domingo, 4 de diciembre de 2022

¡Qué Viva Quito! 488 años de su fundación

                                                                                 


 

EN EL ANIVERSARIO 488 DE LA FUNDACIÓN DE ESTA BELLA CIUDAD ¡QUE VIVA QUITO!

 

Víctor Rey

 

“Uno no es de donde nace sino de donde quiere vivir y yo quiero vivir y morir en Quito” (VR)

 

“Soy un ecuatoriano por opción, un quiteño por adopción y un latinoamericano por vocación” (VR)

 

La primera vez que pasé por Quito fue a fines del año 1980.  Con tres amigos chilenos viajamos por bus desde Chile a Colombia para participar en un seminario de capacitación en Bogotá. Allá en Colombia un amigo ecuatoriano me preguntó que me había parecido Quito.  La verdad es que no supe contestar ya que en un viaje tan largo solo quería llegar pronto al destino.  Al regreso de ese evento decidí poner atención y fijarme más en esta ciudad y sus detalles. Realmente me impresionó y lamenté no tener tiempo para conocerla mejor.  La vida me dio la oportunidad de visitar Quito y el privilegio de vivir por ocho años en esta bella ciudad. Creo que soy afortunado, ya que vivir rodeado de montañas verdes, donde amanece a las seis de la mañana con un sol radiante y donde la temperatura es primaveral todo el año es algo maravilloso.  Por esta razón ahora que se cumplen 483 años de su fundación, por Sebastián de Benalcázar en 1534,  comparto la riqueza de esta urbe moderna y tradicional, rica en cultura, historia, y arte,  invitándolos a visitarla y caminar pos sus calles y sus 25 parques que están a vuestra disposición.  También para saborear su rica gastronomía y disfrutar de la cálida amistad del quiteño. Dice un dicho que uno no es de donde nace sino de donde quiere morir.  Yo digo que uno no es de donde nace sino de donde quiere vivir y yo quiero vivir en Quito.

 

Quito, Patrimonio Cultural de la Humanidad, está rodeada de valles y escoltada por hermosos volcanes activos. Desde la mitad del mundo, Quito resplandece con el cielo más azul del equinoccio y con su gente amable y trabajadora; es el centro del mundo de la cultura y de la libertad. “Quito Ciudad Convento” o “Claustro de América”, “Relicario de Arte en América”, “Quito Luz de América”, “Capital Iberoamericana de la Cultura” “Carita de Dios”, son algunos de los títulos que le han llevado a esta bella y franciscana ciudad a ser la capital más hermosa de América Latina.

 

Quito es una ciudad donde los matices coloniales de su centro histórico contrastan con sus modernos edificios del presente. Un lugar que guarda los enigmas de una historia milenaria, la magnífica herencia del encuentro de dos mundos y los secretos de la cultura del mestizaje que lo llevaron a convertirse, el 8 de septiembre de 1978, en la primera ciudad Patrimonio Cultural de la Humanidad, que posee el perímetro más amplio de arquitectura colonial de América Latina. La Plaza de la Independencia, también llamada “Plaza Grande” sigue representando el corazón fundamental de la capital ecuatoriana como en tiempos de la colonia, está flanqueada por la casa de Gobierno o Palacio de Carondelet, el Palacio Arzobispal, la Catedral Metropolitana y el Palacio Municipal.

En el Centro Histórico existen detalles muy llamativos que se han mantenido por más de 500 años y que reflejan el alma de la ciudad, como la Calle de las Siete Cruces, la Cuesta del Suspiro, el Arco de la Reina, la Plaza de San Francisco, La Ronda o la Calle de los Milagros, porque no es solo una exposición monumental, sino una estructura viva, donde la modernidad no ha anulado las formas tradicionales de ser de los quiteños, alegres, dicharacheros, ingeniosos, generosos y amantes de reunirse en una esquina para cumplir con un ritual básico de la vida en comunidad.

El barrio La Ronda es en uno de los sectores más emblemáticos del Centro Histórico de Quito. Fue el corazón bohemio de esa zona de la ciudad a mediados del siglo XX; en su estrecha calle encontrará restaurantes, bares, cafetines poetas, músicos, que se contrastan con la modernidad de la zona norte, un escenario cosmopolita con variedad de atractivos como el sector de La Mariscal y la Plaza Foch, donde se concentran los servicios turísticos como hoteles, hostales, restaurantes o locales para la diversión y la gastronomía.

Las calles quiteñas aún conservan su peculiar y sinuoso trazado, en donde los visitantes perciben la nostalgia de sus tradiciones y reviven los fantásticos efectos de sus leyendas que dan un toque virtuoso y mágico a Quito, que mantiene viva su expresión cultural y arquitectónica sin que los efectos de la modernidad le hicieran cambiar.

Otro factor de gran atractivo y que le brinda el sello peculiar a esta ciudad constituye el volcán Pichincha, en cuyas agrestes faldas se extiende la ciudad, dando la impresión de cobijarse entre los muros de este coloso natural, que además concentra un gran significado histórico para el país, pues allí, en 1822, se libró la batalla de la Independencia.

El Museo de la Ciudad, el Centro Cultural Metropolitano, el Convento de San Agustín, la Capilla Sixtina, el Museo Nacional de Arte Contemporáneo, el Museo de Cera, entre otros, son sitios indispensables para nutrirse de la historia y la cultura de la ciudad.

Quito también es dueña de algunas de las más importantes joyas de la arquitectura colonial, donde predomina el estilo de arte barroco, una herencia iberoamericana en la cual se combinan temas y tonos propios de la región andina con la influencia artística europea: rostros indígenas, paisajes autóctonos, colores brillantes, animales como llamas o cuyes, íconos como el sol para los incas, entre otros elementos, que configuraron un mestizaje dando lugar a lo que se conoce como la corriente del “barroco quiteño”, que contó incluso con su propia escuela de artes y oficios, conocida como la “Escuela Quiteña”.

Si el turista quiere conocer el arte barroco debe visitar la Compañía de Jesús que constituye una de las obras más significativas y más bellas de la arquitectura suramericana, y por lo tanto constituye uno de las mayores obras de dicha corriente estética en el mundo. Su fachada es muy bien decorada y elegante, por dentro el templo es impresionante, al levantarse todo cubierto de oro. La Compañía es una joya del pasado que permanece intacta en el presente.

Pero si al viajero le gustan las leyendas nada mejor que visitar la iglesia de San Diego para conocer la leyenda del “Padre Almeida” o la Iglesia de San Francisco, para conocer la leyenda de “Cantuña”.

También puede visitar la iglesia de la Catedral, fundada originalmente en 1535, ya que posee una mezcla de varios estilos como Barroco, Mudéjar, Rococó, Neogótico y Neoclásico; mientras que en el interior de la Iglesia de Santo Domingo se encuentran valiosas estructuras. Una de las joyas barrocas que se cuida celosamente en esta iglesia es la Capilla del Rosario, que constituye una obra significativa de la arquitectura quiteña.

Para intentar comprender esta encantadora ciudad de extremos, conviene subir a uno de sus lugares más tradicionales: el Cerro del Panecillo, mirador a 3.000 metros de altitud desde donde se contempla, inmensa y complicada, la extensión capitalina, con su casco antiguo agazapado bajo sus tejas coloradas entre esta loma y el parque de La Alameda, y rodeado por inmensos barrios nuevos surcados por anchas avenidas.

Pero si quiere dominar todo el panorama y admirar la ciudad, los valles y la Avenida de los Volcanes, denominada así, por el infatigable geógrafo y científico alemán, Alexander Von Humbolt, que llegó al Ecuador, en 1812, nada mejor que subir al Teléferico ubicado a 4.050 msnm.

El Quito moderno se forja en los años 50 del siglo XX, cuando la avenida Colón deja de ser el límite de la ciudad y se consolidan los barrios de La Mariscal y cuando se construye el Aeropuerto Internacional Mariscal Sucre y el Estadio Olímpico Atahualpa. Para algunos historiadores esto fue lo que “jaló” a la ciudad hacia el norte. Poco a poco se extendieron hacia el norte las avenidas Seis de Diciembre, Diez de Agosto, Amazonas y Eloy Alfaro, alrededor de las cuales surgieron grandes urbanizaciones, edificios y espacios para la diversión, como el parque La Carolina.

La ciudad continuó su crecimiento hacia el norte durante los años 70, que coinciden con el llamado “boom petrolero”. Se acelera la construcción de viviendas, edificios, centros comerciales, locales de diversión y entretenimiento. Y lo que solo era un espacio residencial se convierte en la zona del “boom comercial”.

También se encuentra el barrio La Mariscal, donde no solo se concentran los servicios turísticos sino que conserva las mansiones del siglo XX que se han convertido en hoteles, hostales, restaurantes o locales para la diversión y la gastronomía. El corazón de ese barrio capitalino es la plaza El Quinde conocida como la plaza Foch, un lugar de encuentro y disfrute culturales y gastronómicos.

Quito es una de esas ciudades que pueden hechizar y conquistar el errante corazón del viajero en busca de visiones para la memoria de su retina; pero también es un laberinto de sensaciones donde cada uno debe encontrar su rincón favorito.

lunes, 28 de noviembre de 2022

1 de diciembre 87 años de Woody Allen

                                                                                 


 

87 años con  Woody Allen

“En realidad prefiero la ciencia a la religión.  Si me dan a escoger entre Dios y el aire acondicionado, me quedo con el aire.”  (Woody Allen)

Víctor Rey

La primera película que vi de Woody Allen fue por allá por 1975  en el cine de la Universidad de Concepción.  Inmediatamente me atrajo este director-actor multifacético que combinaba el humor, la reflexión psicológica, la religión, la relación de pareja, la crítica a la sociedad contemporánea, y la filosofía como en La última noche de Boris Grushenko (1975), se suceden diálogos tipo: "Todos los hombres son mortales. Sócrates era mortal. Por tanto, todos los hombres son Sócrates. Lo que significa que todos los hombres son homosexuales".

De esa época también se incluyen El dormilón (1973), Bananas (1971), censurada en varios países en su momento por su contenido político -Allen interpreta al líder revolucionario de una imaginaria república suramericana-, y Todo lo que siempre quiso saber sobre el sexo (y nunca se atrevió a preguntar) (1972), estrenada con retraso, por la censura de nuevo. Podrá conocer también sus guiones e interpretaciones de sí mismo en películas como la muy premiada Annie Hall (1977), con cuatro oscares: al mejor guión original, mejor director, mejor película y mejor actriz principal (Diane Keaton); y Hanna y sus hermanas (1986), también galardonada con tres estatuillas de Hollywood: guion, actor secundario (Michael Caine) y actriz secundaria (Diane Wiest).

También sus películas más de culto, Sombras y niebla (1992) e Interiores (1978), inspiradas en sus idolatrados cineastas europeos Fellini y Bergman. También se destacan en el cineasta Allen con todas sus obsesiones y en su constante viaje entre la comedia y el drama, sus eternas dudas, risas e incertidumbres en Delitos y faltas (1989), con la culpa como gran protagonista, o Alice (1990), donde Mia Farrow es una excusa para tratar la personalidad femenina.

Zelig (1983) o La rosa púrpura de El Cairo (1985) son otros de los títulos  que nos acercan al multifacético y premiado Allen.

En España lo admiran tanto, que el Ayuntamiento de la ciudad  de Oviedo le han construido una escultura en bronce, 15 centímetros más alta que él, realizada por el artista asturiano Santarúa. "Es como yo, ha captado mi angustia vital", dijo, atónito, el cineasta cuando conoció su réplica en bronce. Su otro yo, al que todas las noches le roban las gafas, rememora los paseos del cineasta por la ciudad "deliciosa, exótica, bella y peatonalizada" que piropeó Allen, quien, con "su irónica sensibilidad", dijo el jurado, "ha establecido un puente de unión entre las cinematografías americana y europea, en beneficio de ambas".

Su vida ha estado permanentemente desenfocada. Se empeñó en ser artista y de culto, se le metió en la cabeza escribir historias raras y jugar con los tabúes de una manera un tanto malabar, cambiarse el nombre y elegir uno más en concordancia con su espíritu de clown que de rabino. Así fue como Allen Stewart Konigsberg pasó a ser Woody Allen, el icono que en lugar de calmarnos los males nos los evidencia, si no con un ataque de hipocondría histérico, desnudándonos las vergüenzas con retratos descarnados de la especie, con ese sistema milimétrico de trabajo que tiene, y que alterna magistralmente el drama y la tragedia con su don innato para la comedia.

Por ambos caminos, por el trágico y el cómico, Allen ha conseguido su sueño, aunque éste delate un aspecto más de su estado de traspié permanente: "Por fin soy un cineasta europeo". Sus tres últimos títulos componen la etapa londinense. En Match Point y en Cassandra's dream ha desarrollado la tragedia de aroma shakesperiano, mientras que en Scoop, ha dado rienda suelta a su vena cómica para contar la historia de un periodista que hace un alto en el camino en su viaje al otro mundo y regatea a la muerte para dar una exclusiva, de la que se entera después de su entierro, a una joven colega que debe aprovecharla. En la refrescante Scoop, todo un catálogo satírico sobre los tics británicos más dignos de guasa, vuelve a aparecer Allen como actor -interpretando a un mago- junto a la bellísima Scarlett Johansson. La actriz, en pleno auge de su carrera, le ha cogido gusto al estilo Allen y repite con el director después de su arrebatadora aparición en Match Point. Ambos se entienden bien. "Me apetecía hacer una comedia con Scarlett", asegura el cineasta.

Antes de comenzar su etapa londinense, Allen hizo dos películas más con productores independientes en Estados Unidos. Una de ellas, Melinda y Melinda, fue una auténtica vuelta de tuerca en su carrera. La historia de dos mujeres idénticas, una de ellas muy feliz y otra tremendamente desgraciada, representaba un alucinante desnudo creativo arriesgado, un experimento del que está orgulloso y que presagiaba la obra maestra posterior, la genial Match Point; otra etapa, otro camino que además le saca de donde no había salido en décadas. "Melinda y Melinda lleva dentro lo que para mí es una batalla creativa constante entre la comedia y la tragedia". Pero no es la única dicotomía que todavía no ha resuelto. Otra es su identidad. Quizá por eso, su fascinación va en aumento, porque a los 77 años sigue sin encontrar respuestas. "Le decía que he conseguido lo que soñé, ser un cineasta europeo. Pero yo me siento al tiempo muy norteamericano. Me gustan los Hermanos Marx, el béisbol y el baloncesto, y también el jazz".

Esa contradicción, otro de sus aspectos desenfocados, le convierte en una especie de marciano universal que nos observa y nos retrata con una precisión de rayo extraterrestre, a la altura de otros genios que él admira y que persigue, como Fellini o Ingmar Bergman -en Scoop hay un homenaje a El séptimo sello nada más empezar, cuando un muerto quiere sobornar a la dama de la guadaña-, o como Luis Buñuel, que también fue genial en su exilio mexicano. "Les admiro porque su arte es universal. La gente es la gente, y puedes hacer Match Point en Nueva York, en Londres y en París. Al fin y al cabo, las personas de hoy no son tan diferentes; sobre todo en las grandes ciudades, que tienen teatros, restaurantes, museos, donde viven a toda velocidad, son cosmopolitas, sofisticadas, como en Barcelona. Por eso intento que mis historias cuadren en todas partes".

Los grandes honores, los merecidos reconocimientos, no se crean que alteran mucho la forma de vida tranquila y alejada de los bullicios que lleva Woody Allen desde siempre en Manhattan, esa isla que él ha retratado como un pintor expresionista y un poeta, como un escritor y un psicoanalista con habilidades para las descripciones sutiles, convirtiendo su ciudad en un fetiche y en una especie de meca para sus admiradores. Le cuesta vivir sin los lugares a los que acude regularmente, sus templos favoritos: "El Madison Square Garden, donde voy a ver el baloncesto; Central Park, el West Village [donde Allen, de joven, se ganaba la vida como cómico en los bares], la avenida Madison”.

Sea como sea, en Nueva York y fuera de allí, él siempre se ha sentido borroso, como ese personaje suyo que interpretaba Robin Williams en Desmontando a Harry, un poco fuera de lugar y como de otra época, fantasmal. "Todo el mundo que conozco desea haber vivido en otro tiempo y ser otra cosa de la que realmente es. Yo ahora pienso que hubiera sido un gran novelista en otro siglo", dice el artista, sin que ese hecho tampoco parezca que le preocupe mucho.

Su estilo no es de esta época tampoco.  El cine que hace, para que se comprenda bien la auténtica dimensión que lleva encima, hay que verlo más de una vez.  “Entiendo eso, asumo que mis películas son muy densas.  Tienen mucho diálogo, los personajes son auténticos neuróticos, las relaciones entre todos son muy complicadas”, afirma.  Es algo que ha tenido presente y que le ha marcado desde siempre o más, desde que pasó de sus hilarantes películas de gags y parodia, las de la primera época de Toma el Dinero y Core, Bananas, El Dormilón o La Ultima Noche de Boris Grshenko, hasta la segunda etapa de su carrera, con Annie Hall y Manhattan, junto a esas películas de sombra oscura, como Interiores, Septiembre y Otra Mujer, y aquellas en las alcanza el climax de su estilo, como en Hannah y sus Hermanas o Maridos y Mujeres, para después renegar un poco de si mismo y buscar algo más en la mezcla de géneros, algo en lo que deslumbra y fascina con filmes como Balas Sobre Brodway; la tiernisima y desarmante Poderosa Afrodita, donde, donde juega con el teatro griego, o la gamberra adaptación de su estilo al mundo del musical, en todos dicn I love you.

Se acaba de estrenar su última película en Argentina y en solo cuatro días 150.000 espectadores vieron Blue Jasmine.  Este film se inscribe en la línea de volver a su venerado Ingmar Bergman.

Si en Interiores, la crisis de un matrimonio maduro pone en cuestión los valores de las tres hijas adultas, en Septiembre, a lo largo de un fin de semana en una casa de campo, el reencuentro de una madre avasallante con una hija apocada, desnudará un secreto guardado por años.  La verdad tan temida se cuela por resquicios inesperados en La Otra Mujer.  Alguien escucha lo que no debe y comprueba que su delicado equilibrio se derrumba.  La protagonista de Blue Jasmine es hora Cate Blanchett, una mujer de fortuna perteneciente a la clase alta neoyorkina, quien de pronto deberá enfrentar su bancarrota y el fracaso de su matrimonio.

En Crímenes y Pecados, Allen va más allá.  Se encarga de mostrarnos que en la vida real un asesinato puede quedar impune.  Un célebre oftalmólogo, apremiado por su amante embarazada que amenaza con contarle todo a su esposa, contrata a un matón para que la despache.  Nadie lo descubre y el profesional sigue su vida como si tal cosa.  Antes, en diálogo con el personaje de Woody – un cineasta que pierde en todos los frentes- le ha subrayado que en la vida de todos los días, no llega la caballería para ordenar los tantos como en el cine.

Más de una vez, Allen ha apelado a la magia (Alice, Sombras y Niebla) para preservar a sus criaturas o a esa magia que es el cine, como En la Rosa Púrpura del Cairo. Más allá de sus travesuras habituales, cuando Woody Allen deja por un momento ese muñeco neurótico que le sale tan fácil y se sitúa detrás de la cámara para hablar en otro registro, lo que de veras muestra es el paraíso perdido y un entorno que no conoce la piedad.

Jasmine vuela de Nueva York a San Francisco y esas idas y venidas se narran también como un viaje en el tiempo.  En el transcurso de ese itinerario la protagonista cambia y nadie mejor que Cate Blanchett para denotar esas inquietantes mutaciones.  Es fácil asociar el cine de Allen con la comedia.  Pero, en realidad, todo lo que expone en sus deliciosos divertimentos, es muy serio y va al fondo de la condición humana.  Cuando abandona la sonrisa, claro, se nota más.

Recomiendo ver de vez en cuando alguna de sus películas de este genio y comprobar lo actual que son y como no cuestionan el estilo de vida y  las complicaciones de la sociedad contemporánea. Ayudan a la reflexión y a la acción.

lunes, 14 de noviembre de 2022

17 de Noviembre Día Mundial de la Filosofía

                                                                                   


 

¿PARA QUE SIRVE LA FILOSOFÍA?

Víctor Rey

“Puede parecer que hoy, cuando la ciencia ocupa la primacía en el conocimiento, la filosofía es algo superado; pero la filosofía toca lo esencial del ser humano y está constantemente actualizándose; la filosofía desarrolla el pensamiento crítico, reflexivo, analítico, con una visión ética y orientación moral que proporciona recursos para vivir mejor a título individual; pero también sirve para reunificar el conocimiento, porque el saber está cada vez más parcelado y especializado y la filosofía, por su carácter multidisciplinar, es como la madre de todas las ciencias, es la que aporta conceptos para fomentar el diálogo y los vínculos entre el arte, la religión, la biología, la tecnología, etcétera”, respondía hace algún tiempo Joan Méndez, profesor de filosofía en el colegio San Juan Bosco de Barcelona. Otros muchos filósofos, humanistas y científicos aseguran que la filosofía tiene un papel fundamental en la sociedad de hoy y muchísimo que aportar al avance de las investigaciones científicas, tanto por la vía de fundamentar el conocimiento como abriendo la puerta a determinadas formas de investigación y programas de tecnología como la inteligencia artificial.

A menudo se acostumbra a pensar que hablar de filosofía es hablar del ser, del alma, del sentido de la vida, del bien y del mal, de la moral; en definitiva, de conceptos muy abstractos. Pero cuando se hojea el último libro de quien está considerado como el filósofo francés contemporáneo más relevante a escala europea uno ve que reflexiona sobre los domingos, la fiestas de Navidad o Semana Santa, la moda, las vacaciones, los padres, los celos, las estaciones o la inmigración. Los artículos de André Comte-Sponville recogidos en El placer de vivir (Paidós) versan en su mayoría sobre la vida cotidiana actual, pero en ellos no faltan referencias a Platón, Spinoza, Santo Tomás, Epicuro, MontaigneKant, Séneca... ¿Qué tienen que ver pensadores que vivieron hace cientos, cuando no miles, de años con los problemas o la visión del mundo de hoy? “De los filósofos clásicos podemos aprender, por ejemplo, que la vida es difícil; nos permiten entender que las dificultades que hoy afrontamos no son consecuencia de la crisis de la que tanto se habla; que desde que existe la humanidad la vida ha sido difícil y que la felicidad no es tener una vida fácil, sino que amar la vida es amar también sus dificultades”, responde Comte-Sponville. Y recuerda que Spinoza (1632-1677) dijo que no se desea algo porque se juzgue bueno, sino que se juzga bueno porque se desea “y nosotros no amamos la vida porque sea buena o fácil, la amamos porque la deseamos y juzgamos que es buena para nosotros”.

En cualquier momento y a cualquier edad 
Como Comte-Sponville, otros filósofos y especialistas en la materia enfatizan que una de las utilidades de la filosofía es contribuir a la reflexión sobre los grandes problemas de la actualidad, tanto en el ámbito individual como en el colectivo. 
Javier Echegoyen Olleta, profesor de Filosofía, asegura que la filosofía tiene mucho que decir sobre la ecología, los derechos humanos, los derechos de los animales, los riesgos de la ingeniería genética, la interculturalidad, el sistema productivo o nuevas formas de participación ciudadana. Pero su contribución tampoco acaba ahí. Jorge Úbeda, que fue director académico de la Escuela de Filosofía de Madrid, considera que hay tres grandes aportaciones que hacen que la filosofía tenga sentido en cualquier momento y pueda interesar a cualquier edad. “En primer lugar, sirve para entender fenómenos de la vida social, política y económica para los que las ciencias no tienen una respuesta clara; en segundo lugar, permite tomar distancia de la realidad para someterla a examen, a crítica, y pensar qué puede hacer uno, cómo puede ejercer su libertad y responsabilidad; y, por último, la filosofía nos enseña a hablar de otra manera, de forma racional y argumentada, a escuchar los argumentos del otro y a estar dispuestos a modificar el propio punto de vista si fuera necesario”, resume.

Sea por estas u otras razones, lo cierto es que la demanda de estudios y actividades relacionadas con el pensamiento filosófico no para de crecer. Según Úbeda, hay tres momentos del pensamiento filosófico que acostumbran a concentrar el interés: “De la filosofía griega interesa sobre todo la figura de Sócrates -sus diálogos sobre la democracia ateniense y cómo organizarse mejor políticamente-, el relativismo, los sofistas y Platón, porque nos proyectamos en esa época; pero también el hedonismo y el escepticismo; un segundo gran centro de interés es la Ilustración, porque es el inicio del estado moderno, del progreso de la humanidad y el momento en que surgen las ideas que han regido el mundo hasta hoy; y, por último, interesa la postmodernidad, el relativismo y el pensamiento débil”.

Y si en Chile, donde la filosofía ha sido siempre un saber bastante minoritario, algunos detectan un creciente interés por ella, en otros países como Francia hablan directamente de su resurgir o su resurrección. En palabras en André Comte-Sponville “en la sociedad actual hay un declive de las religiones y de las grandes ideologías; basta pensar en el peso que tenía el catolicismo en Francia o en España hace sólo unas décadas, o en el peso del marxismo en los años 60 y 70; y cuanto menos religión y menos ideología tenemos, más necesitamos de la filosofía, porque hay que buscar respuestas a las preguntas que todo ser humano se hace y que antes nos venían dadas desde la religión o la ideología; dar respuesta a esas preguntas es filosofar”. 
Los filósofos y profesores de filosofía consultados aseguran que encontrar qué pensadores, clásicos o actuales, pueden darnos mejor respuesta a la vida de hoy depende de cada persona, porque hay muchas corrientes distintas y cada uno ha de encontrar la filosofía que le pueda ayudar a entenderse mejor. Comte-Sponville apunta, no obstante, que para la sociedad actual son más interesantes los pensadores menos dogmáticos, los menos religiosos y los que están más cerca de la vida cotidiana y real. De ahí que él priorice la sabiduría griega del epicureísmo y el estoicismo, y a Montaigne –“que es la filosofía menos dogmática que existe”-, y se reconozca perteneciente a la corriente materialista, no religiosa, de Epicuro, Spinoza, 
Marx y Freud.

Echegoyen opina que quienes buscan en la filosofía una orientación para vivir y respuesta a asuntos tan universales como el sufrimiento, el respeto, el riesgo o el sentido de la vida, pueden resultar útiles pensadores que siempre se han ocupado de la filosofía práctica, como Marco Aurelio, Epicteto, Epicuro, Sócrates, PlatónAristótelesNietzsche u Ortega y Gasset.

Llorenç Vallmajó Riera, profesor de Filosofía, explicaba hace algún tiempo que para sopesar la importancia que tiene la labor de los pensadores en nuestras vidas basta pensar qué nos habríamos perdido sin ella. “Sin la filosofía nos habríamos perdido lo que llamamos lógica (Aristóteles fue el primero en analizar las diferentes maneras de argumentar que tenemos los humanos, mostró las reglas de una buena deducción y nos dio las herramientas para poder construir argumentaciones con validez), y sin la lógica nos faltaría la luz racional necesaria para analizar los discursos y detectar las falacias, argumentos con sólo apariencia de validez”, ejemplificaba. Y añadía que, como toda teoría científica está guiada por procedimientos lógicos, la filosofía también ha resultado básica para el progreso científico. “Estoy pensando en el falsacionismo de Popper: nos dice que es factible demostrar que una teoría es falsa, pero nunca se puede demostrar que una teoría es verdadera; nos muestra que reconocer un error ya es un progreso, que el error puede ser fértil”, concretaba. Por otra parte, la epistemología o teoría del conocimiento ha permitido abrir nuevos caminos y esperanzas en momentos de crisis intelectual, como cuando se reconoció el error milenario de la teoría geocéntrica según la cual la Tierra era el centro y todos los astros giraban a su alrededor.

Para Vallmajó no menos importante es la aportación ética, que nos permite reflexionar sobre cómo hemos vivido. Él destaca las ideas de orden ético de Sócrates, Platón o Aristóteles, pero también de Kant, a quien debemos la distinción entre legalidad y moralidad: la Revolución Francesa era ilegal, pero ¿era moral?. Y tampoco en el ámbito de la política se estaría donde se está sin las aportaciones filosóficas. Pensemos en lo que supuso afirmar, como lo hizo Thomas Hobbes, que el poder político no deriva de Dios, sino que es fruto de un pacto o contrato social; con este reconocimiento, las personas dejaban de ser súbditos y pasaba a ser ciudadanos; o pensemos en las aportaciones de René Descartes: al afirmar que todos los hombres, por naturaleza, tienen la capacidad de razonar o de juzgar abrió o desbrozó el camino hacia la Revolución Francesa.

domingo, 30 de octubre de 2022

 



"JOAN MANUEL SERRAT: SIN UTOPÍA LA VIDA SERÍA UN ENSAYO PARA LA MUERTE"

 Víctor Rey

                      "Quieren ponerle cadenas pero,¿quién es quién le pone puertas al monte?

No pases pena,que antes que lleguen los perros, será un buen hombre

el que la encuentre y la cuide hasta que lleguen mejores días.

Sin utopía la vida sería un ensayo para la muerte".

(J.M. Serrat)

 

Es un referente obligado en la canción de autor.  A su historia ha entregado aportes fundamentales, como su obra sobre la poesía de Miguel Hernández, Rafael Alberti, Antonio Machado y Mario Benedetti.  Y títulos perfectos desde “Mediterráneo”, hasta “Utopía”, pasando por “Penélope”, “Lucía”, “Benito”, “Manuel”, entre otros. 

Joan Manuel Serrat nace el 27 de diciembre de 1943 en Barcelona, España,  en el barrio obrero de Poble Sec (Pueblo Seco) en la calle Poeta Calanyes.  Es el menor de dos hermanos.  Su padre Josep, es un catalán que se desempeñaba como chofer de taxi, mientras la madre, Angeles, oriunda  de Orgón, realizaba costuras para ayudar al presupuesto familiar.

El pequeño Joan Manuel estudia desde los tres hasta los diez años en las escuelas Pías de San Antonio, de los Padres Escolapios.  “El colegio me disgustó.  Creo que allí empezó a forjarse el “rebelde que llevo dentro” diría en cierta oportunidad.  Posteriormente continuó sus estudios en el Instituto Milá y Fontanela de Barcelona, en donde permanece hasta los trece años, edad en que se traslada como alumno interno a la Universidad Laboral de Terragona, lugar donde aprende el oficio de mecánico tornero y fresador.  Al terminar la instrucción, decide continuar sus estudios, eligiendo la profesión de Perito Agrícola.

Ya en aquel entonces le acompañaba una guitarra, de la cual comienzan a nacer sus primeras creaciones.  En 1961, junto a otros tres compañeros de estudio, forman un cuarteto, lo que fortalece la vena musical de Joan Manuel Serrat.

Quizá fue ahí cuando nació para muchos ese primer amor por su música y la poesía, por aquella magia que encerraba “Penélope”,  “Lucía” - la más bella historia de amor que tuve y que tendré- y cantar con todas las fuerzas “Mediterráneo” y “Caminante no hay camino, se hace camino al andar”.  Con “Tu nombre me sabe a yerba” y "La mujer que yo quiero" aparecerían los primeros amores, y con "Fiesta" y “Para la libertad”, las primeras luchas sociales.

A esa altura el cantante catalán se había convertido no solo en fuente inspiradora o en acompañante de amores, luchas y lecturas, sino también en un personaje que bien valía la pena descubrir.  Había que imaginarlo, cuando se negó a cantar en el festival de Eurovisión por el hecho de no aceptar que cantara en catalán, o cuando no soportó la presión que ejercía el general Franco y su régimen y decidió su autoexilio en México, y más tarde cuando decidió hacer canciones de los poemas de Miguel Hernández y Antonio Machado.

Alguna vez Joan Manuel Serrat se definió a sí mismo como “un latinoamericano nacido en Barcelona”.  Creo que no hay mejor definición y síntesis  de sus dos entornos más queridos.  Serrat es un tipo ampliamente informado sobre la vida política, deportiva, artística y cultural de cada país latinoamericano.  Ha atesorado la virtud de ser hombre de muchas patrias, sin renunciar a su condición de catalán.  Le ha sobrado inteligencia y generosidad para saber que encerrarse limita.

La historia de amores entre Serrat y América Latina se acerca ya a los 40 años.  En 1969 realizó la primera gira, que no sólo le permitió ganar el Festival de la Canción en Rio de Janeiro con la inolvidable “Penélope”, sino también hacer cantar a todo el público del  Festival de la Canción de Viña del Mar su celebre “Mediterráneo”, así  conquistó para siempre a argentinos y chilenos.  Serrat ha roto las fronteras en Latinoamérica es toda una institución, pero una institución no tradicional, algo que se identifica con lo que aflora de nuestros sentimientos.  El amor, los padres, los hijos, las novias, las personas simples y su medio ambiente, el terruño, el humor crítico a lo establecido y aparentemente inmutable, tantas cosas que no son fáciles de comprender, las cuales las hemos llorado o reído, son “Aquellas pequeñas cosas”, que forman parte de la vida.

En diciembre de 1986 el periodista Andrés Braithwaite de la revista ANALISIS le preguntó: ¿Cuándo vuelves a Chile?  La última vez se quedó mucha gente esperándote.  Joan Manuel Serrat respondió: “Hombre, agradezco mucho que se acuerden de mí, pero yo considero que el hecho de que los militares no me dejen entrar no es más una consecuencia mínima de un régimen despreciable y despreciado.  ¿Qué cuándo voy a volver?  Pues esperemos.  Con la democracia volverá mucha gente.  Entre ella, yo, a no ser que el general le dé por dejarme pasar antes.  Y, bueno, en ese caso, yo feliz de volver antes.  De cualquier forma, eso sí, prefería que mi debut coincidiera con su despedida”.

Después el cantautor catalán se iba a convertir en un símbolo de la libertad durante los regímenes militares que asolaron el Cono Sur.  En 1988, al saber que la dictadura del general Pinochet había prohibido su entrada a Chile, se introdujo en un avión y voló a Santiago, dispuesto a apoyar a los que iban a votar y apoyar la “Campaña por el NO” para el plebiscito de aquel año.  Los militares no lo dejaron entrar, ni bajarse del avión, pero Serrat logró introducir un mensaje que una emisora radial echó al viento: “Tengo que regresar a mi país.  Si hubiera podido entrar, les diría que vengo para contarles que la gente de España, como pocas veces, está sensibilizada por la lucha de su país por la recuperación de la libertad.  En las calles de España, en las casas, en el trabajo, en el bar, se siente a Chile y se identifican con Chile, porque el pueblo de España conoce su propia experiencia reciente.  Aunque solo hubiera sido por esto, ya habría valido la pena haber estado con ustedes esta mañana.  Además creo que la presencia de todos ustedes, los hombres y las mujeres que de diversos lugares del mundo se han acercado aquí para compartir sueños y luchas, pueden ayudar a esa alegría que todos esperamos y que ya viene.  Yo quiero que sepan que los estoy viendo, los escucho, que los siento y que quiero que ustedes también me vean y me sientan como uno más entre ustedes, con la seguridad de que muy pronto vamos a estar juntos, cuando Chile sea lo que siempre fue:  un país ejemplo de libertad, ejemplo de respeto mutuo y paz.  Compañeros, compañeras.  Amigos y amigas: La alegría ya viene”.

Su ilusión, que era la mayoritaria, acabó por cumplirse.  En abril de 1990, en la recién inaugurada democracia, ante un Estadio Nacional repleto y luego de 17 años de extrañamiento, Joan Manuel Serrat volvió a caminar por las “grandes alamedas, donde transita el hombre libre”, como dijera el presidente Salvador Allende, en su proclama de despedida.  Lo primero que hizo Serrat fue tomar una  guitarra prestada, visitar la cárcel de Santiago y cantar “Aquellas pequeñas cosas” y “Para la libertad” a un grupo de presos políticos, que lo escucharon en un silencio religioso.

En los últimos años Serrat ha visitado en varias oportunidades Chile.  En cada una de ellas, la comunicación con el público ha sido admirable.  Serrat es parte de la historia de Chile y de América Latina, sus canciones son parte de nosotros, de los que fuimos y somos “soñadores de pelo largo”, como el protagonista de la canción “Señora”.

domingo, 16 de octubre de 2022

James Bond cumple 60 años y celebra su día mundial

                                                                                   


 

SU NOMBRE ES BOND: JAMES BOND

Víctor Rey

Este 5 de octubre se celebra el Día Mundial de James Bond, del famoso agente secreto 007.  Este día del año 1962 se conmemora el día del estreno de la primera película (El Satánico Dr. NO), de la serie de 25 que hasta la fecha se han realizado. Durante todo este día se celebran eventos en todas partes del mundo para sus fans.  Estos consisten en exhibición de sus películas, muestras de los artilugios usados por el personaje, conciertos con la música de sus películas, exposiciones y conferencias sobre sus films y su influencia en el cine y en las artes en general.

Personalmente he visto  todas sus películas desde que era niño.  Y cada cierto tiempo vuelvo a verlas y compararlas con las nuevas versiones, con los nuevos actores.  También disfruto mucho con las bandas sonoras de sus films.

Como todo el mundo sabe, el inglés Ian Fleming, actor y escritor, fue el creador del espía más famoso y reconocido de todos los tiempos. El comandante James Bond, agente 007 del Servicio Secreto de Inteligencia Británico “con licencia para matar”, fue creado por Fleming mientras vacacionaba en Jamaica, en su casa llamada “Goldeneye”. Su nombre lo toma prestado del ornitólogo americano James Bond, autor del libro “Birds Of The West Indies”, por considerarlo masculino, simple, breve y de origen anglosajón. El ornitólogo le devolvió el favor utilizando el nombre del escritor para denominar una especie rara de pájaros jamaiquinos.

Por otra parte, el origen del número 007 tiene varias teorías. Una dice que el prefijo 00 se le daba a documentos del Whitehall que Ian Fleming veía todos los días mientras trabajaba para la División de Inteligencia Naval. Otra es la que dice que el Duque de Marlborough, John Churchill (el antepasado de), utilizaba el código 00 para los espías que trabajaban para él en la Guerra de Sucesión Española.

Por último, el número también es atribuido a John Dee, considerado el primer espía inglés, que estuvo al servicio de la Reina Isabel I. Se lo conocía por el número 007 cuando trabajaba para la inteligencia británica: el doble cero simulaba dos ojos (que quería decir que el mensaje era “sólo para sus ojos”) y el 7 se añadía como referencia al número de la suerte. La primera novela en la que aparece el espía es “Casino Royale”, publicada el 13 de abril de 1953, y automáticamente se convirtió en un éxito. Fleming escribiría doce novelas más y nueve novelas cortas sobre el agente secreto hasta su muerte en 1964.

James Bond también tuvo su versión en cómics en una tira que salía en el diario Daily Express con dibujos de John McLusky y luego de Yaroslav Horak. De 1958 a 1966, McLusky adaptó 13 de las novelas y cuentos cortos escritos por Fleming. En 1982 volvió a dibujar al personaje para cuatro nuevas historias originales, con guion de Jim Lawrence. Por su parte, Horak lo dibujó para el periódico de 1966 a 1977, y luego para el Sunday Express y el Daily Star de 1977 a 1979, y nuevamente de 1983 a 1984. En total, Horak realizó 33 cómics del espía secreto.

La primera pantalla que lo tuvo a James Bond fue la televisión, cuando la serie Climax! (1954-1958) puso un capítulo al aire titulado, justamente, “Casino Royale”, el 21 de octubre de 1954 por la cadena CBS. La trama estaba un poco cambiada: el experto jugador de cartas americano Jimmy Bond (Barry Nelson) era contactado para trabajar para una agencia combinada de inteligencia con el objetivo de ganarle a un hombre llamado Le Chiffre (Peter Lorre), que en realidad era el jefe de espionaje soviético de la región.

En 1991 se hicieron los dibujitos con la serie animada “James Bond Jr.”, que era el sobrino de 007. Otro de los medios en los que apareció fue la radio. En 1956 la novela “Moonraker” fue adaptada y se emitió en Sudáfrica, con la voz de Bob Holness como Bond. La BBC también adaptó cuatro novelas en los años 1990 (You Only Live Twice), en 2008 (Dr. No), en 2010 (Goldfi nger) y en 2012 (From Russia, with Love). El agente secreto tampoco fue ajeno a los videojuegos. El primero salió en 1983 para Atari, Commodore y ColecoVision, y después se editaron muchísimos más basados en las tramas de las películas.

Hasta el día de la fecha, se contabilizan veinticinco películas oficiales de James Bond y tres no oficiales (sumando la adaptación para la televisión de la que hablamos antes). Las dos apócrifas son Casino Royale (1967), comedia satírica con David Niven en el papel protagónico y un reparto lleno de estrellas que incluía a Peter Sellers, Orson Welles y Woody Allen entre otros. La trama consistía en que alguien mataba a todos los espías de todos los servicios secretos del mundo y los sobrevivientes acudían al jubilado Sir James Bond para que los ayude. El agente descubría que todo era un complot tramado por su sobrino Jimmy Bond, acomplejado por la fama de su tío. La otra es Nunca digas Nunca Jamás (1983), con un Sean Connery con peluquín que se enfrentaba a la organización SPECTRA que conseguía dos misiles nucleares y chantajeaba al Gobierno. Supuestamente este film era una remake de Operación Trueno (1965) y fue la última aparición de Connery como el agente secreto.

En total seis actores se pusieron en la piel de 007: Sean Connery en las cinco primeras, después reemplazado por George Lazenby en Al Servicio Secreto de su Majestad (1969), y de vuelta al escocés. Le siguió a Connery Roger Moore con siete films de corrido (tiene el récord), sucedido en 1987 por Timothy Dalton con dos películas. Luego llegó la era Pierce Brosnan con cuatro, hasta llegar a Daniel Craig que ya tiene cuatro, y habría firmado para hacer una más. Quince fueron los directores que se pusieron detrás de cámaras, con John Glen con cinco en su haber (desde Sólo Para sus Ojos hasta 007 Licencia Para Matar). Lo siguen Terence Young y Guy Hamilton con cuatro cada uno. Vale decir que las siete últimas entregas fueron realizadas todas por directores distintos.

Por lo visto James Bond no solo es el agente secreto más conocido, sino también el más longevo, ya que se anuncia una nueva película que saldrá pronto.  Tiene “licencia para matar” y para él “licencia para no morir.”

jueves, 29 de septiembre de 2022

Feliz cumpleaños Mafalda

                                                                                      


MAFALDA UNA NIÑA DE 58 AÑOS

 Víctor Rey

 En una oportunidad que estuve en Buenos Aires Argentina, donde participé en un encuentro sobre los desafíos del siglo XXI.  En mi presentación de un taller que coordiné, cité a Mafalda, diciendo que ella es la profeta y filósofa que nos ayuda con sus preguntas y comentarios para entender este nuevo tiempo.   Usé dos de sus frases de las cuales hice paráfrasis.  Una de ellas es la famosa: “Cuando tenía las respuestas me cambiaron las preguntas”, y la otra: “Los médicos se creen Dios pero  Dios no se cree médico”. También tuve el gusto de volver a visitar su estatua en la calle Chile con Defensa, en el barrio de San Telmo, donde está acompañada de sus amigos Susanita y Manolito.  Volví a sentarme junto a ella y abrazarla y conversar un momento con ellos, agradeciendo su compañía en el tiempo y lo mucho que nos ayudó y nos sigue ayudando a  pensar y ser críticos del sistema que nos envuelve.

Todavía recuerdo la cara de felicidad y de emoción de mi hijo, Felipe cuando logró un autógrafo de Quino en uno de sus libros de Mafalda.  Fue como obtener un trofeo de guerra o deportivo.  Lo hizo haciéndose espacio entre la gente  y escabulléndose entre las piernas de las personas que hacían una larga fila.  Esto sucedió en una noche de  del mes de junio del año 2001 en el Centro Comercial El Jardín de Quito, Ecuador. Esa noche las gente lleno todo el hall de ese recinto y lo escuchaban en un religioso silencio y saboreando cada anécdota y detalle de la vida de esa niña que ya pasó el medio siglo de vida.

 Una de las caricaturas más famosas de la historia de la humanidad es  latinoamericana.  No vuela como Superman, ni tiene la fuerza de Tarzán, no se desplaza por techos como Batman, no cabalga como el Llanero Solitario, ni la astucia de Dick Tracy.  Pero habla castellano y como la definió el colombiano Daniel Samper, es “alguien capaz de atar cabos invisibles; alguien con malicia suficiente como para sembrar el pánico con una pregunta que a simple vista parece inocente”.   También el escritor italiano, Humberto Eco  la definió como “una heroína iracunda que rechaza al mundo tal cual es reivindicando su derecho a seguir siendo una niña que no quiere hacerse cargo de un universo adulterado por los padres”. (“Tiempos del Mundo”, página B42, jueves 25 de febrero de 1999). Señoras y señores, esa es Mafalda.

En 1962 la marca de electrodomésticos Manfield buscaba promocionar sus productos.  La agencia de publicidad pidió a su joven dibujante Joaquín Lavado que ideara una familia típica de clase media cuyo personaje destacado tuviera un nombre que comenzara con la letra “M”.  Lavado se acordó que en la novela “Dar la Cara”, de David Viñas, se hablaba de una niña llamada Mafalda.  “En la vida real yo nací el 15 de marzo de 1962”, dijo ella misma en una carta de presentación de 1968.  Medio siglo ya desde que Joaquín Salvador Lavado (Quino) configuró a esta niña de frases contingentes, lúcidas y punzantes.

 El nombre le gustó pero la campaña publicitaria no se llevó a cabo, por lo que Mafalda y compañía fueron a dar a los archivos de Quino por dos años. 

 Pero Julián delgado, jefe de redacción del semanario Primera Plana, animó a Quino a publicar una tira con su personaje.  De esta manera, el martes 29 de septiembre de 1964 salió el primer episodio de Mafalda.

 Luego de un tiempo, la tira cómica pasó al matutino El Mundo, ya con una periocidad diaria, por lo que su creador se vio obligado  a aumentar la familia y crear nuevos personajes.  Aparecen el sempiterno soñador Felipe- alter ego del propio Quino- el despistado Miguelito; el materialista, calculador y comerciante inescrupuloso Manolito; la conservadora y frívola Susanita; la pesimista y militante revolucionaria Libertad y el entrometido Guille, el hermanito de Mafalda; los padres de la niña conformaban una típica pareja de la clase media urbana, con su bagaje de ilusiones y frustraciones a cuestas.   Mafalda es un fenómeno del comic vinculado directamente con la época en que surgió.  Deliberadamente la pequeña con sus agudas reflexiones sobre la actualidad política y social, representaba la resistencia ante la injusticia y el desatino de un mundo que marchaba hacia la autodestrucción y encarnaba la rebelión juvenil de los sesenta.  Los personajes que acompañaban las andanzas de la niña complementaban un universo que reflejaba distintas formas de entender  y actuar ante esa realidad. 

 Con este equipo, Quino trató los temas más diversos con una gran dosis de ironía, denunciando la miseria política de finales de los sesenta- que es la misma de ahora- riéndose de la Guerra Fría, poniendo en jaque a sus padres, denunciando la mediocridad y ayudando a grandes y chicos a entender el mundo, así como todo ese cúmulo de frustraciones pequeño burguesas que se canalizan a través de la imposición paterna de conductas supuestamente positivas.  Como tomar la sopa, por ejemplo.

 Al igual que el bienamado caldo, el globo terráqueo es otra obsesión de Mafalda.  Siempre herido, nuestro planeta es observado con lástima, sea porque le duele el Asia o no sabe cuál es su sexo.  Típicas inquietudes mafaldianas.

 Pero la niña y su creador no se reían de todo.  Cuando se establecieron las dictaduras en América Latina y comenzaron los presos políticos y desaparecidos, Mafalda no tocó el tema.  Esta coyuntura adelanto el fin del personaje.  Como el propio Quino manifestó: Dejé de dibujar a Mafalda cuando en Argentina corría bastante sangre.  Creo que vi venir la cosa, además no me habrán dejado publicarla, hice bien en no seguir”. (“Tiempos del Mundo”, jueves 25 de febrero de 1999. Pág. B42).

 Mafalda ha hecho apariciones ocasionales por motivos humanitarios.  La última vez con ocasión de la Gran Exposición que se celebró en Madrid, España entre el 9 de abril y el 14 de junio de 1992.  Ahí también recibió el premio “Quevedo” del humor gráfico, que es como el Nobel de los caricaturistas.

 El personaje trascendió la tinta y el papel, ya que en los años setenta se llegó a rodar una serie de televisión, lo cual le pareció horrible a Quino.  A pesar de todo, Mafalda ha seguido dando que hablar en los últimos años.

 El periodista Rodolfo Braceli, en 1987, en un larga entrevista que realizó a Quino y que esta aparece publicada en la introducción al libro “10 Años con Mafalda”, de Ediciones de la Flor, le hizo la siguiente pregunta: “¿Tienes algún estimulo para trabajar? Y Quino contesto: Sobre todo uno, el trabajo mismo.  Es cuestión de ponerse...Además leo muchísimo la Biblia, pero no como libro religioso sino como fuente de ideas, en ella está todo: la poesía, el sexo, la política...la Biblia me estimula el humor.  Yo la leo al azar y he aprendido a saltarme las partes morosas.  Me parece que siempre la leo por primera vez, como me ocurre con Borges y con ciertos pintores como Picasso...”

 Para algunos lectores trasnochados del libro “Para leer a Mafalda”, ella es poco menos que agente de la CIA.  Para otros, es una anticastrista a ultranza por aquella famosa tira en la que decía que “la sopa es a la niñez lo que el comunismo a la democracia”.

 Durante 1.982 tiras, Mafalda hizo reír y reflexionar a toda esa gente que, quizás ilusamente, creyó que el mundo podía cambiar.  Por ello, la nuevas generaciones descerebradas por la música techno y hartas de comida chatarra, quizás no entienden el calibre de lo propuesto por Quino y su irreverente hija.

 Mafalda ya se acerca a los sesenta años.  Es sin duda la historieta latinoamericana que más ha recorrido el mundo y a pesar que desde el 25 de junio de 1973, cuando ya el continente entraba una fase demasiado oscura para los ojos de Mafalda, su creador Quino no dibuja más historietas sobre ella.  Esta niña súper despierta sigue dando que hablar.  Y como no podía ser de otra manera, fue llevada al cine y la televisión.  Pero la impertinencia se mantiene y Quino sigue siendo un escritor que dibuja.  Y Mafalda una niña que es capaz de descubrir que ¡paz! es la onomatopeya de una bofetada.