LA
VIDA COTIDIANA DE UN ESTUDIANTE EN LA UNIVERSIDAD CATOLICA DE
LOVAINA LA NUEVA
Víctor
Rey
LA
UNIVERSIDAD
Tuve
el privilegio de estudiar en una de las universidades más
prestigiosas del mundo y una de la más antigua en el ámbito
académico, entre los años 1991 a 1993. En esa oportunidad obtuve
mi master en Comunicación Social. Esta experiencia me permitió
compartir con estudiantes venidos de casi todo el mundo y disfrutar
de la vivir junto a mi familia en esta ciudad que es una de la más
nueva fundada en el mundo. El 2 de febrero de 1971 el rey Balduino de
Bélgica colocó la primera piedra de lo que sería la ciudad
universitaria de Lovaina la Nueva.
La
“Universitas Lovainensis” fue creada por edicto del Papa Martín
V en el año de 1425. En aquel entonces Europa superaba el Cisma de
Occidente, mientras Inglaterra y Francia se batían en la Guerra de
los Cien Años. Hacía algo menos de dos siglos que se habían
creado las primeras universidades, pero faltaban todavía veinte años
para que Guttemberg inventara la imprenta y más de seis décadas
para que el genovés Cristóbal Colón confundiera una isla caribeña
con la costa india.
Casi
seis siglos de vida son tiempo suficiente para que ocurran muchas
cosas. Por los claustros de la Universidad circularon Erasmo de
Rotterdam (ocupado por entonces en su Elogio a la Locura) y el
célebre Jansenius. Un obispo acusado de herejía cuyos seguidores
pasaron a la historia como matemáticos y linguistas. También
Mercator, Vésale, Vives, Lemaitre, entre otros. En los
convulsionados años que siguieron a la Revolución francesa, la por
entonces tricentenaria Universidad de Lovaina fue clausurada y no
volvió a abrir sus puertas hasta que los belgas conquistaron su
independencia. En 1834 la institución es reabierta y funciona
durante algo más de un siglo como una universidad bilingüe en donde
confluyen la Bélgica francófona y la Bélgica flamenca.
El
primero de julio de 1970 se pone en práctica una reestructuración
que da lugar a la aparición de dos nuevas universidades: la
Université Catholique de Louvain (UCL), de expresión francesa, con
su asiento principal en la ciudad de Louvain-La Neuve (a escasos
kilómetros de Bruselas) y la Katholieke Universitet te Leuven (KUL),
de expresión flamenca ubicada en la antigua sede de Leuven.
La
Université Catholique de Louvain consta de 10 facultades,
renombrados institutos superiores de filosofía, teología y
sociología. Varios centros, servicios e institutos y una decena de
bibliotecas descentralizadas. Su estudiantado reúne algo menos de
25.000 personas, de las cuales una sexta parte proviene del
extranjero. Considerando conjuntamente los diplomas intermedios y
terminales, la Universidad tiene en la actualidad una oferta de
aproximadamente, 350 títulos diferentes. La Universidad Católica
de Lovaina cuenta con más de 150.000 diplomas distribuidos en el
mundo entero.
LA CIUDAD
Louvain-la-Neuve es una
ciudad única en el mundo. Situada en el corazón de la antigua
región de Brabante, Louvain-la-Neuve es la más joven ciudad europea
y la primera ciudad construida en Bélgica desde el siglo XVII. Se
encuentra a 30 kilómetros de Bruselas y su población es de 23.000
habitantes, distribuidos en 700 hectáreas
Su
origen tiene que ver con las peculiaridades linguisticas de un país
como Bélgica, que encierra en sus escasos 30.000 kilómetros
cuadrados unos doce millones de habitantes y dos grandes comunidades
linguísticas: los valones que son francófonos y los flamencos que
son neerlandófonos.
Hasta
el año 1968 la antigua Universidad de Lovaina funcionó en el
territorio flamenco, en la vieja ciudad de Leuven. Sin embargo, un
agravamiento del tradicional conflicto lingüístico entre ambas
comunidades condujo a una separación de la sección flamenca y la
sección francófona, con la consecuente mudanza de esta última. La
Université Catholique de Louvain encontró su nuevo hogar unos 30
kilómetros al sur, junto a la villa de Ottignies: un poblado pequeño
pero un importante nudo ferroviario. En ese lugar, el 2 de febrero
de 1971 el Rey Balduino pone la primera piedra fundamental de lo que
será Louvain-La-Neuve. En octubre de 1972 la ciudad recibe sus
primeros habitantes, constituidos por un grupo de estudiantes de
ingeniería.
Louvain-La-Neuve
ha sido concebida no sólo como campus universitario sino también
como centro urbano, inspirándose en las antiguas ciudades
medievales. Cuatro barrios- cada uno de ellos situado sobre una de
las colinas que dominan el pequeño valle de la Malaise- recuerdan
los nombres de las granjas sobre cuyos terrenos se construyó la
ciudad. Sus hermosos cascos de estilo brabanzón se conservan y han
sido reciclados para ser centros de actividades locales y
universitarias. Los cuatro barrios (Hocaille, Biéreau, Bruyéres y
Lauzelle) confluyen hacia el centro de la ciudad, concebido como
lugar de encuentro y animación. El centro está a una altura de
tres pisos, levantándose sobre el valle como un puente que une los
barrios. Debajo se sitúan los estacionamientos y una estación de
trenes subterránea ubicada bajo el edificio central de la
Universidad- Les Halles- que es la principal construcción del centro
de la ciudad.
Toda
la arquitectura lovainense- siempre coloreada en las gamas naranjas
del ladrillo y las negras de los techos de pizarra- ha sido puesta al
servicio de una concepción urbanística inspirada en las ciudades
medievales, guardando siempre una escala humana. Calles estrechas
(cuyos nombres recuerdan a pensadores y poetas), pequeñas plazas,
escalinatas, constituyen una planta filigranada y compleja, a veces
tortuosa para el recién llegado, pero juguetona y hasta amistosa
para el peatón- el verdadero privilegiado de su urbanismo- que
comienza a conocer sus quiebres, y se dispones a intimar con la
ciudad más joven de la vieja Europa.
LA VIDA
Vivir
en Lovaina-La-Nueva se asemeja mucho a viajar a través del tiempo.
Los hábitos y rutinas de esa ciudad pequeña. Por cuyas calles
intrincadas apenas circulan autos y en donde casi todo habitante
tiene algún punto de contacto con la Universidad que es su centro,
recuerdan en -efecto- a la vida cotidiana de las ciudades
universitarias del medioevo.
Los
parecidos empiezan a descubrirse desde el momento mismo de la
llegada: la pequeña escala en que se mantiene la arquitectura, el
dominio del ladrillo y de los techos empinados, el denso tejido de
calles, pasajes, plazas y espacios verdes que se mezclan con las
construcciones, reproducen el clima de una ciudad nordeuropea de los
siglos XIV o XV. Sin embargo, estas semejanzas se hacen todavía más
palpables cuando se descubre que, tal como ocurría hace quinientos
años, toda la ciudad respira al ritmo de la vida universitaria.
El
centro de la ciudad está definitivamente marcado por la presencia de
los estudiantes. Negocios, escuelas para todas las edades,
bibliotecas, mediatecas, oficinas de la Universidad, multicines,
teatros, museos, piscinas, complejos deportivos, un lago artificial,
decenas de bares donde se toma cerveza en grandes cantidades, son los
territorios habituales de los grupos desordenados y bulliciosos que
para nada recuerdan a la ordenada y tranquila Bélgica que sigue su
vida a pocos kilómetros de distancia. La vida cotidiana de los
estudiantes, que abandonan sus familias para residir durante todo el
año lectivo en la ciudad universitaria, recrea (en parte
inconcientemente, en parte de modo deliberado) el folklore de
Francois Villon y los goliardos. En efecto, los cursos y períodos
de exámenes se alternan con las fiestas, las competencias, o la
actividad de los clubes que reúnen a gente extremadamente diversa en
torno a alguna pasión común (que puede ir desde la música hasta
los “comics”, ese orgullo nacional de los belgas).
Los
estudiantes pueden alquilar apartamentos, pequeñas casas o
“estudios”, pero sobre todo prefieren los “apartamentos
comunitarios”. En este último caso, un número de estudiantes que
puede oscilar entre ocho y los quince comparte un gran apartamento
que tiene en común una cocina, un comedor común y una serie de
baños. Los “apartamentos comunitarios” reúnen con frecuencia a
una población convocada en torno a un interés concreto. Existen
así “comunitarios” (o “kots” en la jerga lovainense) de
cinéfilos, de amantes de la música coral o de entusiastas de la
bicicleta, que agregan su nota particular a la vida social de la
ciudad.
Si
se sale del centro, la vida bulliciosa de los estudiantes tiende a
amortiguarse para dar lugar a barrios más tranquilos, familiares, de
casas con jardín, en donde suelen vivir los profesores,
funcionarios, o simples habitantes que han elegido vivir en
Lovaina-La-Nueva. Los traslados desde estos barrios hasta el centro
se realizan a pie o en bicicleta. El auto es un artículo de poco
uso al interior de la ciudad.
Los
tiempos de la ciudad son, a lo largo de todo el año, los tiempos de
la propia Universidad. Al principio del año académico se realiza
la fiesta de iniciación de los cursos, que incluye un “cortejo”
en el que desfila toda la comunidad académica. Cuando los cursos
terminan, en cambio, o también durante los fines de semana, la
ciudad prácticamente se vacía, quedando a disposición de la
población estable.
Como
toda ciudad o villa europea, Lovaina-La-Nueva, tiene también su gran
fiesta anual. Una carrera de bicicletas: “Las veinticuatro horas
de velo”. En efecto, una vez al año se realiza en
Lovaina-La-Nueva una competencia que consiste en una carrera de
veinticuatro horas alrededor de la ciudad, en donde se enfrenta una
multitud de equipos de ciclistas. Durante esos días confluyen en
Lovaina-La-Nueva jóvenes universitarios de toda Bélgica y de
diferentes países de Europa. La ciudad ve crecer en cuestión de
horas una enorme cantidad de carpas y de puestos de ventas de comidas
y bebidas, mientras las calles son cortadas por grandes fardos de
paja que marcan la ruta a seguir por los competidores. La carrera se
realiza sin interrupciones durante veinticuatro horas, y durante todo
ese tiempo el público sigue los esfuerzos de su equipo favorito.
Para combatir el cansancio y el frío se organizan algunas
competencias paralelas (por ejemplo, el premio a la bicicleta más
original y rara) al mismo tiempo que se da cuenta de enormes
cantidades de cerveza.
En
este marco de intensa vida social, de tradiciones muy vivas y de
fuerte identidad local, se desarrolla la estadía de los estudiantes.
En general, todos los estudiantes siguen cursos durante las mañanas
y las horas siguientes del mediodía. A las cuatro de la tarde
(prácticamente de noche, si es invierno) se terminan los cursos,
quedando el resto del tiempo a disposición del estudiante. En
general se estudia en la propia casa o en las bibliotecas, aunque los
que realizan estudios de maestría y doctorados, suelen dispones de
oficinas particulares. Por la noche se hace vida familiar o se
asiste al teatro, al cine, a los centros deportivos, a los clubes o a
los bares. Según el momento del año, la vida social se puede
extender hasta tarde en la noche o, si es tiempo de exámenes, se
puede volver casi inexistente.
La
relación con la Universidad variará según las características de
cada estudiante. Si se trata de un alumno que recién inicia sus
estudios universitarios, lo más probable es que deba cursar un alto
número de materias y que mantenga vínculos relativamente distantes
con el cuerpo de profesores. Si, en cambio, se trata de estudios de
post grado, el número de cursos se reduce radicalmente y se
estrechan las relaciones de tipo personal con los docentes. En
cualquiera de los casos, el estudiante se ve enfrentado a un etilo de
vida universitario distinto al que estamos acostumbrado en América
Latina, en el que se verá profundamente inmerso durante los años
que dure su estadía.