viernes, 26 de junio de 2020

A 112 años de su nacimiento


Salvador Allende - Wikipedia

SALVADOR ALLENDE Y LA RELIGIÓN


Víctor Rey

“Colocado en un trance histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo.  Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que hemos entregado a la conciencia digna de miles y miles de chilenos, no podrá ser segada definitivamente.  Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza.  La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.

Del último discurso de Salvador Allende.
9:03 A.M. La Moneda, 11 de Septiembre de 1973


Han pasado ya muchos años de la muerte trágica del presidente constitucional de Chile, Dr. Salvador Allende Gossens, primer socialista elegido por sufragio universal.  Allende fue conocido por su ateísmo, su militancia marxista y su adherencia a la masonería.  Por esto puede resultar sorprendente el título de este artículo y su contenido.

Para tener una mejor comprensión de los hechos religiosos sucedidos antes del golpe de estado del 11 de septiembre de 1973, cuando fue  derrocado el presidente Salvador Allende, se hace imprescindible una descripción del período previo, que abarca desde 1925 – año de la promulgación de la nueva Constitución Política- hasta los días previos al cruento derrocamiento.  Para esto nos remitiremos a las palabras del sociólogo Humberto Lagos:

“Obviamente ese espacio de tiempo estuvo marcado por la radicalización de las  tensiones entre la Iglesia Católica Romana y las pujantes manifestaciones de las diversas vertientes protestantes.  El liberalismo, políticamente expresado en el Partido Radical y en la Masonería, atrae fuertemente a líderes y fieles protestantes, quienes confunden o asimilan su laico anticlericalismo al propio anticatolicismo, en una alianza que contesta en todos los frentes posibles al conservadurismo religioso de la iglesia mayoritaria, que a su vez, se expresa políticamente en el Partido Conservador y luego en la Falange Nacional que dará paso al Partido Democratacristiano.

En ese período histórico se confirma el fenómeno de interpretación ideológica entre la masonería- con sus aportes laicos y anticlericales- y el ideario protestante, que es leído por los fieles evangélicos como un solo ethos cultural.  El laicismo socialista resulta atractiva oferta para los creyentes protestantes que ven en la alianza con el liberalismo la posibilidad histórica de derrotar a la enemiga Iglesia Católica Romana.  Hasta los años de la segunda guerra mundial, y en medio de una sistemática culpabilización de la Iglesia Católica como responsable de contribuir a la miseria continental, eran las ideologías progresistas, izquierdizantes y liberales, las que despertaban simpatías en los sectores evangélicos.  El marxismo, en tanto que ideología con auditorio en sectores populares, comienza a preocupar a las clases conservadoras y a la Iglesia Católica.  Es innegable que durante el período de post-guerra surge un fuerte movimiento izquierdista en América Latina que acusaba a las jerarquías de la iglesia mayoritaria de no tener interés en romper su “maridaje” con las fuerzas políticas reaccionarias provenientes de proyectos dictatoriales”.
(Humberto Lagos Sch.  CRISIS DE ESPERANZA.  1988, Editorial LAR, Santiago de Chile. Páginas 62 y 63)

Sin embargo las simpatías protestantes por los proyectos comunes con grupos de ideología marxista, comenzaron, desde la década de 1950.  Los misioneros norteamericanos influyen de manera sostenida para introducir como práctica el apoliticismo de iglesias y fieles evangélicos, el que va, imperceptiblemente, reforzándose con un sentimiento anticomunista producto de una modalidad ideológica conservadora útil a la reproducción de la ideología religiosa del capitalismo.  Las contradicciones de las prácticas sociales evangélicas arriban a su momento culmen cuando algunos líderes e iglesias suscriben, en el periodo del proyecto político autoritario, en diciembre de 1974, su adhesión incondicional y acrítica a la dictadura encabezada por el general Augusto Pinochet.

Con la asunción presidencial del Dr. Salvador Allende, gobernante electo popular y democráticamente el 4 de septiembre de 1970, se concreta e inicia una experiencia nueva para el universo religioso chileno.

Los hechos hablan de un presidente respetuoso de las libertades de conciencia y religiosa, que en la práctica se tradujo, en la transformación del Te Deum católico tradicional a ecuménico celebratorio  de la toma del poder político democrático por un nuevo primer mandatario  y de las gestas independentistas históricas, y en la expresa petición del mencionado a las iglesias cristianas para dar apoyo espiritual y ceremonial  a quienes lo requieran de los delegados internacionales asistentes en el período, a la UNCTAD III (Tercera Conferencia de las Naciones Unidas para el Desarrollo y el Comercio) que se celebró en Santiago de Chile en 1971.

El ateísmo de Salvador Allende no era en absoluto contradictorio con su confesado humanismo que, en las situaciones recién mencionadas, tenía expresiones claras y contundentes.

En los instantes de su toma de posesión presidencial, el Dr. Allende recibió de manos del Cardenal Raúl Silva Henríquez un ejemplar de la Biblia de Jerusalén; en el momento, y complementado después, expresó:

“He releído este libro más veces de las que usted cree.  No me gustan los creyentes que le dan a la Biblia  una categoría mágica, como si allí estuviera la solución hasta para los dolores de muela.  Siempre me he acercado  al gran libro con la libertad de pensamiento de un ateo, dispuesto a no ver más de lo que pueda leer y entender  en cualquier libro.  Y reconozco que he encontrado profundas enseñanzas, alta poesía, apasionantes novelas, trozos de la más alta literatura, filosofía eterna, sabiduría sin par.  Tal vez ello se podría explicar porque la Biblia es la síntesis de la sabiduría y la historia milenaria de los pueblos de la antigüedad.  Allí están sus mitos, sus personajes  amados, sus grandes anhelos, sus ideas políticas, su realidad, su rebelión, sus sufrimientos y sus alegrías...
(Revista “Pensamiento Cristiano”.  N*70; pp. 118-119. Córdoba, Argentina, Junio de 1971.)

En el Te Deum Ecuménico referido, el Cardenal Silva Henríquez, entre otras referencias, planteó en su Homilía:

“Este momento de oración se inscribe así en una antigua tradición religiosa; pero corrobora, al mismo tiempo, inapreciables tradiciones patrias.  Tiene un carácter de símbolo y garantía de respeto: el respeto de los Gobernantes por todas las formas de fe religiosas; el respeto de las Iglesias por la legítima autoridad de los Gobernantes; el respeto recíproco entre múltiples confesiones religiosas.
Es justo entonces que nos congreguemos para una Acción de Gracias, hombres que reciben una tarea de liberación de sus hermanos; hombres que saben respetar, porque se sienten respetados, no pueden menos que dar las gracias, porque todo eso es un privilegio”.
(Revista “Pensamiento Cristiano”, N*70; pp.118-119, Córdoba, Argentina, junio 1971.)

El 5 de septiembre de 1970, Salvador Allende ofreció una conferencia de prensa a los corresponsales extranjeros que asistieron a la transmisión del mando presidencial.  Entre los  asistentes se encontraba el Padre David Turaldo, Secretario General del Centro de Documentación  Juan XXIII, teólogo y escritor italiano.  Señalo que había leído con mucho placer la declaración del presidente Allende sobre la libertad religiosa que existe en Chile, como también el discurso del cardenal en ocasión del Te Deum Ecuménico, el cual era un bellísimo gesto litúrgico abierto a la justicia y a la paz.  Luego hizo votos porque el progreso de todo el pueblo chileno continué y se profundice.  La respuesta de Allende fue la siguiente:

“Allende:  Yo puedo señalar que uno de los hechos más significativos, más trascendentes, que más impresionó a los visitantes y a las misiones que vinieron a la transmisión del mando, fue precisamente el Te Deum Ecuménico  realizado en la catedral chilena.  Te Deum Ecuménico que yo solicité, y lo hice, porque sé que la mayoría del pueblo chileno es católico y yo tengo la obligación de respetar su fuero íntimo, así como sé que ellos respetan el mío.  Las palabras del cardenal de la Iglesia chilena demuestran cómo nuestra Iglesia se coloca en la lucha de los hombres frente a los necesitados y los humildes, haciendo realidad en Evangelio de Cristo.  Puedo afirmarle, con la actitud de toda una vida y no sólo la mía personal, sino la de los partidos que forman la vanguardia del movimiento popular, que nunca hemos incursionado con un dogmatismo intransigente en el derecho de cada cual de tener la creencia que más avenga con su ser íntimo, y que ésta la mantendremos.  Y además, creo que este entendimiento se hará cada vez más profundo, porque las distintas religiones, fundamentalmente la Iglesia chilena en sus documentos, emanados de altas jerarquías, cada vez con más decisión y con más claridad se acerca al respetable pensamiento de Juan El Bueno”.
(Libertad Religiosa. Conferencia de prensa, 5 de septiembre de 1970. Página 104.  SALVADOR ALLENDE EN EL UMBRAL DEL SIGLO XXI.  Frida Modak.  1998, Plaza Janés Editores, México


La ideología de Allende heredó los ideales ilustrados en la versión masónica en que Chile, son un hilo de continuidad desde los próceres de la Independencia y la república autoritaria, en la primera mitad del siglo XIX, hasta el Partido Radical, en la segunda.  Esto es, la confianza en la razón y la educación; la valoración de la igualdad y de la ley; y finalmente, una concepción humanista de la política que desemboca tanto en el nivel individual como en el nivel social.  Ella inserta y determina la vida individual del militante en aquella de, por así decirlo, su grey política, orientándola hacia el diseño de formas de vida, esto es, de sistemas económicos, políticos y legales cuyo primer desafío esta claro: mejorar las condiciones de quienes menos beneficios obtienen del sistema.

Y, en este sentido, los ancestros de dicha concepción de la política pueden seguirse en la tradición occidental hasta la misma concepción judeocristiana de la vida humana correcta o buena.  Porque en la visión bíblica se articula por vez primera la tesis según la cual, en un sentido ético, los seres humanos son todos iguales, en último término, porque son todo creación del único Dios.  “Amarás a tú prójimo como a ti mismo” ordena el Antiguo Testamento, añadiendo a continuación “porque extranjero fuiste en Egipto”.  Visto de esta manera, la idea asociada con la ilustración y el liberalismo de un Pueblo Elector (esto es, un pueblo de cuyo consentimiento depende la legitimidad de los gobiernos) es un lejanísimo descendiente del concepto bíblico de un Pueblo Elegido (esto es, un pueblo donde cuyos miembros han sido elegidos por igual para vivir según los mandamientos divinos).  El entendimiento actual del concepto de revolución desciende de aquel de liberación de la esclavitud, de la opresión, cuya primera representación épica en occidente es la historia del éxodo de Egipto.  Así, Allende, en tanto heredero en clave secular de la concepción judeocristiana, puede ser descrito también como el último ilustrado de la política chilena. 

Resulta paradójico  recordar que fue un ateo, quién ayudo a promover la unidad de los cristianos, en un período tan crítico de la historia de Chile, como tantas veces ha sucedido en la vida de la Iglesia, Dios hace uso de su soberanía y usa para sus propósitos incluso a no creyentes.  Por eso podemos decir que Allende fue un líder que contribuyo a disminuir la distancia entre la utopía y la realidad.

martes, 23 de junio de 2020

A 109 años de su nacimiento



ERNESTO SABATO: RESISTIO HASTA EL FIN

Víctor Rey

“No hay otra manera de alcanzar la eternidad que ahondando en el instante, ni otra forma de llegar a la universalidad que a través de la propia circunstancia: el hoy y aquí”.
Ernesto Sábato  LA RESISTENCIA (Seix Barral, B.A. 1999)

En el invierno de 1991  me encontraba en Buenos Aires, Argentina participando en un seminario y el día sábado lo teníamos libre. Un amigo argentino nos invitó a la Feria Internacional del Libro. Cuando caminábamos por sus pasillos tremendos llenos de libros y lectores habidos de buenas lecturas vi un cartel que a en el puesto de la Editorial Seix Barral: “Hoy a las 17 horas firma sus libros el escritor Ernesto Sábato”. No lo podía creer. El autor que me había ayudado a sacudirme de las teorías dogmáticas y a entender la crisis de este fin de la civilización occidental, estaba a un par de horas de conocerlo.  Y así fue me acerqué a la hora señalada y los funcionarios de la Editorial tuvieron la gentileza de darme la oportunidad de saludarlo, estrechar su mano y brevemente agradecer todo lo que su vida, testimonio y pensamiento había influido en mí.  Más tarde encontré su dirección en una biblioteca de la Universidad Católica en Lovaina, Bélgica y le escribí y tuvo la gentileza de contestarme y cruzar algunas notas. Estando en San José Costa Rica participando de otro seminario en abril del 2011 me enteré de su partida a los casi 100 años. Fue un mpmento de profunda reflexión ese acontecimiento.

¿Quién es Ernesto Sábato? Me preguntó un joven hace algunos días y la respuesta brotó instantánea: ¡El que escribió El Túnel!  Efectivamente Sábato es el escritor de la famosa novela El Túnel.  Una novela que casi todos hemos leído en nuestra época de secundarios. Un libro excepcional escrito con una intensidad tal que da la impresión de ser un cuento.  Pero Sábato no sólo es el autor de la trilogía: El Túnel, Sobre Héroes y Tumbas, o Abaddón  El Exterminador.  Es el ensayista que leímos en nuestra época de universitario, que revela su relación con la ciencia y la filosofía en Uno y el Universo.  El que plantea la lucha con la idea del progreso y la deshumanización del hombre en Hombres y Engranajes, y más tarde en Heterodoxia.  Y es el que cuenta del oficio de escribir en El Escritor y sus Fantasmas.  Y es también el pintor. 

Pero el escritor Sábato también es un ejemplo de autoridad moral.  Nació en Rojas, provincia de Buenos Aires, en 1911.  Sábato no es sólo un hombre cuyas obras recorren el mundo en millones de ejemplares traducidos a 28 idiomas sino uno de los personajes más buscados  cuando es necesaria una opinión "calificada" sobre algún asunto ético.

Sábato que presidió la Comisión Nacional Sobre la Desaparición de Personas (CONADEP)  durante el gobierno militar en la Argentina (1976-1983) y produjo el famoso informe Nunca Más, puede poner en tela de juicio al presidente del país, a las iglesias, a las Fuerzas Armadas, la ciencia, las corporaciones empresariales, pero siempre encuentra el apoyo de la opinión pública.

Reflejo de su autoridad es su vida austera y el auditorio masivo que convoca cada vez que repite por televisión sus viejas ideas sobre el corazón del hombre y la ausencia del progreso.

A lo largo de su vida, Ernesto Sábato fue militante del marxismo y representó a la Federación Juvenil Argentina en un congreso del partido comunista, en Bruselas; estudió filosofía en la Universidad de La Plata y como físico estudió radiación nuclear en el Laboratorio Curie de París, y en la década de los años 40 abandonó la ciencia "por temor a su futura utilización".

En la actividad literaria se convirtió en una de las máximas figuras de la literatura hispanoamericana, en 1984 ganó el premio Cervantes, en 1989 el premio Jerusalén y en 1997 el premio Menéndez Pelayo.

Sábato dice que abandonó el marxismo porque dejó de creer "En cualquier idea que repugne a los problemas sobrenaturales", y decidió afiliarse a la causa del hombre real, de la justicia social y de la dignidad humana.  Hoy se declara "un anarquista cristiano", y agrega: "Yo empecé a luchar por la justicia social a los 16 años en el colegio y nunca he dejado de hacerlo.  Creo que es un deber.  No me gusta que los chiquititos se mueran de hambre.  Eso me ha llevado muchas veces a cuestionar incluso la existencia de Dios, a pesar de que me considero un espíritu religioso, aunque anárquico.  Como también lo era Cristo.  Cristo insultaba a los fariseos y andaba con los pobres, con prostitutas...Ese es el verdadero Cristo.  Lo demás son cuentos".   También hace un ejercicio de autodefinición: "¡Yo soy un anarquista!  Un anarquista en el sentido mejor de la palabra.  La gente cree que anarquista es el que pone bombas, pero anarquistas han sido los grandes espíritus como, por ejemplo León Tolstoi".   (Entrevista en el diario El Tiempo, Bogotá, 22 de junio de 1997)

En su penúltimo libro: Antes del Fin, Memorias, (Seix Barral, 1999, 214 páginas), se destaca el hombre triste, melancólico que piensa en Matilde, su esposa fallecida y solloza.  Que se ve a sí mismo inclinado hacia la tierra encorvado, cansado.  Es el hombre que tiene pequeños momentos de dicha cuando su gatita se recuesta en sus rodillas o cuando despierta con el trinar de los pájaros al amanecer.

De sus épocas de adolescente recuerda su vinculación con grupos anarquistas y comunistas.  Recuerda manifestaciones de obreros y estudiantes cobijados por banderas rojinegras.  Recuerda que la revolución Rusa tenía aún el resplandor romántico y que los compañeros comunistas terminaron por convencerle (aunque luego haya manifestado que no compartió los criterios de los "comunistas de salón" y que "el anarquismo fue más fuerte en su interior")...Recuerda que huyo de casa y que era, a los 19 años, una especie de delincuente que luchaba en la clandestinidad contra la dictadura del general Uriburu.  Esa militancia le llevó a participar en diversos congresos comunistas dentro y fuera de Argentina.

Más tarde cuando terminó su doctorado en Ciencias Físico-matemáticas, el profesor Houssay, premio Nobel de Medicina, le concedió una beca que anualmente otorgaba la Asociación para el Progreso de las Ciencias, y se fue a trabajar al Laboratorio Curie, en París: "durante ese tiempo de antagonismos, por la mañana me sepultaba entre electrómetros y probetas y anochecía en los bares, con los delirantes surrealistas.  En el Dome y en el Deux Magots, alcoholizados con aquellos heraldos del caos y la desmesura, pasábamos horas elaborando cadáveres exquisitos".

Un cuartucho en París, Matilde y su pequeño hijo, la ciencia y el trabajo con la propia Irene Curie..."Muchos, con perplejidad, me han preguntado cómo es posible que habiendo hecho el doctorado en ciencias físico-matemáticas, me haya ocupado luego de cosas tan dispares como las novelas con ficciones demenciales como el Informe sobre Ciegos, y finalmente, esos cuadros terribles que me surgen del inconsciente".  Sábato no sabe contestar a esa pregunta.  Trabajar en el Laboratorio Curie era una de las grandes metas a la que podía aspirar un físico.  Y después de llegar a una meta, solo queda el vacío.  Abandonó la ciencia a principios de la década de los cuarenta.  El mundo de los teoremas quedó ahí, trunco, en plena crisis espiritual.

Entonces tomó otro camino: el del arte.  Empezó a escribir en la revista Sur, en Teseo, a leer a Huxley, Faulkner, Michaux, a los clásicos, a Camus (con quién hizo amistad), Green, Thomas Mann.  Brevemente habla de sus libros, de su oficio como escritor, de sus pinturas.

En la segunda parte del libro, Ernesto Sábato deja a un lado los recuerdos para escribir sus anotaciones:  la reciente película que vio, el recorte de una noticia curiosa de un diario, las cifras de la pobreza en el mundo, la mujer sin patria, la preocupación de la guerra de Bosnia, el drama de los Sin Tierra en el Brasil, la crisis en todas partes, sus conversaciones con Ciorán sobre estos temas trascendentales..."el mundo marchando hacia la desintegración, mientras la vida nos observa con los ojos abiertos, hambrientos de tanta humanidad".

La muerte de su hijo lo derrumbó.  Sábato se define, al final del libro, como un tipo embriagado de dolor y entre ruinas.  Un tipo que, en la soledad de su estudio escucha el quinteto de Schumann para cuerdas y piano en un atardecer de 1998.  Tanta nostalgia le hace caminar un rato, hasta el Parque Lezama de Buenos Aires.  Se sienta en un banco de la plaza.  Se dice un náufrago.  Se confiesa propenso al pesimismo y a la depresión.  De repente, el abrazo de un niño lustrabotas es como un pacto de derrotados, pero que llama a la esperanza. 

En su último libro: La resistencia (Seix Barral, 2000, 148 páginas)  Sábato plantea que en este tiempo de globalización hay necesidad de establecer las bases de alguna resistencia que permita el equilibrio en el nuevo orden que se viene encima.  De lo contrario el hombre sucumbirá ante cada avance, y seguramente moriremos en red, solitarios frente a una máquina que se esmera en reproducir la vida en la pantalla.  Ernesto Sábato lo sabe muy bien y lo dice con la humildad y claridad que sólo los años otorgan a los hombres.  En La resistencia, Sábato se esmera en hacer una radiografía sentida de los tiempos actuales, con nostalgia de cuando una conversación en un café valía más que un televisor encendido para acaparar la atención y evitar, en última instancia, que las miradas se crucen y se reconozcan lo que de seres humanos nos queda.

La resistencia es una carta escrita sin vanidad alguna.  Y aunque suene a discurso en boca de un predicador barato no hay que olvidar toda la producción anterior de este escritor.  Así que estamos hablando de alguien que conoce abismos humanos y sabe describirlos.  Estamos hablando de quien se ha dado el lujo de entrar en depresiones profundas para salir airoso con toda la fuerza de la vida atrapada en la mirada.  "El mundo nada puede contra un hombre que canta en la miseria", dice Sábato en La resistencia.  Nada tiene que hacer el desarrollo salvaje frente a este caso de fe.  Sábato se refiere a muchos frentes de la vida humana en los momentos actuales pero siempre su mensaje de dirige a no perder de vista lo esencial: "Quienes se quedan con los sueldos de los maestros, quienes roban a las mutuales o se ponen en el bolsillo el dinero de las licitaciones no pueden ser saludados.  No debemos ser asesores de la corrupción.  No se puede llevar a la televisión a sujetos que han contribuido a la miseria de sus semejantes y tratarlos como señores delante de los niños.

Del Internet, del tiempo libre, de relaciones humanas, de los afanes que mueven el mundo; temas que salen a la luz en La Resistencia con suavidad de quien habla desde el amor a sus semejantes y no desde la vanidad de un nombre de letras de molde.  Sábato está lejos de envanecerse por mirar su nombre en las librerías o en los diarios nacionales.  De hecho se despoja de todos sus atributos literarios para que su "carta", como él mismo se refiere a este libro, no empantane entre figuras retóricas o giros inteligentísimos.  La Resistencia está escrita para todo el mundo y en lenguaje sencillo y elemental.  Para advertirnos como en los siglos XVIII y XIX la dignidad de la especie estuvo cifrada en los adelantos tecnológicos, pero en este siglo que ahora muere, la tecnología se encargo de quitarnos la inocencia.  Pese a todo Sábato señala que: "no podemos hablar del hombre como si fuera un ángel, y no debemos hacerlo.  Pero tampoco como si fuera una bestia, porque el hombre es capaz de las peores atrocidades, pero también capaz de los más grandes y puros heroísmos".

Para quienes no leyeron nunca a Sábato.  Antes del Fin y La Resistencia es una forma de acercarse a un hombre y una obra quijotesca, a un espíritu combativo.  Para aquellos que leímos El Túnel con ansiedad, que seguimos en medio de dolorosas reflexiones los párrafos de los ensayos como Uno y el Universo, Hombres y Engranajes, Heterodoxia o El escritor y sus Fantasmas, que nos sumergimos en el complejo y terrible mundo de Sobre Héroes y Tumbas, que quedamos asombrados con su novela profética Abaddón el Exterminador, donde se vaticinaba el subyugamiento de las fuerzas del mal y el derrumbe de la civilización contemporánea.  Que disfrutamos maravillados de su libro de conversaciones con Carlos Catania: Entre la letra y la sangre o el libro de Diálogos con Borges.  Antes del Fin y La resistencia son dos libros obligatorios y necesarios para el hombre y la mujer de hoy. 

Un sábado 30 de abril del 2011 un mes y medio antes de cumplir los 100 años, nos dejó este ilustre escritor, y como adelantándose  a ese momento escribió estas palabras en la última página de La Resistencia.  “Pero ahora que la muerte está vecina, su cercanía me ha irradiado una comprensión que nunca tuve; en este atardecer de verano, la historia de lo vivido esta delante de mí, como si yaciera en mis manos, y hay horas en que los tiempos que creí malgastados tienen más luz que otros, que pensé sublimes.”

jueves, 18 de junio de 2020

Una Espiritualidad para tiempos de crisis


Espiritualidad fácil para todos ¿Y eso donde se compra?
UNA ESPIRITUALIDAD PARA TIEMPOS DE CRISIS

Víctor Rey

Me encontraba en estos días en uno de los lugares más hermosos de Quito, en Ecuador que es el Campamento Nueva Vida, un espacio que queda en el pequeño pueblito de La Merced, a una hora de la capital.  Es un espacio verde, con laguna, bosques, senderos, cabañas, piscina, canchas de fútbol, basquetbol y voleybol. Es mi lugar preferido para meditar, leer, caminar, escuchar el canto de las aves y escribir.  Me encontraba en esta tarea cuando se acercó una joven que estaba participando en un retiro espiritual de un grupo religioso y me pregunto: ¿Qué entiende por espiritualidad? y ¿cómo debería ser la espiritualidad para este tiempo? Tuvimos una amena charla que se extendió por una hora y aquí comparto las conclusiones. Y doy gracias a esa joven que me hizo pensar en teste tema tan necesario para este tiempo.
En su sentido originario espíritu, de donde viene la palabra espiritualidad, es la cualidad de todo ser que respira. Por lo tanto es todo ser que vive, como el ser humano, el animal y la planta. Pero no sólo eso, la Tierra entera y todo el universo son vivenciados como portadores de espíritu, porque de ellos viene la vida, proporcionan todos los elementos para la vida y mantienen el movimiento creador y organizador.
Espiritualidad es la actitud que pone la vida en el centro, que defiende y promueve la vida contra todos los mecanismos de disminución, estancamiento y muerte. En este sentido lo opuesto al espíritu no es cuerpo, sino muerte, tomada en su sentido amplio de muerte biológica, social y existencial. Alimentar la espiritualidad significa estar abierto a todo lo que es portador de vida, cultivar el espacio de experiencia interior a partir del cual todas las cosas se ligan y se religan, superar los compartimentos estancos, captar la totalidad y vivenciar las realidades como valores, evocaciones y símbolos de una dimensión más profunda. El hombre/mujer espiritual es aquel que siempre p e r c i be el otro lado de la realidad, capaz de captar la profundidad que se revela y vela en todas las cosas, y que consigue entrever la relación de todo con la Última Realidad.
La espiritualidad parte no del poder, ni de la acumulación, ni del interés, ni de la razón instrumental; arranca de la razón emocional, sacramental y simbólica. Nace de la gratuidad del mundo, de la relación inclusiva, de la conmoción profunda, del movimiento de comunión que todas las cosas mantienen entre sí, de la percepción del gran organismo cósmico empapado de huellas y señales de una realidad más alta y más última.
Hoy en día sólo llegamos a este estadio mediante una crítica severa del paradigma de la modernidad, asentado en la razón analítica al servicio de la voluntad de poder sobre los o t r o s y sobre la naturaleza.
Necesitamos superarlo e incorporarlo en una totalidad mayor. La crisis ecológica revela la crisis de sentido fundamental de nuestro sistema de vida, de nuestro modo de sociedad y de desarrollo. No podemos seguir apoyándonos en el poder como dominio y en la voracidad irresponsable de la naturaleza y de las personas. No podemos seguir pretendiendo estar por encima de las cosas del universo, sino al lado de ellas y a favor de ellas. El desarrollo debe ser con la naturaleza y no contra la naturaleza. Lo que actualmente debe ser mundializado no es tanto el capital, el mercado, la ciencia y la técnica; lo que fundamentalmente debe ser más mundializado es la solidaridad con todos los seres empezando por los más afectados, la valorización ardiente de la vida en todas sus formas, la participación como respuesta a la llamada de cada ser humano y a la propia dinámica del universo, la veneración de la naturaleza de la que somos parte, y parte responsable. A partir de esta densidad de ser, podemos y debemos asimilar la ciencia y la técnica como formas de garantizar el tener, de mantener o rehacer los equilibrios ecológicos, y de satisfacer equitativamente nuestras necesidades de forma suficiente.
La ecología ahora está en el centro de las discusiones y de las preocupaciones. De un discurso regional, como subcapítulo de la biología, ha pasado a ser actualmente un discurso universal, tal vez el de mayor fuerza movilizadora del tercer milenio. El actual estado del mundo (polución del aire, contaminación de la tierra, pobreza de dos terceras partes de la humanidad, etc.) revela el estado de la psique humana. Estamos enfermos por dentro. Así como existe una ecología exterior (los ecosistemas en equilibrio o en desequilibrio), también existe una ecología interior. El universo no está únicamente fuera de nosotros, con su autonomía, está también dentro de nosotros. Las violencias y las agresiones al medio ambiente lanzan raíces profundas en estructuras mentales que poseen su ancestralidad y genealogía en nuestro interior. Todas las cosas están dentro de nosotros como imágenes, símbolos y valores: el sol, el agua, el camino, las plantas, los minerales viven en nosotros como figuras cargadas de emoción y como arquetipos. Las experiencias benéficas que la psique humana ha vivido en su larga historia, en contacto con la naturaleza y también con el propio cuerpo, con las más diversas pasiones, con los otros como masculino y femenino, padre y madre, hermanos y hermanas, dejan marcas en el inconsciente colectivo y en la percepción de cada persona. La cultura del capital imperante hoy en el mundo, ha elaborado métodos propios de construcción colectiva de la subjetividad humana. En realidad los sistemas, también los religiosos e ideológicos, solamente se mantienen porque consiguen penetrar la mente de las personas y construirlas por dentro. El sistema del capital y del mercado ha conseguido penetrar todos los poros de la subjetividad personal y colectiva, determinando el modo de vivir y de elaborar las emociones, la forma de relacionarse con los otros, con el amor y la amistad, con la vida y con la muerte. Así se divulga subjetivamente que la vida no tiene sentido si no está dotada de símbolos de posesión y de status, como un cierto nivel de consumo, de bienes, de aparatos electrónicos, de coches, de algunos objetos de arte, de vivienda en sitios de prestigio. Así la sexualidad viene proyectada como simple descarga de tensión emocional a través del intercambio genital. Se oculta el verdadero carácter de la sexualidad, cuyo lugar no es sólo la cama, sino toda la existencia humana como potencialidad de ternura, de encuentro y de erotización de la relación hombre/mujer. Otras veces se da satisfacción a las necesidades humanas ligadas al tener y al subsistir; enfatizando el instinto de posesión, la acumulación de bienes materiales y el trabajo solamente como producción de riqueza. Por otra parte la ecología integral procura desarrollar la capacidad de convivencia y de escucha del mensaje que todos los seres lanzan con su presencia y de reforzar la potencialidad de encantarse con el universo, con su complejidad, majestad, grandeza. Busca animar las energías positivas del ser humano para enfrentar con éxito el peso de la existencia y las contradicciones de nuestra cultura dualista, materialista, machista y consumista.
La ecología integral procura habituar al ser humano a esta visión integral y holística. El holismo no es la suma de las partes sino captar la totalidad orgánica, una y diversa en sus partes, articuladas siempre entre sí dentro de la totalidad y constituyendo esa totalidad. Esta cosmovisión despierta en el ser humano la conciencia de su misión dentro de esa inmensa totalidad. Él es un ser que puede captar todas esas dimensiones, alegrarse con ellas, alabar y agradecer a la Inteligencia que ordena todo y al Amor que mueve todo, sentirse un ser ético, responsable por la parte del universo que le cabe habitar, la Tierra. Somos co-responsables del destino de nuestro planeta, de nuestra biosfera, de nuestro equilibrio social y planetario. Esta visión exige una nueva civilización y un nuevo tipo de religión, capaz de re-ligar Dios y mundo, mundo y ser humano, ser humano y espiritualidad del cosmos.
El cristianismo está llamado a profundizar la dimensión cósmica siempre presente en su fe. Dios está en todo y todo está en Dios (panenteísmo, que no es lo mismo que panteísmo, que afirma equivocadamente que todo es indiferentemente Dios). La encarnación del Hijo implica asumir la materia e insertarse en el proceso cósmico. La manifestación del Espíritu Santo se revela como energía universal que hace de la creación su templo y su lugar privilegiado de acción. Si el universo es una intrincadísima red de relaciones, donde, todo tiene que ver con todo en todos los momentos y lugares, entonces la forma como los cristianos llaman a Dios, Santísima Trinidad, constituye el prototipo de ese juego de relaciones. La Trinidad no es un enigma matemático. Significa entender el misterio último como una inter-relación absoluta de tres divinas Personas, que emergen siempre simultáneamente en un juego de interrelaciones hacia dentro y hacia fuera sin fin y eterno.
Según esta visión verdaderamente holística y globalizante comprendemos mejor el ambiente y la manera de tratarlo con respeto. Entendemos las dimensiones de la sociedad que debe ser sostenible y ser expresión de convivialidad entre los humanos y de todos los seres entre sí.  Nos damos cuenta de la necesidad de superar nuestro antropocentrismo a favor del cosmocentrismo y de cultivar una intensa vida espiritual al descubrir la fuerza de la naturaleza dentro de nosotros y la presencia de las energías espirituales que están en nosotros y que actúan desde el principio en la formación del universo.  Y, finalmente, captamos la importancia de integrar todo, de lanzar puentes hacia todas partes y de entender el universo, la Tierra y a cada uno de nosotros como un nudo de relaciones orientado hacia todas las direcciones.
Para llegar a la raíz de nuestros males, y también a su remedio, necesitamos una nueva cosmología espiritual, es decir, una reflexión que vea el planeta como un gran sacramento de Dios, como el templo del Espíritu, el espacio de la creatividad responsable del ser humano, la morada de todos los seres creados en el Amor, etimológicamente, ecología tiene que ver con morada. Cuidar de ella, repararla y adaptarla a eventuales nuevas amenazas, ampliarla para que albergue nuevos seres culturales y naturales es su tarea y su misión.

miércoles, 10 de junio de 2020

A cuatro años de su fallecimiento


Alvin Toffler, visionario de la economía del conocimiento ...
El futurólogo Alvin Toffler

“Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos  que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender.” (Alvin Toffler)

Víctor Rey

El lunes 27 de junio del 2016  a los 87 años falleció el escritor norteamericano Alvin Toffler.  Inmediatamente vino a mi mente su libro “El Shock del Futuro”, que leímos y discutimos con algunos amigos en los patios de la Universidad de Concepción en los años 70, cuando estudiábamos filosofía.  Para ese tiempo tan ideologizado nos parecían exageradas algunas de sus predicciones.  Nos parecía que era más ciencia ficción que una posible realidad. En los años 90 cuando vivía en Ecuador volvieron a caer en mis manos su trilogía ahora incluía “La Tercera Ola” y “El Cambio del Poder”.  Estos libros los encontré de ocasión en una librería de libros usados.  A partir del nuevo milenio, me he dado cuenta que las predicciones de Toffler han tenido una capacidad de asertividad increíble.  Sus textos me han ayudado mucho para entender el cambio cultural que estamos viviendo.
Alvin Toffler se hizo conocido a partir de la publicación en 1970 de su ensayo “El Shock" del Futuro” que se convertiría en un auténtico bestseller. A este libro le seguirá 10 años después --1980—“La Tercera Ola”, desarrollo y profundización de sus tesis centrales, y 20 años más tarde --1990—“El cambio del Poder”. Estos tres ensayos configuran en opinión de Toffler una «trilogía»  que recoge lo central de su pensamiento. Después de su trilogía ha publicado --firmando esta vez con su esposa Heidi, quien ha sido siempre su estrecha colaboradora--: “Las guerras del futuro” --1993-- y “Creating a new civilization”, 1995.

La preocupación por los temas sociales y el cambio nació desde muy joven en Toffler. De origen judío, luego de concluidos sus estudios de universitarios de filosofía y letras se doctoró en sociología y quiso hacer --en compañía de su esposa Heidi-- una experiencia como obrero industrial durante cinco años. En aquella época se interesó en la política y asumió la ideología marxista.
Hablando de esos tiempos de su vida dice Toffler: «Finalmente, era un activista político. A finales de la década de los cuarenta, había viajado al Sur para luchar en pro de los derechos civiles. Había participado en manifestaciones y descubierto el marxismo, el cual contempla las fábricas como el centro exacto del universo. Por tanto, el ir a la industria" también constituía una posibilidad de ayudar a organizar a los obreros. Todo esto resultaba embriagador”.



Entre las revistas en las que escribió se debe mencionar la publicación Fortune,  de la que se convertiría en columnista de temas laborales. En 1961 dejará esta revista y se convertirá en colaborador libre de diversas publicaciones y, con el tiempo, en conferencista itinerante.
En 1964 publicó el ensayo “Los consumidores de cultura”, que, en sus propias palabras, constituyó un análisis de la economía de las artes en Estados Unidos y un ataque al elitismo cultural.

“El shock del Futuro” produjo un cambio radical en la vida de Toffler. El libro alcanzó un éxito de ventas inesperado que convirtió a su autor en toda una personalidad. Incluso se hizo una película, animada por el conocido actor inglés Orson Wells, a partir del ensayo.

Para ese momento, según dice Toffler, habría dejado atrás, en lo fundamental, su adhesión al marxismo. En la actualidad se refiere a él como una expresión de la revolución industrial en total crisis y, como tal, anticuado, insuficiente e inadecuado para comprender el mundo de la alta tecnología, es decir el mundo del futuro. Sus criterios de juicio adquirirán curiosos matices y perspectivas propias. Su interés se centrará en el tema del futuro y el proceso de cambio por el que está pasando la humanidad.

El tema central de la reflexión de Alvin Toffler es el cambio. Los tres ensayos que conforman lo que ha llamado su trilogía abordan desde diversas perspectivas este proceso que el autor considera muy profundo.
«El Shock" del Futuro” --afirma Toffler-- contempla el proceso del cambio: la forma en que éste afecta a las personas y a las organizaciones. “La tercera ola” se centra en las orientaciones de ese cambio: adónde nos están llevando los cambios de hoy. “El cambio del poder”  aborda el control de los cambios que han de sobrevenir: quién les dará forma, y cómo.
Su argumento central es que la humanidad se encuentra frente a un cambio social muy profundo. El ser humano tiene ante sí un futuro que se viene aceleradamente y para el cual ni sus instituciones, ni él mismo se encuentran suficientemente preparados.

En las páginas de El "shock" del futuro trata de explorar sistemáticamente los efectos de la aceleración del cambio que está afectando a la humanidad de finales del segundo milenio.

El problema principal sobre el que se detiene no es sólo el proceso de cambio en sí mismo, sino la aceleración de este cambio que lo hace desestructurante y de difícil asimilación para el ser humano.

Por eso se refiere a la llegada del futuro como un shock: «Este shock --afirma-- es la desorientación vertiginosa producida por la llegada prematura del futuro. Y puede ser la enfermedad más grave del mañana» . Ve este shock como una «nueva enfermedad psicológica, turbadora y virulenta» .  Los efectos del shock son múltiples y aquejan de diversas maneras la vida del ser humano. Toffler cree descubrir tres efectos principales que afectan seriamente al hombre: la transitoriedad, la novedad, y la diversidad. Su ensayo “El shock del futuro” está articulado principalmente a partir de estos tres elementos.

En La tercera ola Toffler se fija en las direcciones y consecuencias del proceso de cambio. La tesis central del ensayo es que la humanidad se encuentra ante una suerte de transición crítica hacia una nueva forma de civilización que, no obstante ser de incierto desenlace final, ofrece un potencial lleno de esperanza.

Llama a esta crisis la tercera ola en función de que ha habido antes otras crisis --otras olas en su lenguaje-- que trajeron transformaciones profundas de la vida social.

La primera ola fue producida por el descubrimiento de la agricultura hace diez mil años y propició la revolución agrícola. La segunda ola se generó por la revolución industrial iniciada hace unos trescientos años.

Esta segunda ola habría entrado en una fase de crisis muy seria en el presente siglo, percibiéndose sus primeros síntomas, según Toffler, a mediados de la década de los cincuenta --cuando los obreros norteamericanos se vieron superados en número por los trabajadores del conocimiento y los servicios--.

La tercera ola estaría siendo generada por el fracaso del industrialismo y por la aparición de la revolución tecnológica --Toffler habla de un salto "cualitativo" en el conocimiento--. Las consecuencias de esta ola afectarán seriamente la vida de los seres humanos, en aspectos como lo económico, lo político, incluso la misma vida familiar. Se trata, según cree, de «la muerte del industrialismo y el nacimiento de una nueva civilización; civilización que es «al mismo tiempo, altamente tecnológica y antiindustrial».

Es un proceso que tiene características revolucionarias --por la profundidad y radicalidad de los cambios en la vida del ser humano-- y globalizantes --porque se difunde a nivel planetario--. En palabras de Toffler «lo que ahora está sucediendo es, ni más ni menos, una auténtica revolución global, un salto cuántico en la Historia».

En el libro “El cambio del Poder” aplica sus hipótesis sobre el proceso de cambio de la sociedad al control del poder y las tensiones que se generan alrededor del asunto.

En palabras suyas, este tercer ensayo de su trilogía «se centra en el papel --profundamente modificado-- del conocimiento en relación con el poder. Presenta una nueva teoría del poder social, y examina los cambios que se avecinan en los negocios, la economía, la política y los asuntos mundiales».

A partir de sus hipótesis respecto de la llegada de la tercera ola, Toffler considera que estaría naciendo un nuevo sistema de poder que sustituiría al del pasado industrial. Esto traería una lucha por el poder «que se entablará en todas y cada una de las instituciones humanas», empezando por el mundo empresarial, los Estados, el mercado, los medios de comunicación, incluso la familia y la Iglesia. El punto central para él es quién tendrá el «control del conocimiento», pieza esencial de la civilización del futuro.

martes, 2 de junio de 2020

A tres años de su fallecimiento


FRANÇOIS HOUTART: UNA VIDA DEDICADA A LA LUCHA POR LA LIBERACIÓN ...
EN MEMORIA DEL MAESTRO FRANCOIS HOUTART

Víctor Rey

“Debemos encontrar un nuevo paradigma de vida frente al paradigma de muerte. El paradigma del bien común de la humanidad.” François Houtart
El martes 6 de junio del 2017, falleció en Quito Ecuador, el académico belga François Houtart, teólogo y sociólogo de la liberación de los pueblos a los 92 años. La noticia me  impactó ya que tuve la oportunidad de conocer a este sacerdote católico, sociólogo y teólogo.   Cuando en 1990 me  dieron una beca para estudiar en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, algunos amigos lo primero que me dijeron, es que debía contactarme con Francois Houtart.  Y así fue como a los pocos días de estar en Louvain La Neuve me encaminé hacia el Centro Tricontinental (CETRI), donde trabajaba y vivía este sacerdote. Mi intención era que me orientará para iniciar estudios de sociología en dicha universidad.  El recién se había jubilado de profesor y director de la Facultad de Sociología y más que animarme a estudiar sociología me desanimo, ya que me advirtió de los cambios que se habían experimentado en esa escuela.  Así que orienté mis estudios hacia la Comunicación Social.  En los tres años que viví en esa ciudad, asistí a varias clases que el dicto en el CETRI  y muchas veces nos encontramos en las calles y pasillos de la universidad.  Siempre me preguntaba como estaba y también se interesaba sobre Chile, su transición de la dictadura a la democracia y también por los estudiantes chilenos que habían pasado por dicha universidad.  La última vez que lo vi, fue en Bogotá en la casa de una amiga.  Fue una grata sorpresa ya que esta amiga nos invitó a desayunar a varios chilenos que estábamos participando de un congreso en esa ciudad y para mí fue una sorpresa grata volver a encontrarme con Francois Houtart.  La mañana se nos hizo corta en esa grata conversación.  Por supuesto me regalo su último libro sobre la creación de un nuevo paradigma del bien común, que ahora volveré a leer con renovado interés.

Nació en Bruselas en 1925.  Fue ordenado sacerdote en 1949.  Licenciado y Doctor en Sociología por la Universidad de Lovaina, la misma donde estudió el ex presidente del Ecuador, Rafael Correa.  Tempranamente surgió como una de las voces para la renovación de la Iglesia.  Para la preparación del Concilio Vaticano II, el presidente de la Conferencia Episcopal Latinoamericana (CELAM), Dom Helder Cámara, le encomienda sistematizar la propuesta de la Iglesia de América Latina para presentarla en l apertura del Concilio.

Su voz ha acompañado las luchas de los pueblos desde la década de los 50 del siglo pasado.  Ninguna lucha le era extraña.  En una misma semana podía estar en Vietnam, en reuniones con el Partido de Gobierno, y luego en Siria, para buscar acuerdos de paz.  Luego en América Latina podía pasar por las mesas de negociación de las FARC, hablar con el Partido de los Trabajadores sobre la crisis en Brasil. Una conferencia en Argentina, un curso en la Escuela de Formación los Sin Tierra, una reunión en La Habana.  Trotamundo incansable en búsqueda de la palabra, de las semillas de los de abajo, desde el Sur, portador de la palabra de esperanza desde la ciencia, la reflexión, la teología.

El Ecuador tuvo el privilegio de ser elegido como el hogar de residencia de Francois Houtart en estos últimos años.  La Fundación Pueblo Indio, fundada por Monseñor Leonidas Proaño, fue su nueva casa.  Profesor del Instituto de Altos Estudios (IAEN), docente de la Maestría de Sociología Política de la Universidad Central.  Cuando estaba en el país, todos los mièrcoles se reunía con el Grupo de Pensamiento Alternativo, para informar sus periplos por el mundo, analizar la situación del Ecuador y de América Latina, programar las nuevas solidaridades y debatir sobre las alternativas.

Uno de los últimos actos de su vida comprometida fue la participación en el Taller de Pukahuaiko, la sede de la tumba de Monseñor Proaño, para acordar el nuevo Mandato de la Vida, junto a los pueblos y comunidades indígenas, las comunidades cristianas de base, las organizaciones sociales.  La víspera de su muerte, organizó el Acto de solidaridad con el pueblo Tamil de Sri Lanka, para pedir que el Gobierno ecuatoriano, como presidente de turno del Grupo de los 77, plantee una investigación internacional sobre el genocidio del siglo XXI.
Fundó con Samir Amin el Centro Tricontinental (CETRI), la revista “Alternatives du Sud” y el Foro Mundial de Alternativas, como tribunas de pensamiento sobre las luchas y las alternativas en el Tercer Mundo. 

En el 2009, como asesor del Presidente de la ONU, Miguel D;Scoto, inició el trabajo sobre un nuevo paradigma civilizatorio, el Bien Común de la Humanidad, que es un legado teórico-plítico más importante, en el que trabajó el final de su vida.

Escritor incansable.  Publicó alrededor de 70 libros, un promedio uno anual, además de artículos, ponencias.  Casi imposible saber cómo lo hacía.  Los títulos muestran el recorrido de su pensamiento: El cambio social en América Latina (1964), Iglesia y Revolución,  Religión e Ideología en Sri Lanka.  Religión y Desarrollo en Asia (1976).  Sociología de la religión (1992), El otro Davos (1999), Haití y la mundialización de la cultura (2000), Desligitimizar el Capitalismo,  Reconstruir la Esperanza (2005), La Etica de la incertidumbre en las ciencias sociales (2006), Africa codiciada.  El desafío pendiente (2007), De los bienes comunes al bien común de la humanidad (2012), El camino a la Utopía y el bien común de la humanidad (2014), El camino a la utopía desde un mundo de incertidumbre (2015).  Acompañó el proceso de los Gobiernos “progresistas”, entre el apoyo vigilante y la crítica serena.  Una característica de su pensamiento fue la crítica con la presentación de alternativas.  En los últimos dos años la pregunta era sobre el “cierre del ciclo” en América Latina, la crisis y decadencia del capitalismo, y la necesidad de abrir nuevas alternativas.  Terminó de escribir el segundo tomo de sus Memorias, que será publicado póstumamente.  Allí podremos ver el camino recorrido, sus dudas y esperanzas, su mensaje sobre la comunidad universal, libre y justa, que soñó. 

Hoy quiero rendir este homenaje a su memoria y de alguna manera recoger su legado.