Ernesto Sábato entró al túnel eterno, hace dos años
Ernesto Sábato, el laureado escritor que según sus propias palabras “descendió a los infiernos’, para investigar los crímenes cometidos por la última dictadura en Argentina, falleció ayer a causa de bronquitis.
Era el último mito viviente de la literatura argentina y fue figura fundamental en la defensa de los Derechos Humanos .
El autor de El túnel, Sobre héroes y tumbas, así como Abaddón, el exterminador, entre otras obras que denotan profunda preocupación humanista, tenía 99 años.
Hace unos días su hijo, el director de cine Mario Sábato, anunció que proyectaba restaurar la casa del barrio Santo Lugares en donde vivía desde 1945 el escritor, para convertirla en museo y así hacer realidad el sueño de su padre.
Sábato será velado en el Club Defensores del mismo barrio, tal como él lo pidió, dijo su hijo, quien el año pasado estrenó una película sobre la trayectoria de quien en 2007 fue propuesto como candidato al Nobel.
En otra faceta hizo parte de la comisión que elaboró el ‘Informe Sábato’, que abrió el camino a la acción de la justicia contra la dictadura argentina.
Crítico con el peronismo, sus estudios los encaminó al ámbito científico, doctorándose en Física por la U. de la Plata. Trabajó en el Laboratorio Curie, en París, y en el Tecnológico de Massachussets, pero en coherencia con su pensamiento abandonó la universidad y se retiró con su esposa, Matilde Kuminsky-Ritcher, a un rancho sin agua ni luz, en la provincia de Córdoba. “No teníamos luz en casa, pero nos iluminaron los afectos y un hijo recién nacido”, le dijo a Tomás Álvarez, de la agencia Efe, quien fue su amigo. Al enviudar, compartió sus últimos años con Elvira González.
Ejemplo diáfano
El maestro Ernesto Sábato tiene el mérito de ser el paradigma de la ética en la literatura latinoamericana. Su postura inflexible frente a la farsa humana, la hipocresía social y las dictaduras políticas lo ubican como un ejemplo diáfano de lo que, como ciudadano, debe ser un escritor. Por otro lado, su obra novelística bucea en las esencias contradictorias del ser y la sociedad. Bajó, a su manera, a los infiernos, y no se metió mentiras sobre la condición humana.
Su obra ensayística, aunque estructuralmente fragmentaria, echa una mirada profunda al arte, a la política, a la filosofía, a la ciencia, a la misma literatura.
Sábato, además, demostró que las ciencias y las artes no están disociadas, que poseen vasos comunicantes más cercanos de lo que imaginamos. Que un físico de origen, como él, puede dar el viraje y acoger y expresar en su corpus creativo diversas manifestaciones estéticas del ser. Sábato también pudo decir: Confieso que he vivido.
Referencia ética y literaria
Biografía
(Rojas, Argentina, 1911) Escritor argentino. Ernesto Sábato se doctoró en física en la Universidad de la Plata e inició una prometedora carrera como investigador científico en París, donde había ido becado para trabajar en el célebre Laboratorio Curie. Allí trabó amistad con los escritores y pintores del movimiento surrealista, en especial con André Breton, quien alentó la vocación literaria de Sábato. En París comenzó a escribir su primera novela, La fuente muda, de la que sólo publicaría un fragmento en la revista Sur.
Su carrera literaria estuvo influida desde el principio por el experimentalismo y por el alto contenido intelectual de sus obras, marcadas por una problemática de raíz existencialista. Así, El túnel (1948) ahonda en las contradicciones e imposibilidades del amor, mientras que Sobre héroes y tumbas (1962) presenta una estructura más compleja, en que los diversos niveles de la narración enlazan vivencias personales del autor y episodios de la historia argentina en una reflexión caracterizada por un creciente pesimismo. Ambas novelas tuvieron gran repercusión y situaron a Sábato entre los grandes novelistas latinoamericanos del siglo.
El Túnel fue rápidamente traducida a diversos idiomas y llevada al cine. La narración tiene indudable originalidad y valores psicológicos relevantes: la confesión de Castel, que ha cometido un crimen, enfrenta al hombre de hoy con una sociedad desquiciada y resalta los contrastes con pincel agudo y lleno de color. El estilo está en consonancia con el tema, dentro de un desequilibrado equilibrio.
A partir de la década de 1970, más que un escritor, Sábato representó una conciencia moral que actuaba como un llamado de alerta frente a una época que él no dudó en calificar de "sombría". Esa identificación entre Sábato y la autoridad ética quedó muy reforzada por su labor como presidente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), para la que fue designado en 1983 por el entonces presidente de la República, Raúl Alfonsín. Los años que dedicó a investigar "el infierno" de la represión durante el anterior gobierno militar, según sus propias palabras, no le dejaron aliento ni espacio para la literatura. La conclusiones de la comisión quedaron recogidas en el llamado Informe Sábato. En 1984 fue galardonado con el Premio Cervantes.
La obra de Sábato, que ha sido prestigiada con numerosos premios internacionales y difundida en múltiples traducciones, incluye además multitud de ensayos como Hombres y engranajes (1951), El escritor y sus fantasmas (1963), El otro rostro del peronismo (1956), Tango: discusión y clave (1963), La cultura en la encrucijada nacional (1973), Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo (1974), Apologías y rechazos (1979), Antes del fin (1998) y La resistencia (2000). Aquejado de un grave problema de visión, se ha dedicado a la pintura, otra de sus pasiones.
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