sábado, 28 de mayo de 2011

“ERNESTO SABATO: RESISTIENDO ANTES DEL FIN”

Víctor Rey

“No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y aquí”.

LA RESISTENCIA


¿Quién es Ernesto Sábato? Me preguntó un joven hace algunos días y la respuesta brotó instantánea: ¡El que escribió EL TUNEL!  Efectivamente Sábato es el escritor de la famosa novela EL TUNEL.  Una novela que casi todos hemos leído en nuestra época de secundarios. Un libro excepcional escrito con una intensidad tal que da la impresión de ser un cuento.  Pero Sábato no sólo es el autor de la trilogía: EL TUNEL, SOBRE HEROES Y TUMBAS, o ABADDON  EL EXTERMINADOR.  Es el ensayista que leímos en nuestra época de universitario, que revela su relación con la ciencia y la filosofía en UNO y EL UNIVERSO.  El que plantea la lucha con la idea del progreso y la deshumanización del hombre en HOMBRES Y ENGRANAJES y más tarde en HETERODOXIA.  Y es el que cuenta del oficio de escribir en EL ESCRITOR Y SUS FANTASMAS.  Y es también el pintor.  
Pero el escritor Sábato también es un ejemplo de autoridad moral.  Nació en Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1911.  A los 89 años, Sábato no es sólo un hombre cuyas obras recorren el mundo en millones de ejemplares traducidos a 28 idiomas sino uno de los personajes más buscados  cuando es necesaria una opinión "calificada" sobre algún asunto ético.
Sábato que presidió la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas (CONADEP)  durante el gobierno militar en la Argentina (1976-1983) y produjo el famoso informe NUNCA MAS, puede poner en tela de juicio al presidente del país, a las iglesias, a las Fuerzas Armadas, la ciencia, las corporaciones empresariales, pero siempre encuentra el apoyo de la opinión pública.
Reflejo de su autoridad es su vida austera y el auditorio masivo que convoca cada vez que repite por televisión sus viejas ideas sobre el corazón del hombre y la ausencia del progreso.
A lo largo de su vida, Ernesto Sábato fue militante del marxismo y representó a la Federación Juvenil Argentina en un congreso del partido comunista, en Bruselas; estudió filosofía en la Universidad de La Plata y como físico estudió radiación nuclear en el Laboratorio Curie de París, y en la década de los años 40 abandonó la ciencia "por temor a su futura utilización".
En la actividad literaria se convirtió en una de las máximas figuras de la literatura hispanoamericana, en 1984 ganó el premio Cervantes, en 1989 el premio Jerusalén y en 1997 el premio Menéndez Pelayo.
Sábato dice que abandonó el marxismo porque dejó de creer "En cualquier idea que repugne a los problemas sobrenaturales", y decidió afiliarse a la causa del hombre real, de la justicia social y de la dignidad humana.  Hoy se declara "un anarquista cristiano", y agrega: "Yo empecé a luchar por la justicia social a los 16 años en el colegio y nunca he dejado de hacerlo.  Creo que es un deber.  No me gusta que los chiquititos se mueran de hambre.  Eso me ha llevado muchas veces a cuestionar incluso la existencia de Dios, a pesar de que me considero un espíritu religioso, aunque anárquico.  Como también lo era Cristo.  Cristo insultaba a los fariseos y andaba con los pobres, con prostitutas...Ese es el verdadero Cristo.  Lo demás son cuentos".   También hace un ejercicio de autodefinición: "¡Yo soy un anarquista!  Un anarquista en el sentido mejor de la palabra.  La gente cree que anarquista es el que pone bombas, pero anarquistas han sido los grandes espíritus como, por ejemplo León Tolstoi".   (Entrevista en el diario El Tiempo, Bogotá, 22 de junio de 1997)
En su penúltimo libro: ANTES DEL FIN, Memorias, (Seix Barral, 1999, 214 páginas), se destaca el hombre triste, melancólico que piensa en Matilde, su esposa fallecida y solloza.  Que se ve a sí mismo inclinado hacia la tierra encorvado, cansado.  Es el hombre que tiene pequeños momentos de dicha cuando su gatita se recuesta en sus rodillas o cuando despierta con el trinar de los pájaros al amanecer.
De sus épocas de adolescente recuerda su vinculación con grupos anarquistas y comunistas.  Recuerda manifestaciones de obreros y estudiantes cobijados por banderas rojinegras.  Recuerda que la revolución Rusa tenía aún el resplandor romántico y que los compañeros comunistas terminaron por convencerle (aunque luego haya manifestado que no compartió los criterios de los "comunistas de salón" y que "el anarquismo fue más fuerte en su interior")...Recuerda que huyo de casa y que era, a los 19 años, una especie de delincuente que luchaba en la clandestinidad contra la dictadura del general Uriburu.  Esa militancia le llevó a participar en diversos congresos comunistas dentro y fuera de Argentina.
Más tarde cuando terminó su doctorado en Ciencias Físico-matemáticas, el profesor Houssay, premio Nobel de Medicina, le concedió una beca que anualmente otorgaba la Asociación para el Progreso de las Ciencias, y se fue a trabajar al Laboratorio Curie, en París: "durante ese tiempo de antagonismos, por la mañana me sepultaba entre electrómetros y probetas y anochecía en los bares, con los delirantes surrealistas.  En el Dome y en el Deux Magots, alcoholizados con aquellos heraldos del caos y la desmesura, pasábamos horas elaborando cadáveres exquisitos".
Un cuartucho en París, Matilde y su pequeño hijo, la ciencia y el trabajo con la propia Irene Curie..."Muchos, con perplejidad, me han preguntado cómo es posible que habiendo hecho el doctorado en ciencias físico-matemáticas, me haya ocupado luego de cosas tan dispares como las novelas con ficciones demenciales como el Informe sobre Ciegos, y finalmente, esos cuadros terribles que me surgen del inconsciente".  Sábato no sabe contestar a esa pregunta.  Trabajar en el Laboratorio Curie era una de las grandes metas a la que podía  aspirar un físico.  Y después de llegar a una meta, solo queda el vacío.  Abandonó la ciencia a principios de la década de los cuarenta.  El mundo de los teoremas quedó ahí, trunco, en plena crisis espiritual.
Entonces tomó otro camino: el del arte.  Empezó a escribir en la revista Sur, en Teseo, a leer a Huxley, Faulkner, Michaux, a los clásicos, a Camus (con quién hizo amistad), Green, Thomas Mann.  Brevemente habla de sus libros, de su oficio como escritor, de sus pinturas.
En la segunda parte del libro, Ernesto Sábato deja a un lado los recuerdos para escribir sus anotaciones:  la reciente película que vio, el recorte de una noticia curiosa de un diario, las cifras de la pobreza en el mundo, la mujer sin patria, la preocupación de la guerra de Bosnia, el drama de los Sin Tierra en el Brasil, la crisis en todas partes, sus conversaciones con Cioran sobre estos temas trascendentales..."el mundo marchando hacia la desintegración, mientras la vida nos observa con los ojos abiertos, hambrientos de tanta humanidad".
La muerte de su hijo lo derrumbó.  Sábato se define, al final del libro, como un tipo embriagado de dolor y entre ruinas.  Un tipo que, en la soledad de su estudio escucha el quinteto de Schumann para cuerdas y piano en un atardecer de 1998.  Tanta nostalgia le hace caminar un rato, hasta el Parque Lezama de Buenos Aires.  Se sienta en un banco de la plaza.  Se dice un náufrago.  Se confiesa propenso al pesimismo y a la depresión.  De repente, el abrazo de un niño lustrabotas es como un pacto de derrotados, pero que llama a la esperanza.  
En su último libro: LA RESISTENCIA (Seix Barral, 2000, 148 páginas)  Sábato plantea que en este tiempo de globalización hay necesidad de establecer las bases de alguna resistencia que permita el equilibrio en el nuevo orden que se viene encima.  De lo contrario el hombre sucumbirá ante cada avance, y seguramente moriremos en red, solitarios frente a una máquina que se esmera en reproducir la vida en la pantalla.  Ernesto Sábato lo sabe muy bien y lo dice con la humildad y claridad que sólo los años otorgan a los hombres.  En LA RESISTENCIA, Sábato se esmera en hacer una radiografía sentida de los tiempos actuales, con nostalgia de cuando una conversación en un café valía más que un televisor encendido para acaparar la atención y evitar, en última instancia, que las miradas se crucen y se reconozcan lo que de seres humanos nos queda.
LA RESISTENCIA es una carta escrita sin vanidad alguna.  Y aunque suene a discurso en boca de un predicador barato no hay que olvidar toda la producción anterior de este escritor.  Así que estamos hablando de alguien que conoce abismos humanos y sabe describirlos.  Estamos hablando de quien se ha dado el lujo de entrar en depresiones profundas para salir airoso con toda la fuerza de la vida atrapada en la mirada.  "El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria", dice Sábato en LA RESISTENCIA.  Nada tiene que hacer el desarrollo salvaje frente a este caso de fe.  Sábato se refiere a muchos frentes de la vida humana en los momentos actuales pero siempre su mensaje de dirige a no perder de vista lo esencial: "Quienes se quedan con los sueldos de los maestros, quienes roban a las mutuales o se ponen en el bolsillo el dinero de las licitaciones no pueden ser saludados.  No debemos ser asesores de la corrupción.  No se puede llevar a la televisión a sujetos que han contribuido a la miseria de sus semejantes y tratarlos como señores delante de los niños.
Del Internet, del tiempo libre, de relaciones humanas, de los afanes que mueven el mundo; temas que salen a la luz en LA RESISTENCIA con suavidad de quien habla desde el amor a sus semejantes y no desde la vanidad de un nombre de letras de molde.  Sábato está lejos de envanecerse por mirar su nombre en las librerías o en los diarios nacionales.  De hecho se despoja de todos sus atributos literarios para que su "carta", como él mismo se refiere a este libro, no empantane entre figuras retóricas o giros inteligentísimos.  La RESISTENCIA está escrita para todo el mundo y en lenguaje sencillo y elemental.  Para advertirnos como en los siglos XVIII y XIX la dignidad de la especie estuvo cifrada en los adelantos tecnológicos, pero en este siglo que ahora muere, la tecnología se encargo de quitarnos la inocencia.  Pese a todo Sábato señala que: "no podemos hablar del hombre como si fuera un ángel, y no debemos hacerlo.  Pero tampoco como si fuera una bestia, porque el hombre es capaz de las peores atrocidades, pero también capaz de los más grandes y puros heroísmos".
Para quienes no leyeron nunca a Sábato.  ANTES DEL FIN y LA RESISTENCIA es una forma de acercarse a un hombre y una obra quijotesca, a un espíritu combativo.  Para aquellos que leímos EL TUNEL con ansiedad, que seguimos en medio de dolorosas reflexiones los párrafos de los ensayos como UNO y EL UNIVERSO, HOMBRES Y ENGRANAJES, HETERODOXIA o EL ESCRITOR Y SUS FANTASMAS, que nos sumergimos en el complejo y terrible mundo de SOBRE HEROES Y TUMBAS, que quedamos asombrados con su novela profética ABADDON EL EXTERMINADOR, donde se vaticinaba el subyugamiento de las fuerzas del Mal y el derrumbe de la civilización contemporánea.  Que disfrutamos maravillados de su libro de conversaciones con Carlos Catania: ENTRE LA LETRA Y LA SANGRE o el libro de DIALOGOS con Borges.  ANTES DEL FIN y LA RESISTENCIA son dos libros obligatorios y necesarios para el hombre y la mujer de hoy.  

ERICH FROMM: AMOR A LA VIDA, A LA LIBERTAD, A LA HUMANIDAD.

Víctor Rey
Cuando tenía 17 años y cursaba tercer año medio, en el Liceo Valentín Letelier de Santiago, el profesor de Psicología y Filosofía nos habló de Erich Fromm y nos dio la tarea leer dos de sus libros: “El Arte de Amar” y “El Miedo a la Libertad”.  Fue la primera vez que escuche sobre este pensador que influyó a toda una generación.  Más tarde en la Universidad de Concepción  en algunos cursos de Psicología, Sociología y Filosofía, leímos y estudiamos: “El Corazón del Hombre”, “Psicoanálisis de la Sociedad Contemporánea”, “Marx y su Concepto del Hombre”, “El Dogma de Cristo”, “Y seréis como dioses”, entre otros.
¿Quién fue Erich Fromm?  Nació en Frankfurt, Alemania en 1900.  Su padre era un hombre de negocios y según Erich, más colérico y con bastantes cambios de humor.  Su madre estaba deprimida con frecuencia.  Erich Fromm provenía de una familia muy religiosa, en este caso de judíos ortodoxos.  El mismo se denominó más tarde un “místico ateo”.  Estudió filosofía en la Universidad de Heildelberg y realizó estudios y entrenamiento psicoanalítico en el Instituto Psicoanalítico de Berlín.  Entablo contacto con la Escuela de Frankfurt donde trabajó en estrecho contacto con Herber Marcuse, Walter Benjamín y Theodor Adorno. Debido al ascenso del nazismo, debió mudarse  a los Estados Unidos en 1934, estableciéndose en la ciudad de Nueva York, donde conocería muchos de los otros grandes pensadores refugiados allí.  Cerca del final de su carrera, se mudó a México para enseñar y por razones de salud de su esposa.  Murió en Suiza en 1980. Su orientación teórica llevará a la marca importante de la Teoría Crítica lo que redundará en un sistema teórico psicoanalítico con fuerte interpretación sociológica.
Fue un pensador inquieto que publicó una gran cantidad de libros, que se han transformados en clásicos.  Era un hombre profundo y optimista.  Era una persona inteligente que tenía esperanzas.  Su visión no era utópica, porque ella estaba fundamentada en la realidad.  Fue un optimista enamorado de la vida.  Siempre estuvo a favor de ella.
El fue un marxista que estudió en profundidad a Marx, y se interesó por el joven pensador, el de los primeros tiempos, el más humanista.  También fue muy conocedor de Freud, lo respetaba y al mismo tiempo era crítico.  Al estudiar estos dos pensadores le hizo adelantar una visión humanista y esperanzadora del futuro del hombre.  Muestra de esto es su “Credo Humanista”.
Fromm simplificaba las cosas para hacerlas entender.  Esto no quiere decir que lo que escribió no fuera profundo.  Tenía un concepto del hombre muy particular.  Con profundidad habló de las necesidades básicas del hombre, fundamentó muchas cosas en el amor, en la ética, y habló del problema de la autoridad.  Sus escritos se reducen a cosas muy elementales pero importantes.  Si algo le obsesionó fue la objetividad y el sentido de la realidad.
Logró de alguna manera una síntesis interesante de lo mejor del mundo oriental cercano: La Biblia, El Talmud, Los Profetas.  Del Mundo Oriental lejano: El Budismo Zen, y Susuki.  Y del mundo occidental griego y del mundo occidental místico: Eckhart, Spinoza y Scheweizer.  Además de Freud y Marx.
La teoría de Fromm es más bien una combinación de Freud  y Marx.  Por supuesto Freud enfatizó sobre el inconsciente, los impulsos biológicos, la represión y demás.  En otras palabras, Freud postuló que nuestro carácter estaba determinado por la biología.  Por otro lado, Marx consideraba a las personas como determinados por su sociedad y más especialmente por sus sistemas económicos.
Fromm añadió a estos dos sistemas deterministas algo bastante extraño a ellos: la idea de la Libertad.  El animaba a las personas a trascender los determinismos que Freud y Marx les atribuían.  De hecho, Fromm hace de la libertad la característica central de la naturaleza humana.

ENTREVISTA A RICARDO LAGOS, PRESIDENTE DE CHILE

Víctor Rey

Esta entrevista se realizó en el Seminario Teológico Bautista de Santiago de Chile el martes 28 de septiembre de 1999.  Esta reunión fue convocada por la Coordinadora de Organizaciones Evangélicas (COE), para dialogar con el Sr. Ricardo Lagos cuando este era candidato a la presidencia de la República de Chile y abanderado de la Concertación de Partidos por la Democracia.  El domingo 16 de enero del año 2000 resultó elegido presidente en la segunda vuelta electoral.  El señor Lagos es miembro del Partido Socialista y del Partido por la Democracia.  Es abogado y economista.  Tiene 65 años, es casado y tiene cinco hijos.

1.-  ¿Señor Lagos, de que tipo fue la reunión con los pastores y que trataron?
Lagos:  Es similar a las que he tenido en las diferentes regiones del país. Siempre que voy a diferentes ciudades del país tengo reuniones con obispos de la Iglesia Católica y con pastores de las comunidades evangélicas.  Y hoy lo que hemos tenido es una reunión con buena parte de los pastores y obispos de la región metropolitana.
2.-  En un eventual gobierno suyo: ¿Cómo será la relación con los diferentes credos religiosos?
Lagos:  Lo que corresponde a un país donde hay separación entre Iglesia y Estado.  Donde el gobernante debe asegurar libertad y participación a todas las denominaciones y credos.  La Ley de Cultos recién aprobada requiere grandes pasos para ser aplicada.  Esto significa que todos los chilenos tienen iguales derechos;  dentro de estos derechos está el de igualdad de cultos.  Y entre ellos está el de las comunidades evangélicas para tener capellanes en los hospitales, cárceles y fuerzas armadas.  Presencia también para acceder a hacer clases de religión en los colegios del estado.  Si queremos implementar esta ley, tenemos todavía que dar muchos pasos.  Y lo que les he planteado a los pastores, es que en mi próximo gobierno me comprometo a dar esos pasos para que exista igualdad de cultos.
3.-  ¿Cuáles fueron las principales demandas de los pastores?
Lagos:  Fundamentalmente respeto de la libertad y la tolerancia.
4.-  ¿Usted garantizará eso en su gobierno?
Lagos:  Obviamente.  Me he educado en el respeto y la tolerancia.  He dicho muchas veces los valores que tengo. Los valores del Chile republicano, abierto y plural.  También hicimos reflexiones de tipo histórico.  Buena parte de las leyes laicas de fines del siglo pasado por ejemplo:  la ley de cementerios laicos, la ley de registro civil, la ley de matrimonio civil, fue un esfuerzo de muchos chilenos y chilenas para abrir mayores espacios de tolerancia.  Y en esa lucha, por supuesto las incipientes comunidades evangélicas tuvieron un papel muy activo.  De igual manera les hice ver mi compromiso de apoyar la acción social de las comunidades evangélicas.  Una cosa es el verbo, la palabra y otra cosa son los esfuerzos de tipo social y ahí hay un amplio campo de colaboración, ustedes han visto por ejemplo lo que hacen los evangélicos en la recuperación de los drogadictos, este es un esfuerzo importante que hacen comunidades evangélicas.  Así como hay importantes esfuerzos en lo social en el campo católico, también los hay en los sectores evangélicos y todos deben contar con el apoyo del gobierno.
5.-    El pastor Pino llamó a votar por el candidato de la derecha, el Sr. Lavín.  ¿Qué piensa usted?
Lagos:  Yo creo que lo importante es reconocer que hay tareas que son del César y que otras que son de Dios.  Lo que a mí me parece, es que un gobernante debe dar garantías de pluralidad a todos.  Cada ciudadano es dueño de tomar las decisiones que le parezcan las más adecuadas.
6.-  ¿Qué aportes espera usted de los evangélicos?
Lagos:  Yo diría que el aporte fundamental desde el punto de vista del país, es  a la tolerancia y el valor del respeto para todos.  Todavía en Chile hay sectores que tienen visiones muy integristas que se creen dueños de la verdad en materia religiosa, eso es muy malo para el país.  La riqueza de una sociedad es la diversidad, pero la diversidad tiene que ser seguida por la tolerancia, porque cuando hay diversidad y algunos son dueños de la verdad y otros no,  entonces es una sociedad destinada al enfrentamiento.  Si queremos preservar  la diversidad, tenemos que ser capaces de  preservar la tolerancia, en el ámbito religioso, de las culturas, de las étnias, de las diferentes visiones de la vida, de las diferentes visiones de la sociedad.  Creo que eso es lo importante.
7.- ¿ Usted cree que la Iglesia Católica ha sido hegemónica en este último tiempo?
Lagos:  No, yo creo que ahí hay una razón histórica del rol que ha jugado en Chile la Iglesia Católica.  Pero creo que con lo que hemos alcanzado hasta hoy con la ley de cultos recientemente aprobada, estamos en una buena dirección.
8.- ¿La Iglesia Católica se cree dueña de la verdad?
Lagos:  Yo creo que todos van comprendiendo que hay que aceptar vivir en la diversidad.   Basta mirar el globo terráqueo y ver cuáles son las comunidades budistas, musulmanas, confucianas, cristianas, etc., para comprender que hay que tener un poco de humildad para tratar estas materias.
  1. ¿Pero aún hay críticas a la ley de cultos recientemente aprobada, por sectores del catolicismo?
Lagos:  Pero creo que lo importante es que la ley está aprobada y es un buen punto de partida para seguir avanzando, donde los diferentes credos tengan la oportunidad de expresarse adecuadamente.
10.-  ¿Cree usted que la Iglesia Católica debe tener mayor tolerancia?
Lagos:  Creo que como en toda entidad humana hay obispos y sacerdotes que son extremadamente tolerantes y otros no tantos.  Creo que esto es simplemente, de cómo cada uno aborda estos temas, pero creo que uno no puede decir que estos son más tolerantes y estos otros intolerantes.  Creo que todos hemos aprendido.  Mire usted lo que son las luchas al final del siglo veinte.  Mire usted lo que es Kosovo, ejemplo de una sociedad que tenía una gran diversidad y no pudo practicar la tolerancia.  Eso no lo queremos para Chile.
11.-  ¿Los pastores le dieron algún apoyo a su candidatura?
Lagos:  No, no, no.  Eso no me parece que sea lo correcto. Hubo buena comprensión, mucha amistad, creo que sería desnaturalizar una reunión como esta.  A mí no me gusta instrumentalizar este tipo de reuniones, soy muy cuidadoso con estas cosas.  Gracias.

EL LEGADO DE PIERRE BOURDIEU: ALERTA CON LA TELEVISION

Víctor Rey
El 24 de enero del 2002 murió uno de los intelectuales más controvertidos e importantes de las ciencias sociales europeas, el sociólogo francés Pierre Bourdieu, ferviente activista político que se involucró con movimientos alternativos de izquierda y criticó ácidamente el neoliberalismo.
Tuve la ocasión de conocer parte de su obra cuando hice mis estudios de Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica.  De inmediato atrajeron mi interés sus opiniones sobre la sociedad y los medios de comunicación.
Este pensador nació el 1 de agosto de 1930 en el seno de una familia sencilla, curso sus estudios en la École Normale Supériure de París.  Entre otros temas se dedicó al análisis de los mecanismos de dominación social; criticó la ideología neoliberal y lanzó dardos contra sus pares, a quienes acusaba de no bajar del "olimpo" intelectual.
Bourdieu fue profesor en el College de France y director de estudios de la École des Hautes Études en Sciences Sociales.  Dirigió la revista "Actes de La Recherche en Sciences Sociales" y fundó la editorial "Liber-Raisons d´ Agir".
Sus últimos años los dedicó al estudio sobre el papel de los medios de comunicación y del campo periodístico en la construcción de la realidad, publicando sus reflexiones en obras como "Sobre la televisión" (1996).
En este libro el sociólogo enunciaba en el prefacio, en forma directa y certera, su lapidaria tesis sobre el peligro que dicho aparato representaba:
"Pone en muy serio peligro las diferentes esferas de la producción cultural: arte, literatura, ciencia, filosofía, derecho; creo incluso, al contrario de lo que piensan y lo que dicen, sin duda con la mayor buena fe, los periodistas más conscientes de su responsabilidades, que pone en un peligro no menor la vida política y la democracia".
Los argumentos que entrega Bourdieu para fundamentar su pensamiento están basados en los mismos mecanismos que constituyen a la televisión.  El sociólogo analiza la limitación de tiempo que se viven el escenario, la imposición de temas, la existencia de "agentes" llamados a poner orden, y las variables económicas a las cuales está sujeto el medio.
Este último factor es fundamental para la tesis del sociólogo galo, ya que afirma que lo que más pesa sobre la televisión es la coerción económica.  En este sentido cabe mencionar tanto a las empresas que pagan por publicidad, al Estado que otorga subvenciones, como a los grupos económicos que son dueños de estaciones de televisión.
La variable económica es la que más pesa sobre la transparencia que la televisión debería tener, ya que en muchas ocasiones, a juicio de Bourdieu, no se tratan temas que pueden afectar a los intereses de quienes financian a los canales, generando una censura provocada por la coerción económica.
Además está el factor de los índices de audiencia, el cual impera en todos los medios de comunicación y opera como sanción del mercado.  Como señala Bourdieu "en todas partes se piensa en términos de éxito comercial".
Para el sociólogo, el análisis de los mecanismos de la televisión no puede estar separado de quienes trabajan en el medio, en este caso los periodistas.  En este sentido, reflexiona sobre los noticiarios de la televisión, a los que califica como sucesión de hechos en los cuales se explotan "las pasiones más primarias" y que parecieran no tener la menor importancia.  Sin embargo, señala que "si se emplean unos minutos tan valiosos para decir una cosas tan fútiles, son en realidad muy importantes, en la medida en que ocultan cosas valiosas".
En este punto, el sociólogo ve un factor de peligro para la democracia, ya que un sector nada despreciable de la población no lee periódicos y sólo tiene como fuente de información a la televisión, la que al privilegiar sucesos intrascendentes "deja de lado las noticias pertinentes que debería conocer el ciudadano para ejercer sus derechos democráticos".  Se produce así una división entre quienes tienen todo el bagaje político e informativo, y quienes no tienen acceso a ello.
Punto aparte merece el papel de "constructor" de la realidad que tiene la televisión.  La crítica de Bourdieu apunta a que en vez de ser un instrumento que refleja la realidad, crea una realidad, crea una realidad fragmentada, que le otorga tribuna a hechos que no son de real importancia, dejando de lado a un sinnúmero de actores sociales que deberían figurar para beneficio de la democracia.  Así, el francés señala que "el hecho de informar de manera periodística implica siempre una elaboración social de la realidad capaz de provocar la movilización (o la desmovilización) social".
Analizando el ejemplo de los debates televisivos, Bourdieu reflexiona sobre otro elemento que plantea un problema de "máxima importancia desde el punto de vista de la democracia", y es que en la televisión no existe igualdad, ya que hay verdaderos profesionales que saben cuáles son los mecanismo que allí se manejan, frente a actores "aficionados" que pueden ser pobladores o huelguistas que no saben manejar los códigos televisivos, produciéndose entre ellos una desnivelación evidente.
A esto se suma la función específica de los periodistas.  Para Bourdieu, "los periodistas poseen unos "lentes" particulares con los cuales ven unas cosas y no otras, y ven de una forma determinada lo que ven.  Llevan a cabo una selección y luego elaboran lo que han seleccionado".
Esta selección está marcada por la búsqueda de lo sensacional y espectacular, exagerando la importancia de algunas situaciones.  Aquí entra en juego otro elemento en contra, que es la "circulación circular de la información", ya que además de compartir características comunes, los periodistas se leen entre ellos.  Tal como lo señala Bourdieu, "nadie lee tanto los periódicos como los periodistas", agrega que se ven mutuamente y que se encuentran siempre en las mismas instancias. Provocando un verdadero círculo vicioso de la información ya que se informan a través de otros informantes.
Si de algo se quejan los filósofos o sociólogos que van a la televisión es de la urgencia que se vive en ese medio.  Es como ver a determinado invitado que en medio de su reflexión es interrumpido porque "el tiempo es oro".
En este caso, Bourdieu plantea que la urgencia de la televisión es provocada por la competencia por tener la primicia de lo que sea, lo que a su juicio atenta directamente contra la expresión del pensamiento.  Aquí aparece el paradigma platónico por excelencia: cuando se está oprimido por la urgencia, no se puede pensar.  Esto en televisión se traduce en personas que no pueden pensar, por la urgencia de medio, y para salir del paso echan mano a ideas preconcebidas o a "tópicos".
Alguien señaló recientemente en un reportaje sobre Bourdieu que este sociólogo francés encontraba todo malo.  Sin embargo, cabe señalar también que sus apreciaciones están fundadas en años de estudio y en una posición crítica frente a la complacencia imperante en los medios de comunicación, en el sistema de mercado y de muchos pensadores postmodernos.  Lo que aquí señalamos es sólo una pequeña muestra de las reflexiones que ocuparon a Bourdieu, ya que su obra "Sobre la Televisión" tiene hoy más actualidad que nunca.  

EL AMOR EN LOS TIEMPOS DEL COLERA O LA VIDA SIN LIMITES

Víctor Rey
Mi encuentro con esta novela de Gabriel García Márquez, se produjo de forma casual. Había llegado hace algunas semanas a estudiar Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, y estaba aburrido de leer textos en francés.  Un amigo, médico costarricense que también estaba haciendo estudios de postgrado en esa universidad me prestó el libro con una condición:  "solamente por una semana".  Primeramente me pareció rara la condición,  pero mi amigo me dijo:  "Usted tomará este libro y no descansará hasta que lo termine" y así fue.  Lo leí en menos de una semana.  Hace un tiempo atrás a una amiga en Chile le comenté este hecho, hizo la prueba y le sucedió lo mismo.  No pudo dejar de lado la novela del Gabo.
"Aprovecha ahora que eres joven para sufrir todo lo que puedas, que estas cosas no duran toda la vida".  Este consejo de Tránsito Ariza a su hijo Florentino pudo y puede ser la de cualquier nana al muchachito de casa acomodada o de mamá modesta a su propio vástago adolescente postrado en cama con mal de amores.
Florentino perdió el habla y el apetito y se pasaba las noches en claro dando vueltas en la cama.   La ansiedad se le complicó con dolores de estómago y vómitos verdes, perdió el sentido de orientación y sufría desmayos repentinos, y su madre se aterrorizó porque su estado ya no se parecía a los desórdenes del amor, sino a los estragos del cólera.
Pero el padrino, homeópata, al auscultar al ahijado, tras un examen al enfermo, ni afiebrado ni con dolor concreto, sino con una necesidad urgente de morir, comprobó, una vez más, que los síntomas del amor son los mismos del cólera.
Gabriel García Márquez, en "El amor en los tiempos del cólera" (Ed. Sudamericana, 1985), vuelve a armar historias con ternura, precisión, magia, sentido del humor y profundo conocimiento del alma, tripas, corazón, machismo, feminismo, miserias y sublimidades de un rincón latinoamericano del mundo.
Que la trama se teja en una ciudad oceánica y ribereña de la Colombia de García Márquez -como es el caso de la novela- o en cualquier punto del continente, que bien podría ser Chile, da exactamente lo mismo para sentirnos en familia con sus páginas.  Y tan orgullosos de los que por  allí transitan, como el poquita cosa de Florentino y su madre Tránsito Ariza- "una cuarterona libre con un instinto de la felicidad malograda por la pobreza".  Así, nada cuesta entender por qué al rey de Suecia se le reía sola la cara cuando le entregó el Nobel a Gabriel García Márquez, que vestía entero de blanco y con la clásica guayabera.  Tal cual como saliendo de Macondo o de esta actual ciudad junto al Magdalena y al mar, donde todo se sabía inclusive antes que fuera cierto.  La ciudad de los valses de Strauss con chicharrones y las batallas de flores con cuarenta grados a la sombra, donde hasta los ladrones podían resultar tan peculiares, que al despoblar toda una casa, mientras la propietaria hacía el amor con Florentino Ariza, dejaron escrito a brocha gorda en el muro del salón desierto: "Esto les pasa por andar tirando".
Porque Florencio- dado que los seres humanos no nacen para siempre el día que sus madres los alumbran, sino que la vida los obliga otra vez y muchas veces a parirse a sí mismos- hizo el amor clandestinamente con incontables pajaritas, durante los cincuenta y nueve años, nueve meses y cuatro días que transcurrieron desde el rechazo sin apelación de Fermina  Daza.  Pero no hubo olvido para ese amor platónico, largo, sostenido por correspondencia y miradas furtivas, aunque decisivamente contrariado.  Pese a que ella, también por carta, alcanzó a dar el sí, "siempre que no me hagan comer berenjenas", con una seriedad enamorada que tampoco se alteró cuando una cagada de pájaro cayó sobre la primera carta amorosa entregada bajo los árboles del parquecito que la novia solía cruzar camino del colegio.  Total aquello era de buena suerte, como dijo entonces Florentino, impasible a lo que no fueran sus sentimientos.  Tal como los concibió su padre, quien antes de nacer él escribió en un cuaderno: "Lo único que me duele de morir es que no sea de amor".  Sin embargo, apenas si vio al hijo ilegítimo de la mujer que lo inspiró tanto y que concibió sobre el escritorio de alguna oficina mal cerrada en una tarde de bochorno dominical, mientras la esposa del infiel oía en su casa los adioses de un buque que nunca se fue.  Familia de próceres fluviales, buques y corrientes, eran juguetes del antojo fantástico de los antecesores por el lado paterno de Florentino Ariza, al cabo de su casi sesenta años de espera amorosa, también pudo poner un buque, con bandera amarilla del cólera, a navegar toda la vida, llevando su anhelada Fermina Daza a bordo.
De otra manera no habría sido posible aquel viaje lunático de dos abuelos percudidos que, saltándose el arduo calvario de la vida conyugal, parecieron haber ido sin más vueltas al grano del amor.  Un amor tranquilo y sano luego que Fermina antes de embarcarse fuera al cementerio de la Manga y reconciliarse con el marido muerto.  Frente a su cripta, soltó los justos reproche que tenía atragantados, contó pormenores del viaje y se despidió hasta muy pronto.
"Hace medio siglo me cagaron la vida con ese pobre hombre porque eramos demasiado jóvenes, y ahora nos la quieren repetir porque somos demasiados viejos", confidenció la entrañable Fermina a su nuera, para terminar de sacarse el veneno que le carcomía las entrañas.  "Que se vayan a la mierda.  Si alguna ventaja tenemos las viudas, es que ya no nos queda nadie que nos mande".
Y bien feliz- a su manera- que fue Fermina con el doctor Juvenal Urbino, tan enamorado de ella que en vísperas de la vejez y después de los casí sesenta años juntos oyéndola lamentar que "el inodoro tuvo que ser inventado por alguien que no sabía nada de hombres", porque al mojar los bordes dejaba el baño apestado a criadero de conejos, llegó a la solución final: orinaba sentado, como ella, lo cual dejaba la taza limpia, y además lo dejaba a él en estado de gracia".
Tan adorable como lúcida, Fermina había descubierto que el tan dotado médico que le cupo en suerte era un pobre diablo envalentonado por el peso social de sus apellidos. "Un hombre de mucho ruido", como lo definió la mulata con que en una oportunidad fue infiel, en visitas de tiempo justo para aplicar una inyección intravenosa en tratamiento de rutina.  Precauciones que naufragaron en el olfato de Fermina, desconcertada por el extraño olor de las ropas del marido y que a la postre resultó "olor a negra", como dijo con rabia.  Ira acrecentada porque él no le negó todo, "como un hombre".  Peleas peores hubo entre ellos, aunque por causas menos graves, como la falta un día de jabón -lo que era cierto- ,aunque Fermina hirvió porque él no reconocía que había mentido a conciencia para atormentarla.  Unos resentimientos resolvieron otros y ambos se asustaron con la comprobación desoladora de que en tantos años de lidia conyugal no habían hecho mucho más que pastorear rencores.  El llegó a proponer confesión abierta ante el señor arzobispo, para que Dios decidiera como árbitro final si había o no jabón en el baño.  Entonces ella, que tan buenos estribos tenía, los perdió con un grito histórico:
"¡A la mierda con el señor arzobispo!"  Lo de histórico- más allá de que la zarzuela popular lo hiciera uno de sus estribillos- rige con Fermina Daza para bandera, efigie, monumento o hasta blasfemia sobre el material básico de que está hecha la mejor mujer de estos lados de América.  Las que confunden el amor con el cólera, como Tránsito Ariza, y que por encima de las Manuelitas, las Paulas o las Rosas de la historia grande, escriben la historia chica de vidas sin límites, pese al abrumo de sus limitaciones.
Mujeres y seres para quienes el amor sigue siendo el mismo que en los tiempos del cólera, como tantas ciudades- este "mordidero de pobres" como alguno llamó a la de Florentino Ariza y Fermina Daza- que permanecen iguales, al margen del tiempo, y las cuales nada ocurre con el paso de los siglos, salvo envejecer despacio.
Gabriel García Márquez las intuye, las conoce y las cuenta como nadie.
Hombre él mismo de muchos amores pero en esencia fiel a su mujer, Mercedes, para quien dedica "por supuesto" esta novela, y hombre políticamente controvertido, hay en García Márquez un cierto parecido con Jeremïah de Saint-Amour, cuyo suicidio da comienzo a "El amor en los tiempos del cólera": Jeremíah "era un santo ateo.  Pero esos son asuntos de Dios".

CREO, LUEGO EXISTO

Víctor Rey
Hace un tiempo atrás la humanidad daba crédito absoluto a lo que sus ojos veían y sus oídos escuchaban.  Las cosas, la realidad eran tal cual uno las percibía.  Se trataba de un dogmatismo ingenuo, por cierto irreal.
Poco a poco tardaron los hombres en pasar a una actitud más critica.  Se tornaron escépticos, en el sentido de suspender un juicio categórico sobre la realidad de lo visto y oído, en espera ratificaciones indisputables.
La dificultad para encontrar tales ratificaciones y coincidir en su evidencia probatoria condujo al tercer estadio:  el subjetivismo.  Se podía conceder que tal o cual afirmación fuera verdadera; pero solo el sujeto que así la veía  y evaluaba.  Cada uno sería el juez, la norma y medida  de la verdad.  La verdad sólo existiría en la subjetividad de cada uno.
Como la vida en sociedad es difícil de estructurar en base a una suma de subjetivismos, el paso siguiente  fue aceptar la existencia de verdades obligatorias para todos; dejando sin embargo constancia de que tal obligatoriedad sería exclusivamente  relativa a es período o fase de evolución de la sociedad.  Cambiadas las circunstancias y modificados los consensos sociales, lo que ayer era verdad se trocaría en error o mentira; y el crimen de antaño se legitimaría como derecho sagrado.  Todo era relativo.
Los estudiosos y amantes del conocimiento, y por ello de la realidad no tardaron en percibir la fragilidad de un consenso basado en el relativismo.  Discurrieron entonces un ulterior criterio para afincar la verdad.  Verdadero sería aquello que en la práctica se demostrara útil para el perfeccionamiento.  El pragmatismo se erigió como metro ordenador y cualificador de la verdad o la mentira de las normas éticas y jurídicas.  Bajo su sombra se fraguaron realizaciones históricas como un cierto capitalismo orientado primordialmente al lucro sin freno, y una interpretación sociológica y teológica del marxismo, que validaba como buena toda conducta y probablemente eficaz para derrotar al enemigo.
A estas alturas, otros estudiosos y amantes de la sabiduría se ocupan en escudriñar el apasionante misterio de la verdad, y reflexionan sobre la capacidad que el hombre tiene de encontrarla.  Ya tiene claro que el tema de la verdad no es una cuestión bizantina.  De la posición que se tenga ante ella puede depender y de hecho ha dependido la vida de millones de seres humanos.  La pseudo verdad del racismo sigue condenando a muerte  a todos los que tienen la desgracia de pertenecer a un grupo étnico que algunos motejan como despreciable o inferior.
Se esboza, a la luz o a la sombra de lo anterior, un desafío imperativo:  resumir el esfuerzo personal y social por arribar a las certezas de la verdad.  La verdad libera, y Dios quiere hijos y no esclavos.  Error y mentira son formas de esclavitud.  La ausencia de verdad, con mayor razón su grosera transgresión, auguran y preparan la muerte del hombre.
¿Dónde ir a buscar esas certezas?  El escenario actual no parece el más apropiado.  Nuestra época se caracteriza por el miedo, la incertidumbre, donde la única certeza, es que no hay certezas.  No es sólo el miedo a volar, a invertir, a perder el empleo.  Hay miedo incluso de vivir.  A muchos se les escaparon las certezas sobre las que solían construir sus proyectos.  La caída de la torres gemelas en Nueva York en el 2001, se parecen a la imagen de la torre de Babel:  la fuerza humana es incapaz de levantar una construcción que llegue al cielo y subsista.  Con dolor, la humanidad retoma conciencia del axioma bíblico:  “ Si el Señor no construye la casa, de nada sirve  que trabajen los constructores; si el Señor no protege la ciudad, de nada sirve que vigilen los centinelas.” (Salmo 127:1).
Todo apunta hacia Dios, generador, garante y meta de nuestras certezas.  El que creó la vida es el mismo que afirmó y probó ser la verdad.  Si su creatura predilecta, el hombre y la mujer, quedan librados a sus propias luces, ya no son o no se sienten capaz de conquistar una certeza, porque sus fundamentos colapsan y sus argumentos se autodestruyen, entonces la supervivencia humana depende de una reconquista de la fe.  La fe puede y debe suministrar esas certezas que, cual punto de apoyo, le permitirán a la humanidad de hoy vencer la incertidumbre y el pánico.  Quitémosle al hombre y la mujer la fe, y lo habremos dejado en el umbral de su aniquilamiento.
El justo por la fe vivirá.