domingo, 27 de diciembre de 2020

En su cumpleaños 77

                                                  


"JOAN MANUEL SERRAT: SIN UTOPÍA LA VIDA SERÍA UN ENSAYO PARA LA MUERTE"


Víctor Rey


"Quieren ponerle cadenas

pero,¿quién es quién le pone puertas al monte?

No pases pena,

que antes que lleguen los perros, será un buen hombre

el que la encuentre

y la cuide hasta que lleguen mejores días.

Sin utopía

la vida sería un ensayo para la muerte".

(J.M. Serrat)



Es un referente obligado en la canción de autor. A su historia ha entregado aportes fundamentales, como su obra sobre la poesía de Miguel Hernández, Rafael Alberti, Antonio Machado y Mario Benedetti. Y títulos perfectos desde “Mediterráneo”, hasta “Utopía”, pasando por “Penélope”, “Lucía”, “Benito”, “Manuel”, entre otros.


Joan Manuel Serrat nace el 27 de diciembre de 1943 en Barcelona, España, en el barrio obrero de Poble Sec (Pueblo Seco) en la calle Poeta Calanyes. Es el menor de dos hermanos. Su padre Josep, es un catalán que se desempeñaba como chofer de taxi, mientras la madre, Angeles, oriunda de Orgón, realizaba costuras para ayudar al presupuesto familiar.


El pequeño Joan Manuel estudia desde los tres hasta los diez años en las escuelas Pías de San Antonio, de los Padres Escolapios. “El colegio me disgustó. Creo que allí empezó a forjarse el “rebelde que llevo dentro” diría en cierta oportunidad. Posteriormente continuó sus estudios en el Instituto Milá y Fontanela de Barcelona, en donde permanece hasta los trece años, edad en que se traslada como alumno interno a la Universidad Laboral de Terragona, lugar donde aprende el oficio de mecánico tornero y fresador. Al terminar la instrucción, decide continuar sus estudios, eligiendo la profesión de Perito Agrícola.


Ya en aquel entonces le acompañaba una guitarra, de la cual comienzan a nacer sus primeras creaciones. En 1961, junto a otros tres compañeros de estudio, forman un cuarteto, lo que fortalece la vena musical de Joan Manuel Serrat.


Quizá fue ahí cuando nació para muchos ese primer amor por su música y la poesía, por aquella magia que encerraba “Penélope”, “Lucía” - la más bella historia de amor que tuve y que tendré- y cantar con todas las fuerzas “Mediterráneo” y “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”. Con “Tu nombre me sabe a yerba” y "La mujer que yo quiero" aparecerían los primeros amores, y con "Fiesta" y “Para la libertad”, las primeras luchas sociales.


A esa altura el cantante catalán se había convertido no solo en fuente inspiradora o en acompañante de amores, luchas y lecturas, sino también en un personaje que bien valía la pena descubrir. Había que imaginarlo, cuando se negó a cantar en el festival de Eurovisión por el hecho de no aceptar que cantara en catalán, o cuando no soportó la presión que ejercía el general Franco y su régimen y decidió su autoexilio en México, y más tarde cuando decidió hacer canciones de los poemas de Miguel Hernández y Antonio Machado.


Alguna vez Joan Manuel Serrat se definió a sí mismo como “un latinoamericano nacido en Barcelona”. Creo que no hay mejor definición y síntesis de sus dos entornos más queridos. Serrat es un tipo ampliamente informado sobre la vida política, deportiva, artística y cultural de cada país latinoamericano. Ha atesorado la virtud de ser hombre de muchas patrias, sin renunciar a su condición de catalán. Le ha sobrado inteligencia y generosidad para saber que encerrarse limita.


La historia de amores entre Serrat y América Latina se acerca ya a los 40 años. En 1969 realizó la primera gira, que no sólo le permitió ganar el Festival de la Canción en Rio de Janeiro con la inolvidable “Penélope”, sino también hacer cantar a todo el público del Festival de la Canción de Viña del Mar su celebre “Mediterráneo”, así conquistó para siempre a argentinos y chilenos. Serrat ha roto las fronteras en Latinoamérica es toda una institución, pero una institución no tradicional, algo que se identifica con lo que aflora de nuestros sentimientos. El amor, los padres, los hijos, las novias, las personas simples y su medio ambiente, el terruño, el humor crítico a lo establecido y aparentemente inmutable, tantas cosas que no son fáciles de comprender, las cuales las hemos llorado o reído, son “Aquellas pequeñas cosas”, que forman parte de la vida.


En diciembre de 1986 el periodista Andrés Braithwaite de la revista ANALISIS le preguntó: ¿Cuándo vuelves a Chile? La última vez se quedó mucha gente esperándote. Joan Manuel Serrat respondió: “Hombre, agradezco mucho que se acuerden de mí, pero yo considero que el hecho de que los militares no me dejen entrar no es más una consecuencia mínima de un régimen despreciable y despreciado. ¿Qué cuándo voy a volver? Pues esperemos. Con la democracia volverá mucha gente. Entre ella, yo, a no ser que el general le dé por dejarme pasar antes. Y, bueno, en ese caso, yo feliz de volver antes. De cualquier forma, eso sí, prefería que mi debut coincidiera con su despedida”.


Después el cantautor catalán se iba a convertir en un símbolo de la libertad durante los regímenes militares que asolaron el Cono Sur. En 1988, al saber que la dictadura del general Pinochet había prohibido su entrada a Chile, se introdujo en un avión y voló a Santiago, dispuesto a apoyar a los que iban a votar y apoyar la “Campaña por el NO” para el plebiscito de aquel año. Los militares no lo dejaron entrar, ni bajarse del avión, pero Serrat logró introducir un mensaje que una emisora radial echó al viento: “Tengo que regresar a mi país. Si hubiera podido entrar, les diría que vengo para contarles que la gente de España, como pocas veces, está sensibilizada por la lucha de su país por la recuperación de la libertad. En las calles de España, en las casas, en el trabajo, en el bar, se siente a Chile y se identifican con Chile, porque el pueblo de España conoce su propia experiencia reciente. Aunque solo hubiera sido por esto, ya habría valido la pena haber estado con ustedes esta mañana. Además creo que la presencia de todos ustedes, los hombres y las mujeres que de diversos lugares del mundo se han acercado aquí para compartir sueños y luchas, pueden ayudar a esa alegría que todos esperamos y que ya viene. Yo quiero que sepan que los estoy viendo, los escucho, que los siento y que quiero que ustedes también me vean y me sientan como uno más entre ustedes, con la seguridad de que muy pronto vamos a estar juntos, cuando Chile sea lo que siempre fue: un país ejemplo de libertad, ejemplo de respeto mutuo y paz. Compañeros, compañeras. Amigos y amigas: La alegría ya viene”.


Su ilusión, que era la mayoritaria, acabó por cumplirse. En abril de 1990, en la recién inaugurada democracia, ante un Estadio Nacional repleto y luego de 17 años de extrañamiento, Joan Manuel Serrat volvió a caminar por las “grandes alamedas, donde transita el hombre libre”, como dijera el presidente Salvador Allende, en su proclama de despedida. Lo primero que hizo Serrat fue tomar una guitarra prestada, visitar la cárcel de Santiago y cantar “Aquellas pequeñas cosas” y “Para la libertad” a un grupo de presos políticos, que lo escucharon en un silencio religioso.


En los últimos años Serrat ha visitado en varias oportunidades Chile. En cada una de ellas, la comunicación con el público ha sido admirable. Serrat es parte de la historia de Chile y de América Latina, sus canciones son parte de nosotros, de los que fuimos y somos “soñadores de pelo largo”, como el protagonista de la canción “Señora”.


miércoles, 23 de diciembre de 2020

En su cumpleaños 85

                                               


Todos con Woody Allen

En realidad prefiero la ciencia a la religión. Si me dan a escoger entre Dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire.” (Woody Allen)

Víctor Rey

La primera película que vi de Woody Allen fue por allá por 1975 en el cine de la Universidad de Concepción. Inmediatamente me atrajo este director-actor multifacético que combinaba el humor, la reflexión psicológica, la religión, la relación de pareja, la crítica a la sociedad contemporánea, y la filosofía como en La última noche de Boris Grushenko (1975), se suceden diálogos tipo: "Todos los hombres son mortales. Sócrates era mortal. Por tanto, todos los hombres son Sócrates. Lo que significa que todos los hombres son homosexuales".

De esa época también se incluyen El dormilón (1973), Bananas (1971), censurada en varios países en su momento por su contenido político -Allen interpreta al líder revolucionario de una imaginaria república suramericana-, y Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo (y nunca se atrevió a preguntar) (1972), estrenada con retraso, por la censura de nuevo. Podrá conocer también sus guiones e interpretaciones de sí mismo en películas como la muy premiada Annie Hall (1977), con cuatro oscares: al mejor guión original, mejor director, mejor película y mejor actriz principal (Diane Keaton); y Hanna y sus hermanas (1986), también galardonada con tres estatuillas de Hollywood: guion, actor secundario (Michael Caine) y actriz secundaria (Diane Wiest).

También sus películas más de culto, Sombras y niebla (1992) e Interiores (1978), inspiradas en sus idolatrados cineastas europeos Fellini y Bergman. También se destacan en el cineasta Allen con todas sus obsesiones y en su constante viaje entre la comedia y el drama, sus eternas dudas, risas e incertidumbres en Delitos y faltas (1989), con la culpa como gran protagonista, o Alice (1990), donde Mia Farrow es una excusa para tratar la personalidad femenina.

Zelig (1983) o La rosa púrpura de El Cairo (1985) son otros de los títulos que nos acercan al multifacético y premiado Allen.

En España lo admiran tanto, que el Ayuntamiento de la ciudad de Oviedo le han construido una escultura en bronce, 15 centímetros más alta que él, realizada por el artista asturiano Santarúa. "Es como yo, ha captado mi angustia vital", dijo, atónito, el cineasta cuando conoció su réplica en bronce. Su otro yo, al que todas las noches le roban las gafas, rememora los paseos del cineasta por la ciudad "deliciosa, exótica, bella y peatonalizada" que piropeó Allen, quien, con "su irónica sensibilidad", dijo el jurado, "ha establecido un puente de unión entre las cinematografías americana y europea, en beneficio de ambas".

Su vida ha estado permanentemente desenfocada. Se empeñó en ser artista y de culto, se le metió en la cabeza escribir historias raras y jugar con los tabúes de una manera un tanto malabar, cambiarse el nombre y elegir uno más en concordancia con su espíritu de clown que de rabino. Así fue como Allen Stewart Konigsberg pasó a ser Woody Allen, el icono que en lugar de calmarnos los males nos los evidencia, si no con un ataque de hipocondría histérico, desnudándonos las vergüenzas con retratos descarnados de la especie, con ese sistema milimétrico de trabajo que tiene, y que alterna magistralmente el drama y la tragedia con su don innato para la comedia.

Por ambos caminos, por el trágico y el cómico, Allen ha conseguido su sueño, aunque éste delate un aspecto más de su estado de traspié permanente: "Por fin soy un cineasta europeo". Sus tres últimos títulos componen la etapa londinense. En Match Point y en Cassandra's dream ha desarrollado la tragedia de aroma shakesperiano, mientras que en Scoop, ha dado rienda suelta a su vena cómica para contar la historia de un periodista que hace un alto en el camino en su viaje al otro mundo y regatea a la muerte para dar una exclusiva, de la que se entera después de su entierro, a una joven colega que debe aprovecharla. En la refrescante Scoop, todo un catálogo satírico sobre los tics británicos más dignos de guasa, vuelve a aparecer Allen como actor -interpretando a un mago- junto a la bellísima Scarlett Johansson. La actriz, en pleno auge de su carrera, le ha cogido gusto al estilo Allen y repite con el director después de su arrebatadora aparición en Match Point. Ambos se entienden bien. "Me apetecía hacer una comedia con Scarlett", asegura el cineasta.

Antes de comenzar su etapa londinense, Allen hizo dos películas más con productores independientes en Estados Unidos. Una de ellas, Melinda y Melinda, fue una auténtica vuelta de tuerca en su carrera. La historia de dos mujeres idénticas, una de ellas muy feliz y otra tremendamente desgraciada, representaba un alucinante desnudo creativo arriesgado, un experimento del que está orgulloso y que presagiaba la obra maestra posterior, la genial Match Point; otra etapa, otro camino que además le saca de donde no había salido en décadas. "Melinda y Melinda lleva dentro lo que para mí es una batalla creativa constante entre la comedia y la tragedia". Pero no es la única dicotomía que todavía no ha resuelto. Otra es su identidad. Quizá por eso, su fascinación va en aumento, porque a los 77 años sigue sin encontrar respuestas. "Le decía que he conseguido lo que soñé, ser un cineasta europeo. Pero yo me siento al tiempo muy norteamericano. Me gustan los Hermanos Marx, el béisbol y el baloncesto, y también el jazz".

Esa contradicción, otro de sus aspectos desenfocados, le convierte en una especie de marciano universal que nos observa y nos retrata con una precisión de rayo extraterrestre, a la altura de otros genios que él admira y que persigue, como Fellini o Ingmar Bergman -en Scoop hay un homenaje a El séptimo sello nada más empezar, cuando un muerto quiere sobornar a la dama de la guadaña-, o como Luis Buñuel, que también fue genial en su exilio mexicano. "Les admiro porque su arte es universal. La gente es la gente, y puedes hacer Match Point en Nueva York, en Londres y en París. Al fin y al cabo, las personas de hoy no son tan diferentes; sobre todo en las grandes ciudades, que tienen teatros, restaurantes, museos, donde viven a toda velocidad, son cosmopolitas, sofisticadas, como en Barcelona. Por eso intento que mis historias cuadren en todas partes".

Los grandes honores, los merecidos reconocimientos, no se crean que alteran mucho la forma de vida tranquila y alejada de los bullicios que lleva Woody Allen desde siempre en Manhattan, esa isla que él ha retratado como un pintor expresionista y un poeta, como un escritor y un psicoanalista con habilidades para las descripciones sutiles, convirtiendo su ciudad en un fetiche y en una especie de meca para sus admiradores. Le cuesta vivir sin los lugares a los que acude regularmente, sus templos favoritos: "El Madison Square Garden, donde voy a ver el baloncesto; Central Park, el West Village [donde Allen, de joven, se ganaba la vida como cómico en los bares], la avenida Madison”.

Sea como sea, en Nueva York y fuera de allí, él siempre se ha sentido borroso, como ese personaje suyo que interpretaba Robin Williams en Desmontando a Harry, un poco fuera de lugar y como de otra época, fantasmal. "Todo el mundo que conozco desea haber vivido en otro tiempo y ser otra cosa de la que realmente es. Yo ahora pienso que hubiera sido un gran novelista en otro siglo", dice el artista, sin que ese hecho tampoco parezca que le preocupe mucho.

Su estilo no es de esta época tampoco. El cine que hace, para que se comprenda bien la auténtica dimensión que lleva encima, hay que verlo más de una vez. “Entiendo eso, asumo que mis películas son muy densas. Tienen mucho diálogo, los personajes son auténticos neuróticos, las relaciones entre todos son muy complicadas”, afirma. Es algo que ha tenido presente y que le ha marcado desde siempre o más, desde que pasó de sus hilarantes películas de gags y parodia, las de la primera época de Toma el Dinero y Core, Bananas, El Dormilón o La Ultima Noche de Boris Grshenko, hasta la segunda etapa de su carrera, con Annie Hall y Manhattan, junto a esas películas de sombra oscura, como Interiores, Septiembre y Otra Mujer, y aquellas en las alcanza el climax de su estilo, como en Hannah y sus Hermanas o Maridos y Mujeres, para después renegar un poco de si mismo y buscar algo más en la mezcla de géneros, algo en lo que deslumbra y fascina con filmes como Balas Sobre Brodway; la tiernisima y desarmante Poderosa Afrodita, donde, donde juega con el teatro griego, o la gamberra adaptación de su estilo al mundo del musical, en todos dicn I love you.

Se acaba de estrenar su última película en Argentina y en solo cuatro días 150.000 espectadores vieron Blue Jasmine. Este film se inscribe en la línea de volver a su venerado Ingmar Bergman.

Si en Interiores, la crisis de un matrimonio maduro pone en cuestión los valores de las tres hijas adultas, en Septiembre, a lo largo de un fin de semana en una casa de campo, el reencuentro de una madre avasallante con una hija apocada, desnudará un secreto guardado por años. La verdad tan temida se cuela por resquicios inesperados en La Otra Mujer. Alguien escucha lo que no debe y comprueba que su delicado equilibrio se derrumba. La protagonista de Blue Jasmine es hora Cate Blanchett, una mujer de fortuna perteneciente a la clase alta neoyorkina, quien de pronto deberá enfrentar su bancarrota y el fracaso de su matrimonio.

En Crímenes y Pecados, Allen va más allá. Se encarga de mostrarnos que en la vida real un asesinato puede quedar impune. Un célebre oftalmólogo, apremiado por su amante embarazada que amenaza con contarle todo a su esposa, contrata a un matón para que la despache. Nadie lo descubre y el profesional sigue su vida como si tal cosa. Antes, en diálogo con el personaje de Woody – un cineasta que pierde en todos los frentes- le ha subrayado que en la vida de todos los días, no llega la caballería para ordenar los tantos como en el cine.

Más de una vez, Allen ha apelado a la magia (Alice, Sombras y Niebla) para preservar a sus criaturas o a esa magia que es el cine, como En la Rosa Púrpura del Cairo. Más allá de sus travesuras habituales, cuando Woody Allen deja por un momento ese muñeco neurótico que le sale tan fácil y se sitúa detrás de la cámara para hablar en otro registro, lo que de veras muestra es el paraíso perdido y un entorno que no conoce la piedad.

Jasmine vuela de Nueva York a San Francisco y esas idas y venidas se narran también como un viaje en el tiempo. En el transcurso de ese itinerario la protagonista cambia y nadie mejor que Cate Blanchett para denotar esas inquietantes mutaciones. Es fácil asociar el cine de Allen con la comedia. Pero, en realidad, todo lo que expone en sus deliciosos divertimentos, es muy serio y va al fondo de la condición humana. Cuando abandona la sonrisa, claro, se nota más.



jueves, 17 de diciembre de 2020

En su cumpleaños 72


 

GIOCONDA BELLI, O LA POESIA HECHA EROSTISMO

Víctor Rey



A todos amo con un amor de mujer, de madre, de hermana, con un amor que es más grande que yo toda, que me supera y me envuelve como un océano donde todo el misterio se resuelve en espuma…” (Gioconda Belli)

La primera vez que supe de la poetisa Gioconda Belli, fue a través de uno de sus poemas que apareció en una revista semiclandestina en la última tapa, a principios de los años ochenta en el Chile de Pinochet. El poema se llama: “Reglas del juego para los hombres que quieren a amar a mujeres”. El poema me pareció tan hermoso y profundo, me dedique a averiguar quién lo había escrito y descubrí que su autora era nicaragüense y que había participado en la revolución sandinista. Me llamó la atención que su poesía combinaba el erotismo con lo social y lo político, una mezcla exuberante. Luego descubrí otros poemas como: “Como tinaja”, “Biblia”, “Esto es amor”, “Y Dios me hizo mujer”, “¡Ah, Nicaragua!”. Han pasado los años y en una oportunidad que estuve en Managua, me topé con un recital de Gioconda Belli en el Teatro Rubén Darío. La sala estaba repleta y el silencio era religioso al escucharla. Disfruté en primera fila ese recital y después tuve la oportunidad de saludarla, me autografío uno de sus libros y conversamos un breve tiempo. Me llamo atención su belleza y disposición para intercambiar algunas opiniones sin prisa y con amabilidad, sabiendo que había una fila esperando sacarse una foto con ella y para saludarla.

El amor de mi hombre no conocerá el miedo a la entrega, ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento en una plaza llena de multitudes. Podrá gritar -te quiero- o hacer rótulos en lo alto de los edificios proclamando su derecho a sentir el más hermoso y humano de los sentimientos.

El amor de mi hombre no querrá rotularme y etiquetarme, me dará aire, espacio, alimento para crecer y ser mejor, como una revolución que hace de cada día el comienzo de una nueva victoria.” (De Reglas del juego para los hombres que quieran amar a mujeres)

Gioconda Belli nació el 9 de diciembre de 1948 en Managua (Nicaragua). Vivió en el seno de una familia acomodada, su padre, Humberto Belli, era empresario y su madre, Gloria Pereira, fue fundadora del Teatro Experimental de Managua. Gioconda fue la segunda de cinco hermanos. Estudió en el Colegio de La Asunción en Managua y en el Real Colegio de Santa Isabel en Madrid, España, donde obtuvo el bachillerato en 1965. Tras obtener un diploma en Publicidad y Periodismo en Filadelfia, Estados Unidos, regresó a Managua y en 1967 contrajo matrimonio. Su primera hija, Maryam, nació en 1969. Sus poemas aparecieron por primera vez en 1970 en el semanario cultural del diario La Prensa de ese país. Su poesía, considerada revolucionaria en su manera de abordar el cuerpo y sensualidad femenina, causó gran revuelo. Su libro “Sobre la grama” le ganó en 1972, el premio de poesía más prestigioso del país en esos años, el “Mariano Fiallos Gil” de la Universidad Nacional Autónoma de Nicaragua.

Fue una firme opositora a la dictadura de Somoza, por lo que tuvo que exiliarse a México y Costa Rica y se integró a las filas del Frente Sandinista de Liberación Nacional, organización en la que militó desde 1970 hasta 1994. Fue miembro de la Comisión Político-Diplomática del FSLN. Fue correo clandestino, transportó armas, viajó por Europa y América Latina obteniendo recursos y divulgando la lucha sandinista. En 1978, obtuvo el prestigioso Premio Casa de las Américas (Cuba) en el género poesía por su libro Línea de Fuego. Belli se casó por segunda vez y tuvo a sus hijos Melisa y Camilo. Tras el triunfo sandinista fue representante sandinista ante el Consejo Nacional de Partidos Políticos y vocero del FSLN en la campaña electoral de ese año. Dejó la vida política para dedicarse a escribir su primera novela, sin dejar nunca de lado la poesía. En 1988, Belli publicó su primera novela La Mujer Habitada, que fue un éxito clamoroso de amplia resonancia internacional.

En 1990, se publicó la segunda novela, Sofía de los Presagios. En 2001 apareció en El País bajo mi piel, un testimonio-memoria de sus años en el sandinismo.
Se casó por tercera vez en 1987 con Charles Castaldi con el que tiene una hija, Adriana, nacida en 1993. En febrero del 2008 publicó su última novela El infinito en la palma de la mano, galardonada con el Premio Biblioteca Breve 2008 de la editorial española Seix Barral, y recientemente con el Premio Sor Juana Inés de la Cruz.

Gioconda Belli sigue preocupada de su Nicaragua en estas horas oscuras. Dice que nunca pensó que viviría otra dictadura y que Daniel Ortega se ha transformado en otro Somoza. Y termina con esta frase: “La izquierda fracasó en América Latina por una tendencia totalitaria. Es una gran desilusión para los que somos de izquierdas, pero perdió la imaginación y ha querido que el costo de la justicia social sea la libertad.”

miércoles, 9 de diciembre de 2020

En el día de los Derechos Humanos

 



EN EL DIA DE LOS DERECHOS HUMANOS

Víctor Rey



El 10 de diciembre de cada año, el mundo conmemora el día en que, en 1948, la Asamblea General de la Naciones Unidas adoptó la Declaración de los Derechos Humanos y proclamó sus principios como el ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse.

Cada año, el Día de los Derechos Humanos constituye una oportunidad para todos reavivar el espíritu que impulsa la larga lucha de la humanidad en favor de los derechos y la dignidad y de movilizarse en contra de los antiguos y nuevos desafíos, como la pobreza y la desigualdad, la violencia, la exclusión y la discriminación.

Actualmente, millones de mujeres y hombres de todo el mundo abandonan sus hogares y ponen en peligro su vida y la de sus familiares en busca de un futuro mejor. Los desplazamientos sin precedentes de personas afectan a las sociedades de todas las regiones del planeta. Por doquier, los más pobres y marginados siguen siendo los que más sufren. Esto lo podemos ver día a día en cualquier país de América Latina.

Esta situación es inaceptable y la respuesta debe ser un llamamiento a la acción por parte de los gobiernos, las iglesias y la comunidad internacional. Pero, sobre todo, esta situación exige que cada uno de nosotros defienda los derechos de los demás. Este esfuerzo es esencial para avanzar en la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible y cumplir la promesa de no dejar a nadie rezagado.

Debemos reflexionar y trabajar en todos los ámbitos para empoderar a las mujeres y los hombres de las diversas comunidades de modo que puedan defender sus propios derechos y de los demás. La plena realización de los derechos humanos depende de que todos tengan acceso a la educación, la fuerza más poderosa de que disponemos para alcanzar el desarrollo humano, el respeto y la tolerancia. En este marco se inscribe nuestra labor para defender la libertad de expresión y de información y para reforzar la seguridad de todos los habitantes de la Tierra. De ahí la importancia de velar por el derecho de cada mujer y cada hombre a tomar parte en la vida cultural y a inspirarse en otras culturas para mejorar la convivencia.

Al defender los derechos de los demás, defendemos también la humanidad que compartimos. En un mundo de turbulencias, esta solidaridad nunca antes había sido tan importante, para celebrar la diversidad que enriquece nuestra vida y defender los valores que nos unen. Cada uno de nosotros debe alimentar, compartir y promover esta idea en su propia vida, a través del respeto mutuo, la comprensión y el diálogo. De esta manera, juntos fortaleceremos los cimientos de una sociedad más inclusiva, pacífica, humana, diversa y tolerante.

sábado, 5 de diciembre de 2020

¡Que Viva Quito! En sus 486 años de su fundación

                                                                 


¡QUE VIVA QUITO!


Víctor Rey


La primera vez que pasé por Quito fue a fines del año 1980. Con tres amigos chilenos viajamos por bus desde Chile a Colombia para participar en un seminario de capacitación en Bogotá. Allá en Colombia un amigo ecuatoriano me preguntó que me había parecido Quito. La verdad es que no supe contestar ya que en un viaje tan largo solo quería llegar pronto al destino. Al regreso de ese evento decidí poner atención y fijarme más en esta ciudad y sus detalles. Realmente me impresionó y lamenté no tener tiempo para conocerla mejor. La vida me dio la oportunidad de visitar Quito y el privilegio de vivir por ocho años en esta bella ciudad. Creo que soy afortunado, ya que vivir rodeado de montañas verdes, donde amanece a las seis de la mañana con un sol radiante y donde la temperatura es primaveral todo el año es algo maravilloso. Por esta razón ahora que se cumplen 486 años de su fundación, por Sebastián de Benálcazar en 1534, comparto la riqueza de esta urbe moderna y tradicional, rica en cultura, historia, y arte, invitándolos a visitarla y caminar pos sus calles y sus 25 parques que están a vuestra disposición. También para saborear su rica gastronomía y disfrutar de la cálida amistad del quiteño. Dice un dicho que uno no es de donde nace sino de donde quiere morir. Yo digo que uno no es de donde nace sino de donde quiere vivir y yo quiero vivir en Quito.


Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad, está rodeada de valles y escoltada por hermosos volcanes activos. Desde la mitad del mundo, Quito resplandece con el cielo más azul del equinoccio y con su gente amable y trabajadora; es el centro del mundo de la cultura y de la libertad. “Quito Ciudad Convento” o “Claustro de América”, “Relicario de Arte en América”, “Quito Luz de América”, “Capital Iberoamericana de la Cultura” “Carita de Dios”, son algunos de los títulos que le han llevado a esta bella y franciscana ciudad a ser la capital más hermosa de América Latina.


Quito es una ciudad donde los matices coloniales de su centro histórico contrastan con sus modernos edificios del presente. Un lugar que guarda los enigmas de una historia milenaria, la magnífica herencia del encuentro de dos mundos y los secretos de la cultura del mestizaje que lo llevaron a convertirse, el 8 de septiembre de 1978, en la primera ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, que posee el perímetro más amplio de arquitectura colonial de América Latina. La Plaza de la Independencia, también llamada “Plaza Grande” sigue representando el corazón fundamental de la capital ecuatoriana como en tiempos de la colonia, está flanqueada por la casa de Gobierno o Palacio de Carondelet, el Palacio Arzobispal, la Catedral Metropolitana y el Palacio Municipal.

En el Centro Histórico existen detalles muy llamativos que se han mantenido por más de 500 años y que reflejan el alma de la ciudad, como la Calle de las Siete Cruces, la Cuesta del Suspiro, el Arco de la Reina, la Plaza de San Francisco, La Ronda o la Calle de los Milagros, porque no es solo una exposición monumental, sino una estructura viva, donde la modernidad no ha anulado las formas tradicionales de ser de los quiteños, alegres, dicharacheros, ingeniosos, generosos y amantes de reunirse en una esquina para cumplir con un ritual básico de la vida en comunidad.

El barrio La Ronda es en uno de los sectores más emblemáticos del Centro Histórico de Quito. Fue el corazón bohemio de esa zona de la ciudad a mediados del siglo XX; en su estrecha calle encontrará restaurantes, bares, cafetines poetas, músicos, que se contrastan con la modernidad de la zona norte, un escenario cosmopolita con variedad de atractivos como el sector de La Mariscal y la Plaza Foch, donde se concentran los servicios turísticos como hoteles, hostales, restaurantes o locales para la diversión y la gastronomía.

Las calles quiteñas aún conservan su peculiar y sinuoso trazado, en donde los visitantes perciben la nostalgia de sus tradiciones y reviven los fantásticos efectos de sus leyendas que dan un toque virtuoso y mágico a Quito, que mantiene viva su expresión cultural y arquitectónica sin que los efectos de la modernidad le hicieran cambiar.

Otro factor de gran atractivo y que le brinda el sello peculiar a esta ciudad constituye el volcán Pichincha, en cuyas agrestes faldas se extiende la ciudad, dando la impresión de cobijarse entre los muros de este coloso natural, que además concentra un gran significado histórico para el país, pues allí, en 1822, se libró la batalla de la Independencia.

El Museo de la Ciudad, el Centro Cultural Metropolitano, el Convento de San Agustín, la Capilla Sixtina, el Museo Nacional de Arte Contemporáneo, el Museo de Cera, entre otros, son sitios indispensables para nutrirse de la historia y la cultura de la ciudad.

Quito también es dueña de algunas de las más importantes joyas de la arquitectura colonial, donde predomina el estilo de arte barroco, una herencia iberoamericana en la cual se combinan temas y tonos propios de la región andina con la influencia artística europea: rostros indígenas, paisajes autóctonos, colores brillantes, animales como llamas o cuyes, íconos como el sol para los incas, entre otros elementos, que configuraron un mestizaje dando lugar a lo que se conoce como la corriente del “barroco quiteño”, que contó incluso con su propia escuela de artes y oficios, conocida como la “Escuela Quiteña”.

Si el turista quiere conocer el arte barroco debe visitar la Compañía de Jesús que constituye una de las obras más significativas y más bellas de la arquitectura suramericana, y por lo tanto constituye uno de las mayores obras de dicha corriente estética en el mundo. Su fachada es muy bien decorada y elegante, por dentro el templo es impresionante, al levantarse todo cubierto de oro. La Compañía es una joya del pasado que permanece intacta en el presente.

Pero si al viajero le gustan las leyendas nada mejor que visitar la iglesia de San Diego para conocer la leyenda del “Padre Almeida” o la Iglesia de San Francisco, para conocer la leyenda de “Cantuña”.

También puede visitar la iglesia de la Catedral, fundada originalmente en 1535, ya que posee una mezcla de varios estilos como Barroco, Mudéjar, Rococó, Neogótico y Neoclásico; mientras que en el interior de la Iglesia de Santo Domingo se encuentran valiosas estructuras. Una de las joyas barrocas que se cuida celosamente en esta iglesia es la Capilla del Rosario, que constituye una obra significativa de la arquitectura quiteña.

Para intentar comprender esta encantadora ciudad de extremos, conviene subir a uno de sus lugares más tradicionales: el Cerro del Panecillo, mirador a 3.000 metros de altitud desde donde se contempla, inmensa y complicada, la extensión capitalina, con su casco antiguo agazapado bajo sus tejas coloradas entre esta loma y el parque de La Alameda, y rodeado por inmensos barrios nuevos surcados por anchas avenidas.

Pero si quiere dominar todo el panorama y admirar la ciudad, los valles y la Avenida de los Volcanes, denominada así, por el infatigable geógrafo y científico alemán, Alexander Von Humbolt, que llegó al Ecuador, en 1812, nada mejor que subir al Teléferico ubicado a 4.050 msnm.

El Quito moderno se forja en los años 50 del siglo XX, cuando la avenida Colón deja de ser el límite de la ciudad y se consolidan los barrios de La Mariscal y cuando se construye el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre y el Estadio Olímpico Atahualpa. Para algunos historiadores esto fue lo que “jaló” a la ciudad hacia el norte. Poco a poco se extendieron hacia el norte las avenidas Seis de Diciembre, Diez de Agosto, Amazonas y Eloy Alfaro, alrededor de las cuales surgieron grandes urbanizaciones, edificios y espacios para la diversión, como el parque La Carolina.

La ciudad continuó su crecimiento hacia el norte durante los años 70, que coinciden con el llamado “boom petrolero”. Se acelera la construcción de viviendas, edificios, centros comerciales, locales de diversión y entretenimiento. Y lo que solo era un espacio residencial se convierte en la zona del “boom comercial”.

También se encuentra el barrio La Mariscal, donde no solo se concentran los servicios turísticos sino que conserva las mansiones del siglo XX que se han convertido en hoteles, hostales, restaurantes o locales para la diversión y la gastronomía. El corazón de ese barrio capitalino es la plaza El Quinde conocida como la plaza Foch, un lugar de encuentro y disfrute culturales y gastronómicos.

Quito es una de esas ciudades que pueden hechizar y conquistar el errante corazón del viajero en busca de visiones para la memoria de su retina; pero también es un laberinto de sensaciones donde cada uno debe encontrar su rincón favorito.

martes, 24 de noviembre de 2020

En el día interenacional de la eliminación de la violencia contra la mujer

                                                             
Con profundo dolor e indignacion la Red Nacional de Defensoras de Derechos Humanos en Honduras, condenamos el asesinato de nuestra compañera de lucha, la Defensora Berta Cáceres Flores, Coordinador…

EN EL DIA INTERNACIONAL DE LA ELIMINACION DE LA VIOLENCIA CONTRA LA MUJER 

Víctor Rey

Cada 25 de noviembre desde el año 1999 se conmemora el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer con el fin de sensibilizar a los Estados y la sociedad civil en relación a la problemática que esta representa de conformidad con la resolución de la Asamblea General de las Naciones Unidas.

La violencia contra las mujeres es un fenómeno social complejo, multicausal, que está marcado por relaciones de poder, situaciones estructurales de machismo y el patriarcado; desigualdad de derechos y oportunidades entre hombres y mujeres; y la manifestación de múltiples formas de violencia en lo público, privado y en los círculos afectivos cercanos. Como ser humano que amamos la vida, la paz y la justicia nos preocupa esta situacióny nos conmueve, sabiendo que mucha de esa violencia se ejerce hacia niñas.

La violencia se puede manifestar de distintas formas, no solamente la física que atenta contra la integridad corporal de las personas, sino también la violencia sicológica o verbal, sexual, patrimonial, simbólica, e incluso aquella intergeneracional que se transmite entre generaciones con la reproducción de actitudes, normalizadas y marcadas por un círculo de violencia.

En respuesta a esto, se torna necesario reflexionar sobre la importancia de la igualdad y la no violencia, entendida desde la concepción de que las mujeres son iguales en el ejercicio de sus derechos y obligaciones, lo que a su vez implica la deconstrucción social de las preconcepciones, ideales y roles preestablecidos y esto a su vez permita romper los círculos de la violencia; desnaturalizar la idea de que la violencia es algo cotidiano y normal, y concebir una mayor participación activa y equitativa en la toma de decisiones en los ámbitos público, privado, político, eclesial y familiar, así como el respeto a la auto-determinación. 

Romper los círculos de la violencia significa mirar a esta problemática de manera integral; es decir, requiere una intervención interinstitucional y multidisciplinaria, que convoque a los diversos actores estatales, de la sociedad civil, empresas, espacios educativos, iglesias y familias a sensibilizarse sobre la violencia contra las mujeres y contribuir a la construcción de nuevos espacios de convivencia social, tomando en consideración a la igualdad y no discriminación como principio rector de las relaciones sociales.

Con estos antecedentes, hago un llamado a todas las personas, instituciones y al gobierno a ser defensoras y defensores del cambio, para la construcción de una sociedad más humana, más justa y equitativa, promoviendo el ejercicio pleno de los derechos sin discriminación alguna, y motivando, a través de la formación ciudadana, una cultura de paz y una sociedad libre de violencia. Y nos comprometemos a reflexionar, actuar y crear los puentes para establecer espacios y comunidades de paz donde se respeten a lasniñas  mujeres y a denunciar cualquier acto de violencia que vaya en contra de la creación humana.


jueves, 19 de noviembre de 2020

En el día mundial de la filosofía

                                                              



¿PARA QUE SIRVE LA FILOSOFIA?


Víctor Rey


Puede parecer que hoy, cuando la ciencia ocupa la primacía en el conocimiento, la filosofía es algo superado; pero la filosofía toca lo esencial del ser humano y está constantemente actualizándose; la filosofía desarrolla el pensamiento crítico, reflexivo, analítico, con una visión ética y orientación moral que proporciona recursos para vivir mejor a título individual; pero también sirve para reunificar el conocimiento, porque el saber está cada vez más parcelado y especializado y la filosofía, por su carácter multidisciplinar, es como la madre de todas las ciencias, es la que aporta conceptos para fomentar el diálogo y los vínculos entre el arte, la religión, la biología, la tecnología, etcétera”, respondía hace algún tiempo Joan Méndez, profesor de filosofía en el colegio San Juan Bosco de Barcelona. Otros muchos filósofos, humanistas y científicos aseguran que la filosofía tiene un papel fundamental en la sociedad de hoy y muchísimo que aportar al avance de las investigaciones científicas, tanto por la vía de fundamentar el conocimiento como abriendo la puerta a determinadas formas de investigación y programas de tecnología como la inteligencia artificial.

Progre%

A menudo se acostumbra a pensar que hablar de filosofía es hablar del ser, del alma, del sentido de la vida, del bien y del mal, de la moral; en definitiva, de conceptos muy abstractos. Pero cuando se hojea el último libro de quien está considerado como el filósofo francés contemporáneo más relevante a escala europea uno ve que reflexiona sobre los domingos, la fiestas de Navidad o Semana Santa, la moda, las vacaciones, los padres, los celos, las estaciones o la inmigración. Los artículos de André Comte-Sponville recogidos en El placer de vivir (Paidós) versan en su mayoría sobre la vida cotidiana actual, pero en ellos no faltan referencias a Platón, Spinoza, Santo Tomás, Epicuro, MontaigneKant, Séneca... ¿Qué tienen que ver pensadores que vivieron hace cientos, cuando no miles, de años con los problemas o la visión del mundo de hoy? “De los filósofos clásicos podemos aprender, por ejemplo, que la vida es difícil; nos permiten entender que las dificultades que hoy afrontamos no son consecuencia de la crisis de la que tanto se habla; que desde que existe la humanidad la vida ha sido difícil y que la felicidad no es tener una vida fácil, sino que amar la vida es amar también sus dificultades”, responde Comte-Sponville. Y recuerda que Spinoza (1632-1677) dijo que no se desea algo porque se juzgue bueno, sino que se juzga bueno porque se desea “y nosotros no amamos la vida porque sea buena o fácil, la amamos porque la deseamos y juzgamos que es buena para nosotros”.


En cualquier momento y a cualquier edad 
Como Comte-Sponville, otros filósofos y especialistas en la materia enfatizan que una de las utilidades de la filosofía es contribuir a la reflexión sobre los grandes problemas de la actualidad, tanto en el ámbito individual como en el colectivo. 
Javier Echegoyen Olleta, profesor de Filosofía, asegura que la filosofía tiene mucho que decir sobre la ecología, los derechos humanos, los derechos de los animales, los riesgos de la ingeniería genética, la interculturalidad, el sistema productivo o nuevas formas de participación ciudadana. Pero su contribución tampoco acaba ahí. Jorge Úbeda, que fue director académico de la Escuela de Filosofía de Madrid, considera que hay tres grandes aportaciones que hacen que la filosofía tenga sentido en cualquier momento y pueda interesar a cualquier edad. “En primer lugar, sirve para entender fenómenos de la vida social, política y económica para los que las ciencias no tienen una respuesta clara; en segundo lugar, permite tomar distancia de la realidad para someterla a examen, a crítica, y pensar qué puede hacer uno, cómo puede ejercer su libertad y responsabilidad; y, por último, la filosofía nos enseña a hablar de otra manera, de forma racional y argumentada, a escuchar los argumentos del otro y a estar dispuestos a modificar el propio punto de vista si fuera necesario”, resume.


Sea por estas u otras razones, lo cierto es que la demanda de estudios y actividades relacionadas con el pensamiento filosófico no para de crecer. Según Úbeda, hay tres momentos del pensamiento filosófico que acostumbran a concentrar el interés: “De la filosofía griega interesa sobre todo la figura de Sócrates -sus diálogos sobre la democracia ateniense y cómo organizarse mejor políticamente-, el relativismo, los sofistas y Platón, porque nos proyectamos en esa época; pero también el hedonismo y el escepticismo; un segundo gran centro de interés es la Ilustración, porque es el inicio del estado moderno, del progreso de la humanidad y el momento en que surgen las ideas que han regido el mundo hasta hoy; y, por último, interesa la postmodernidad, el relativismo y el pensamiento débil”.


Y si en Chile, donde la filosofía ha sido siempre un saber bastante minoritario, algunos detectan un creciente interés por ella, en otros países como Francia hablan directamente de su resurgir o su resurrección. En palabras en André Comte-Sponville “en la sociedad actual hay un declive de las religiones y de las grandes ideologías; basta pensar en el peso que tenía el catolicismo en Francia o en España hace sólo unas décadas, o en el peso del marxismo en los años 60 y 70; y cuanto menos religión y menos ideología tenemos, más necesitamos de la filosofía, porque hay que buscar respuestas a las preguntas que todo ser humano se hace y que antes nos venían dadas desde la religión o la ideología; dar respuesta a esas preguntas es filosofar”. 
Los filósofos y profesores de filosofía consultados aseguran que encontrar qué pensadores, clásicos o actuales, pueden darnos mejor respuesta a la vida de hoy depende de cada persona, porque hay muchas corrientes distintas y cada uno ha de encontrar la filosofía que le pueda ayudar a entenderse mejor. Comte-Sponville apunta, no obstante, que para la sociedad actual son más interesantes los pensadores menos dogmáticos, los menos religiosos y los que están más cerca de la vida cotidiana y real. De ahí que él priorice la sabiduría griega del epicureísmo y el estoicismo, y a Montaigne –“que es la filosofía menos dogmática que existe”-, y se reconozca perteneciente a la corriente materialista, no religiosa, de Epicuro, Spinoza, 
Marx y Freud.


Echegoyen opina que quienes buscan en la filosofía una orientación para vivir y respuesta a asuntos tan universales como el sufrimiento, el respeto, el riesgo o el sentido de la vida, pueden resultar útiles pensadores que siempre se han ocupado de la filosofía práctica, como Marco Aurelio, Epicteto, Epicuro, Sócrates, PlatónAristótelesNietzsche u Ortega y Gasset.

Llorenç Vallmajó Riera, profesor de Filosofía, explicaba hace algún tiempo que para sopesar la importancia que tiene la labor de los pensadores en nuestras vidas basta pensar qué nos habríamos perdido sin ella. “Sin la filosofía nos habríamos perdido lo que llamamos lógica (Aristóteles fue el primero en analizar las diferentes maneras de argumentar que tenemos los humanos, mostró las reglas de una buena deducción y nos dio las herramientas para poder construir argumentaciones con validez), y sin la lógica nos faltaría la luz racional necesaria para analizar los discursos y detectar las falacias, argumentos con sólo apariencia de validez”, ejemplificaba. Y añadía que, como toda teoría científica está guiada por procedimientos lógicos, la filosofía también ha resultado básica para el progreso científico. “Estoy pensando en el falsacionismo de Popper: nos dice que es factible demostrar que una teoría es falsa, pero nunca se puede demostrar que una teoría es verdadera; nos muestra que reconocer un error ya es un progreso, que el error puede ser fértil”, concretaba. Por otra parte, la epistemología o teoría del conocimiento ha permitido abrir nuevos caminos y esperanzas en momentos de crisis intelectual, como cuando se reconoció el error milenario de la teoría geocéntrica según la cual la Tierra era el centro y todos los astros giraban a su alrededor.

Para Vallmajó no menos importante es la aportación ética, que nos permite reflexionar sobre cómo hemos vivido. Él destaca las ideas de orden ético de Sócrates, Platón o Aristóteles, pero también de Kant, a quien debemos la distinción entre legalidad y moralidad: la Revolución Francesa era ilegal, pero ¿era moral?. Y tampoco en el ámbito de la política se estaría donde se está sin las aportaciones filosóficas. Pensemos en lo que supuso afirmar, como lo hizo Thomas Hobbes, que el poder político no deriva de Dios, sino que es fruto de un pacto o contrato social; con este reconocimiento, las personas dejaban de ser súbditos y pasaba a ser ciudadanos; o pensemos en las aportaciones de René Descartes: al afirmar que todos los hombres, por naturaleza, tienen la capacidad de razonar o de juzgar abrió o desbrozó el camino hacia la Revolución Francesa.



jueves, 12 de noviembre de 2020

En homenaje a Carlos Campos en el día de su fallecimiento goleador histórico de la Universidad de Chile


El Ballet Azul chileno | #FlamaCuartos | #GrupoEFecha1 | Fútbol Amino ⚽️  Amino

SER DE LA U ES UN CONCEPTO AZUL

Víctor Rey



Cuando era niño tuve la oportunidad de ver algunas veces al famoso “Ballet Azul”. Ese equipo de fútbol que en diez años obtuvo seis campeonatos y cuatro subcampeonatos de fútbol chileno. La imagen que tengo de entrar al Estadio Nacional junto a mi hermanos mayor y otros amigos no se ha borrado y lo que más me impresionó fue ver salir a la Universidad de Chile al campo de juego con su tradicional tenida azul rey con una gran U roja en el pecho, que contrastaba con el verde del césped, fue algo inefable. Ver en directo como Leonel Sánchez enviaba un centro al área para que Carlos Campos empalmara de cabeza y convirtiera el gol, era algo común en ese equipo. También recuerdo como Luis Eyzaguirre el primer jugador chileno que integro un equipo de estrellas mundiales de la FIFA, perseguía y no dejaba tomar el balón al puntero izquierdo de Colo Colo. Ese día la Universidad de Chile triunfó sobre su archirrival y recuerdo que la alegría de esa tarde de domingo me acompañó por varias semanas. Todavía recuerdo de memoria esa formación que también fue la base de la Selección Chilena que obtuvo el tercer puesto en el Mundial de Fútbol realizado en 1962. Al arco Manuel Astorga, en la defensa, Luis Eyzaguirre, Humberto Donoso, Sergio Navarro, en el medio campo, Carlos Contreras y Alfonso Sepúlveda y en la delantera, Braulio Musso, Ernesto Alvarez, Carlos campos, Rubén Marcos y Leonel Sánchez. Y su entrenador “El Zorro”, Luis Alamos. También en ese tiempo conocí el himno del club y ver como la barra de la U lo cantaba con tanta emoción en especial en los clásicos universitarios. Me llamó la atención que este himno más que de un club de fútbol parece un himno a la vida. Algunas de sus estrofas inspiran y lo seguirán haciendo, son un verdadero poema: “Ser un romántico viajero y el sendero continuar, ir más allá del horizonte do remonta la verdad y en desnudo de mujer, contemplar la realidad. Brindemos camaradas por la Universidad en ánforas azules de calidad emoción, brindemos por la vida fecunda de ideal sonriendo con el alma prendida en el amor…”

Luego de esa década que marco al fútbol chileno, le costó 25 años a la U volver a levantar una copa y también vivir su año más negra en 1989 cuando baja a la segunda división. Volvió a la primera división el mismo año en que volvió la democracia a Chile en 1990, después de 17 años de dictadura militar. La famosa barra que apoya en cada partido a la Universidad de Chile y lo acompaña donde vaya, fue la primera barra y también el primer grupo que se atrevió a lanzar gritos de desaprobación por la violación a los Derechos Humanos en Chile, contra Pinochet. En eso siempre se destacó la barra de Los de Abajo por su compromiso social. En estos tiempos de movimiento social y de lucha por una educación de calidad, gratis y sin lucro, nuevamente la barra de Los de Abajo ha vuelto a apoyar a los estudiantes y ponerse de lado de la justicia. Y cuando comezó el estalledo social el 18 de octubre del 2019 las bandera azules y del chuncho fueron las primeras en llegar a la Plaza de la Dignidad y acompañar en primera línea a la ciudananía que protestaba exigiendo demandas sociales y una nueva constitución para Chile.

Otra característica de este club es la cantidad de nombres que ha coleccionado a través del tiempo: La Chile, la U, El León, el Bulla, los azules, el romántico viajero, el Chuncho, el romántico bohemio….

La noche del miércoles 14 de diciembre del 2011 quedará marcada en la historia de los azules y del fútbol chileno. Esa noche, el cielo fue más azul que nunca y todo se tiño de azul. La U ha obtenido la Copa Sudamericana venciendo por 3 goles a cero a La Liga Universitaria de Quito. Cuando el árbitro brasileño tocó el pitazo final, se desató el carnaval y como siempre la gente salió a festejar en las plazas y calles de Chile, desde Arica a Punta Arenas. En Santiago con los amigos que vimos el partido en casa de un amigo ecuatoriano, también nos fuimos a celebrar a la Plaza Italia con 25.000 personas que llegaron a ese punto de encuentro capitalino. Nos involucramos con un grupo que venía marchando por la Avenida Vicuña Mackenna con un lienzo que decía: “La U Antifascista”. Parecía una noche de año Nuevo y cuando el reloj marcó la medianoche el pueblo azul se abrazaba, cantaba, saltaba y gritaba: “Al León, al León yo lo llevo en el corazón”.

Universidad de Chile, como toda institución de prestigio, ha generado sus propios emblemas a lo largo de sus 93 años de historia. Eran 93 años de historia, primer título internacional, invicto, con el mejor rendimiento de equipos sudamericanos en 42 años. El amor a la camiseta era uno de ellos, pero también compartían una gran deuda: la ausencia de una corona internacional. Ni el “Ballet Azul” de la década del 60, ni el plantel bicampeón de 1994 y 1995 pudieron concretar ese sueño que este equipo hizo realidad esa noche.

Las paradojas de la vida han hecho que esta final inédita la U de Chile la tuvo que disputar con La Liga Deportiva de Quito. La primera vez que fui a ver fútbol en Ecuador, fue para presenciar el clásico entre La Liga y el Barcelona de Guayaquil. En el estadio Atahualpa de Quito. Fui con mi hijo que en ese entonces tenía 7 años y nos hicimos simpatizantes de la Liga en el tiempo que vivimos en ese hermoso país. Pero la sangre tira y la tierra y la historia también. Y es así que en esta finalísima tuve que hacer un ejercicio de discernimiento y mi corazón se inclinó por la U de Chile. Creo que a mi hijo también le costó pero él tiene un corazón azul y ya tenía tomada su decisión.

Esta histórica conquista azul, al transformase en el segundo club nacional que obtiene un trofeo continental, tiene bases sólidas. En esta nueva etapa hay un genio y este ha sido el único “santo” en el cual creo: Sampaoli. Discípulo de Marcelo Bielsa, que tuvo una idea y la llevó a adelante sin concesiones. Un entrenador que solidarizó con las demandas estudiantiles y que al saber que sus líderes, Camila Vallejos y Giorgio Jackson eran de la U, los invitó a un partido de la Copa Sudamericana. Su equipo ganó el título jugando siempre a lo mismo: a proponer, como dice a cada rato el profesor con la humildad de quien se sabe un bielsista que salió desde abajo. Proponer, en este caso, no es otra cosa que buscar el camino más corto hacia la victoria, tocar rápido, tocar bien, quitar rápido, tocar bien, quitar arriba, y todo eso hacerlo hasta que duela porque al rival, inevitablemente, le va a doler primero. Lo que tenemos aquí es un equipo que finalmente trabaja en equipo. Una cosa es ganar una final. Otra es hacerlo con tal autoridad. Jugando tan bien al fútbol. Con unos tipos que parecen volar en la cancha. Dan la impresión de correr siempre más que los demás. Ganan todas o casi todas las pelotas divididas. Y lo mejor de Sampaoli es que también admira a Ernesto Sábato, el escritor argentino, y en sus charlas motivacionales utilizó textos de El Túnel, y Sobre Héroes y Tumbas e imagino de sus ensayos también. Cuanto aprenderían y se motivarían muchos clubes si hicieron lo mismo con tantos buenos escritores que tenemos en América Latina.

Cuando lleguemos a viejos y hagamos del recuerdo nuestro ejercicio predilecto, volveremos a vivir lo que vivimos. Nos acordaremos de todas estas cosas y se nos llenarán los ojos de lágrimas y quizá se nos vengan a la memoria el recuerdo de esos días, en el talento de Vargas, en la fuerza de Aránguiz, en la solidez de Herrera, en la convicción de Sampaoli. No vamos a estar para una vuelta olímpica a esa edad, pero daremos la pelea, diría que felices al amparo de estos días de gloria, hermosos, inolvidables. Por que como dice el lema de la barra azul que es la más grande y fiel: “Más que una pasión, es un sentimiento.”

lunes, 2 de noviembre de 2020

En su aniversario 95

  Zygmunt Bauman y la Reputación Social Líquida

Zygmunt Bauman y la sociedad líquida

Víctor Rey


Un 19 de noviembre de 1925 nació Ziygmunt Bauman, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades 2010 (junto a Alain Touraine), falleció el 2017 en Poznan, Polonia. Sociólogo, filósofo y ensayista, su investigación, entre otras cosas enfocada en la modernidad, le ha llevado a definir la forma habitual de vivir en nuestras sociedades modernas contemporáneas como “la vida líquida”. 

Una vida caracterizada por no mantener un rumbo determinado, pues al ser líquida no mantiene mucho tiempo la misma forma. Y ello hace que nuestras vidas se definan por la precariedad y la incertidumbre. Así, nuestra principal preocupación es no perder el tren de la actualización ante los rápidos cambios que se producen en nuestro alrededor y no quedar aparcados por obsoletos. 

En su libro LA VIDA LIQUIDA, el diagnóstico sobre la sociedad de consumo en la que vivimos es demoledor por certero y al mismo tiempo conmovedor. 

Escribiendo este artículo no puedo dejar de pensar en el mito de la caverna de Platón. La caverna de Platón no ha dejado de retumbar en mi cabeza, y ese retumbar me provocaba angustia. Y es que, quizás, me he visto más encadenado de lo que pensaba. Soy consciente de la perversidad del sistema consumista en el que vivimos y de sus maquiavélicos mecanismos, pero también sé que soy yo, somos nosotros, los que tenemos las llaves de muchas de las cadenas que nos atan. 

¿Pensamos, decimos y actuamos al unísono? ¿Nos conocemos realmente a nosotros mismos? ¿Vivimos realmente lo que queremos vivir? ¿Luchamos por nuestros sueños? ¿Somos conscientes de que formamos parte de una gran familia llamada Humanidad? 

Quizás la falta de respuestas a estas preguntas es lo que nos hace navegar sin rumbo por la vida. Vivir, como dijo en su discurso de recogida del Premio Príncipe de Asturias Zygmunt Bauman, (…) en un mundo donde la única certeza es la certeza de la incertidumbre, en el que estamos destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa, comprendernos a nosotros mismos y a los demás, destinados a comunicar, con y para el otro”. 

En LA VIDA LIQUIDA, Bauman nos ayuda a identificar los velos que ocultan el mundo que habitamos y que intentamos comprender. Y estos velos no dejan de ser las sombras y los ecos de los gritos que los encadenados de la caverna ven y escuchan reflejados en la pared creyendo que son la realidad y que nada pueden hacer; y los espectadores siguen sentados sin saber que esos velos, esas sombras, esos ecos no son la realidad sino distorsiones de la misma. Imágenes y ruidos reproducidos a conciencia que los mantienen cara la pared. 

Es cuestión de encontrar el coraje para darse la vuelta y poder comprobar que esas formas grotescas no son más que deformaciones, y ver la luz clara que proviene de fuera, que nos indica la dirección de la verdadera realidad. 

Zygmunt Bauman define la sociedad moderna líquida como aquella sociedad donde las condiciones de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas puedan consolidarse en unos hábitos y en una rutina determinada. Esto, evidentemente, tiene sus consecuencias sobre los individuos porque los logros individuales no pueden solidificarse en algo duradero, los activos se convierten en pasivos, las capacidades en discapacidades en un abrir y cerrar de ojos. 

Por tanto, los triunfadores en esta sociedad son las personas ágiles, ligeras y volátiles como el comercio y las finanzas. Personas hedonistas y egoístas, que ven la novedad como una buena noticia, la precariedad como un valor, la inestabilidad como un ímpetu y lo híbrido como una riqueza. 

El nuevo modelo de héroe es el triunfador que aspira a la fama, al poder y al dinero…, por encima de todo, sin importarle a quién se lleva por delante. 

Esto coincide con la definición de “hombre light” de Enrique Rojas, definido con cuatro características: hedonismo, entronización del placer; consumismo, acumulación de bienes: se es por lo que se tiene y no por lo que se es; permisividad, todo vale; y por último, relativismo, donde nada es bueno ni malo y en última instancia todo depende del pensamiento de cada uno.