MARTIN LUTHER KING Y LA
DESOBEDIENCIA CIVIL COMO MEDIO DE ACCION POLITICA
Víctor Rey
Para los cristianos que tienen una vocación por la
participación social y política, la vida del pastor bautista Martín Luther King
es el mejor ejemplo de participación. Y no solo en esa esa dimensión tan
importante de la sociedad, sino en todas las áreas de la vida. Tuve el privilegio de conocer a su hija
menor, Berenice King en el Congreso Mundial de la Alianza Bautista, que se
realizó en Buenos Aires, Argentina el año 1995. Ella tenía cinco años cuando su
padre fue asesinado. Me contó algo más
de la vida de su padre y de su
compromiso con la vida y el amor al prójimo.
Lo que más destacó fue su actitud en relación a la desobediencia
civil. Esta característica es su ejecución
de forma consciente, pública pacífica y no violenta, manteniendo una actitud de
protesta contra la autoridad con el fin de rectificar los errores que ésta haya
cometido, a juicio de quienes protestan.
El ensayista norteamericano Henry David Thoreau,
quien influyó en Martin Luther King, León, Tolstoy, Ghandi describió estos
principios en su obra Desobediencia Civil (1849). Thoreau era considerado como una persona
excéntrica, de ácidas reflexiones e ingenio inagotable: Elaboró su reflexión a partir
de su rechazo a pagar un impuesto del gobierno de la época destinado a financiar
la guerra de Texas contra México. Decisión
por la cual fue encarcelado y de donde sólo salió cuando sus amigos pagaron la
fianza en el verano de 1846. Las ideas e
intenciones de Thoreau iban más allá del egoísmo individualista (es decir, no
era sólo por no querer pagar ese impuesto), sino que cuestionaba la conformidad
del gobierno para cobrar impuestos que financiaban una guerra que él
consideraba injusta, máxime cuando ese mismo gobierno avalaba la esclavitud.
Thoreau creó un cierto tipo de resistencia no
violenta pero contumaz, ni mucho menos pasiva, que tenía mucho de renuncia.
Suya es la afirmación de que “Bajo un gobierno que encarcela a alguien
injustamente, el lugar que debe ocupar el justo es también la prisión”
(Thoreau, 1849). En fin, Thoreau es considerado hoy como uno de los padres de
la desobediencia civil. Sin embargo, no es precisamente innovador cuando
reconoce que el gobierno puede estar equivocado y que es legítimo por parte del
pueblo rebelarse: El gobierno por sí mismo, que no es más que el medio elegido
por el pueblo para ejecutar su voluntad, es igualmente susceptible de originar
abusos y perjuicios antes de que el pueblo pueda intervenir
El término de desobediencia civil fue popularizado
por el famoso ensayo de Thoreau; sin embargo, el concepto es el resultado de
diferentes interpretaciones en la historia del pensamiento y de la acción del
hombre. Durante el marco histórico de la humanidad se presentan tres
desobedientes ilustres. Estos son Henry David Thoreau en Estados Unidos; Mahatma
Gandhi en India y Nelson Mandela en Sudáfrica. Los tres tenían en común el
fin de articular sus discursos y asumirlos como ejemplos de participación
política y como movimientos de cambio social, tanto en sociedades no demócratas
e incluso demócratas, como en sociedades democráticas mas no consideradas
legítimas.
Mahatma Gandhi usó esta estrategia en la India
siendo ésta todavía una colonia del Imperio Británico, con el objetivo de
lograr la independencia de forma no violenta. Gandhi llamó a boicotear al
gobierno colonial inglés, mediante huelgas, movilizaciones y violando la
autoridad impuesta, con el objetivo de mostrar que de manera pacífica
obtendrían mejores resultados que con la violencia, en donde la superioridad de
los ingleses aplastaba cualquier lucha armada. Gandhi se destaca en la historia
de las campañas masivas. El primer movimiento de masas auténtico de la
desobediencia civil, dirigido por Gandhi, fue la marcha al Transvaal en
noviembre del 1913, para protestar contra leyes discriminatorias. Algunas de
estas leyes eran, por ejemplo, el impuesto anual a todos los indios que
permanecían en Sudáfrica después de finalizado el contrato de trabajo que les
había llevado allí, así como la ley que invalidaba todos los matrimonios no
cristianos.
Otro antecedente significativo lo ofrece el
movimiento sufragista. En 1913 más de mil mujeres habían pasado por las
cárceles inglesas acusadas de cometer actos ilegales, públicos y no violentos
en el marco de la lucha por el sufragio femenino. Cientos de ellas realizaron huelgas de hambre. El
Gobierno británico respondió con la alimentación forzosa, y con leyes que
permitían el cumplimiento escalonado de las penas.
“El objetivo es crear una situación de crisis
generalizada que abra inevitablemente la puerta a las negociaciones”. Así pudo resumir Martin Luther King su
testamento de acción sociopolítica: encarar pacíficamente un contexto en el
cual, a pesar delos elementos en contra, la movilización pueda desestabilizar
el panorama hasta llegar al punto de ebullición, pero sin permitirle estallar
gracias al liderazgo y a las convicciones compartidas. Esta era una de las diferencias principales
entre la no-violencia abogada por King y la violencia proactiva de su
contemporáneo Malcolm X. mientras que el
último no dudaba en acudir a la defensa propia para lograr sus cometidos, King,
pastor bautista y fundador de la Southern Christian Leadership Conference,
llevó los principios de Gandhi de no-cooperación hasta cada rincón del sur
estadounidense. Las batallas de King
comenzaron contra la segregación racial en autobuses, escuelas e instituciones
públicas. Cuando Rosa Parks se negó a
cederle su puesto a un blanco, como indicaba la ley, en diciembre de 1955, King
organizó un boicot al sistema de autobuses de la ciudad de Montgomery que duró
más de un año y que terminó en el veredicto de la Corte Suprema de eliminar la
separación racial en los buses públicos.
Fue el primer éxito notable de King, quien continuó
ejerciendo estrategias no violentas en Albany, Birmingham, Chicago y
Washington. Su modus operandi consistía
en organizar a los afroamericanos en forma regional en huelgas o paros civiles
que presionaran a las autoridades locales que debían responder a las
solicitudes hechas por King y la comunidad negra. Fue el primer éxito notable de King, quien
continuó ejerciendo estrategias no-violentas en Albany, Birmingham, Chicago y
Washington.
El éxito de esta estrategia fue diverso: mientras
que el paro comercial y los arrestos masivos en Birmingham llamaron la atención
del presidente Kennedy y eliminaron toda prohibición segregacionista en el
pueblo, sus esfuerzos tras un año de movilización civil en Albany fueron un
fracaso. Sin embargo, la reputación de
King subió considerablemente y fue establecido como el rostro del movimiento por
los derechos civiles.
Múltiples grupos radicales como el Ku Klu Klan atentaron
contra la vida de martin Luther King y de los manifestantes en muchas
manifestaciones a favor de los Derchos Civiles, lo cual elevó a nivel nacional
el perfil de King y su apuesta pacífica.
La cúspide mediática vendría el 28 de agosto de 1963, con la marcha
hacia Washington que reunió a más de 250.000 personas frente al Capitolio,
donde King emitió su más recordado discurso.
“I have a Dream”. El año
siguiente el movimiento recolectó recompensas aún mayores, con la firma del
Acta de los Derechos Civiles por el presidente Johnson y la entrega del Premio
Nobel de la Paz a Martin Luther King.
En el agitado clima de los años sesenta, Martin
Luther King continuó luchando por una vida más justa y fraternal para los
afroamericanos y los desvalidos en general, ampliando su discurso a los pobres
de América y combatiendo a la impopular guerra de Vietnam. En una década plagada de mártires
estadounidenses, el asesinato de King a manos de James Earl Ray, un segregacionista
blanco, clausuró una etapa – probablemente la más importante – en la histórica
campaña afroamericana por la libertad y la calidad de vida.
La desobediencia civil sigue siendo la clave de la
acción política de los cristianos que quieren involucrarse en esta área de la
misión y para las iglesias que quieren asumir su rol profético en la
sociedad. Algo anda mal cuando los
gobiernos de turno aplauden y se sienten complacidos con las iglesias. En este
tiempo de acomodos políticos y búsqueda de privilegios de líderes cristianos el
ejemplo de Martín Luther King está más vigente que nunca.