REPENSAR LA
PAZ CON UNA NUEVA LOGICA
Víctor Rey
La violencia
producida por las religiones fue noticia durante el último tiempo. El balance
anual de masacres producidas a nombre de Dios fue más alto que años anteriores.
¿Las religiones pueden realmente traer la paz?
En este
evento pensamos en torno a la violencia que se genera en nuestro continente y
lo que pueden hacer las iglesias para ayudar en la pacificación de los
conflictos de nuestros países y como poner como agenda central el tema de la
paz en la misión de los cristianos. Discernimos que es el modelo neoliberal el
que produce las diversas formas de violencia.
Una dura paradoja. Los grupos extremistas que matan a nombre de Dios buscan
imponer la fe en Dios, y con esa premisa asesinan a quienes no confiesan su
misma religión. Sin embargo, esas acciones violentas lo único que consiguen es
que las personas se alejen de las religiones.
Pero esa no
es la única paradoja. La violencia contra los inocentes siempre conlleva una
pregunta sobre Dios mismo: si Dios es bueno, ¿por qué permite que sufran las
personas? ¿le importa a Dios las víctimas de la violencia?
El Papa
Francisco en su homilía de inicio del año explicaba que el mensaje de la
Navidad “contrasta siempre con la dramática experiencia histórica”, pues
cada día “nos encontramos con signos opuestos, negativos, que nos hacen creer
que [Dios] está ausente”. La cercanía de Dios “parece desmoronarse ante la
multitud de formas de injusticia y de violencia que hieren cada día a la
humanidad”.
Una lógica que supera la lógica
humana. La dureza de las consecuencias
de la violencia perpetrada a nombre de una religión son innegables:
sufrimiento, destierro, tortura y muerte. Ante esta patente realidad del dolor,
parece que no existe un argumento racional para explicar por qué el mal no
tiene la última palabra sobre la humanidad y su destino.
Pero la
respuesta al mal no puede ser sólo teórica, meramente “lógica”. El problema se
ubica en lo más profundo del ser humano y su existencia, ahí donde radica una
“lógica” diferente que abarca la razón, la libertad, las emociones, el afecto,
las acciones y el propio destino. El problema pues se encuentra en la dimensión
espiritual de cada persona, y por eso requiere una respuesta diferente.
El Papa
francisco también explicó que el hecho histórico del nacimiento de Cristo, que
supone que Dios se ha hecho humano, nos empuja a cooperar con Dios en la
construcción de un mundo más justo y fraterno, en el que todas las personas y
todas las criaturas puedan vivir en paz.
En otras
palabras, la fe cristiana no sólo explica el origen del mal (como oposición
humana a los sabios mandatos morales de Dios), sino que predica que el
verdadero amor nos empuja a buscar acciones que conlleven la paz.
Por eso, en
palabras del Papa, “donde no puede llegar la razón de los filósofos ni los
acuerdos de la política, llega la fuerza de la fe que lleva la gracia del
Evangelio de Cristo, y que siempre es capaz de abrir nuevos caminos a la razón
y a los acuerdos”.
La lógica
espiritual para buscar la paz es el balance de la contemplación de las verdades
divinas (que hablan de amar a Dios, al prójimo y así mismo) y la acción para
buscar directamente la paz (el diálogo ecuménico, interreligioso, académico y
político, la denuncia periodística, la atención a enfermos, desplazados y
heridos, la justicia internacional y la persecución de los criminales de
guerra, etc.). Entonces, para que venga la paz, necesitamos aprender a vivir la
“lógica” de la fe con obras.
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