LA FILOSOFIA COMO FORMA DE VIDA
Víctor Rey
Muchos piensan que la filosofía no sirve para nada y que, por
extensión, las teorías están superadas por la realidad. Hoy mandan las
tecnologías –dicen-; por lo tanto es la hora de la práctica. A continuación una
propuesta para reivindicar la filosofía. La modernidad es hija de las
tecnologías, se ha dicho. Y no les faltan razones, a quienes proponen la
‘muerte’ de la filosofía, en aras del bienestar que ofrece la nueva diosa de la
sociedad –las tecnologías de información y comunicación- que han inundado todos
nuestros escenarios. Y sin habernos dado cuenta ya estamos virtualmente
–virtual y literalmente- atrapados por ella.
• No hay técnica sin teoría
El mundo se ha convertido en un espectáculo, advierte Vargas Llosa. Todo tiene
que ser visto y oído al instante, por todas las personas, en cualquier lugar
del orbe. Lo práctico, lo emotivo, lo lúdico, lo espectacular se han hecho
entonces la regla, amplificadas por los medios de comunicación que avanzan
imparables gracias a las nuevas tecnologías. Así, muchas personas –con razón o
sin ella- proclaman a la técnica y las tecnologías, como si ellas fueran el
único referente del progreso y del cambio. ¡Cuán errados están! Es que no hay
técnica sin teoría. La técnica, en efecto, es el conocimiento aplicado, es el
valor agregado o añadido; es el conjunto de herramientas, métodos, sistemas y
procedimientos que hacen posible la elaboración de un producto o un servicio.
En otras palabras, las diferentes técnicas y tecnologías serían inadmisibles
sin el concurso de la filosofía que, supuestamente, según varios eruditos, se
ha ‘licuado’ en beneficio del confort y la mercancía. Y la filosofía es la
madre de todas las ciencias.
• Filosofía es más que
pensar ¿Qué es, entonces, la filosofía? Para responder a esta pregunta hay que
acudir a los griegos, quienes generaron pensamiento crítico, crearon
proposiciones lógicas y contribuyeron para que la vida sea entendida,
practicada y ordenada a fines superiores. Y no estamos hablando de religión,
sino de juicios que nos permiten reflexionar sobre ciertas interrogantes
relacionadas con el ser, la felicidad, la vida y su sentido último. La
Filosofía está reconocida como una ciencia y un arte. Ciencia cuyo valor más
alto, según Aristóteles, es la sabiduría. En su escala, Aristóteles establece
precisamente algunos pasos, desde lo más elemental e instintivo –los sentidos y
percepciones-, pasando por la experiencia o empiria, la frónesis y el ámbito
moral, la lógica o la ciencia del juicio verdadero y el episteme o ciencia,
hasta desembocar en lo dicho: el sofos o la sabiduría. Y la Filosofía es arte,
en tanto explica las armonías de la naturaleza, la estética y los cambios que
se producen.
• Sócrates en escena Se sostiene que la tradición socrática se
fundamenta en tres ejes inseparables, según Jules Evans, en el libro ‘Filosofía
para la vida y otras situaciones peligrosas’: 1) Los seres humanos pueden
conocerse a sí mismos. Podemos usar la razón para analizar nuestras creencias y
valores inconscientes; 2) Los seres humanos pueden cambiarse a sí mismos.
Podemos usar nuestra razón para cambiar nuestras creencias, lo cual cambiará
nuestras emociones, ya que estas derivan de las creencias; y 3) Los seres
humanos pueden crear conscientemente hábitos de pensamiento, sentimientos y
acción’. Y una consecuencia obvia de los mencionados ejes es un cuarto, que
motiva este artículo: ‘si seguimos la filosofía como forma de vida, podremos
vivir con más plenitud’.
• Plenitud ¿Qué quiere decir esto? No es fácil una respuesta
general, pero sí una aproximación, de acuerdo, claro está, a nuestra propia
experiencia. La idea central es ‘conocerse a sí mismo’, como punto de partida.
‘Una vida sin examen no merece ser vivida’, dijo Sócrates. En segundo lugar,
que el cambio no depende esencialmente de otros, sino de sí mismos, que se
complementa con la siguiente reflexión: ‘Si no sabes quién eres y a dónde vas,
serás lo que no quieres ser e irás a cualquier parte’, como sostiene Octavio
Paz. Y en cuanto a la plenitud, ¿tenemos claro qué es lo pleno? ¿Aquello que
nos ‘llena’ de felicidad? ¿Es el dinero? ¿O el afecto? ¿Su familia, sus hijos?
¿Tiene una meta como razón de vivir? ¿Quiere ser saludable, saber que está
vivo, amar y ser amado? Hay, pues, muchas respuestas y nuevas preguntas: ¿Quién
soy? ¿Qué hago? ¿Por qué soy el que soy? ¿Por qué vivo así? ¿Es que espero un
milagro, un golpe de suerte o alguien que haga algo por mí? Pensar –de la mano
de la filosofía- es el comienzo. Porque las soluciones están en usted mismo.
Disculpen: ya me puse trascendental.
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