Nelson
Mandela el Padre de la Libertad
Víctor Rey
“Todo parece imposible, hasta que se hace”.
(Nelson Mandela)
En el mes de
noviembre del 1993 me encontraba en la ciudad de Birmingham en Inglaterra
estudiando un curso de Misionología.
Vivía en el Selly Oak College junto a otros estudiantes venido de varios
países. Estando ahí me enteré que Nelson
Mandela visitaría la ciudad y para eso se preparaba un gran coro de todas las
iglesias que participarán en el acto que tendría efecto en un estadio techado. Para mi fortuna la directora de ese enorme
coro vivía también en el mismo college, así que le pedí que me incorporara al
coro. No fue fácil convencerla, ya que
no me destaco por cantar bien y además los himnos eran en inglés y ya tenían un
tiempo de ensayar. Al final aceptó y
creo que mi voz entre las mil voces no se notaba. Desde la plataforma del escenario pude ver a
Mandela muy cerca, hablando a un estadio abarrotado y haciéndolo con mucha paz,
esperanza y alegría. Realmente su sola
presencia impresionaba. Al año siguiente
ganó las elecciones y gobernó hasta el año 1999. Años más tarde tuve la oportunidad de viajar
al III Congreso Mundial de Evangelización Lausana, que se realizó en la Ciudad
del Cabo en Sudáfrica el año 2010 y allí pude conocer su celda de 2x2 donde
pasó 18 de los 27 años de prisión. A su
muerte ocurrida un 5 de diciembre del 2013 a los 95 años, justamente asistieron
95 jefes de estado. Ha sido el funeral
de un presidente donde han asistido la mayor cantidad. Creo que eso demuestra la transversalidad de
su lucha por la justicia, la paz, la libertad y la igualdad que interpreta a la
gran mayoría de la humanidad.
«Siempre he atesorado
el ideal de una sociedad libre y democrática en la que las personas puedan vivir
juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he
vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por
el que estoy dispuesto a morir». Lo dijo en 1961 ante un tribunal que lo
juzgaba por alta traición.
La coherencia de Mandela (18 de julio 1918 - 5 de diciembre 2013) le convirtió en una leyenda política ya en vida. Otros, como el Che Guevara, Mahatma Gandhi, Salvador Allende o Martin Luther King, son también admirados por llevar sus ideales hasta las últimas consecuencias, pero sus asesinatos contribuyeron al mito, dejando la duda de si hubiesen sucumbido al poder. En el caso de Mandela no hubo espacio para la sospecha: luchó, gobernó y se mantuvo fiel a sus creencias.
La coherencia de Mandela (18 de julio 1918 - 5 de diciembre 2013) le convirtió en una leyenda política ya en vida. Otros, como el Che Guevara, Mahatma Gandhi, Salvador Allende o Martin Luther King, son también admirados por llevar sus ideales hasta las últimas consecuencias, pero sus asesinatos contribuyeron al mito, dejando la duda de si hubiesen sucumbido al poder. En el caso de Mandela no hubo espacio para la sospecha: luchó, gobernó y se mantuvo fiel a sus creencias.
'Madiba' —'abuelo
venerable', como le conocían en Sudáfrica— soportó muchos maltratos a lo largo
de su vida. Familia de los jefes supremos de la tribu de los 'Tembu', fue
formado para convertirse en dirigente de su clan. Pero se rebeló contra su
destino: estudió Derecho y se metió en política para combatir las prácticas
xenófobas del Apartheid. Era
negro en un país dominado por blancos que practicaban la exclusión racial.
Y no estaba dispuesto a aceptarlo.
En 1948, el Partido
Nacional de Sudáfrica (PN) había ganado unas elecciones en las que sólo podían
votar los blancos y había instalado un sistema de segregación racial. Enfrente
tenía al Congreso Nacional Africano (CNA), formado en 1912 para luchar por los
derechos de la población negra y al que se unió Mandela en 1942. Fueron años de
recorrer el país promoviendo la desobediencia civil, incluidas las acciones
violentas. Hasta que fue arrestado y acusado de alta traición.
El régimen de
Sudáfrica consideraba a 'Madiba' un terrorista y le tuvo cerca de tres décadas
entre rejas. Cuenta la leyenda —llevaba al cine por Clint Easwood— que allí
cogía fuerzas repitiéndose como un mantra el poema 'Invictus', de William Ernest Henley: «Más allá de la
noche que me cubre / negra como el abismo insondable / doy gracias a los dioses
que pudieran existir / por mi alma invicta». Le escuchaba la comunidad internacional, que orquestó una
campaña en su apoyo que dio frutos el 11 de febrero de 1990. Ese día, Mandela
salió en libertad tras 27 años de cárcel. En su primera intervención ante la
prensa apostó por una solución que no menoscabase los derechos de los blancos.
Sin rencor. Tomó entonces las riendas de la transición del país y cambió su
condición de 'peligroso opositor' por la de presidente, previo paso por las
primeras elecciones democráticas a las que acudían sus compatriotas. Fue en
abril de 1994.
Una vez en el poder,
mantuvo la coherencia. No se aferró al sillón. Se retiró cuando llegó el
momento y siguió luchando por causas noble, como erradicar la pobreza en África
o combatir el sida. Trabajó además como mediador en los conflictos de Angola,
Burundi y República Democrática del Congo y recibió un sinfín de homenajes. Su
figura ha sido venerada por miles de personas. En vida, y tras su muerte.
“Aprendí que el
coraje no era la ausencia de miedo, sino el triunfo sobre él. El valiente no es el que no siente miedo,
sino el que vence ese temor.”
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