¡LA IMAGINACIÓN AL
PODER!
A 54 AÑOS DEL MAYO 68
“Si el poder llega a
mis manos, córtenme los dedos”
(Grafitti en las
calles de Paris)
Víctor Rey
En estos días de crisis global que vivimos a
nivel sanitario, político, económico, social y medioambiental me he recordado
más del famoso “Mayo Francés” o la “Revolución del 68” que comenzó en Francia y
se expandió por toda Europa y su influencia hasta ahora es perceptible. Durante
el estallido social que se produjo en Chile en Octubre del 2019, varios analistas
dijeron que este era el Mayo Francés de Chile y por eso lo bautizaron como el
Octubre de Chile. En realidad se pueden
hacer muchos paralelismos y comparaciones de los dos procesos. Y quizás el más
evidente es lo referente al estallido cultural. Eso daría para otra crónica,
por ahora solo quiero hacer referencias al mayo Francés de 1968.
A cinco décadas de estos acontecimientos, los
protagonistas de mayo del 68 sienten en general un sentimiento de satisfacción:
los objetivos se alcanzaron globalmente en las sociedades occidentales. Pero los enemigos de ese proceso no se
rinden; consideran que la civilización occidental se vino abajo durante esas
tres semanas. De esta manera, durante su
campaña, el Presidente Nicolás Sarkozy atacó violentamente la herencia de mayo
del 68 acusándola de ser matriz del relativismo moral que se habría apoderado
del Occidente.
“Mayo del
Hoy, los de Mayo 68, son hombres y mujeres
con poder en el gobierno francés y en la prensa parisina. Ya son cuarenta años de este hecho que marcó
la historia de Francia y el mundo. Los
conservadores los han odiado siempre, pero incluso los jóvenes izquierdistas
los están atacando. Sus críticos
denunciaron su individualismo hedonista, alegando que destruyó el sentido del
deber cívico del francés. Culpan a sus
excesos por la reacción de la derecha que ahora está creciendo en el país. Se preguntan si los estudiantes que
comenzaron sus carreras como los apóstoles del cambio no se han convertido hoy
en sus enemigos.
Más allá de estas circunstancias locales, el
balance de Mayo del 68 se traduce antes que nada en una transformación
considerable de las costumbres de Occidente, de los valores y de las relaciones
sociales: en sustancia, una sociedad individualista suplantó a la sociedad
jerárquica.
Este individualismo se manifiesta en la vida
privada: mayo del 68 fue una liberación sexual que coincidió con la píldora
anticonceptiva. Esta liberación sexual
llevó, por su lado, a una relativización del matrimonio: otros tipos de parejas
se formaron y el divorcio se volvió común.
El autoritarismo también se vino abajo en las
empresas donde los modos de gestión más participativos sustituyeron a la
jerarquía patronal. Las iglesias
cristianas evolucionaron en la
misma dirección, amplificación de una
liberalización que había sido esbozada por el Concilio Vaticano II.
Las universidades francesas, pero en todos
lados también, en diferentes grados en las sociedades occidentales, nunca más
reanudaron con la jerarquía mandarina; en todas partes hubo que permitir una enseñanza
más participativa y consultar a los estudiantes.
La vida política, por último, recibió el
terremoto adoptando un estilo más relajado, más cercano a las preocupaciones
cotidianas: el gaullismo, herencia de la tradición monárquica francesa, no sobrevivió
a la sacudida de mayo del 68, el mismo De Gaulle se decidió renunciar un año
más tarde.
En el mundo ideológico, la víctima más obvia
de mayo del 68 fue el marxismo: los líderes de mayo del 68 eran anarquistas y
por lo tanto, anticomunistas. Más significativas
que este debate teórico, las revueltas de Europa del Este anunciaban también el
estado calamitoso del marxismo tanto como ideología y como ejercicio del
poder. En la práctica, se necesitarán 20
años para que los partidos comunistas desaparecieran de verdad; pero la semilla
de su muerte anunciada había sido sembrada en el 68.
El verdadero problema es que aquellos
vociferantes jóvenes de mayo de 1968 han crecido. Encontraron trabajos, iniciaron carreras y
compraron acciones y asumieron hipotecas, y se convirtieron en parte de la
clase poderosa a la que una vez quisieron destruir. El autoproclamado “portavoz del movimiento
revolucionario”, Daniel Cohn-Bendit, conocido como “Danny el Rojo”, es hoy
miembro del Parlamento Europeo por los Ecologistas Alemanes. Jacques Sauvageot, ex dirigente del sindicato
de estudiantes, es director de
Los del 68 parecen haber hecho realidad la
profecía del intelectual conservador Raymond Aron, hecha pocas semanas después
de que las barricadas fueran levantadas: “Todas las revoluciones francesas han
reforzado al final al Estado y han deteriorado la centralización de la
burocracia”. “Toda la imaginación al
poder”, solían decir, pero cuando fueron puestos a prueba, la imaginación les
falló. “A finales de 1968, Francia era
el país más activo, cambiante y creciente del mundo”, dijo el sociólogo
Emmanuel Todd.
Estos acontecimientos de mayo del 68 se
apagaron de manera igual de inesperada que como habían surgido: en tres
semanas, todo volvió al orden anterior, aparentemente. Los estudiantes volvieron a la universidad,
los obreros a sus fábricas, los curas a sus parroquias y el general De Gaulle a