jueves, 19 de mayo de 2011

LA IGLESIA Y LA DESPERSONALIZACIÓN EN LAS GRANDES CIUDADES

Víctor Rey

"La tarea del cristiano es la de representar a Dios en el corazón de la ciudad, el lugar de la maldición y la promesa de Dios, reconociendo que la fidelidad puede traer aparejada la persecución por la expulsión o la prisión"

Jacques Ellul, La Violencia.


INTRODUCCIÓN


El fenómeno de las grandes ciudades en América Latina ha transformado y obligado a una seria reflexión a los responsables de las iglesias en este continente.  El surgimiento de grandes concentraciones humanas, de inmensas barriadas que tienen características de subciudades y que no se explican tan solo por la industrialización, la poca integración que hay aún de la ciudad, en fin el fenómeno de la urbanización en América Latina, considerado por los sociólogos como causa importante del cambio social en este continente, todo este mundo urbano requiere un estudio técnico y teológico suficiente para fundar una pastoral verdaderamente eficaz.

También sabemos que en América Latina las “Megápolis” que, además coincide con la capital de los países generalmente, requiere una solución pastoral propia y distinta de todos los demás lugares del país y encontramos que hay más afinidad entre la misión pastoral de la Iglesia de Santiago de Chile y la de la ciudad de México que la que hay entre Santiago y una ciudad del sur de Chile.

La urbanización creciente es un hecho en América Latina.  Este hecho se acentuará más en los próximos años.  Esta urbanización no es sólo una mayoría urbana en un continente hasta hace poco tiempo agrario sino sobre todo es la imaginación de una nueva mentalidad, de una nueva cultura y de otra “religiosidad”.

La misión urbana de la Iglesia, es la acción histórica de la Iglesia en un mundo en cuanto es urbano, es decir, en cuanto este mundo está siendo dominado progresivamente por el hombre.

Basta con dar una mirada a las diversas ciudades de nuestro continente para conocer los dioses que veneran:  son los de la economía de mercado, los bancos, los supermercados o malls.  Una nueva clase se instala en las metrópolis, infundiéndoles el culto de los anti-valores de la abundancia, del consumismo, del materialismo, del hedonismo que atraen a las masas ilusionadas.  La ciudad se desarrolla según los intereses de la especulación, bajo el signo de atención de los residuos de la competencia humana.  El urbanismo contemporáneo es una lucha permanente entre el sentido del bien común y la fuerza de los intereses individuales.  Bajo la dominación de una clase dirigente, el pueblo de la ciudad vive en una mera yuxtaposición que no constituye una vida común.

El hombre rural convive, casi siempre con las mismas personas, gran parte de su tiempo.  El hombre de la ciudad, en lapsos muy breves de tiempo, convive con muchas personas.  Esta convivencia (más bien encuentros) son habitualmente funcionales, despersonalizados: contacto con el vendedor de periódicos, con el portero, con los que asisten al cine o el culto del domingo.

La urbanización despersonaliza las relaciones humanas y plantea por eso problemas pastorales en cuanto a la evangelización y al testimonio cristiano.  En efecto ambos son actividades profundamente personales.  La evangelización exige una comunicación personal y el testimonio se encarna siempre en una persona reconocida como tal.

ASPECTOS PSICOLOGICOS DE LA URBANIZACIÓN


Si dividimos las etapas de la vida humana del siguiente modo, para tener una mejor comprensión del desarrollo de la persona:

Infancia, hasta los doce años.
Adolescencia, de los doce a los veinte años.
Adultos, a partir de los veinte años.

Las características esenciales de estas edades son:

1.-  El niño recibe.  Toda su psicología es para recibir.  Su característica es el egoísmo.  Ve a los otros como prolongación de él. Y él no es el centro del mundo, sino que él es el mundo, o mejor, el mundo es parte de él.

2.-  El adolescente está en la etapa intermedia entre recibir y dar.  Se convierte en adulto a medida que se realiza en la donación, en la medida en que vive una capacidad de donación, mayor que su capacidad de recibir.

3.-  El adulto da.  Su capacidad de donación es superior al de  recepción.  Está más realizado cuando da.  Su capacidad de amor es mayor que la de egoísmo.  Su característica es amar.

El individuo neurótico, es aquel que en la edad en que podría ser adulto todavía permanece con un egoísmo marcadamente acentuado en su personalidad.

Educar no consiste solamente en transmitir conocimientos al niño, (concepto dominante en las grandes ciudades), sino en transformarlo en adulto.

Desde el punto de vista religioso, podemos decir que el niño recibe la fe y el adulto es capaz de transmitir la fe.

Resumiendo, podemos decir que es educado el individuo que alcanza la madurez en todos los aspectos de la personalidad.  Por ejemplo la falta de afecto puede llevar al hombre no solamente al dolor, sino hasta la muerte.

En una comunidad pequeña el hombre y la mujer tienen mayores posibilidades de realización afectiva. Tienen un nombre, son conocidos, tiene una familia reconocida.  En las grandes ciudades falta el conocimiento recíproco.  Hombres y mujeres pasan a ser números, se sienten frustrados.  La propia familia, dadas las condiciones de vida en los grandes centros urbanos, no le propicia el ambiente afectivo del cual necesitan para sentirse realizados.

En las grandes ciudades, el hombre sufre diversas influencias que afectan poderosamente su afectividad.  Nombraremos tres de los problemas más comunes:

1.-  El ruido:  es sabido que es a partir de ciertos niveles, el ruido puede llevar al hombre a la neurosis.

2.-  El transporte:  Es un factor neurotizante en los grandes centros urbanos.

3.-  La propaganda o publicidad:  La propaganda hace al hombre amar u odiar, sin saber bien por qué.  Los hombres hoy son esclavos de una minoría que tiene en las manos los medios de comunicación social.

ASPECTOS POSITIVOS DE LA CIUDAD

La ciudad es el “mundo”, construido por el hombre, o sea es la creación acabada por el y terminada según la imagen del hombre.

Si la aldea es solamente medio para vivir, la ciudad es una construcción que tiene un fin en sí mismo.  Corresponde a una idea.  La ciudad es una síntesis de todas las ciencias, artes y tecnologías.  Todas encuentran su aplicación y entran en una convergencia que las unifica en una obra única.  La ciudad es expresión máxima del genio humano, es también el mundo puesto al servicio del hombre, a la disposición del hombre.

Al hacer de la “polis” un sinónimo de la civilización y el humanismo, los griegos expresaban un dato definitivo de la conciencia humana.

1.-  La ciudad es obra de la ciencia.  No fue por casualidad que la matemáticas fueron creadas por los constructores de las primeras ciudades sumerias.

2.- La ciudad es obra de arte.  Es expresión suprema del arte porque en la ciudad colaboran todas las partes.  Es expresión suprema, que la humanidad es capaz de dar de sí misma y de su realización con la totalidad del ser.

3.-  La ciudad es por excelencia obra de la voluntad.  Es obra máxima de la “política”, por esto los esfuerzos humanos se someten  a una obra común.  Requiere la voluntad perseverante del hombre “político” al servicio de una obra humana desinteresada.

4.-  La ciudad es la objetivación de la cultura y la civilización.  Es un depósito de todas las conquistas del espíritu humano.  Un museo permanente en que permanece la continuidad del pasado al servicio de la educación de los jóvenes.  Es una obra continua de las generaciones humanas, punto de apoyo del crecimiento de la cultura.

5.-  La ciudad es la riqueza común de los hombres.  En ella se juntan todos los recursos, los bienes materiales.  Es la riqueza no individualista, sino al servicio de la promoción de todos.

6.-  La ciudad es el medio de la libertad.  El hombre, sustraído a la dominación de la naturaleza y de la estirpe, vive en un ambiente típicamente “humano”.  La sociedad urbana es la escuela de la libertad.  En medio de las tensiones y de los intercambios, se busca la libertad política o sea la sumisión común a la sola ley elaborada con la participación de los ciudadanos como expresión de la razón humana.

7.-  Históricamente los períodos de mayor libertad política fueron los períodos  de independencia de las ciudades: Sumer, Grecia, Roma, ciudades medievales.  La conexión ciudad- libertad, que viene de los griegos, es un elemento de la civilización universal.

8.-  La ciudad es comunión, comunidad.  El sentido de la ciudad se encuentra en el diálogo que proporciona a los hombres, en un lugar de encuentro, ya que el encuentro lleva al intercambio.

9.-  La ciudad no es una sociedad homogénea como la aldea.  Es esencialmente diversidad y heterogeneidad; idealmente es el encuentro de los valores humanos del universo.  El humanismo urbano crece por el contacto de las diversidades.

10.-  La ciudad es unidad de las variedades por la conciliación y la síntesis, entre los antagonismos.

11.-  La ciudad es  también comunión por la colaboración con una obra común.  Esta obra común es la misma ciudad que constituye el bien común.  Este bien común ayuda a superar el individualismo de la propiedad privada, de la búsqueda del interés particular.  La ciudad más desarrollada es la que pone a disposición de los ciudadanos, más bienes comunes donde ellos se pueden encontrar y juntar.

Todas estas características que definen la esencia de la ciudad constituyen metas y normas.  Permiten medir la distancia que separa las aglomeraciones actuales de la verdadera ciudad.  Se puede afirmar que la ciudad es la materia de la verdadera convivencia humana.

LA DESPERSONALIZACIÓN


Definimos despersonalización como: el pasar del estrato de persona al de individuo, perdiendo su cualidad inanielable de ser espiritual y, más aún, pasando al nivel de una mera conformación, satisfaciendo apenas sus necesidades biológicas.  Este es el caso de las villas miserias, pueblos jóvenes, favelas, callampas, etc. de nuestras ciudades latinoamericanas. 

Todo aquello que en la ciudad tiende a obstaculizar el acceso a satisfacer estas necesidades, marca el inicio de la despersonalización.  Todo lo que violente su calidad de vida y desdibuje su carácter de imagen de Dios es factor influyente para una vida a duras penas, humana.

Las relaciones son cada vez más impersonales, en un sistema que no sólo se hace incomprensible para los sometidos, sino también para quienes lo administran, agregándose a esto una monstruosa burocratización.  Los hombres van aculturizándose, van perdiendo sus raíces autóctonas y haciéndose parte de una masa gobernada y privada de su creatividad.

Desde el punto de vista urbano, la ciudad ofrece una sobre estimulación o nula estimulación en el proceso de despersonalización.  Espacios reducidos, pérdida de la territoriedad, son características de la ausencia de estimulación.  En el caso de la sobre estimulación, camina hacia el problema de exagerar su individualidad con espacios propios, pero cerrados y con excesos de comodidades artificiales.

LA RESPONSABILIDAD DE LA IGLESIA

La Iglesia ante esta realidad, a veces cae en la tentación de trasladar este problema y su solución a un futuro lejano, que no tiene nada que ver con el aquí y el ahora.  La Iglesia está llamada a servir no tanto a quienes ella decida que más le gusta, sino a quienes lo necesitan más.

La tarea de la Iglesia es transformarse en una comunidad, en donde el hombre recupere la realización de sentirse parte activa de un núcleo y protagonista dinámico de su autorrealización.  Que lo motive a una evangelización que enfatice la salvación personal y no individual.  Una Iglesia que invite a recuperar el protagonismo de todo ser humano salvándolo de la cosificación que es víctima.  Una Iglesia que motive a alabar a Dios  como centro principal de referencia para su personalización.  Es por esto que la oración debe ser colocada en el centro mismo de la experiencia cristiana, en el corazón del problema de la fe dentro del mundo contemporáneo y de la ciudad.  Así afirmamos que Dios está vivo y por lo tanto el hombre también lo está.

Para terminar es bueno volver a leer las palabras del pensador cristiano francés Jacques Ellul en su libro, "La Violencia", pág 151, con las cuales comenzamos este artículo en lo que se refiere al estilo de vida cristiano en la ciudad: "La tarea del cristiano es la de representar a Dios en el corazón de la ciudad, el lugar de la maldición y la promesa de Dios, reconociendo que la fidelidad puede traer aparejada la persecución por expulsión o la prisión".  Sus palabras sobre la ciudad merecen la atención cuidadosa de los cristianos que viven en las ciudades y que tienden a idealizar el desierto, el campo, maldiciendo las sucias y marchitas ciudades como si fueran sólo fábricas y dormitorios.  El llamado de Ellul a cristianismo radical, se afirma en dos requisitos:  el cristiano debe estar en condiciones de ver todos los ángulos del problema y de hablar en nombre de los pobres y olvidados.
  

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