EDUARDO GALEANO, El ESCRITOR QUE NOS ENSEÑÓ A LEER
NUESTRA HISTORIA
Víctor Rey
“Nací el 3 de septiembre de 1940, mientras Hitler devoraba media Europa
y el mundo no esperaba nada bueno.” Palabras de Eduardo Galeano en su irónica
Autobiografía Completísima.
Tuve la
oportunidad de escuchar y conocer dos veces a Eduardo Galeano. La primera vez fue en Santiago de Chile en el
año 1988, meses antes del plebiscito que derrotaría a Pinochet. Fue en una sala de la Universidad ARCIS,
que estaba llena donde la capacidad del lugar fue sobrepasada y todos estábamos
habidos de escuchar a este escritor que
lo habíamos comenzado a leer a través de la revista Análisis que fue justamente
el medio que lo trajo a Chile para
participar en unas jornadas que se llamaron: Chile Crea y recibir el premio
José Carrasco. La segunda oportunidad
fue el año 1995 en México. Ahí fue el
expositor que cerró el Congreso de la Asociación Mundial
de Comunicadores Cristianos (WACC). Su
charla sobre la realidad latinoamericana y el periodismo, ha sido para mi uno
de las exposiciones que más he valorado.
Justamente en ese país y en esa ocasión
un amigo mexicano me regaló el libro: Las venas abiertas de América
Latina. Considero que Galeano ha sido
uno de los intelectuales más influyentes del final del siglo pasado y de este
siglo. Su humor, la facilidad de su
lectura, la ironía y la contextualidad son las características que a muchos nos
han cautivado.
Su
muerte A los 74 años nos golpeó a muchos por lo prematuro de su partida. Deja un gran vacío en la literatura
latinoamericana, ya que ha sido uno de los escritores más relevantes del último
tiempo. Su obra fue traducida a una
veintena de idiomas y su muerte causó diversas reacciones en el mundo. La
política y la cultura también lo unieron con Chile, país que visitó por última
vez en 2013.
“Quiero
dedicar esta lectura a un gran amigo mío, y creo que de todos ustedes, que se
llamó y se llamará por siempre jamás, Salvador Allende”. De este modo comenzaba
Eduardo Galeano la presentación de su último libro, Los hijos de los días
(2011), el 9 de enero de 2013, ante una repleta sala Antonio Varas, cuya
capacidad fue ampliamente sobrepasada por la cantidad de personas que querían
escucharlo.
Esa fue
la última visita a Chile del escritor uruguayo, falleció el 15 de abril del
2015, debido a complicaciones de salud derivadas del cáncer de pulmón que se le
diagnosticó en 2007.
Eduardo
Germán María Hughes Galeano nació el 3 de septiembre de 1940 en Montevideo y su
obra ha sido traducida a una veintena de idiomas. Entre sus libros más
influyentes se encuentra Las venas abiertas de América Latina, publicado en
1971, y censurado por varias dictaduras latinoamericanas, entre ellas, la
chilena.
Ese es
uno de sus vínculos menos felices con Chile, un país que visitó en repetidas
ocasiones y con el que mantenía lazos más perdurables. Los comenzó a construir
cuando era un veinteañero, dirigía el diario Época y se hizo amigo de Salvador
Allende, quien incluso lo visitaba en las oficinas del medio.
Fue el
periodismo, de hecho, su primer contacto con la escritura. Cuando era un
adolescente le vendió una caricatura al diario El Sol y en sus planes no estaba
dedicarse a la literatura: “Siempre creí que iba a ser dibujante. También creí
que iba a ser jugador de fútbol, santo, miles de cosas quise ser y no pude,
pero jamás se me pasaba por la cabeza la idea de ser escritor, nunca. Eso
ocurrió tarde en la vida, a partir del periodismo”, dijo al programa Vuelan las
Plumas, durante esa última visita a Chile.
“Empecé
a ejercer el periodismo como una manera de entrar en la realidad. Me apasionaba
meterme en las noticias, de carne y hueso”, añadió en esa ocasión.
“Yo podía hacer una crónica policial o de
deportes -muchas veces hice de fútbol- y me apasionaba ese contacto directo con
la realidad que te puede dar el periodismo. La ficción no me lo daba. Hice
algunas tentativas de escribir ficción, pero no me entusiasmaba como esto, que
provenía de la realidad. Era la realidad contándote sus secretos, sus
misterios, desafiándote”, relató.
En
1973, luego del golpe de Estado en Uruguay, Eduardo Galeano se estableció en
Argentina, donde fundó otro medio de comunicación, Crisis. Tres años más tarde,
nuevamente la represión lo llevó a España. Solo volvería a Uruguay en 1985, con
el retorno de la democracia en ese país.
Tres
años después estuvo en Chile para recibir el premio José Carrasco Tapia, que
concedía la revista Análisis. El 19 de enero de ese año, en su discurso, dijo
palabras que bien podrían servir ahora para despedirlo: “Este es un homenaje a
la pasión de vivir, iluminada por la viva memoria de un compañero asesinado, y
ésta es una celebración de la alegría de creer en ciertas cosas que la muerte
no puede matar”
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