A 104 AÑOS
DEL NACIMIENTO DEL ANTIPOETA NICANOR PARRA
Víctor Rey
Cuando era un adolescente en las clases de
Castellano que el profesor nos impartía en el Liceo Valentín Letelier de
Santiago de Chile, me acerque por primera vez a la poesía de este antipoeta. Realmente me sorprendió y me agrado su forma
de ser tan provocador, impertinente e
innovador y el humor que corría por las páginas de sus libros. Casi siempre vuelvo a releer sus poemas y
siempre termino con una sonrisa y algo nuevo en mi mente. Estoy sorprendido por la cantidad de años que
vivió y eso es una gran virtud y
esperamos siga cumpliendo años y escribiendo poemas y antipoemas.
El martes 23 de enero del 2018 el antipoeta partió
a la inmortalidad. Era el último del
clan Parra que quedaba con vida. También
era el último escritor de su generación que vivía aún. Los últimos años lo pasó entre Las Cruces y
Santiago, donde vivía su familia.
Nacido el 5 de septiembre de 1914, el primero
en nacer de sus hermanos y el único que seguía con vida, Nicanor, de formación
matemático y físico en su alma Mater, la Universidad de Chile, es conocido
mundialmente por "Poemas y Antipoemas" (1954),pero también por
trabajos como "Cancionero sin nombre", su primer poemario (1937),
"La cueca larga" (1958), "Manifiesto" (1963), "Obra
Gruesa" (1969 y su primera antología) "Artefactos" (1972) o
"Ecopoemas" (1982), entre otros.
Además, una extensa lista de premios, como
el Premio Nacional de Literatura (1969),Premio de Literatura
Latinoamericana y del Caribe Juan Rulfo (1991), Premio Miguel de Cervantes
(2011), Premio Iberoamericano de Poesía Pablo Neruda (2012), entre muchos
otros.
Así definió el oficio del poeta: “El poeta es un
hombre como todos / un albañil que construye su muro: / un constructor de puertas
y ventanas”, apuntó en Manifiesto, en 1963, donde señalaba que “Los poetas
bajaron del Olimpo”. Su obra antipoética, basada en el habla cotidiana, donde
asomaba el humor y el absurdo, le valió detractores y también los elogios de
quienes vieron oxígeno ante la rigidez de la poesía lírica. Pablo de Rokha fue
severo: “Los antipoemas inspiran lástima y asco”. El narrador argentino Ricardo
Piglia lo consideraba su “maestro” y “el mayor poeta de la lengua después de
Vallejo”.
El poeta y
físico matemático, fallecido a los 103 años de edad, que siempre era el mayor
entre sus visitantes, era una mente lúcida inigualable, que podía recitar de
memoria poemas en varios idiomas, contar chistes callejeros, recordar con
detalle sabrosas anécdotas con Neruda, su hermana Violeta, y reflexionar con
agudeza, desde la astucia y la experiencia, sobre la vida y la incertidumbre.
En definitiva,
el autor que revolucionó la poesía hispanoamericana con su libro Poemas y
antipoemas (1954) fue el último sobreviviente de la gran literatura del siglo
XX. Al contar sus historias unía el discurso de la academia y de la calle,
donde se asomaban frases de su hermano Roberto, Shakespeare, Pezoa Véliz,
conceptos de la mecánica cuántica, Nietzsche hasta el Código de Manu.
Nicanor Parra,
quien a mediado de los 90 se instaló en el balneario de Las Cruces, luego de 20
años de hacer clases de literatura a los alumnos de ingeniería en la sede de
Beauchef de la U. de Chile, volvía de vez en cuando a referirse a su traducción
de Hamlet que nadie vio publicada. “Hamlet es la culminación de todo”, decía
sobre su desafío y obsesión.
El personaje
shakesperiano que tanto lo cautivó convertido en su cuaderno de apuntes, en un
huaso chillanejo o un lanzador de frases puntudas. “Soy el fantasma de Hamlet”,
diría Parra, el primer gran poeta chileno que no usó seudónimo. Que firmaba sus
libros de poemas con el mismo nombre con el que pagaba las cuentas y respondía
las dudas al otro lado del teléfono. Distinto a Ricardo Neftalí Reyes (Pablo
Neruda), Lucila Godoy Alcayaga (Gabriela Mistral) o Carlos Díaz Loyola (Pablo
de Rokha).
Termino con una
de sus frases más irónicas: “La izquierda y la derecha unidas, jamás serán
vencidas.”
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