¡LA IMAGINACIÓN AL
PODER!
A 51 AÑOS DEL MAYO 68
Víctor
Rey
A cinco décadas de estos acontecimientos, los protagonistas de mayo del
68 sienten en general un sentimiento de satisfacción: los objetivos se
alcanzaron globalmente en las sociedades occidentales. Pero los enemigos de ese proceso no se
rinden; consideran que la civilización occidental se vino abajo durante esas
tres semanas. De esta manera, durante su
campaña, el Presidente Nicolás Sarkozy atacó violentamente la herencia de mayo
del 68 acusándola de ser matriz del relativismo moral que se habría apoderado
del Occidente.
“Mayo del 68”
ha devenido en un movimiento legendario de la historia de Francia: las mujeres
se liberaron, el sexo pasó a ser algo normal, la educación se abrió y el centro
de trabajo se humanizó. Pero como todos
los mitos, éste clama por ser desafiado.
Hoy, los de Mayo 68, son hombres y mujeres con poder en el gobierno
francés y en la prensa parisina. Ya son
cuarenta años de este hecho que marcó la historia de Francia y el mundo. Los conservadores los han odiado siempre,
pero incluso los jóvenes izquierdistas los están atacando. Sus críticos denunciaron su individualismo
hedonista, alegando que destruyó el sentido del deber cívico del francés. Culpan a sus excesos por la reacción de la
derecha que ahora está creciendo en el país.
Se preguntan si los estudiantes que comenzaron sus carreras como los
apóstoles del cambio no se han convertido hoy en sus enemigos.
Más allá de estas circunstancias locales, el balance de Mayo del 68 se
traduce antes que nada en una transformación considerable de las costumbres de
Occidente, de los valores y de las relaciones sociales: en sustancia, una
sociedad individualista suplantó a la sociedad jerárquica.
Este individualismo se manifiesta en la vida privada: mayo del 68 fue
una liberación sexual que coincidió con la píldora anticonceptiva. Esta liberación sexual llevó, por su lado, a
una relativización del matrimonio: otros tipos de parejas se formaron y el
divorcio se volvió común.
El autoritarismo también se vino abajo en las empresas donde los modos
de gestión más participativos sustituyeron a la jerarquía patronal. Las iglesias cristianas evolucionaron en la misma
dirección, amplificación de una liberalización que había sido esbozada
por el Concilio Vaticano II.
Las universidades francesas, pero en todos lados también, en diferentes
grados en las sociedades occidentales, nunca más reanudaron con la jerarquía
mandarina; en todas partes hubo que permitir una enseñanza más participativa y
consultar a los estudiantes.
La vida política, por último, recibió el terremoto adoptando un estilo
más relajado, más cercano a las preocupaciones cotidianas: el gaullismo,
herencia de la tradición monárquica francesa, no sobrevivió a la sacudida de mayo
del 68, el mismo De Gaulle se decidió renunciar un año más tarde.
En el mundo ideológico, la víctima más obvia de mayo del 68 fue el
marxismo: los líderes de mayo del 68 eran anarquistas y por lo tanto,
anticomunistas. Más significativas que
este debate teórico, las revueltas de Europa del Este anunciaban también el
estado calamitoso del marxismo tanto como ideología y como ejercicio del
poder. En la práctica, se necesitarán 20
años para que los partidos comunistas desaparecieran de verdad; pero la semilla
de su muerte anunciada había sido sembrada en el 68.
El verdadero problema es que aquellos vociferantes jóvenes de mayo de
1968 han crecido. Encontraron trabajos,
iniciaron carreras y compraron acciones y asumieron hipotecas, y se
convirtieron en parte de la clase poderosa a la que una vez quisieron
destruir. El autoproclamado “portavoz
del movimiento revolucionario”, Daniel Cohn-Bendit, conocido como “Danny el
Rojo”, es hoy miembro del Parlamento Europeo por los Ecologistas Alemanes. Jacques Sauvageot, ex dirigente del sindicato
de estudiantes, es director de la
Escuela de Bellas Artes de Rennes. El ex marxista Edwy Plenel es editor del
principal diario de la nación, Le Monde.
Los del 68 parecen haber hecho realidad la profecía del intelectual conservador
Raymond Aron, hecha pocas semanas después de que las barricadas fueran
levantadas: “Todas las revoluciones francesas han reforzado al final al Estado
y han deteriorado la centralización de la burocracia”. “Toda la imaginación al poder”, solían decir,
pero cuando fueron puestos a prueba, la imaginación les falló. “A finales de 1968, Francia era el país más
activo, cambiante y creciente del mundo”, dijo el sociólogo Emmanuel Todd.
Estos acontecimientos de mayo del 68 se apagaron de manera igual de
inesperada que como habían surgido: en tres semanas, todo volvió al orden
anterior, aparentemente. Los estudiantes
volvieron a la universidad, los obreros a sus fábricas, los curas a sus
parroquias y el general De Gaulle a la Presidencia. En realidad todo había
cambiado. Y no sólo en Francia. Cada país había en efecto vivido mayo del 68 a su manera: en los Estados Unidos, el pacifismo de los
estudiantes contra la guerra de Vietnam llevaría tarde o temprano al retiro
estadounidense. En Varsovia y Praga, los
levantamientos estudiantiles contra la ocupación soviética revelaban hasta que
punto el comunismo en Europa del Este no era más que un frágil barniz. En América Latina, estudiantes y obreros y
veteranos de Paris 68 volvieron a sus países a fomentar revoluciones sociales.
No hay comentarios:
Publicar un comentario