lunes, 24 de septiembre de 2018



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EN LOS 98 AÑOS DEL NACIMIENTO DE MARIO BENEDETTI

Víctor Rey

Hay ciudades que viven en nosotros antes que las conozcamos, porque las recorrimos antes de verlas.  Eso me sucedió en mi vista a Montevideo, cuando caminaba por sus calles y me sentaba en un banco de alguna plaza a mirar la ciudad y conversar con algún uruguayo, siempre salía el recuerdo del escritor Mario Benedetti.  Parecía que no había muerto y que nos estaba esperando en alguna esquina de la ciudad o sentado en algún café, leyendo los periódicos o escribiendo algún poema en su libreta.  La ciudad me recordaba sus novelas y poesías como las películas que han hecho de su literatura.  Hay ciudades que destilan literatura y nos atrapan en sus calles, una de ellas es Montevideo, y Mario Benedetti contribuyo para que así fuese.
Y qué decir de las frases de su prosa y verso.  Se han vuelto universales y se distribuyen a través de las redes sociales.  Aquí comparto alguna de las cuales me han acompañado y lo siguen haciendo y que muchas veces generan una linda conversación y una profunda reflexión: “Y aunque son siempre he entendido mis culpas y mis fracasos, en cambio sé que en tus brazos el mundo tiene sentido”; “Es lindo saber que usted existe”; “Me gustaría mirar todo de lejos, pero contigo”; “Compañera usted sabe que puede contar conmigo no hasta dos o hasta diez sino contar conmigo”; “Que alguien te haga sentir cosas sin ponerte un dedo encima, eso es de admirar”; “No me tientes, que si nos tentamos no nos podremos olvidar”; “Lo nuestro fue tan fugaz, que una estrella nos vio y pidió un deseo”; “Me gusta la gente capaz de entender que el mayor error del ser humano, es intentar sacarse de la cabeza aquello que sale del corazón”; “Mi estrategia  que un día cualquiera, no sé cómo ni  con que pretexto, por fin me necesites”: “Es casi ley, los amores eternos, son los más breves.”
Galardonado en 1999 con el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana y en 2005 con el Internacional Menéndez Pelayo, Benedetti abordó todos los géneros literarios, en los que reflejó una mirada crítica de izquierdas que le llevaría al exilio y a ser, hasta sus últimos días, un firme detractor de la política exterior de Estados Unidos. Sus poesías fueron cantadas por autores como Joan Manuel Serrat, Daniel Viglietti, Nacha Guevara, Luis Pastor o Pedro Guerra, y sus novelas más famosas llevadas al cine, como La tregua (1974) o Gracias por el fuego(1985), a cargo del director argentino Sergio Renán.
Este exponente por antonomasia de la llamada generación uruguaya de 1945, la "generación crítica", nació el 14 de septiembre de 1920 en Paso de los Toros, en el Departamento de Tacuarembo. En 1928 comenzó sus estudios primarios en el Colegio Alemán de Montevideo, donde, según contaba el propio Benedetti, gustaba de escribir en verso las lecciones e incluso sorprendió a sus maestros con un primer poema en ese idioma.
Las dificultades económicas solo le permitieron cursar un año de educación secundaria en el Liceo Miranda y después tuvo que ser casi autodidacta, compaginando los estudios con el trabajo, que comenzó a los 14 años en un taller de repuestos de automóvil. Antes de dedicarse a la escritura, Benedetti hizo de taquígrafo, cajero, vendedor, librero, periodista, traductor, empleado público y comercial. Todos estos oficios supusieron un contacto con la realidad social de Uruguay que fue determinante a la hora de modelar su estilo y la esencia de su escritura.
Entre 1938 y 1941 residió en Buenos Aires y en 1945 ingresó en el semanario Marcha como redactor y publicó su primer libro, La víspera indeleble, de poesía. En 1949 Benedetti avanzó en su carrera periodística con su labor en la destacada revista literaria Número, compaginando al tiempo sus tareas de crítico con una carrera imparable como escritor. Así, en una década trepidante publicó obras como Esta mañana y otros cuentos (1949), Poemas de oficina (1956), Ida y vuelta (1958) y La tregua (1960).
Ya desde 1952 comenzó a implicarse de forma destacada en las protestas contra el tratado militar de Uruguay con Estados Unidos. Su primer viaje a Europa lo hizo en 1957, como corresponsal de Marcha y El diario. De 1961 data el libro Mejor es meneallo, que agrupa sus crónicas humorísticas, firmadas con el pseudónimo de Damocles. Residió en París entre 1966 y 1967, donde trabajó como traductor y locutor para la Radio y Televisión Francesa, y luego de taquígrafo y traductor para la UNESCO.
En 1968 fundó en La Habana el Centro de Investigaciones Literarias de la Casa de las Américas, que dirigió hasta 1971, y encabezó el Departamento de Literatura Latinoamericana de la Facultad de Humanidades y Ciencias de la Universidad de Montevideo, entre 1971 y 1973. En los setenta desarrolló una intensa actividad política, como dirigente del Movimiento 26 de Marzo, del que fue cofundador en 1971 y al que representó en el Frente Amplio, coalición izquierdista que alcanzó el poder en 2005.
Mario Benedetti, poeta del amor y del exilio, murió en Montevideo el 17 de mayo del 2009 a los 88 años. Tras una larga enfermedad que amagó varias veces con llevarse a este best seller de las letras uruguayas, de los sentimientos, a este popularizador de la poesía en español como casi ningún otro. La muerte, es decir, esa enfermedad pulmonar crónica que padecía, se lo llevó por delante tras su cuarto ingreso en un año en el hospital Impasa, de Montevideo.  Sus relatos, su poesía y sus frases nos siguen acompañando.  Su arte lo hizo inmortal.

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