SER
DE LA U, ES UN CONCEPTO AZUL
Víctor
Rey
El
próximo año 2017 en el mes de mayo el Club Universidad de Chile cumplirá 90
años. Preparándose para esa ocasión el club ha producido una nueva camiseta
conmemorativa de ese aniversario, y se ha pedido al pueblo azul que
este día jueves 30 de noviembre en todo el país y en el extranjero la hinchada
azul porte una camiseta azul.
Cuando
era niño tuve la oportunidad de ver algunas veces al famoso “Ballet Azul”. Ese equipo de fútbol que en diez años obtuvo
seis campeonatos y cuatro subcampeonatos de fútbol chileno. La imagen que tengo de entrar al Estadio
Nacional junto a mi hermanos mayor y otros amigos no se ha borrado y lo que más
me impresionó fue ver salir a la Universidad de Chile al campo de juego con su
tradicional tenida azul rey con una gran U roja en el pecho, que contrastaba
con el verde del césped, fue algo inefable.
Ver en directo como Leonel Sánchez enviaba un centro al área para que
Carlos Campos empalmara de cabeza y
convirtiera el gol, era algo común en ese equipo. También recuerdo como Luis Eyzaguirre el
primer jugador chileno que integro un equipo de estrellas mundiales de la FIFA,
perseguía y no dejaba tomar el balón al puntero izquierdo de Colo Colo. Ese día la Universidad de Chile triunfó sobre
su archirrival y recuerdo que la alegría de esa tarde de domingo me acompañó
por varias semanas. Todavía recuerdo de
memoria esa formación que también fue la base de la Selección Chilena que
obtuvo el tercer puesto en el Mundial de Fútbol realizado en 1962. Al arco Manuel Astorga, en la defensa, Luis
Eyzaguirre, Humberto Donoso, Sergio Navarro, en el medio campo, Carlos
Contreras y Alfonso Sepúlveda y en la delantera, Braulio Musso, Ernesto Alvarez,
Carlos campos, Rubén Marcos y Leonel Sánchez.
Y su entrenador “El Zorro”, Luis Alamos.
También en ese tiempo conocí el himno del club y ver como la barra de la
U lo cantaba con tanta emoción en especial en los clásicos universitarios. Me llamó la atención que este himno más que
de un club de fútbol parece un himno a la vida. Algunas de sus estrofas
inspiran y lo seguirán haciendo, son un verdadero poema: “Ser un romántico
viajero y el sendero continuar, ir más allá del horizonte do remonta la verdad
y en desnudo de mujer, contemplar la realidad. Brindemos camaradas por la
Universidad en ánforas azules de calidad emoción, brindemos por la vida fecunda
de ideal sonriendo con el alma prendida en el amor…”
Luego
de esa década que marco al fútbol chileno, le costó 25 años a la U volver a
levantar una copa y también vivir su año más negra en 1989 cuando baja a la
segunda división. Volvió a la primera
división el mismo año en que volvió la democracia a Chile en 1990, después de 17 años de
dictadura militar. La famosa barra que
apoya en cada partido a la Universidad de Chile y lo acompaña donde vaya, fue
la primera barra y también el primer grupo que se atrevió a lanzar gritos de
desaprobación por la violación a los Derechos Humanos en Chile, contra
Pinochet. En eso siempre se destacó la
barra de Los de Abajo por su compromiso social.
En estos tiempos de movimiento social y de lucha por una educación de
calidad, gratis y sin lucro, nuevamente la barra de Los de Abajo ha vuelto a
apoyar a los estudiantes y ponerse de lado de la justicia.
Otra
característica de este club es la cantidad de nombres que ha coleccionado a
través del tiempo: La Chile, la U, El León, el Bulla, los azules, el romántico
viajero, el Chuncho, el romántico
bohemio….
La
noche del miércoles 14 de diciembre del 2011
quedará marcada en la historia de los azules y del fútbol chileno. Esa noche, el cielo fue más azul que nunca y
todo se tiño de azul. La U ha obtenido
la Copa Sudamericana venciendo por 3 goles a cero a La Liga Universitaria de
Quito. Cuando el árbitro brasileño tocó
el pitazo final, se desató el carnaval y como siempre la gente salió a festejar
en las plazas y calles de Chile, desde Arica a Punta Arenas. En Santiago con los amigos que vimos el
partido en casa de un amigo ecuatoriano, también nos fuimos a celebrar a la
Plaza Italia con 25.000 personas que llegaron a ese punto de encuentro
capitalino. Nos involucramos con un
grupo que venía marchando por la Avenida Vicuña Mackenna con un lienzo que
decía: “La U Antifascista”. Parecía una
noche de año Nuevo y cuando el reloj marcó la medianoche el pueblo azul se abrazaba,
cantaba, saltaba y gritaba: “Al León, al León yo lo llevo en el corazón”.
Universidad
de Chile, como toda institución de prestigio, ha generado sus propios emblemas
a lo largo de sus 84 años de historia. Eran 84 años de historia, primer título
internacional, invicto, con el mejor rendimiento de equipos sudamericanos en 42
años. El amor a la camiseta era uno de ellos, pero
también compartían una gran deuda: la ausencia de una corona
internacional. Ni el “Ballet Azul” de la
década del 60, ni el plantel bicampeón de 1994 y 1995 pudieron concretar ese
sueño que este equipo hizo realidad esa noche.
Las
paradojas de la vida han hecho que esta final inédita la U de Chile la tuvo que
disputar con La Liga Deportiva de Quito.
La primera vez que fui a ver fútbol en Ecuador, fue para presenciar el
clásico entre La Liga y el Barcelona de Guayaquil. En el estadio Atahualpa de
Quito. Fui con mi hijo que en ese
entonces tenía 7 años y nos hicimos simpatizantes de la Liga en el tiempo que
vivimos en ese hermoso país. Pero la
sangre tira y la tierra y la historia también.
Y es así que en esta finalísima tuve que hacer un ejercicio de
discernimiento y mi corazón se inclinó por la U de Chile. Creo que
a mi hijo también le costó pero él tiene un corazón azul y ya tenía
tomada su decisión.
Esta
histórica conquista azul, al transformase
en el segundo club nacional que obtiene un trofeo continental, tiene
bases sólidas. En esta nueva etapa hay
un genio y este ha sido el único “santo” en el cual creo: Sampaoli. Discípulo de Marcelo Bielsa, que tuvo una
idea y la llevó a adelante sin concesiones.
Un entrenador que solidarizó con las demandas estudiantiles y que al
saber que sus líderes, Camila Vallejos y Giorgio Jackson eran de la U, los
invitó a un partido de la Copa Sudamericana.
Su equipo ganó el título jugando siempre a lo mismo: a proponer, como
dice a cada rato el profesor con la humildad de quien se sabe un bielsista que
salió desde abajo. Proponer, en este
caso, no es otra cosa que buscar el camino más corto hacia la victoria, tocar
rápido, tocar bien, quitar rápido, tocar bien, quitar arriba, y todo eso hacerlo
hasta que duela porque al rival, inevitablemente, le va a doler primero. Lo que tenemos aquí es un equipo que
finalmente trabaja en equipo. Una cosa
es ganar una final. Otra es hacerlo con
tal autoridad. Jugando tan bien al
fútbol. Con unos tipos que parecen volar
en la cancha. Dan la impresión de correr
siempre más que los demás. Ganan todas o
casi todas las pelotas divididas. Y lo
mejor de Sampaoli es que también admira a Ernesto Sábato, el escritor
argentino, y en sus charlas motivacionales utilizó textos de El Túnel, y Sobre Héroes y Tumbas e imagino de sus
ensayos también. Cuanto aprenderían y se
motivarían muchos clubes si hicieron lo mismo con tantos buenos escritores que
tenemos en América Latina.
Cuando
lleguemos a viejos y hagamos del recuerdo nuestro ejercicio predilecto,
volveremos a vivir lo que vivimos. Nos
acordaremos de todas estas cosas y se nos llenarán los ojos de lágrimas y quizá
se nos vengan a la memoria el recuerdo de esos días, en el talento de Vargas,
en la fuerza de Aránguiz, en la solidez de Herrera, en la convicción de
Sampaoli. No vamos a estar para una
vuelta olímpica a esa edad, pero daremos la pelea, diría que felices al amparo
de estos días de gloria, hermosos, inolvidables. Por que como dice el lema de la barra azul
que es la más grande y fiel: “Más que una pasión, es un sentimiento.”
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