domingo, 16 de junio de 2013

Diez libros como diez soles

“Fuera del perro, un libro es probablemente el mejor amigo del hombre. Y dentro del perro está probablemente demasiado oscuro para leer” 
Groucho Marx

Para ser inmensamente feliz en verano sólo preciso de cuatro cosas: una Coca-Cola chisporroteante con mucho hielo, unas aceitunas, chicas en bikini con sólo alzar la vista y un buen libro.




Y luego, que salga el sol por donde quiera (pero que salga, por Dios).

Si tenemos ropa de verano, amores de verano, canción del verano, tinto de verano y hasta horario de verano, no parece descabellado pensar que nuestras lecturas también se pueden adaptar a la época estival.
De este modo, para mí, un Libro de Verano tiene que cumplir determinados requisitos:
a) Ligero: no es plan de ir a la playa o a una terraza cargando con los 7 volúmenes de “En busca del tiempo perdido” de Proust. Y no, créanme, no se liga más con alguna guiri haciéndote pasar por un intelectual leyendo a Kafkaentre vermuts y tintos de verano. Les va más bailar tirándose sangría por encima al grito de “Johnny, la gente está muy loca”. Comprobado.
b) Estructurado en capítulos: al estar yendo y viniendo todo el santo día, me gusta leer libros que pueda dejar aparcados en un capítulo determinado, y no en la mitad de un océano de palabras.
c) Tapas blandas: fundamental que sea manejable para las inverosímiles posturas que adopto leyendo en verano, ya sea tumbado en la playa, en una tumbona, haciendo la fotosíntesis en el jardín de algún amigo o tratando de sobrevivir a la resaca, tirado en la orilla de la playa cual ballena varada, mientras algún niño me toca con su cubo y rastrillo para comprobar que sigo con vida.
Aclarados estos puntos, procedo a dar 10 Libros de Verano, perfectos para leer entre chapuzones, terrazas y que considero una magnífica opción para estos días de descanso. Son de distintos géneros porque de todo tiene que haber en la viña del Señor.
Espero que lean alguno, que disfruten y ya saben dónde encontrarme para comentar impresiones.
1. El amor dura tres años – Frédéric Beigbeder
El enfant terrible de la literatura francesa (yo no fui ni el enfant terrible de mi casa) escribió esta breve y demoledora novela, con un claro toque autobiográfico, en la que cuenta con su habitual talento no exento de cinismo su muy particular convicción sobre las relaciones: el amor sólo dura tres años.



Un mosquito vive un día, una  rosa tres días. Un gato, trece años, el amor, tres. Así son las cosas. Primero hay un año de pasión, luego un año de ternura y, finalmente, un año de aburrimiento.
El primer año, uno dice: “Si me abandonas, me MATO”
El segundo año, uno dice: “Si me abandonas, lo pasaré muy mal pero lo superaré”
El tercer año, uno dice: “Si me abandonas, invito a champán”
Que estén de acuerdo o no con este francés loco es lo de menos. Es un libro divertido y descarnado, con algunas frases memorables que le harán pensar.
¿Y ustedes? ¿Piensan el amor dura más de 3 años?
2. Siempre el mismo día – Dave Nicholls
Me compré este libro en el aeropuerto de Atenas únicamente porque Nick Hornby hablaba bien de él en la portada. Y el bueno de Nick tampoco me falló en esta ocasión. Me pasé todo la noche en vela, enfrascado leyendo la historia de Emma y Dexter, dos buenos amigos de la universidad, narrada a través del 15 de julio de cada año. Si pueden, léanlo en inglés.
Por cierto, hace poco hicieron una espantosa película, protagonizada por la insulsa Anne Hathaway, en una de las peores adaptaciones al cine de un libro que he podido ver jamás: cursi, sin ritmo, descuidada y sin encanto alguno. A la salida del cine casi salgo a la calle y me arrodillo, puño en alto, gritando al cielo ¿¿POR QUÉ?? ¿¿POR QUÉ??
Si tuvieron, como yo, la desgracia de ver este infumable bodrio, den una oportunidad al libro y traten de olvidar la película. Se verán recompensados.
3. Irse a Madrid – Manuel Jabois
Periodista con un agudo sentido del humor y una especial capacidad de observación, este pontevedrés capta matices que parecen diferentes desde su visión (en ocasiones, ligeramente nublada por la ingesta masiva de licor café, bebida gallega de efectos tan inspiradores como devastadores, como la absenta para los pintores bohemios de París)
Este año parece haber sido el de su confirmación, lo que celebramos en este bar de vividores brindando con el mejor champán de la casa. Qué gran escritor y qué gran firma para el periodismo patrio.  Y encima, madridista.
El verano pasado leí este libro, con sus mejores artículos, en la maravillosa isla de Mjlet. Durante una excursión por un lago, viendo cómo me desternillaba de risa leyendo las peripecias nocturnas del bueno de Jabois, un belga con pinta de belga me preguntó qué que estaba leyendo. Le regalé el libro por no darle explicaciones. Me gusta pensar que ahora hay por ahí un montón de belgas leyendo a Jabois.
Libro imprescindible.
4. Todo lo que muere – John Connolly
Siempre he pensado que el verano es un momento estupendo para devorar novelas policiacas de esas de intrépidos detectives, astutos asesinos en serie, malos malísimos y misterios sin resolver. Para mi gusto, la serie del detective Charlie Parker es de lo mejorcito que se puede encontrar hoy en día en cuanto a novela negra. Sus personajes están brillantemente trazados y el universo que crea en cada novela es tan absorbente que te tiene en máxima tensión hasta la última página. Es el típico libro que te hace pegar un bote cuando de pronto suena el móvil o mirar a los lados desconfiado cuando vas a la cocina a por un vaso de agua.
Empiecen con este libro y cuando acaben se verán obligados a devorar todos los de la serie del detective Charlie Parker.
Si se atreven, claro…
5. El hombre que fue Jueves – G. K. Chesterton
En verano siempre hay que leer algún clásico. A Chesterton, por ejemplo. Si no han leído ninguno de los relatos de misterio protagonizados por el entrañable Padre Brown y su archienemigo (y luego reconvertido en ayudante) Flambeau, deberían hacerlo con carácter inmediato. Pero ya.
Al margen de los relatos del Padre Brown, recomiendo encarecidamente este título, El hombre que fue Jueves, uno de mis libros favoritos de toda la vida.
6. El tercer hermano – Nick McDonell 
Lo de este autor es curioso. Se trata de un chico joven, brillante, ensalzado por los mejores escritores, guapo (eso dicen todas las chicas) y con un talento inmenso, que en Estados Unidos arrasa pero aquí es inexplicablemente poco conocido. Su primera novela, Twelve, la escribió con apenas 17 años y es brillantísima. A mí, personalmente, la que más me gusta es la segunda, El tercer hermano. Muy fácil de leer y, al mismo tiempo, una historia potente ambientada en el Nueva York más elitista y el Hong Kong más salvaje.
7. Lo mejor de Calvin and Hobbes - Bill Watterson
Tengo auténtica debilidad, desde mi más tierna infancia, por esta tira cómica. Y el verano, qué duda cabe, es el mejor momento del año para retomar alguno de los muchos tomos recopilatorios con sus mejores viñetas y volver a enternecerse con este niño-filósofo y su inseparable tigre de felpa.
Creo que es salvajemente mordaz, divertida, con un sentido del humor brillante y, desde luego, para todos los públicos.
Me atrevería a decir que si no te gustan Calvin & Hobbes es imposible que te guste yo.
8. El hombre que se comió el mundo - Jay Rayner
Me niego a poner la portada de la edición en castellano porque es espantosa. El libro, no obstante, es altamente recomendable y muy divertido. Jay Rayner es un crítico gastronómico que un día se hartó de todo y se dedicó a dar la vuelta al mundo probando los mejores restaurantes habidos y por haber en busca de la comida perfecta. Vamos, lo que todos los foodies hemos soñado con hacer alguna vez: una gira mundial comiendo en The Fat Duck, Nobu, mi queridoPeter Luger, Café Pushkin, El Bulli, Spago y luego escribir un libro contando la experiencia
9. Sexo en Milán - Ana Milán
La Milán es una de las tipas más divertidas sobre la faz de la Tierra con las que tomarse un gin tonic. Y esto es así y lo digo yo, que me he bebido un mar de gin tonics. Una especie de torbellino ambulante de optimismo que te envuelve a su paso poniendo todo patas arriba. Tan sabinera, tan guapa, tan señora, tan payasa, tan contestona, tan tremenda. De esas mujeres que van por la vida con la frente muy alta, la lengua muy larga y la falda muy corta y con unos ojazos que cuando te miran peinarían con raya a un lado a un hippy. 


Su libro ya va por la sexta edición y no me extraña porque en medio de toda esta vorágine de crisis, mal ambiente y de frases hechas tan horribles como “con la que está cayendo”, uno agradece toparse con libros como el de la señoritaMilán, que es un soplo de aire fresco entre tanto pesismismo.
Como dice ella, es un libro para chicas que se tienen que leer los chicos. Yo, que soy muy obediente, lo acabo de terminar. Y me he reído como un loco, que es la única forma que hay de reírse de verdad.

10. El guardián entre el centeno – J.D. Salinger




Como he dicho antes, espero que puedan leer alguno de estos libros y, sobre todo, que disfruten de ellos tal y como hice yo en su día.

No hay comentarios: