jueves, 26 de junio de 2014

Un pensador para el siglo XXI

El periodismo que practicó Jean-François Revel significaba claridad y verdad, poner las ideas al alcance del lector profano, pero sin trivializarlas y manteniendo el rigor, la elegancia y la originalidad

La obra de Jean-François Revel (1924-2006) no consiste solo en los veintiséis libros que escribió y que, además de la política, abarcan muchos géneros de su enciclopédica cultura: filosofía, arte, historia, literatura, información, gastronomía. También en los centenares de artículos que publicó en revistas comoL’Express, Le Point y Commentaire y que, al igual que en los casos de un George Orwell o un José Ortega y Gasset, son textos neurálgicos de su reflexión intelectual. Porque Revel, aunque había tenido una formación académica de alto nivel —Escuela Normal Superior, donde fue discípulo de Louis Althusser, y agregación— renunció a la carrera universitaria después de haber enseñado en México y en Italia, para dedicarse al periodismo, que alcanzó en Francia, gracias a él, la brillantez que tuvo antes en Gran Bretaña y España gracias a los autores de Cazando un elefante y La deshumanización del arte.
¿Por qué lo hizo? Yo creo que para llegar a un público más amplio que el del ámbito universitario y, acaso, sobre todo, para no verse arrastrado al oscurantismo retórico, aquella forma de logomaquia vanidosa y mentirosa que zahirió con tanta valentía como exactitud en algunos filósofos de su tiempo en el segundo de sus libros, Pourquoi des philosophes? (1957) El periodismo que él practicó significaba claridad y verdad, poner las ideas al alcance del lector profano, pero sin trivializarlas, manteniendo el rigor a la vez que la elegancia y la originalidad de los buenos textos literarios. Sin embargo, el periodismo significa también dispersión y fugacidad; tal vez por ello, hasta ahora, salvo esporádicos empeños como el de Pierre Boncenne (Pour Jean-François Revel, 2006) nadie había intentado presentar de una manera sistemática y completa el pensamiento político de Revel y lo que significa en el contexto de nuestra época.
El profesor Philippe Boulanger acaba de hacerlo, de manera soberbia, con un ensayo que, gracias a una investigación exhaustiva de sus libros, sus artículos y su correspondencia y archivos depositados en la Biblioteca Nacional de París, presenta una visión de conjunto, coherente y minuciosa, del pensamiento político de Revel con el telón de fondo de los grandes debates, crisis nacionales e internacionales, conflictos ideológicos, la guerra fría y el desplome del comunismo, ocurridos durante la vida del pensador francés: Jean-François Revel. La démocratie libérale à l'épreuve du XXe siècle .
En su intenso rastreo, Philippe Boulanger muestra, ante todo, que las ideas de Revel sobre el quehacer político se forjaron siempre a partir de un cotejo constante de pensamiento y realidad, confrontando sin descanso los hechos comprobables de la historia vivida y las interpretaciones ideológicas, adaptando éstas a aquella y no acomodando los hechos a ideas o esquemas abstractos preconcebidos, como hacía el marxismo. Esto fue distanciando cada vez más a Revel de un tipo de socialismo que, a su juicio, distorsionaba la historia para que justificara una ideología que una lectura objetiva de la realidad desmentía. Pero, y sobre esto Boulanger presenta pruebas incontrovertibles, Revel sostuvo buena parte de su vida que el verdadero socialismo era inseparable del liberalismo, y que el pecado capital del socialismo francés era haberlo olvidado, sometiéndose al marxismo y sirviendo de remolque al comunismo. De ahí, una de sus tesis más atrevidas: que el comunismo era el obstáculo mayor que tenía el socialismo francés para reformar profundamente a Francia y hacer de ella una sociedad más libre al mismo tiempo que más justa. Y de ahí, también, su simpatía por el socialismo sueco y por la socialdemocracia alemana que, a diferencia del socialismo francés, nunca tuvieron complejos de inferioridad frente al comunismo a la hora de defender la democracia “burguesa”.
Reivindicar el liberalismo en Francia, en la época que lo hicieron Jean-François Revel o Raymond Aron, no sólo era ir contra la corriente, sino querellarse al mismo tiempo con la izquierda y una derecha conservadora, populista y autoritaria representada por la Quinta República y el Gobierno del general De Gaulle. Pero esa orfandad no intimidó nunca a Revel, polemista y panfletario a lo Voltaire, que, a lo largo de toda su vida, opuso a los estereotipos en que querían encasillarlo, lapidarias respuestas que, de un lado, desvelaban la naturaleza caudillista y anti democrática del régimen impuesto por De Gaulle, y, de otro, denunciaban la dependencia del comunismo francés de la Unión Soviética y la ceguera o cobardía de sus “compañeros de viaje” socialistas y progresistas que se negaban a reconocer la existencia del Gulag pese a los abrumadores testimonios que llegaban a Occidente de los disidentes y el fracaso calamitoso de la economía dirigida y estatizada de la Unión Soviética y China Popular para elevar los niveles de vida de la población y la desaparición de todas las libertades que implicaba la llamada dictadura del proletariado y la abolición de la propiedad privada.
El libro de Boulanger muestra, también, que el liberalismo de Revel no incurría en la perversión economicista de ciertos economistas supuestamente liberales, malos aprendices de Hayek, logaritmos vivientes, para quienes el libre mercado es la panacea que resuelve todos los problemas sociales. Revel fue, en esto, contundente: para un liberal la libertad política y la libertad económica son indivisibles, la una garantiza la coexistencia pacífica y los derechos humanos, y la otra trae desarrollo económico, crea empleo y respeta la soberanía individual. Al mismo tiempo, una sociedad no alcanza nunca la plena libertad sin una rica vida cultural, en la que se puedan manifestar sin presiones ni dirigismos oficiales la creatividad artística e intelectual y el espíritu crítico. Para ello es indispensable una educación de alto nivel, privada y pública, pues ella crea la igualdad de oportunidades, esencial para que una sociedad libre sea también una sociedad equitativa, digna y genuinamente democrática.
Revel fue siempre un enemigo declarado de toda forma de nacionalismo, un promotor de un gobierno supranacional, un defensor de una Europa unida y abierta al resto del mundo, un defensor de la lenta disolución de las fronteras a través de los intercambios comerciales y culturales, y alguien a quien su espíritu curioso llevó a interesarse por otras culturas, otras lenguas —dominaba cinco— y uno de los mejores conocedores de la realidad de América Latina, sobre la que escribió iluminadores ensayos, refutando a sus ingenuos compatriotas que se empeñaban en ver, como un modelo de revolución democrática, el castrismo y las fantasías guevaristas de erupcionar el mundo creando “dos, tres, Vietnam”.
Aunque la política le apasionaba, estaba convencido de que ella no debía absorber toda una vida. En todo caso, ella no agotaba su inquietud múltiple, su pasión por conocer, lo que hacía de él un heredero directo de la gran tradición humanista occidental. Escribió una historia de la filosofía, sobre todo centrada en los pensadores griegos y latinos, y en los renacentistas, para lectores profanos, que se lee con el interés de un libro de aventuras, y ensayos sutiles y polémicos sobre Proust, sobre Descartes, y, sobre gastronomía, Un festin en paroles, en el que mostró, sin embarazo alguno, además de su ironía y buen humor, su pasión por la buena mesa y las buenas bebidas.
Tenemos que agradecerle a Philippe Boulanger el enorme trabajo que debe haber significado para él escribir esta formidable biografía intelectual y política de Jean-François Revel. Ha sido un acto de justicia con uno de los pensadores más agudos y actuales, uno de los mejores continuadores de Tocqueville, y, a la vez, uno de los más injustamente marginados en un país en el que, pese a todas las frustraciones y fracasos que le ha significado aferrarse a la tradición anacrónica del Estado fuerte, grande e intervencionista, que han compartido tanto la izquierda como la derecha, la lección de Revel ha sido desoída y negada. Ya no será posible seguirlo desconociendo después de este admirable reconocimiento de Philippe Boulanger, que ha demostrado la riqueza, profundidad y actualidad de sus ideas.
© Derechos mundiales de prensa en todas las lenguas reservados a Ediciones EL PAÍS, SL, 2014.

martes, 24 de junio de 2014

Eligen a Irlanda como el "mejor país del mundo"

El llamado Índice del Buen País se entrega por primera vez y busca medir lo que cada país contribuye al bien común de la humanidad. Chile se ubica en el puesto número 24, el mejor de Sudamérica.

por Ansa y A. T. D. - 24/06/2014 - 10:21 La Tercera
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Irlanda fue elegido como "el mejor país del mundo", según un estudio elaborado por primera vez y que analizó a todas las naciones de acuerdo a su contribución a la humanidad y el planeta.
El llamado Índice del Buen País, fue creado por el consejero político británico Simon Anholt y combinó 35 indicadores de Naciones Unidas, el Banco Mundial y otras institucionales internacionales.
Según los análisis, Irlanda es la mejor nación por su contribución y legado a la humanidad y a la salud del planeta. 
Detrás quedaron Finlandia, Suiza, Holanda, Nueva Zelanda, Suecia, Reino Unido, Noruega, Dinamarca y Bélgica. 
En el puesto número 24 se ubicó Chile, el mejor país sudamericano según la lista, delante de Japón, Kenia, Singapur, Guatemala, Grecia, Colombia y Bulgaria. 
El resto de los países sudamericanos en la lista fueron Brasil (49), Paraguay (54), Argentina (57), Perú (86), Bolivia (88) y Venezuela (117). 
EVALUACIÓN
La lista evaluó cómo es la economía de cada país, y su contribución global a la ciencia y tecnología, cultura, paz y seguridad, orden mundial, planeta y clima, prosperidad e igualdad, y salud y bienestar.
En el caso de nuestro país, por ejemplo, los peores puntajes fueron en el área de salud y bienestar (114, versus 9 de Irlanda) y ciencia y tecnología (52, Irlanda obtuvo 20), y cultura (47, Irlanda 7). Y los mejores, en planeta y clima (18), orden mundial (27) y prosperidad e igualdad (31).
Aunque Irlanda encabezó el listado, la región de países nórdicos hizo la mayor contribución al planeta y la humanidad que cualquier otra parte del mundo.
Estados Unidos, una de las naciones más ricas del planeta, se ubica en el puesto 21 principalmente por una mala puntuación en el área de paz internacional y seguridad.
Fuera de Europa Occidental y del mundo angloparlante, el país con mejor puntuación fue Costa Rica, en el puesto 22, en tanto que la nación africana que más contribuye a la humanidad y el planeta fue Kenia, en el puesto 26.
Los autores del índice indicaron que Kenia "es un ejemplo inspirador" para el mundo, al demostrar que hacer una contribución a la humanidad y el planeta "no es exclusivo de las naciones del llamado Primer Mundo". 
De todos modos, nueve de los mejores diez países se encuentran en Europa Occidental, que fue considerado el continente "más benigno" para la humanidad y el planeta.
OBJETIVOS DEL INDICEAnholt dijo que espera que el índice transforme la forma en que los países hacen negocios, al incentivar a pensar más sobre el impacto global de sus acciones, en lugar de en intereses propios.
"La idea del Índice del Buen País es bastante simple: medir lo que cada país contribuye al bien común de la humanidad, y lo que quita", declaró el analista.
"Al utilizar un gran número de indicadores de la ONU y otros organismos internacionales, le hemos dado a cada país una hoja de balance que muestra en detalle si es un acreedor neto de la humanidad, un peso para el planeta o algo intermedio", agregó.
Anholt pidió a las naciones "dejar de comportarse como islas", al indicar que el mundo, como nunca antes, "está cada vez más conectado".
"Sin embargo muchos países siguen tratando a otras naciones como si fueran pequeñas islas privadas. Es hora de que los países comiencen a pensar más seriamente acerca de las consecuencias internacionales de sus acciones", finalizó. 

viernes, 13 de junio de 2014

Reflexiones acerca del Sentido de la Vida en el pensamiento de Víktor Frankl

Durante cinco encuentros de una hora y media en el mes de abril con cinco estudiantes del Diplomado en Estudios de la Realidad Contemporánea del Servicio de Estudios de la Realidad (SER), leímos el libro de Viktor Frankl,El Hombre en Busca de Sentido. De esos hermosos encuentros, en los cuales aprendimos mucho acerca de este autor, he podido sacar algunas conclusiones de las que fui tomando nota y que comparto en este texto.
De las reflexiones llegamos a la intuición de que el “sentido último” de la vida puede consistir en el progreso hacia el amor, entendido como la aproximación a los valores imperecederos, caracterizando como principal valor humano al amor, el amor a sí mismo, hacia la familia, hacia los progenitores, amor a todos los “tú” con que deba alternar el “yo” en su vida, expresado a través de la tolerancia y la capacidad de perdonar y el amor a la naturaleza y a Dios.
Viktor Frankl nos dice que al final de la vida no importará hasta dónde se ha llegado, sino cuánto camino se ha recorrido en el progreso hacia el amor, partiendo de la premisa de que cada individuo tiene un punto de partida diferente.
Desde la perspectiva de la escuela de Viktor Frankl, se afirma que la persona puede y debe contribuir a mantener en pie el vínculo innato con lo trascendente, para dar al fenómeno de la fe la oportunidad de consumarse por sí sólo, sin intervención de la voluntad.
A los seres humanos les es difícil venerar lo innominado; parecería que la solución radica en conservar el respeto por el Ser en todas sus manifestaciones, en la riqueza de los valores, la naturaleza, los objetos, las plantas, los animales y las personas.
Al decir de Viktor Frankl, se puede ver a la conciencia como “el órgano que detecta el sentido único de una situación de vida única”. Para que se produzca ese proceso es necesario dedicarle momentos de contemplación, pausas para meditar, instantes de quietud y recogimiento.
Que tu propia satisfacción constituya el efecto secundario de un acto de amor. Cuanto más nos desvivimos por satisfacer nuestros gustos, tanto más fácil será que dejemos de experimentarlos.
El ser humano decide emprender su camino dando prioridad al ser o al tener, lo cual revela la dirección que lleva su vida, revela quiénes seremos, manifiesta a dónde llegaremos si a la luz de las alturas o a dar vueltas y más vueltas encerrados en un valle tenebroso.
La situación psicofísica y la posición social no es lo decisivo en la posición en que se halla la persona; lo decisivo radica en la persona espiritual, en las actitudes personales que cada uno adopta frente a su contexto natural.
Cuando se trata de actitudes, siempre es posible el cambio. Viktor Frankl deja de lado la pregunta del “porqué”, pues es el elemento detrás del cual se esconde el determinismo.  Por el contrario al preguntarse QUÉ se revela de inmediato la causa real del sufrimiento, que se centra en las actitudes que toma la persona frente a las condiciones internas tanto como a las externas y así se descubre que la causa real radica en la persona. Si el QUÉ de las aflicciones humanas se encuentra con la trascendencia, todos los “PORQUÉ” pierden su poder, nada de lo que nuestra fantasía pueda crear puede oponerse a la confianza más profunda y última.
Empero no basta que se confíe en el sentido que lleva a los pequeños pasos en dirección a la meta deseada; con cada paso que se dé, se deberá producir la renuncia a las muletillas psíquicas que mitigan las contrariedades del momento, estados cambiantes del uno mismo, que postergan su acercamiento a la meta deseada.
Si logramos reconocerlos en lo más íntimo de nuestros corazones, podremos dejar pasar lo que no es prioritario y dedicarnos a lo que es preciso para hacer frente a lo esencial.
No obstante siempre existe el llamado a buscar un sentido en las cosas. Las recetas que hacen que las épocas exitosas y por desdicha seductoras, ofrezcan respuestas a la cuestión del sentido, que nos permitan seguir viviendo, son la modestia y la contención, la iniciativa propia y el amor al prójimo.
Etapas particularmente difíciles de la vida en las que debemos despedirnos de una persona amada o de la posibilidad de realizar valores de esencial importancia, sin los cuales la vida nos parece vacua. Ante determinadas circunstancias de la vida, el sentido que se confiere al sufrimiento determina cuál opción se volverá realidad, si interpretamos que “el mundo se viene abajo”, como un alud en la pendiente que todo lo arrastra a su paso, crecerá el peligro de que sobrevenga un colapso psíquico. Si por el contrario, interpretamos el sufrimiento como una prueba y un cometido, crecerán las fuerzas para superarlo y renacer o resucitar psíquicamente. En períodos conflictivos es donde más que en cualquier otro caso, importa dar la respuesta adecuada. Lo que hace falta es coraje para vencerse a sí mismo y, si es preciso, renunciar. Es preciso tener coraje para salir indemne de los conflictos y también confianza en lo que nos revela el silencio, la quietud, pues en el silencio y la quietud captamos con nitidez las sutiles pulsaciones del corazón que nos señalan el camino de regreso a la vida.
En el transcurso de la vida aumenta el conocimiento de los resultados de los acontecimientos vividos anteriormente y toda nueva información es inmediatamente “recodificada” por el cerebro humano, cuyo acerbo de conocimiento se “actualiza”, o sea se modifica, entonces la mirada retrospectiva sobre el pasado da un resultado erróneo y engañoso. En realidad se trata de un recurso de primordial importancia, impuesto por nuestra propia naturaleza para nuestro bienestar atendiendo a una interpretación y juicio más reciente que acumular en la memoria lo negativo que sucedió hace tiempo. Viktor Frankl nunca expuso a ningún individuo al riesgo de arrojar una mirada retrospectiva sobre su pasado alimentando una fantasía que, como hoy sabemos, es engañosa.
Viktor Frankl cambió el punto de mira y, con ello, el “material de decodificación” haciendo ver en los graneros del pasado su vida más rica y realizada y lo contrasta con su dignidad de ser libre y espiritual para que encuentre su yo más valioso.
Esto no sólo ocurre a nivel consciente y emocional, sino también imperceptiblemente a nivel neuronal, lo cual le dará un tinte menos sombrío, en contraste a su sentimiento anterior. Entonces la “mirada retrospectiva con ira”, es sustituida cognitivamente por una “mirada prospectiva con confianza”.
Se trata de lo siguiente: cuando estamos bajo una fuerte presión emocional, nos mostramos diferentes a cuando no lo estamos, entonces somos irreflexivos, descontrolados y desembozados, apareciendo nuestro “verdadero rostro” sin los maquillajes que impone la cosmética de nuestra socialización. En esos momentos se pone en evidencia de qué es capaz y a qué está dispuesto un ser humano y a qué no está dispuesto aún bajo máxima tensión, dejando al descubierto la ética de su corazón. Se puede objetar que la fuerte tensión emocional puede distorsionar lo humano en una persona; en eso, precisamente, consiste el test, evaluar lo que bajo determinada carga, los sentimientos pueden hacer con una persona.

miércoles, 11 de junio de 2014

10 RAZONES DEL MEJOR DOCENTE DEL MUNDO

¿Quién es Ken Robinson? Ken Robinson es, probablemente, el mejor educador del mundo. Sé que es una afirmación arriesgada. Por eso te pediría que leyeras estas 10 razones que desarrollaré en este artículo para que veas cómo su visión del mundo educativo supone una transgresión y una auténtica declaración de intenciones. Cuando Ken Robinson habla no enseña, inspira. Ese es su gran valor.
Ken robinson
Sir Ken Robinson

¿Qué 10 razones hacen de Ken Robinson el mejor docente del mundo?

Llevo un tiempo siguiendo la figura de este extraordinario educador. Lo cierto es que tenía este artículo pendiente desde hacía algún tiempo. En él mi pretensión es darte a conocer 10 reflexiones que creo que pueden cambiar tu percepción de la educación actual. ¿Me acompañas?
1. La imaginación es la fuente de todo logro humano.
  • Esta es la primera frase que te encuentras al entrar en la página web de Ken Robinson. Buena parte de su pensamiento gira en torno a varios ejes. Uno de esos ejes es, sin duda, la importancia que concede a la imaginación y, sobre todo, a la originalidad. Ken Robinson no concibe una educación que no se base en potenciar la inteligencia. Precisamente será esta inteligencia la que nos distinguirá y la que enriquecerá la sociedad.
2. Si no estás preparado para equivocarte, nunca llegarás a nada original.
  • Ken Robinson es tremendamente crítico con la visión de la educación actual. Uno de sus argumentos es que penaliza el error y la equivocación. Penalizar el error mientras se educa es sencillamente una paradoja, porque es a partir del error de donde podemos sacar las mejores enseñanzas. El error debe verse como un proceso positivo dentro del propio aprendizaje del alumno.
3. Las escuelas se parecen a las fábricas.
  • En el siglo XXI aún mantenemos una estructura educativa industrial. Ken Robinson critica que en muchos centros educativos los alumnos se parezcan más a obreros que a estudiantes. Cuestiona la rigidez de los horarios, la separación de los alumnos por edades, la descompensación horaria de las materias y el hecho de priorizar el producto manufacturado al talento y a la creatividad.
4. La creatividad se aprende igual que se aprende a leer.
  • El concepto de creatividad es una constante en la obra de Ken Robinson. Y en este sentido la figura del docente resulta determinante para que el alumno fomente dicha creatividad en su centro educativo. Desgraciadamente, el modelo educativo actual mata la creatividad, no potencia el talento, sino que prioriza el resultado final más que el proceso en sí.
5. Es necesario potenciar la diversidad.
  • Si el docente es capaz de potenciar la originalidad y el talento en sus alumnos, entonces habrá logrado algo tremendamente importante: superar el modelo industrial basado en la homogeneización del producto. Las fábricas producen. Y el producto que se crea es siempre el mismo producto. ¿Es eso lo que queremos de nuestros  alumnos? ¿Es este nuestro ideal de enseñanza? Mediante la creatividad y el talento hacemos posible la diversidad. Para Ken Robinson dicha diversidad es uno de los activos más importantes que existen en la sociedad actual. Para Ken Robinson cuanto más creativos sean los niños, más posibilidades tendrán de autorrealizarse. Según Ken Robinson, la única forma de detectar talentos es hacer pensar a los alumnos de forma diferente.
6. La educación del talento no es lineal.
  • Otro de los grandes errores del sistema educativo actual es pensar que el conocimiento es lineal. Para Ken Robinson el aprendizaje no es lineal, sino orgánico, porque el mundo actual ha dejado de tener una concepción lineal para pasar a tener una visión global. La escuela se ha obsesionado en hacer creer al alumno que su destino pasa por la universidad. De hecho, explica Ken Robinson que en una guardería leyó un lema que decía: la universidad empieza en la guardería. Para Ken Robinson esta cita es errónea. La guardería empieza y acaba en la guardería. En eso consiste la educación orgánica. ¿Quién les puede asegurar a los niños de tres años que el futuro pasará por la universidad?
7. Los niños de ahora harán trabajos que aún no están inventados.
  • En la línea del pensamiento lineal encontramos esta otra frase de Ken Robinson. Actualmente, estamos enseñando en los centros educativos contenidos que no tenemos ni idea de si servirán o no dentro de un período relativamente corto de tiempo. Esto debería hacer pensar a los docentes y hacerles ver que lo que importa no es lo que enseñan, sino cómo enseñan para que sus alumnos puedan aprender por sí mismos cuando en un futuro no muy lejano deban llevar a cabo actividades que ahora ni imaginamos que desarrollarán. El saber no está en los libros de texto, sino en la imaginación y el talento que puedan desarrollar los alumnos.
8.  La creatividad es tan importante en educación como la alfabetización, y por eso debemos tratarla con la misma importancia.
  • Otro de los grandes problemas de la educación actual es que no se da la misma importancia a la alfabetización que a la creatividad. Basta mirar la descompensación de las asignaturas de las diferentes etapas educativas. ¿Por qué puede ser? Yo creo que la respuesta es muy sencilla. Es muy fácil enseñar a leer y a escribir, pero como docentes no tenemos ni idea de cómo enseñar a ser creativos. Es por ello que debemos aumentar el tiempo que le dedicamos a preparar una sesión lectiva y bajar nuestra productividad en beneficio de la creatividad de nuestros alumnos. Cuanto más pensemos, más creativos seremos. Si los docentes somos creativos, entonces será muy fácil enseñar creatividad en la aulas, independientemente de las materias que se impartan.
9. La gente produce lo mejor, cuando hace cosas que ama, cuando está en “su elemento”.
  • El concepto elemento es un término al que Ken Robinson hace a menudo referencia. Cada individuo debe buscar “su elemento”, es decir, debe ser capaz de encontrar por sí mismo o mediante la ayuda de otros sus aptitudes, sus pasiones, sus actitudes y sus oportunidades. Estos son los cuatro pilares fundamentales para el crecimiento personal de los individuos. Tenemos la obligación de descubrir qué se nos da bien y qué nos encanta hacer. Consiguiéndolo será como podremos autorrealizarnos y contribuir para crear una sociedad mejor. De ahí que como docentes debamos superar el pensamiento ilustrado basado en el análisis y en la lógica para sustituirlo por un sistema educativo holístico, abierto, flexible y diverso. Sólo siendo creativos dejaremos de ser conformistas.
10. No es acerca de estandarizar la educación, es acerca de subir el estándar de la educación.
  • El error del sistema educativo actual se debe a la estandarización. Estandarizar la educación no hace más que limitar la educación de nuestros alumnos, porque frena las aptitudes y el talento. A mayor estandarización mayor fracaso escolar, mayor abandono escolar. De ahí que sea necesario modificar el paradigma educativo actual donde la mecanización de los contenidos está por encima de la búsqueda del talento.
Estas son las 10 reflexiones que he querido compartir contigo acerca de Ken Robinson, probablemente, el mejor docente del mundo.
Algunos libros de Ken Robinson que te pueden interesar:

martes, 10 de junio de 2014

Nuestros presupuestos equivocados nos pueden destruir

Leonardo Boff


  Innegablemente estamos viviendo una crisis de los fundamentos que sustentan nuestra forma de habitar y organizar el planeta Tierra y de tratar los bienes y servicios de la naturaleza. En la perspectiva actual están totalmente equivocados, son peligrosos y amenazadores del sistema-vida y del sistema-Tierra. Tenemos que ir más lejos.
Dos de los padres fundadores de nuestro modo de ver el mundo, René Descartes (1596-1650) y Francis Bacon (1561-1626) son sus principales formuladores. Veían la materia como algo totalmente pasivo e inerte. La mente existía exclusivamente en los seres humanos. Estos podían sentir y pensar mientras que los demás animales y seres actuaban como máquinas, desposeídas de cualquier subjetividad y propósito.
Lógicamente, esta comprensión creó la ocasión para que se tratase a la Tierra, a la naturaleza y a los seres vivos como cosas de las cuales podíamos disponer a nuestro gusto. En la base del proceso industrialista salvaje está esta comprensión que persiste aún hoy, incluso dentro de las universidades llamadas progresistas, pero rehenes del viejo paradigma.
Las cosas, sin embargo, no es que sean así. Todo cambió cuando A. Einstein mostró que la materia es un campo densísimo de interacciones, y más aún, que ella en realidad no existe en el sentido común de la palabra: es energía altamente condensada. Basta un centímetro cúbico de materia, como le oí decir en 1967 en su último semestre de clases en la Universidad de Munich a Werner Heisenberg, uno de los fundadores de la física de las partículas subatómicas, la mecánica cuántica, que si ese poco de materia fuese transformado en pura energía podría desestabilizar todo nuestro sistema solar.
En 1924 Edwin Hubble (1889-1953) con su telescopio en el Monte Wilson en el sur de California, descubrió que no solamente existía nuestra galaxia, la Vía Láctea, sino cientos de ellas (hoy cien mil millones). Notó, curiosamente, que se están expandiendo y alejándose unas de otras a velocidades inimaginables. Tal verificación llevó a los científicos a suponer que el universo observable había sido mucho menor, un puntito ínfimo que después se inflacionó y explotó, dando origen al universo en expansión. Un eco ínfimo de esa explosión puede ser identificado todavía, lo cual permite datar el evento como algo ocurrido hace 13.700 millones de años.
Una de las mayores contribuciones que están desmantelando la antigua mirada sobre la Tierra y la naturaleza proceden del premio Nobel de química el ruso-belga Ilya Prigogine (1917-2003). El dejó atrás la concepción de materia como inerte y pasiva y demostró experimentalmente que elementos químicos colocados bajo determinadas condiciones pueden organizarse a sí mismos bajo modelos complejos que requieren la coordinación de billones de moléculas. Estas no necesitan instrucciones ni los seres humanos entran en su organización. Ni siquiera existen códigos genéticos que guíen sus acciones. La dinámica de su autoorganización es intrínseca, como la del universo, y articula todas las interacciones.
El universo está penetrado de un dinamismo autocreativo y autoorganizativo que estructura las galaxias, las estrellas y los planetas. De vez en cuando a partir de la Energía de Fondo se producen afloraciones de nuevas complejidades que hacen aparecer, por ejemplo, la vida y la vida consciente y humana.
Toda esa dinámica cósmica tiene tiempos propios: tiempo de las galaxias, de las estrellas, de la Tierra, de los distintos ecosistemas con sus representantes, cada uno también con su propio tiempo, de las flores, de las mariposas, etc. Los organismos vivos especialmente tienen sus tiempos biológicos propios, uno para los microorganismos, otro para los bosques y las selvas, otro para los animales, otro para los océanos, otro para cada ser humano.
¿Qué hemos hecho nosotros modernamente para gestar la crisis actual?
Inventamos el tiempo mecánico y siempre igual de los relojes. El dirige la vida y todo el proceso productivo, no tomando en cuenta los demás tiempos. Somete el tiempo de la naturaleza al tiempo tecnológico. Un árbol, por ejemplo, necesita 40 años para crecer y una motosierra lo derriba en dos minutos. No cultivamos ningún respeto hacia los tiempos de cada cosa. Así no les damos tiempo de rehacerse de nuestras devastaciones: contaminamos los aires, envenenamos los suelos y quimicalizamos casi todos nuestros alimentos. La maquina vale más que el ser humano.
Al no concedernos un sábado, bíblicamente hablando, para que la Tierra descanse, la extenuamos, la mutilamos y dejamos que enferme casi mortalmente, destruyendo las condiciones de nuestra propia subsistencia.
En este momento estamos viviendo un tiempo en el que la propia Tierra está tomando conciencia de su enfermedad. El calentamiento global indica que ella va a entrar en otro tiempo. Si seguimos maltratándola y no la ayudamos a estabilizarse en ese otro tiempo, podemos contar las décadas que faltan para la tribulación de la desolación. Por causa de nuestros equívocos no concientizados y formulados hace siglos que no hemos corregido y obstinadamente reafirmamos.
Con Mark Hathaway escribí El Tao de la Liberación, premiado en Estados Unidos con medalla de oro en nueva ciencia y cosmología.