Hans Kung y la Ética Mundial
Víctor Rey
Este 19 de marzo pasado, el gran teólogo Hans Kung acaba de cumplir 91 años. Su salud no es de las mejores, se encuentra enfermo. En estos días he vuelto a leer el texto sobre Ética
Mundial de Hans Kung, me ha vuelto a impresionar la pertinencia de su
pensamiento y la vigencia de sus propuestas para este tiempo, que carece de
voces que ayuden a iluminar el camino por donde transitar. Considero que esta propuesta tiene una
urgencia para nuestros días y todas las personas deberíamos abrazarla y
promoverla para que avance la paz en el mundo.
¿En qué consiste la Ética mundial? Cuando se habla
de una ética de estas características, no se está haciendo referencia a una
nueva ideología, o a una religión universal y unitaria más allá de las
religiones existentes, ni mucho menos al predomino de una religión sobre las
otras. Tampoco se ha de entender como un sistema ético de corte aristotélico,
tomista o kantiano, sino como un consenso básico sobre una serie de valores
vinculantes, criterios inamovibles y actitudes éticas fundamentales, en
realidad evidentes, que deben conformar la convicción de la persona y de la
sociedad humana. No es una superestructura, sino un ethos de la humanidad que
enlaza entre sí los recursos religioso-filosóficos comunes ya existentes en el
mundo. La idea es el resultado de la reflexión emprendida por Hans Küng en la
década de los años noventa.
El proyecto nace con la siguiente pregunta ¿es
posible la supervivencia de la humanidad, de las naciones, sin una paz y una
ética mundial? En medio de la crisis política y económica, de los desastres, de
la imagen de brutales crueldades cometidas en escenarios bélicos del mundo, y
en nuestras propias ciudades y países latinoamericanos, cobra gran sentido la
idea de una Ética Mundial. El problema es abordado por el autor mediante las
siguientes tesis:
- No habrá paz entre las naciones sin paz entre las
religiones.
- No habrá paz entre las religiones sin diálogo
entre las religiones.
- No habrá diálogo entre las religiones sin
estándares éticos globales.
- No habrá supervivencia de la paz y la justicia en
nuestro mundo global sin un nuevo paradigma de las relaciones internacionales
fundado en estándares éticos globales.
En palabras del mismo Hans Küng, "no es tarea
fácil lograr un consenso universal en muchas cuestiones éticas concretas desde
la bioética y la ética sexual, pasando por los medios de comunicación, la
ciencia, la economía y el Estado".
De acuerdo con lo anterior, ¿cuál sería la base
para una ética mundial que pudiera ser compartida por los creyentes de las
grandes religiones, y también por los no creyentes, sin importar la tradición
cultural dentro de la cual se hallen?
Según el autor, hay que partir del principio de
humanidad, el cual se encuentra presente en casi todas las tradiciones éticas y
religiosas del mundo, expuesto del siguiente modo: "todo ser humano ha de
recibir un trato humano". Es decir, que toda persona, sea hombre o mujer,
blanco o negro, rico o pobre, niño o viejo, ha de ser tratada humanamente. En
el ámbito de las religiones, tal mandato se expresa mediante la llamada regla
de Oro: "no hagas a los demás, lo que no quieres para ti". En la práctica,
de este principio se desprenden cuatro compromisos fundamentales:
1. Compromiso con una cultura de la no-violencia y
de respeto a toda vida: la antigua regla: "¡No matarás!" Dicho
positivamente: "Respeta la vida".
2. Compromiso con una cultura de la solidaridad y
con un orden económico justo: el antiguo mandamiento: "¡No robarás!"
Dicho positivamente: "Obra con justicia y honradez".
3. Compromiso con una cultura de la tolerancia y
con una vida en veracidad: la antigua exigencia: "¡No mentirás!". En
otras palabras: "Habla y actúa desde la verdad".
4. Compromiso con una cultura de la igualdad de
derechos y de camaradería entre hombre y mujer: la antigua máxima "¡No
harás mal uso de la sexualidad!". En forma positiva: "Respetaos y
amaos los unos a los otros".
Quienes están familiarizados con la idea de reglas
éticas universales podrán recordar que es en la Modernidad, con Kant, cuando la
reflexión en torno a la fundamentación moral desde una perspectiva racional
adquiere una gran importancia; de tal manera que se concibe como un modelo que
puede ser válido para todas las personas, independientemente de sus creencias y
deseos personales, ya que la razón tiene carácter universal y necesario. Esto
lleva a una concepción ética de carácter formal, carente de contenidos, ya que
no dice de antemano qué cosas son buenas, sino que ofrece un criterio para
juzgar las acciones: "obra según la máxima de tu voluntad que puedas
querer que se convierta en ley universal".
En este sentido, la originalidad de Hans Küng
consiste en su capacidad de enlazar la racionalidad de los principios con la
práctica cotidiana, por medio del recurso a las grandes religiones del mundo.
En éstas se encuentran operando una serie de valores vinculantes, en los que
todas ellas coinciden, y que todas ellas anuncian y promueven. De este modo se
puede esperar que la mayoría de los seres humanos, con independencia de sus
creencias religiosas, y de sus formas de pensar y de vivir -entiéndase aquí
también a los ateos y agnósticos- estarían dispuestos a aceptar tales
principios, porque los comprenden y les resultan razonables. En consecuencia,
esos compromisos que hemos enunciado dejarían de ser meramente formales, ya que
están siendo vividos y practicados al interior de esos paradigmas religiosos.
En otras palabras, estos criterios éticos, al otorgarles un cierto contenido a
los principios de carácter universal por hallarse ya presentes en las grandes
religiones del mundo, hacen posible la comunión entre la reflexión teórica y la
vida concreta.
En este nuevo escrito de Hans Küng, Ética mundial
en América Latina, podemos encontrar tres aspectos significativos. Primero, se
presenta como una valiosa síntesis de su proyecto y de sus ideas respecto a
este tema, a la vez que traza una estructura clara de las tesis vitales que ha
venido desarrollando. Esta visión
esquemática se desarrolla en este texto como un mensaje para Latinoamérica en
orden a los siguientes puntos:
- Ética mundial y ciencia.
- Ética mundial y religión.
- Ética mundial y política mundial.
- Ética mundial y economía mundial.
- Ética mundial y educación.
En segundo lugar, su lectura nos ofrece una visión
esperanzadora de un nuevo orden del mundo al que están invitadas todas las
personas -en esta ocasión especial, todos los que hacemos parte de este
continente latinoamericano-, seamos creyentes o no-creyentes, ateos o
agnósticos. Y es también una incitación a todos aquellos que buscan una nueva
orientación en este mundo globalizado, en donde no se trata de globalizar la
ética, sino de situar la globalización sobre una base ética común.
Y, por último, es igualmente una provocación al
lector para que aborde él también los siguientes interrogantes: ¿Cómo puede ser
posible en la economía, la ciencia, la religión, la política y la pedagogía, la
idea de una ética mundial? ¿Es posible la supervivencia de la humanidad sin paz
mundial? ¿Es posible la construcción mundial de un nuevo modelo económico
justo? ¿Es posible la paz mundial sin justicia mundial? ¿Es posible la paz de
las naciones sin la paz y la comunión de las religiones?
A estas preguntas urgentes debemos dedicarle tiempo
a nuestra reflexión para pasar a la acción hoy.
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