martes, 30 de abril de 2013







Ernesto Sábato entró al túnel eterno, hace dos años








El próximo 24 de julio cumpliría 100 años. La Feria del Libro de Buenos Aires, que comenzó la semana pasada, tenía previsto ofrecerle hoy un homenaje. 


Ernesto Sábato, el laureado escritor que según sus propias palabras “descendió a los infiernos’, para investigar los crímenes cometidos por la última dictadura en Argentina, falleció ayer a causa de bronquitis. 

Era el último mito viviente de la literatura argentina y fue figura fundamental en la defensa de los Derechos Humanos . 

El autor de El túnel, Sobre héroes y tumbas, así como Abaddón, el exterminador, entre otras obras que denotan profunda preocupación humanista, tenía 99 años. 



Hace unos días su hijo, el director de cine Mario Sábato, anunció que proyectaba restaurar la casa del barrio Santo Lugares en donde vivía desde 1945 el escritor, para convertirla en museo y así hacer realidad el sueño de su padre. 

Sábato será velado en el Club Defensores del mismo barrio, tal como él lo pidió, dijo su hijo, quien el año pasado estrenó una película sobre la trayectoria de quien en 2007 fue propuesto como candidato al Nobel. 



Pero Sábato se fue sin el más grande galardón de la literatura mundial, y Argentina y el mundo lo lloran. “Se ha ido un faro de la ética”, dijo el ministro de Cultura de ese país. Debido a su ceguera, en los últimos años se vio obligado a dejar la lectura y la escritura y a llenar su espacio con la pintura. Sus obras, influenciadas por su estancia en París, donde conoció al chileno Roberto Matta y al español Óscar Domínguez —grandes del surrealismo— tenían ese estilo, con dramático color, tal vez reflejando el desgarro que percibía en la sociedad.

En otra faceta hizo parte de la comisión que elaboró el ‘Informe Sábato’, que abrió el camino a la acción de la justicia contra la dictadura argentina. 

 


Crítico con el peronismo, sus estudios los encaminó al ámbito científico, doctorándose en Física por la U. de la Plata. Trabajó en el Laboratorio Curie, en París, y en el Tecnológico de Massachussets, pero en coherencia con su pensamiento abandonó la universidad y se retiró con su esposa, Matilde Kuminsky-Ritcher, a un rancho sin agua ni luz, en la provincia de Córdoba. “No teníamos luz en casa, pero nos iluminaron los afectos y un hijo recién nacido”, le dijo a Tomás Álvarez, de la agencia Efe, quien fue su amigo. Al enviudar, compartió sus últimos años con Elvira González.

 




 
Ejemplo diáfano




El maestro Ernesto Sábato tiene el mérito de ser el paradigma de la ética en la literatura latinoamericana. Su postura inflexible frente a la farsa humana, la hipocresía social y las dictaduras políticas lo ubican como un ejemplo diáfano de lo que, como ciudadano, debe ser un escritor. Por otro lado, su obra novelística bucea en las esencias contradictorias del ser y la sociedad. Bajó, a su manera, a los infiernos, y no se metió mentiras sobre la condición humana. 

Su obra ensayística, aunque estructuralmente fragmentaria, echa una mirada profunda al arte, a la política, a la filosofía, a la ciencia, a la misma literatura. 



Sábato, además, demostró que las ciencias y las artes no están disociadas, que poseen vasos comunicantes más cercanos de lo que imaginamos. Que un físico de origen, como él, puede dar el viraje y acoger y expresar en su corpus creativo diversas manifestaciones estéticas del ser. Sábato también pudo decir: Confieso que he vivido.

 




 
Referencia ética y literaria


Ernesto Sábato, creador de atmósferas inquietantes y personajes atormentados, se convirtió en leyenda. Una existencia, al filo de un centenario, y una obra marcada por novelas como ‘Sobre héroes y tumbas’, ‘El Túnel’ y numerosos ensayos, se ubica en una referencia ética y literaria inexcusable en la literatura. Era su entrada en el arte que no abandonaría jamás. Hoy nos empeñamos en que la literatura es lenguaje, y lo es indudablemente, pero hemos perdido hondura, hemos perdido verdad. Vale recordar que el editor francés Gallimard quería publicar traducida ‘El túnel’, y el veredicto lo tuvo Albert Camus: “Espero encuentre en Francia lo que merece. Me alegraría conocerlo personalmente”. Era su consagración. 





Biografía


(Rojas, Argentina, 1911) Escritor argentino. Ernesto Sábato se doctoró en física en la Universidad de la Plata e inició una prometedora carrera como investigador científico en París, donde había ido becado para trabajar en el célebre Laboratorio Curie. Allí trabó amistad con los escritores y pintores del movimiento surrealista, en especial con André Breton, quien alentó la vocación literaria de Sábato. En París comenzó a escribir su primera novela, La fuente muda, de la que sólo publicaría un fragmento en la revista Sur. 





En 1945, de regreso en Argentina, comenzó a dictar clases en la Universidad Nacional de La Plata, pero se vio obligado a abandonar la enseñanza tras perder su cátedra a causa de unos artículos que escribió contra Perón. Aquel mismo año publicó su ensayo Uno y el Universo (1945), en el que criticaba el reduccionismo en el que desembocaba el enfoque científico. El ensayo prefiguraba buena parte de los rasgos fundamentales de su producción: brillantez expositiva, introspección, psicologismo y cierta grandilocuencia retórica. 

Su carrera literaria estuvo influida desde el principio por el experimentalismo y por el alto contenido intelectual de sus obras, marcadas por una problemática de raíz existencialista. Así, El túnel (1948) ahonda en las contradicciones e imposibilidades del amor, mientras que Sobre héroes y tumbas (1962) presenta una estructura más compleja, en que los diversos niveles de la narración enlazan vivencias personales del autor y episodios de la historia argentina en una reflexión caracterizada por un creciente pesimismo. Ambas novelas tuvieron gran repercusión y situaron a Sábato entre los grandes novelistas latinoamericanos del siglo. 



El Túnel fue rápidamente traducida a diversos idiomas y llevada al cine. La narración tiene indudable originalidad y valores psicológicos relevantes: la confesión de Castel, que ha cometido un crimen, enfrenta al hombre de hoy con una sociedad desquiciada y resalta los contrastes con pincel agudo y lleno de color. El estilo está en consonancia con el tema, dentro de un desequilibrado equilibrio. 

Sobre héroes y tumbas (aunque publicada en 1962, la edición definitiva es de 1966) es su obra más ambiciosa. La compleja construcción de esta novela, y los diversos registros del habla rioplatense que el autor plasma en ella se alejan tanto del tecnicismo formal como de la dispersión. La pericia narrativa de Sábato consiste, justamente, en hacer pasar desapercibidas para el lector las evidentes dificultades compositivas que supone la historia de la joven Alejandra y, a través de ella, la del país. Destaca sobre todo el capítulo titulado "Informe sobre ciegos", que puede ser leído, como de hecho lo fue, con entera autonomía. 



Sobre héroes y tumbas obtuvo un éxito de público impresionante, que acabó por convertir a su autor en una autoridad moral dentro de la sociedad argentina, una suerte de formador de opinión que, por paradójico que parezca, al asumir ese papel se fue alejando progresivamente de la actividad literaria. Su tercera novela, Abaddón el exterminador (1974), se centra en torno a consideraciones sobre la sociedad contemporánea y sobre el pueblo argentino, su condición «babilónica» y su presente, que adquieren en la novela una dimensión surreal, en que se funden realidad y ficción en una visión apocalíptica. 



A partir de la década de 1970, más que un escritor, Sábato representó una conciencia moral que actuaba como un llamado de alerta frente a una época que él no dudó en calificar de "sombría". Esa identificación entre Sábato y la autoridad ética quedó muy reforzada por su labor como presidente de la Comisión Nacional sobre la Desaparición de Personas (CONADEP), para la que fue designado en 1983 por el entonces presidente de la República, Raúl Alfonsín. Los años que dedicó a investigar "el infierno" de la represión durante el anterior gobierno militar, según sus propias palabras, no le dejaron aliento ni espacio para la literatura. La conclusiones de la comisión quedaron recogidas en el llamado Informe Sábato. En 1984 fue galardonado con el Premio Cervantes. 

La obra de Sábato, que ha sido prestigiada con numerosos premios internacionales y difundida en múltiples traducciones, incluye además multitud de ensayos como Hombres y engranajes (1951), El escritor y sus fantasmas (1963), El otro rostro del peronismo (1956), Tango: discusión y clave (1963), La cultura en la encrucijada nacional (1973), Tres aproximaciones a la literatura de nuestro tiempo (1974), Apologías y rechazos (1979), Antes del fin (1998) y La resistencia (2000). Aquejado de un grave problema de visión, se ha dedicado a la pintura, otra de sus pasiones.

 

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