessen y presidente de la Sociedad General Alemana de Filosofía, tiene en su haber una producción intelectual rica y variada, distinguida y premiada con galardones muy prestigiosos por ejemplo, el «Sigmund Freud» de prosa científica de 1984.

¿Qué significa para Marquard ser un filósofo escéptico? En primer lugar, el reconocimiento de una condición que se impone a los humanos: los hombres de hecho no pueden conocerlo todo, y siempre actúan en la medida de sus posibilidades. En segundo lugar, los hombres están impelidos a la elección a vivir de una determinada manera, pero sin hacerse ilusiones ni perderse en vanas esperanzas; o sea, no se trata de que los hombres nada sepan, sino más bien que «no saben nada que pueda elevarse a principio: el escepticismo no es la apoteosis de la perplejidad, sino tan sólo un saber que dice adiós a los principios.

Reunir, entonces, tradición y modernidad no conduce a una contradicción que exija ser superada por estadios de ser y conocer posteriores, sino a una situación factible en la que se completan y complementan oportunamente por la vía de la compensación. El hombre es radicalmente homo compensator, lo cual significa que, más que hacer lo que debe de hacer en absoluto, se limita a hacer lo que puede hacer en cada momento, según sus reales potencialidades: el individuo actúa, es decir, desde la contingencia, liberado de los dictados de la Necesidad, la Ideología, el Progreso, el Deber, la Historia, de los grandes conceptos, en suma, que tal vez hablen con voz poderosa, aunque en verdad sólo impresionan y gobiernan a los muy necesitados de una guía en el vivir o a los ya previamente convencidos.

Precisamente por esa fuerza vital de la compensación, los hombres modernos son los que están más necesitados de la acción, o mejor, la práctica, de conservar. De hecho, cuanto más moderno es el mundo moderno, cuanto más se encuentra su conciencia marcada por el impulso  hacia la innovación, hostigada por la aceleración y la prisa, más requiere de la preservación, de la contención y de la lentitud.  Los principios de la modernidad entran en colisión con el proyecto humano, entre otros supuestos, cuando pretenden exigirle al sujeto demasiado, por el hecho de querer llegar demasiado lejos, o cuando empujan sin conmiseración ni respeto, o se alzan sobre sus hombros, adoptando la forma de doctrinas espirituales y de programas ideológicos de superación (el «hombre nuevo») o de escapismo (las utopías). Los seres humanos somos seres contingentes por destino, y además no somos absolutos, sino finitos. Quiere decirse: nuestra vida tiene un plazo. Y es que, en efecto, si largo es el brazo o la tenaza del progreso e inmenso el horizonte que ofrece la perspectiva de lo moderno, una principal circunstancia humana contiene al hombre y le impone el más estricto principio de realidad, ya visto y muy meditado por los pensadores antiguos: la brevedad de la vida.

No faltará quien diga que la vida humana es cosa muy compleja característicamente, los adictos a la complejidad, los que gustan de enredar los problemas para impresionar y acaso para acomplejar a los espectadores, observadores y público en general, pero Marquard no pretende hacérnosla más difícil de lo que es, ni más pesada ni más latosa. Sencillamente se limita a constatar un hecho indisputable de amplísimas derivaciones: la vida humana no abarca todo el tiempo, sencillamente porque a la vida humana «le falta tiempo». Es por esta razón vital que el hombre debe siempre conservar el pasado, debe sustentar una vida de experiencia, sucesora, y debe de saber enlazar.

Nuestro presente, nuestro mundo contemporáneo, nuestro tiempo, es, para disgusto de los vocacionalmente descontentos e indignados, el «mundo civil-burgués», el ámbito socio-histórico en el que destacan, como sus elementos valedores y dinamizadores, la democracia liberal y la fuerza reparadora de la civilidad. Se puede negar el presente, en nombre del pasado o del futuro, o ser-realistas-y-pedir-lo-imposible, o exclamar la obviedad de que «otro mundo es posible» con aires de insurrección. Pero, como advierte Marquard, la recusación y la potencial sublevación contra lo actual presentan a menudo la característica de una «desobediencia retrospectiva», de una compensación desorientada y desafortunada que aspira a sublimar en unas esferas lo que no fue posible establecer en otras.

La indicada persistencia de la noción de la herencia como dimensión propiamente humana; el implícito reconocimiento del papel de las generaciones en el desarrollo de la cultura; la consideración de la existencia del hombre definida por las instancias de la misión y el destino; la defensa de una mirada de la historia más vitalista y humanista que totalizadora y mecanicista; la distinción entre ideas y creencias, el ejercicio de un pensar jovial junto a una escritura elegante, son sólo algunos ejemplos, de lo que Odo Marquand nos presenta y nos desafía a pensar. Una razón más para no perder de vista a este filósofo que todavía tiene mucho que decirnos y en especial a las nuevas generaciones.

jueves, 10 de junio de 2021

Triunfo del profesor Pedro Castillo milimétrico

 



LA ELECCIÓN PRESIDENCIAL EN PERÚ

 

Víctor Rey

 

«La elección presidencial en segunda vuelta en Perú entre Keiko Fujimori y Pedro Castillo, nos muestra la crisis que está viviendo la política, la democracia y los partidos políticos en América Latina. Otros ejemplos son Brasil, Colombia, Chile, Ecuador, Venezuela y algunos países de Centroamérica. Al momento de escribir esta nota el profesor rural Pedro Castillo va a la cabeza del recuento voto a voto y de seguro será el próximo presidente de Perú en el año de su Bicentenario. La administradora de empresas Keiko Fujimori por tercera vez quedará frustrada en su aspiración presidencial. La crisis de la democracia se demuestra en que los dos candidatos que disputaron la segunda vuelta ninguno obtuvo el 20 % de la votación en primera vuelta. Es decir dos minorías se disputaron representar a la mayoría y eso ha dividido al país. Es muy nítida la división y los postulados de los dos candidatos, incluso en su formación profesional y de clase social. Por un lado una candidata educada en los Estados Unidos, que en su mayoría de tiempo ha disfrutado del poder cuando su padre Alberto Fujimori fue presidente y ella primera dama, más tarde también congresista, y con una clara ideología de derecha neoliberal y de religión católica. Por otro lado Pedro Castillo un profesor de primaria, de origen campesino, sindicalista, sin tener algún cargo político, cercano a los evangélicos, y de ideología de izquierda antigua. Una representa la costa, la modernidad, lo urbano el otro la Sierra y los campos, y la no integración a esa modernidad. El futuro se ve difícil para el hermano país del Perú. Al parecer el campo y la Sierra ha ganado a la Costa y la ciudad, y los más pobres o el pueblo como me cuenta un amigo, han triunfado. He visitado muchas veces este hermoso país, lo he cruzado en todo su largo y también he estado en la Costa, la Sierra y la selva. Tengo muchos amigos y amigas en Perú y también en Chile donde reside una gran población de peruanos. Por eso me interesa lo que pasa en este país tan grande y tan rico culturalmente y humanamente. En Perú se percibe lo mismo que en el resto del  continente: un desprecio por la partidocracia y el modelo neoliberal. El desafío será grande para el profesor Pedro Castillo y su coalición. No tendrá mayoría en el congreso y siempre estará latente la amenaza de la acusación constitucional y el reclamo de sus partidarios de medidas económicas que los favorezcan. Para terminar quiero decir que dos cosas me llamaron. La atención de este proceso electoral. Lo primero fue el examen de buena conducta al que fueron sometidos los dos candidatos por el Cardenal de la Iglesia Católica donde se comprometieron a respetar la Constitución y a no repetirse o alargar su período presidencial. La otra fue la intervención abierta del premio Nobel Mario Vargas Llosa y de su hijo Álvaro apoyando a Keiko Fujimori, de quien fue acérrimo rival y de su padre que lo venció cuando él se presentó de candidato y Vargas Llosa lo acusó de ser el sepulturero de la democracia en Perú. Quizás esa fue una profecía de Vargas  Llosa cuando al inicio de su novela «Conversaciones en La Catedral» el protagonista Zavalita pregunta: ¿En qué momento se jodió el Perú?».

 

lunes, 7 de junio de 2021

En el cuarto aniversario de su partida

                                                                       


 

EN MEMORIA DEL MAESTRO FRANCOIS HOUTART

 

Víctor Rey

 

“Debemos encontrar un nuevo paradigma de vida frente al paradigma de muerte. El paradigma del bien común de la humanidad.” François Houtart

El martes 6 de junio del 2017, falleció en Quito Ecuador, el académico belga François Houtart, teólogo y sociólogo de la liberación de los pueblos a los 92 años. La noticia me  impactó ya que tuve la oportunidad de conocer a este sacerdote católico, sociólogo y teólogo.   Cuando en 1990 me  dieron una beca para estudiar en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, algunos amigos lo primero que me dijeron, es que debía contactarme con Francois Houtart.  Y así fue como a los pocos días de estar en Louvain La Neuve me encaminé hacia el Centro Tricontinental (CETRI), donde trabajaba y vivía este sacerdote. Mi intención era que me orientará para iniciar estudios de sociología en dicha universidad.  El recién se había jubilado de profesor y director de la Facultad de Sociología y más que animarme a estudiar sociología me desanimo, ya que me advirtió de los cambios que se habían experimentado en esa escuela.  Así que orienté mis estudios hacia la Comunicación Social.  En los tres años que viví en esa ciudad, asistí a varias clases que el dicto en el CETRI  y muchas veces nos encontramos en las calles y pasillos de la universidad.  Siempre me preguntaba como estaba y también se interesaba sobre Chile, su transición de la dictadura a la democracia y también por los estudiantes chilenos que habían pasado por dicha universidad.  La última vez que lo vi, fue en Bogotá en la casa de una amiga.  Fue una grata sorpresa ya que esta amiga nos invitó a desayunar a varios chilenos que estábamos participando de un congreso en esa ciudad y para mí fue una sorpresa grata volver a encontrarme con Francois Houtart.  La mañana se nos hizo corta en esa grata conversación.  Por supuesto me regalo su último libro sobre la creación de un nuevo paradigma del bien común, que ahora volveré a leer con renovado interés.

 

Nació en Bruselas en 1925.  Fue ordenado sacerdote en 1949.  Licenciado y Doctor en Sociología por la Universidad de Lovaina, la misma donde estudió el ex presidente del Ecuador, Rafael Correa.  Tempranamente surgió como una de las voces para la renovación de la Iglesia.  Para la preparación del Concilio Vaticano II, el presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), Dom Helder Cámara, le encomienda sistematizar la propuesta de la Iglesia de América Latina para presentarla en l apertura del Concilio.

 

Su voz ha acompañado las luchas de los pueblos desde la década de los 50 del siglo pasado.  Ninguna lucha le era extraña.  En una misma semana podía estar en Vietnam, en reuniones con el Partido de Gobierno, y luego en Siria, para buscar acuerdos de paz.  Luego en América Latina podía pasar por las mesas de negociación de las FARC, hablar con el Partido de los Trabajadores sobre la crisis en Brasil. Una conferencia en Argentina, un curso en la Escuela de Formación los Sin Tierra, una reunión en La Habana.  Trotamundo incansable en búsqueda de la palabra, de las semillas de los de abajo, desde el Sur, portador de la palabra de esperanza desde la ciencia, la reflexión, la teología.

 

El Ecuador tuvo el privilegio de ser elegido como el hogar de residencia de Francois Houtart en estos últimos años.  La Fundación Pueblo Indio, fundada por Monseñor Leonidas Proaño, fue su nueva casa.  Profesor del Instituto de Altos Estudios (IAEN), docente de la Maestría de Sociología Política de la Universidad Central.  Cuando estaba en el país, todos los mièrcoles se reunía con el Grupo de Pensamiento Alternativo, para informar sus periplos por el mundo, analizar la situación del Ecuador y de América Latina, programar las nuevas solidaridades y debatir sobre las alternativas.

 

Uno de los últimos actos de su vida comprometida fue la participación en el Taller de Pukahuaiko, la sede de la tumba de Monseñor Proaño, para acordar el nuevo Mandato de la Vida, junto a los pueblos y comunidades indígenas, las comunidades cristianas de base, las organizaciones sociales.  La víspera de su muerte, organizó el Acto de solidaridad con el pueblo Tamil de Sri Lanka, para pedir que el Gobierno ecuatoriano, como presidente de turno del Grupo de los 77, plantee una investigación internacional sobre el genocidio del siglo XXI.

Fundó con Samir Amin el Centro Tricontinental (CETRI), la revista “Alternatives du Sud” y el Foro Mundial de Alternativas, como tribunas de pensamiento sobre las luchas y las alternativas en el Tercer Mundo. 

 

En el 2009, como asesor del Presidente de la ONU, Miguel D;Scoto, inició el trabajo sobre un nuevo paradigma civilizatorio, el Bien Común de la Humanidad, que es un legado teórico-plítico más importante, en el que trabajó el final de su vida.

 

Escritor incansable.  Publicó alrededor de 70 libros, un promedio uno anual, además de artículos, ponencias.  Casi imposible saber cómo lo hacía.  Los títulos muestran el recorrido de su pensamiento: El cambio social en América Latina (1964), Iglesia y Revolución,  Religión e Ideología en Sri Lanka.  Religión y Desarrollo en Asia (1976).  Sociología de la religión (1992), El otro Davos (1999), Haití y la mundialización de la cultura (2000), Desligitimizar el Capitalismo,  Reconstruir la Esperanza (2005), La Etica de la incertidumbre en las ciencias sociales (2006), Africa codiciada.  El desafío pendiente (2007), De los bienes comunes al bien común de la humanidad (2012), El camino a la Utopía y el bien común de la humanidad (2014), El camino a la utopía desde un mundo de incertidumbre (2015).  Acompañó el proceso de los Gobiernos “progresistas”, entre el apoyo vigilante y la crítica serena.  Una característica de su pensamiento fue la crítica con la presentación de alternativas.  En los últimos dos años la pregunta era sobre el “cierre del ciclo” en América Latina, la crisis y decadencia del capitalismo, y la necesidad de abrir nuevas alternativas.  Terminó de escribir el segundo tomo de sus Memorias, que será publicado póstumamente.  Allí podremos ver el camino recorrido, sus dudas y esperanzas, su mensaje sobre la comunidad universal, libre y justa, que soñó. 

 

Hoy quiero rendir este homenaje a su memoria y de alguna manera recoger su legado.