domingo, 17 de julio de 2016

Roque Dalton, poeta apasionado por la belleza y la justicia.
Víctor Rey
Cuando estudiaba filosofía en la Universidad de Concepción, me reunía con un grupo de amigos que practicaban la poesía.  Era un grupo de soñadores que de alguna manera escribiendo transmitíamos nuestras frustraciones y desencantos con los tiempos que vivíamos.  Logramos sacar solamente un número de una revista a la cual bautizamos, “Sol Oscuro”, en honor al poeta maldito alemán Friedrich Hölderlin. En ese grupo conocí nuevos poetas y logré salir del círculo de poetas que a los chilenos nos movíamos, es decir: Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra, Vicente Huidobro y Pablo de Rokha. Un miembro del grupo en una oportunidad leyó el poema “América Latina”, y dijo que era de un joven poeta llamado Roque Dalton.  Por mi timidez no pregunté de donde era y que había escrito, pero me encantó ese breve poema.  Con el tiempo puede viajar y conocer el “Pulgarcito” de América Central, como bautizó Gabriela Mistral a El Salvador.  Me sentí contento de saber que en su juventud viajo a Chile para estudiar Derecho en la Universidad de Chile y que aquí donde comenzó su evolución religiosa y política, pasando de ser un católico conservador a un militante con conciencia social.
Roque Dalton nació en San Salvador, 14 de mayo de 1935 y murió cerca de Quezaltepeque, el 10 de mayo de 1975.  Poeta salvadoreño cuya obra, de estilo coloquial y socialmente comprometida, fue partícipe de la renovación de la lírica latinoamericana de la década de 1960. Nacido en la popular barriada de San José de la capital salvadoreña, el joven Roque Dalton cursó sus primeros estudios en los colegios religiosos Santa Teresita del Niño Jesús y Bautista, para ingresar posteriormente en el Externado de San José, donde en 1953 obtuvo el graduado como bachiller.
Desde muy joven manifestó una acusada conciencia social que le llevó a militar en los movimientos revolucionarios que luchaban por las mejoras sociales en Centroamérica. En 1956, mientras estudiaba Leyes en la Universidad de El Salvador, fue en uno de los miembros fundadores del Círculo Literario Universitario, y en 1957 se desplazó hasta Moscú como delegado salvadoreño en el Sexto Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad. Previamente había estado en Chile para cursar estudios superiores de Jurisprudencia (1953), carrera que complementó en su país natal con la de Ciencias Sociales (1954-1959), y en la Universidad de México con la de Etnología (1961).
Por aquel entonces ya era Roque Dalton una de las voces jóvenes más prometedoras de la poesía hispanoamericana contemporánea. Algunas de sus primeras composiciones habían sido galardonadas en varias ediciones del Premio Centroamericano de Poesía (1956, 1958 y 1959). En 1963, con la publicación de uno de sus mejores poemarios, El turno del ofendido, se consolidó como el poeta salvadoreño más relevante de su tiempo. La obra fue distinguida con una mención honorífica en el certamen Casa de las Américas, certamen que siete años después ganaría con el poemario Taberna y otros lugares (1969).
Su actividad política corría pareja a su dedicación a la creación literaria. Miembro del Partido Comunista Salvadoreño desde 1958, Dalton ya había sido encarcelado en varias ocasiones en su país natal cuando, en 1961, se vio abocado a tomar el camino del exilio. Emprendió entonces un periplo que le llevó a residir y trabajar en Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba, estancias en el extranjero que solía interrumpir con esporádicas visitas a su país natal. Se ganaba la vida con los ensayos y artículos que iba publicando, lo que le permitió viajar también, unas veces por motivos periodísticos y otras por activismo político, a las Repúblicas de Vietnam y Corea, y a numerosos países europeos y sudamericanos.
Por desavenencias con los dirigentes izquierdistas de su país, en 1967 abandonó el Partido Comunista y se mantuvo al margen de su militancia política hasta que, en 1973, regresó a El Salvador para alistarse en las filas del Ejército Revolucionario del Pueblo (ERP), donde tomó el pseudónimo guerrillero de Julio Delfos Marín. Tras colaborar activamente con esta organización clandestina partidaria del enfrentamiento directo y la lucha armada, por oscuras razones que nunca se han llegado a aclarar fue perseguido, juzgado y ejecutado por sus propios compañeros de armas, que abandonaron su cuerpo en un paraje agreste donde fue despedazado y devorado por las fieras. Esta ejecución desencadenó airadas protestas en los círculos intelectuales, especialmente entre los escritores hispanoamericanos, abanderados en su condena por el argentino Julio Cortázar.
La poesía de Roque Dalton, aunque de rasgos coloquiales, se sustentó en la fuerza de las palabras y del ethos implicado en ellas, como en los siguientes versos: "La vida paga sus cuentas con tu sangre / y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor. / Cógele el cuello de una vez, desnúdala, / túmbala y haz de ella tu pelea de fuego, / rellénale la tripa majestuosa, préñala, / ponla a parir cien años por el corazón. / Pero con lindo modo, hermano, / con un gesto propicio a la melancolía". En sus versos subyace un espíritu rebelde que plantea temas de fuerte contenido social, tratados de una manera a veces tierna y a veces irónica y sarcástica, cuyo resultado es de un enorme lirismo.
Sus influencias fueron el surrealismo y las vanguardias europeas en general, la poética conversacional latinoamericana (sobre todo voces como la del chileno Nicanor Parra, que habían traído nuevos aires irónicos a la lírica del continente), la poesía moderna de expresión inglesa, los clásicos en lengua española y algunos poetas contemporáneos, como el guatemalteco Otto René Castillo, el cubano R. Fernández Retamar, el nicaragüense Ernesto Cardenal o el argentino Juan Gelman.
Una parte de su obra ahonda en las aproximaciones entre el relato breve y el poema en prosa, tentativa en la que alcanzó buenos resultados. Un equilibrio entre calidad del lenguaje, ingenio, intelecto, amor humanista y visión política confluyen en sus mejores títulos, como en su célebreTaberna y otros lugares (1969), merecedor del premio Casa de las Américas, tal vez su libro más importante. Antes había publicado La ventana en el rostro (1961), El turno del ofendido(1963), El Mar (1964) y Poemas (1968). Luego publicó los libros Las historias prohibidas de pulgarcito (1975, poesía); y Pobrecito poeta que era yo (1976, novela).

Póstumamente aparecieron algunos títulos inéditos y varias recopilaciones antológicas de sus versos, como Poemas clandestinos (1980), Un libro rojo para Lenin (1986), Un libro levemente odioso (1988), En la humedad del secreto (antología compilada por Rafael Lara Martínez, San Salvador, 1994) y Antología mínima (a cargo de Luis Melgar Brizuela, San José de Costa Rica, 1998). En el campo del ensayo, publicó una monografía titulada El Salvador (1963), un ensayo sobre César Vallejo (1963) y un volumen de testimonios aparecido bajo el epígrafe de Miguel Mármol (1972). Compuso además algunas piezas teatrales, como Caminando y cantando(publicada en 1976) y Los helicópteros (escrita en colaboración con José Napoleón Rodríguez, e impresa en 1980).

jueves, 14 de julio de 2016

QUERERSE LIBRE.
Silo, 1983.
Quererse libre es quererse en un mundo en el que el valor humano de uno y de los demás, cobre categoría de tal en reemplazo del hombre-mercancía, del hombre-productor o consumidor.

Quererse libre es no desear un mundo de trabajo imbecilizante sino humanizante, en donde la producción sea el correlato material de la solidaridad y donde cada cual produzca según su posibilidad, recibiendo según su necesidad. No según la necesidad que el estado quiera fijar.
Quererse libre es quererse con intimidad y ser para los otros garantía de la intimidad. Es quererse individuo pleno y sentir el para-sí y para-otro con la misma fuerza solidaria.
No es quererse libre explotar y ser explotado, controlar y ser controlado, espiar y ser espiado.
Quererse libre es por consiguiente: quererse en un mundo no autoritario, no burocrático, no partidario sino paradisíaco.
En un mundo que siempre estuvo en el corazón de los hombres buenos y acicateó su imaginación y sus obras fuera de la época, fuera de la prehistoria en que vivieron.
Quererse libre es querer salir de la prehistoria, produciendo una ruptura temporal y entrar en la historia verdadera y cálidamente humana.
Quererse libre es querer una nueva sociedad en la que no se sienta el freno o el control, sino la total incapacidad de ejercer cualquier violencia propia de la prehistoria humana.
Quererse libre es querer un mundo en el que no sea necesario utilizar la palabra "amor" por pudor y por sobreentendida.
Quererse libre es querer un mundo en donde el ateísmo no esté reprimido, y en donde la religión interior y personal no sea una fuga de la realidad.
Quererse libre es querer un mundo en que la razón y el saber no tengan ya inquisiciones y en el que la poesía pueda oponerse a la razón sin división interna del poeta.

LAS 7 LEYES DEL CAOS

La vida entera es caos, y es bueno que así sea, dice la ciencia. Dos científicos proponen siete miradas provocativas sobre la vida cotidiana para celebrar el azar y la magia de lo desconocido.


Por Claudio Fabián Guevara

¿Has sentido alguna vez que tu vida se desarmaba completa, que todas tus estructuras se sumergían en el descontrol? Es cuando asumimos que en realidad, nada es seguro ni dura eternamente. Solamente la publicidad engañosa nos induce a creer que es posible amurallarnos contra los riesgos y las catástrofes repentinas.
La verdad es que, más allá de periodos de relativa seguridad y estabilidad, nuestras vidas viven en el caos en forma permanente. Son tantos los factores que deciden nuestro destino, que pretender ponerlos bajo control es vanidad o pura ilusión. Por eso, en lugar de angustiarnos por lo imprevisible, es mejor disfrutar las posibilidades que nos brinda el azar de la vida.
►Festejar lo impredecible
La teoría del caos postula miradas provocativas sobre estos temas. La ciencia descubre que la vida entera es caos, y es bueno que así sea. Tras estudiar a fondo las leyes que rigen la naturaleza, John Briggs y David Peat escribieron “Las Siete Leyes del Caos”, un trabajo que proyecta sobre el orden social la nueva mirada de la ciencia sobre el universo. Propone aceptar el desorden de nuestras vidas, y pactar con el caos para convertirlo en una fuente de creatividad que nos haga más libres.
¿Qué es la teoría del caos? Comenzó con formulaciones matemáticas, se desarrolló con el estudio de las variaciones del clima, y en las últimas décadas se extendió a los otros planos del pensamiento social y científico.
Los estudiosos del caos se concentran en la interconexión que existe entre acontecimientos aparentemente aislados, en los modelos ocultos, en los matices, en la “sensibilidad” de las cosas, y en las reglas de cómo lo impredecible conduce a lo nuevo.
La teoría del caos tiene que ver más con lo que no sabemos, con la celebración de la magia y el misterio. El caos es al mismo tiempo, nacimiento y muerte, destrucción y creación. Habla de cómo, sobre la base de sistemas estables, se construye la inestabilidad y la futura aparición de formas de organización diferentes. Describe cómo cada pequeño cambio introducido en un sistema abierto tiene una respuesta que encierra la continuidad, metamorfosis o muerte futura del sistema. Y todos somos sistemas abiertos.
¿Cómo pueden aplicarse estos conceptos al análisis de nuestra vida personal?
Metáfora del arroyo
“Piensa en un arroyo de montaña”, dicen Briggs y Peat.
Es arroyo antiguo, pero al mismo tiempo, es diferente en cada estación: apenas un hilo de agua en verano, más caudaloso en invierno. Es el mismo arroyo desde hace siglos, pero al mismo tiempo es diferente cada día: el color del agua varía por la luz del sol, por las materias que transporta, por la cantidad de organismos que alberga.
Siéntate a su vera en un sector estrecho, y sumerge tus pies en el flujo cristalino. La corriente comenzará a rodear tus pies y comenzará a fluir por los lados. Halla un sector poco profundo y coloca varias piedras que obstaculicen la corriente. Pronto el agua hallará grietas para escurrirse, o tal vez no, y se convierta en un pequeño estanque que atraerá la visita de los moradores de la zona.
Porque el arroyo no está solo, forma parte de un complejo ecosistema: los glaciares de la montaña que lo nutren, la miríada de animales y plantas que beben de sus aguas, el clima con sus alteraciones y la tierra con todos sus sustratos. Es un sistema abierto: necesita de una continua alimentación de energía, es modificado por agentes externos, forma parte de una compleja red.

El arroyo es una metáfora de nosotros mismos: es al mismo tiempo estable y cambiante, sus aguas se renuevan constantemente y responde al entorno adaptándose de la mejor manera. De la misma manera, todos nosotros somos un cuerpo cuyas células se renuevan permanentemente, respondemos a los estímulos exteriores, y en definitiva somos la misma persona de hace 10 años, pero también una nueva persona cada día.
Al igual que el arroyo, cada uno de nosotros no está solo: estamos conectados con la naturaleza, y formamos parte de una red de relaciones sociales y familiares. Vivimos dentro de movimientos que nos afectan y afectan a los demás, creando movilidad y caos en diferentes niveles.
Una nueva experiencia del mundo
“Si sabemos apreciar el caos –dicen Briggs y Peat- podemos comenzar a ver el mundo como un flujo de modelos animados con giros animados, espejos extraños, sutiles y sorprendentes relaciones, además de la sorprendente fascinación de lo desconocido”.
La teoría del caos ha tenido tal impacto en variados órdenes de la vida: en las artes, la cultura y la economía. Se ha convertido en una metáfora cultural.
En esta serie repasaremos las siete leyes del caos propuestas por Briggs & Peat. No son formas de comportamiento o directrices sobre cómo hay que pensar. Son siete “provocaciones, entradas en una nueva experiencia del mundo”.

1. Ley del Vórtice: la creatividad de la naturaleza
Los momentos de caos e incertidumbre son oportunidades para mejorar nuestras vidas, dice la primera ley. Ser creativo implica abandonar las estructuras comúnmente conocidas para alcanzar una reorganización.

2. Ley del Efecto Mariposa; el poder de la influencia sutil
Todos somos agentes de cambio, dice la segunda ley. Frente al poder de los poderosos, podemos enarbolar el poder de los impotentes, y cultivar nuestra habilidad para influir positivamente en el mundo.
3. Ley de la Renovación Colectiva: La magia de la autoorganización
En el caos los individuos son parte indivisible del todo, y la tendencia a interactuar es algo profundamente inherente a su naturaleza. La tercera ley nos enseña a seguir la corriente, abrazar la diversidad e integrarnos en el flujo de la autoorganización.

4. Ley de lo Simple y lo Complejo: El laberinto de los espejos
Lo simple y lo complejo son reflejos lo uno de lo otro, dice la cuarta ley del caos. No están presentes en los propios objetos, sino en la forma que interactúan entre sí. Una invitación a aplicar el arte de la simplicidad y la paradoja de la complejidad para acercarnos a la fuente de la vida.
5. Ley de los Fractales: El arte del mundo en acción
La quinta ley del caos nos anima a cultivar un sentimiento de solidaridad con toda la creación, encontrando las semejanzas que tienen nuestros cuerpos con la naturaleza. Somos al mismo tiempo el centro del universo y participantes periféricos en modelos inmensos.
6. Ley del Tiempo Fractal: La conexión con los ritmos de la vida
La sexta ley nos dice que el tiempo mecánico del reloj es una ilusión que esconde el verdadero pulso del universo. El tiempo no es una línea recta, sino un fractal que debemos explorar para descubrir los matices del universo y de nosotros mismos.
7. Ley de la Nueva Percepción: Volver a unirse con el todo
La última ley del caos incluye y resume todas las anteriores. Nos invita a experimentar la solidaridad con el universo desde la perspectiva de un nuevo holismo que supere la mirada reduccionista de la sociedad industrial.

jueves, 7 de julio de 2016

El Dalai Lama agente de paz y de la no violencia
Víctor Rey
Un 5 de mayo del 2006, tuve la oportunidad de conocer al Dalai Lama, con motivo de una visita que  realizó a Chile.  Una de sus actividades fue un encuentro interreligioso en el Centro de Extensión de la Universidad Católica en Santiago.  En esa oportunidad hizo énfasis en la importancia del diálogo interreligioso para lograr la paz y también del papel que tiene las religiones y las espiritualidades en esta tarea.  Cuando alguien le preguntó cuál era su religión, el Dalaí Lama dijo que era la bondad.  Ese encuentro para mí ha sido una de las experiencias más ricas de convivencia interreligiosa y me dio mucha esperanza de que la paz era posible.
El Decimocuarto Dalai Lama, Tenzin Gyatso, es el jefe de estado temporal y líder espiritual del pueblo tibetano. Nació el 6 de julio de 1935, en una pequeña villa llamada Taktser situada en el noreste de Tíbet, y fue llamado Lhamo Dhondup.  Nacido en una familia campesina, fue reconocido a los 2 años de edad, de acuerdo con la tradición tibetana, como la reencarnación de su predecesor el 13º Dalai Lama, es una encarnación de Avalokitesvara, el Buda de la Compasión.
El Dalai Lama empezó su educación a los 6 años y terminó el grado Geshe Lharampa (Doctorado en Filosofía Budista) a los 25 años de edad, en 1959.  (A los 24 años, rindió los exámenes preliminares en cada una de las tres Universidades Monacales.  El examen final tuvo lugar en el Templo en el Gran Festival de Oración, que se realiza el primer mes de cada año, según el calendario tibetano.  Por la mañana fue examinado por 30 eruditos en lógica; por la tarde, debatió con 15 expertos sobre la Vía Media, y al final de la tarde, 35 entendidos  pusieron a prueba su conocimiento sobre el canon de la disciplina monástica y el estudio de la metafísica.  El Dalai Lama aprobó el examen con honores, y éste fue realizado ante la presencia de 20.000 estudiantes monásticos. Además de los temas budistas, él estudió inglés ciencias, geografía y matemáticas.
El 17 de noviembre de 1950, fue llamado a asumir el completo poder político (Jefe de Estado y Gobierno) cuando Tíbet fue amenazado por el poder de China.  En 1954, viajó a Beijing para sostener conversaciones de paz con Mao Tse-tung y otros líderes chinos, incluyendo Chou En-Lai y Deng Xiaoping.  En 1956, mientras visitaba India para atender el 2500º Aniversario del nacimiento del Buda, tuvo una serie de encuentros con el Primer Ministro Nehru y el Premier Chou acerca de las deterioradas condiciones en Tíbet.
Sus esfuerzos por lograr una solución pacífica al conflicto sino-tibetano se vieron frustrados por la cruel política de Beijing en el este de Tíbet, la cual provocó un levantamiento popular. Este movimiento de resistencia se extendió hacia otras partes del país, y el 10 de marzo de 1959, la capital de Tíbet, Lhasa, explotó con la mayor manifestación de toda la historia de Tíbet, llamando a China a abandonar el Tíbet y reafirmando la independencia de éste. Escapó hacia India donde le fue dado asilo político; alrededor de 80.000 refugiados tibetanos siguieron Al Dalai Lama hacia el exilio.  Actualmente hay más de 120.000 refugiados en India, Nepal, Bután y Occidente. Desde  1960, reside en Dharamsala, una pequeña ciudad en el norte de India, conocida como la “Pequeña Lhasa,” siendo la base del Gobierno Tibetano en el exilio.
En 1963, promulgó una constitución democrática, basada en los principios budistas y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos como modelo para un futuro Tíbet libre. Desde entonces, ha sido el defensor más riguroso del propio experimento democrático de los refugiados, mientras que consistentemente reafirma su deseo de no mantener ningún cargo político una vez que Tíbet recupere su independencia.  El continúa presentando nuevas iniciativas para resolver el tema de Tíbet.
El Dalai Lama tuvo un encuentro con el Papa Pablo VI en el Vaticano el año 1973, y con el Papa Juan Pablo II en el Vaticano en 1980, 1982, 1986, 1988 y 1990.  En una conferencia de prensa en Roma, el Dalai Lama subrayó sus esperanzas de reunirse con Juan Pablo II: “Vivimos en un período de gran crisis.  No es posible encontrar la paz sin seguridad y armonía entre los pueblos. Por esta razón, albergo fe y esperanza por mi encuentro con el Santo Padre, para un intercambio de ideas y sentimientos, y sus sugerencias, para abrir la puerta a una progresiva pacificación entre las personas.”
Además en 1981, tuvo oportunidad de dialogar con el Arzobispo de Canterbury, Dr. Robert Runcie, y con otros líderes de la Iglesia Anglicana en Londres. También sostuvo encuentros con líderes de las comunidades Católica Romana y Judía, y habló en un servicio interreligioso realizado en su honor por el Congreso Mundial de Religiones.  En octubre de 1989, durante un diálogo con ocho rabinos y eruditos de los Estados Unidos en Dharamsala, India, el Dalai Lama enfatizó: “Cuando nos volvimos refugiados, sabíamos que nuestra lucha no sería fácil; tomaría largo tiempo, generaciones.  A menudo nos referíamos a los judíos, cómo mantuvieron su identidad y fe a pesar de la dificultad y tanto sufrimiento.  Y, cuando las condiciones externas estuvieron maduras, ellos estaban listos para reconstruir su nación.  Entonces, como ven, hay muchas cosas que aprender de nuestros hermanos y hermanas judíos”.
Sus charlas en otros foros se enfocaron en la comunión de creencias y la necesidad de unidad entre las distintas religiones: “Siempre he creído que es mucho mejor el tener una variedad de religiones, una variedad de filosofías, que una única religión filosófica.  Esto es necesario dadas las diferentes disposiciones mentales de cada ser humano. Cada religión tiene sus particulares ideas o técnicas, y el aprender acerca de ellas sólo puede enriquecer nuestra propia fe.”
El siguiente extracto de la cita de la universidad refleja una visión ampliamente sostenida del nivel del Dalai Lama: “En el reino de la mente y el espíritu, usted se ha distinguido en la rigurosa tradición académica de las universidades budistas, obteniendo el grado de Doctor con los más altos honores a los 25 años.  No obstante, entre los asuntos gubernamentales y diplomáticos, usted ha encontrado el tiempo para enseñar y registrar por escrito sus profundas apreciaciones en filosofía y el significado de la vida contemplativa en el mundo moderno.  Sus libros representan una importante contribución no sólo para el vasto cuerpo de literatura budista, sino para el diálogo ecuménico de las grandes religiones del mundo.  Su propia dedicación a la vida contemplativa de monje budista ha ganado la admiración de no sólo los budistas, sino de los contemplativos cristianos también, incluyendo al monje  Thomas Merton, cuya amistad y diálogo con usted fueron mutuamente apreciados”.
La decisión del Comité Noruego del Premio Nobel al otorgar el Premio de la Paz 1989 a  Dalai Lama, obtuvo elogios y aplausos en todo el mundo, con excepción de China.  En su cita expresa, “el comité desea enfatizar el hecho de que, el Dalai Lama en su lucha por la liberación del Tíbet, se ha opuesto consistentemente al uso de la violencia.  En cambio, él ha abogado por soluciones pacíficas basadas en la tolerancia y el respeto mutuo para preservar el bagaje cultural e histórico de su pueblo. El Dalai Lama ha desarrollado su filosofía de paz desde un gran respeto por todos los seres vivientes y sobre el concepto de responsabilidad universal que abraza toda la humanidad, como también la naturaleza.  En opinión del comité, el Dalai Lama ha presentado propuestas constructivas y de avanzada para la solución de conflictos internacionales, temas de derechos humanos y problemas de medioambiente global”.
El Dala Lama a menudo dice, “Yo soy sólo un Simple Monje Budista – ni más, ni menos.” El ha seguido la vida de un monje budista. Viviendo en un pequeño complejo en Dharamsala, se levanta a las 4 de la mañana para meditar, sigue una ocupada agenda de reuniones administrativas, audiencias privadas, enseñanzas y ceremonias religiosas. Él concluye cada día con más oraciones antes de retirarse. Al explicar sus  grandes fuentes de inspiración, a menudo cita su verso favorito, encontrado en los escritos del reconocido santo budista, Shantideva:

“Mientras perdure el espacio y
mientras existan los seres vivos,
hasta entonces, pueda yo también continuar
para disipar la miseria del mundo”.