MIGUEL ANGEL: MÁS QUE MORTAL, DIVINO
Víctor Rey
Según la Biblia el talento es un regalo
de Dios. Para Michelangelo Buonarroti,
más conocido como Miguel Angel, su genialidad provenía realmente de lo alto. Nacido en el pequeño poblado de Caprese en
1475, tuvo como nodriza a la esposa de un tallista de piedra. Su niñez la pasó en Florencia, cuna de la
cultura del Renacimiento, y aunque durante los años escolares se dedicó al
dibujo, sin duda influenciado por haber dado sus primeros pasos en ese ambiente,
poco a poco descubrió que su verdadera pasión era la escultura.
Su padre, Ludovico Buonarroti, oficial
al servicio de la familia Medici, lo colocó en el taller de Domenico
Ghirlandaio. Luego, el aprendiz pasó a
ser alumno de Di Bertoldo, discípulo de Donatello. Su vida en Florencia transcurrió en medio de
los más selectos grupos de artistas, participando en reuniones y tertulias
organizadas por "Lorenzo, El Magnífico" en el palacio de los Medici,
donde conoció a los mayores pensadores, humanistas y poetas de su época.
Este ambiente lo estimuló notablemente,
y a los 16 años ya había realizado esculturas en relieve, como "Combate de
los centauros y los lapitas".
Su mecenas, Lorenzo el Magnífico, murió
en 1492 y dos años después el artista abandonó Florencia, justo en el momento
que los Medici eran expulsados por Carlos VIII.
Durante una temporada estuvo en Bolonia, donde esculpió para la Iglesia
de San Domenico, y luego viajó a Roma para estudiar y examinar de cerca ruinas
y estatuas de la antigüedad clásica.
Su trabajo se volvió más creativo e
interesante. Realizó su primera
escultura a gran escala, "Baco", uno de las pocas dedicadas a un tema
pagano. También de esa época es la
"Piedad", una de sus obras más famosas que aún se conserva en su emplazamiento
original en San Pedro, del Vaticano.
Miguel Angel aún no cumplía los 25 años cuando concluyó esta majestuosa
obra de mármol que muestra a una juvenil virgen María sosteniendo a Cristo
muerto en su regazo.
Tiempo después regresó a Florencia y se
dio inicio a una de las etapas más importante en el trabajo del artista cuando
crea la escultura del "David".
Durante 4 años se dedicó a darle vida a la imponente figura de más de 4
metros de alto. El héroe del Antiguo
Testamento es representado desnudo y musculoso.
Su intensa expresión, llena de sentimiento, era el sello distintivo del
maestro. Concebía a las figuras como
seres atrapados en el mármol, que al ser tallados liberaban sus formas. El "David" se convirtió en símbolo
de Florencia y fue colocado frente al ayuntamiento de la ciudad hasta 1910,
cuando fue llevado a la Academia y reemplazado por una copia.
Claro que la genialidad de Miguel Angel
iba a la par con su carácter: Duro, de trato difícil, sus parientes y amigos
debían tratarle con cuidado para no irritarlo.
De estatura media, ancho de espaldas, ligero en sus movimientos, tenía
los ojos claros y la nariz aplastada por un puñetazo recibido en su juventud.
Pese a su dureza, los biógrafos de la
época aseguran que también tuvo corazón. Su único amor conocido fue Vittoria Colonna,
viuda del marqués de Pescara. Su
romance, aunque platónico, quedó plasmado en decenas de cartas y dejó al
artista sumido en una profunda desesperanza cuando ella murió en 1547.
Miguel Angel consideraba la pintura como
un arte menor, no comparable con la escultura.
Grande fue su conflicto, entonces,
cuando en 1505 el Papa Julio II le encomendó la decoración d la bóveda de la
Capilla Sixtina en Roma. Pese a sus
reparos inició la titánica tarea de cubrir mil metros cuadrados con más de 300
figuras. Entre 1508 y 1512 el artista se
dedicó a pintar sus más fervientes fantasías sobre lo humano y lo divino. Acostado sobre un andamio, a gran altura, de
sus manos nacieron nueve escenas del Libro del Génesis: "La Separación de
la luz y las tinieblas", "Creación del Sol y la Luna",
"Creación de los árboles y las plantas", "Creación de
Adán", "Creación de Eva", "El pecado original",
"El sacrificio de Noé", "El Diluvio Universal" y la
"Embriaguez de Noé". Pese a la
grandeza de su obra en una de sus cartas confesó: "Esto no es mi
profesión. Pierdo el tiempo sin
resultado alguno. Que Dios me
ayude".
Con anterioridad a este trabajo el Papa
Julio II le había encargado a Miguel Angel la construcción de una grandiosa
tumba, con más de 40 figuras en mármol.
Pensada en un comienzo para emplazarse en la Basílica de San Pedro,
entonces en construcción, se dejó a medio terminar por falta de dinero. Luego de terminar la Capilla Sixtina, Miguel
Angel retomó la construcción de la tumba, a menor escala.
Pese a este proyecto, su trabajo como
arquitecto no comenzó realmente hasta 1519, cuando diseño la fachada, no
realizada, de la Iglesia de San Lorenzo en Florencia, ciudad a la que regresó
tras su estadía en Roma. Durante la
década de 1520 diseñó la Biblioteca Laurenciana y emprendió la tarea entre 1519
y 1534, de hacer las tumbas de los Medici.
Puso en esta obra todo su corazón, a tal punto que las hermosas
esculturas que adornan los sepulcros llevan sonetos escritos por él.
Después de terminada, dicen los
historiadores que el espíritu de Miguel Angel se volvió más atormentado por el
hecho de enfrentarse a nuevos encargos.
Uno de ellos fue volver a Roma para hacer el fresco del "Juicio Final",
que decoraría la pared del altar de la Capilla Sixtina. Se dedicó a esta labor entre 1536 y 1541,
hasta entregar su trabajo, donde se ve a Cristo rodeado de las almas en
salvación y de aquellas que descienden al infierno. Casi 20 años después, el Papa Paulo VI ordenó
al artista Daniele de Volterra pintar paños sobre las partes púdicas de los cuerpos.
Debido a los daños causados por el
tiempo, a finales de la década de 1970 comenzaron los trabajos de restauración
de los frescos. Con modernas técnicas se
logró rescatar los colores originales de las pinturas. También se despintaron los paños que cubrían
los cuerpos y sólo se conservaron aquellos que cubrían partes que fueron
borradas. Fueron 13 años de trabajo y más
de 11 millones de dólares que dejaron al descubierto la maravilla de la obra,
el día de Pascua de 1994.
Tras largos años dedicados a la pintura,
el maestro decidió dar rienda suelta a sus intereses arquitectónicos. Entre 1538 y 1539 comenzó la remodelación de
los edificios en torno a la Plaza del capitolio, corazón político y social de
Roma. En torno a ella dispuso el palacio
de los Conservadores, el Museo Capitolio y el Palacio del senado, dando al
conjunto una hermosa uniformidad constructiva.
Trabajó fervorosamente hasta su última
hora. Después de sufrir una alta fiebre
por tres días, Miguel Angel murió a los 89 años de edad. Su cuerpo fue trasladado a Florencia, donde
había pedido ser enterrado. Le vistieron
para su gran viaje con una mortaja en damasco, botas con espuelas y sombrero de
fieltro.
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