viernes, 7 de diciembre de 2018

En su cumpleaños 90


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NOAN CHOMSKY, 90 AÑOS DE REBELDÍA

Víctor Rey

“La gente ya no cree en los hechos” dice Noam Chomsky en una entrevista. El lingüista vivo más importante del mundo, creador de la revolucionaria gramática generativa,  ha cumplido 90 años, ha abandonado su mítica cátedra del MIT en Boston para instalarse en Arizona.  Allí sigue impartiendo clases y denunciando las injusticias de un sistema político y económico que argumenta, sigue ahondando en la desigualdad.
Tuve el privilegio de conocer a Noam Chomsky cuando estudiaba Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica, allá a principios de los años noventa.  Dio una conferencia pública en uno de los auditoriums más grandes de la universidad, en cual estaba repleto y tuvimos que sentarnos en las gradas para escucharlo.  Una de las preguntas que hizo en esa oportunidad la recuerdo y fue esta: ¿Cómo es la clase trabajadora hoy? Tal vez sea esa la pregunta crucial y no sabemos responderla.  Noam Chomsky arrojaba algo de luz: “Mi familia era de clase trabajadora, estaba en paro, no tenía educación; era un tiempo mucho peor que ahora, pero había un sentimiento de que todos estábamos juntos en ello. Ahora vivimos la sensación de que estamos solos, de que no tenemos nada que hacer”. Resumiendo al lingüista: la exclusión es, sobre todo, un presente sin esperanza. Y es desesperanza lo que se ha instalado en esa parte de la población que no conocemos bien: nos pilla a trasmano, o bien porque está lejos de lo urbano, o bien porque se invisibiliza en barrios periféricos. ¿Cómo acercarse a lo que allí pasa sin escribir cargado de ideas preconcebidas o despertar recelo? La principal contribución de Chomsky a la lingüística se fundamenta en la idea de que el lenguaje es una facultad biológica del cerebro humano, el único programado para procesos computacionales linguisticos.  Chomsky nos invita a considerar, por tanto, que además de sus dimensiones artísticas, social y regulativa, el lenguaje es un objeto cognitivo-biológico que puede estudiarse científicamente: hay en ello una “ventana hacia la mente” y no solo un “instrumento para comunicarse”.
En su obra, Chomsky anima a sorprenderse y hacerse preguntas sobre lo más simple y obvio de la realidad, ya que es entonces cuando empieza la ciencia.  En el estudio del lenguaje, no obstante rara vez sucede eso. La filosofía chomskiana parte del hecho de que sabemos más de lo que nos enseñan.  Hay un componente innato en el ser humano que no se potencia lo suficiente. Eso se ve claramente en el lenguaje, pero puede extrapolarse a la ética y la estética.  Así pues, si se considera  que hace falta desarrollar las capacidades de todo el mundo, se está cerca de un modelo anarquista, en el sentido de contrario a un modelo creado por una élite, y en contra de las limitaciones impuestas por el tal modelo.
No hay manera de que un escritor testimonial deje a la familia satisfecha, ni a los de su pueblo, ni a los de su clase, ni a los de su religión. Pero nosotros necesitamos que esas voces se hagan oír. Es urgente. Nos guían por un terreno desconocido que ayuda a entender ese desaliento abismal que solo se alivia cargando contra quien se considera inferior o más vulnerable en la escala social.
El pensador y activista, más que indicarnos dónde reside el bien, ha de dar pruebas de entereza, lo cual exige seguir respondiendo a las exigencias del pensar en los momentos mismos en los que el combate contra los enemigos del pensamiento constituye el primer imperativo, pues la filosofía puede ayudar a la liberación siendo efectivamente filosofía. Al proseguir con el rigor que se conoce su admirable trabajo al servicio de la causa del lenguaje, Noam Chomsky hace hoy día honor a esa indomable tradición.
Por último el pensador nos animó en esa conferencia a vivir buscando la esperanza en este mundo donde hoy se niega a vivir sin esperanza

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