GRACIAS A LA VIDA, GRACIA A VIOLETA PARRA
Víctor Rey
Eran las seis menos diez de la tarde, exactamente, hora chilena del
domingo 5 de febrero de 1967. Violeta Parra llevaba ya algún tiempo con la
obsesión de irse de este mundo por voluntad propia. Así es que tomó un revólver
de su propiedad, lo situó sobre la frente, en su sien derecha y apretó el
gatillo. Murió instantáneamente. Había nacido en San Carlos una pequeña ciudad
del sur de Chile un 4 de octubre de 1917.
Recuerdo claramente ese día, yo era un niño y estaba en la playa de Llo
Lleo con unos primos disfrutando del verano, cuando escuchamos la notica por la
radio. A todos nos impactó y nos quedamos mirando el mar. Creo que para mí fue la primera vez en que
reflexioné sobre el misterio de la vida y la muerte.
Estaba considerada una de las mejores folcloristas de todos los tiempos.
No dejó de resultar un trágico sarcasmo que decidiera quitarse la vida quien
precisamente había creado un himno tan hermoso, tan emotivo… como "Gracias
a la vida".
¿Por qué Violeta Parra optó por tan trágica medida? Había
estrenado "Gracias a la vida" hacía poco más de un año y hay quien
asegura que, víctima de una profunda depresión, eligió despedirse a tiempo con aquella
bellísima, profunda pieza. Como una premonitoria elegía. ¿Qué había llevado a
esta mujer a suicidarse? Desde luego la pobreza, una dura existencia desde muy
niña, la salud quebradiza, el desdén de sus compatriotas en sus últimos tiempos
pese a ser reconocida su obra en ambientes culturales, y, finalmente por sus
desdichas amorosas.
Hay todavía controversias sobre el lugar donde realmente vino al mundo,
pero la mayoría de los estudiosos de su vida y obra señalan la población de San
Carlos, provincia chilena de Nuble, el 4 de octubre de 1917. Sus padres (un
maestro rural de ideas avanzadas y una modista) la bautizaron como Violeta del Carmen Parra
Sandoval. De
ellos aprendió a amar la cultura, llegando a destacar por las letras de sus
canciones, las partituras propias, pero asimismo con sus cuadros, cerámicas,
esculturas, bordados que ella fue exhibiendo con el paso de los años. Era una
familia numerosa, con cinco hermanos de los que Nicolás Parra resultó ser un
prestigioso poeta. Violeta tuvo una niñez difícil, aquejada de varias enfermedades,
creciendo con una débil constitución física.
En algunas de sus canciones reflejó las penurias familiares y los males
que hubo de vencer en su infancia. Guiada por su citado hermano estudió
Magisterio en Santiago de Chile, pero se ganó el pan merced a infinidad de
modestos trabajos: "No existe empleo ni oficio / que yo no lo haya
'ensayao'"…" reza la estrofa de una de sus canciones. Las primeras, a
la edad de doce años. Llegó a dominar varios instrumentos como la guitarra, el
charango, el cuatro, el arpa, la quena, también otros de percusión… De cantar
boleros y canciones populares españolas y mexicanas pasó a concentrarse en el
estudio, búsqueda e interpretación de antiguas piezas folclóricas andinas, al
punto de recopilar más de tres mil, aparecidas en el volumen "Cantos
folclóricos chilenos".
Es sin duda su primer matrimonio con el obrero ferroviario Luis Cereceda, en 1938, lo que marcaría buena parte
de la línea ideológica de su repertorio y el comienzo de una atormentada vida.
Era su marido un militante comunista quien la aleccionó en sus ideas hasta que
ella misma se introdujo en ambientes políticos de izquierda. Si bien hay parte
de su repertorio musical de mero contenido folclórico no puede eludirse otra
donde expresa historias y problemas de la clase trabajadora bajo la óptica de
su ideario. El fracaso de su matrimonio se debió a que pasaba muchos días lejos
de su hogar por sus compromisos artísticos, lo que no comprendía su esposo.
Tuvieron dos hijos, Ángel e Isabel, luego también cantantes. El primogénito
recordaría la dura existencia que padecieron en su desprotegido hogar:
"Vivíamos con mamá en una pieza de madera, con piso de tierra. En invierno
hacía un frío de morirse. Nos tapábamos hasta con el estuche de la guitarra. A
las cuatro de la mañana ella me despertaba para que fuera a robar agua a una
acequia que quedaba muy lejos".
Violeta Parra volvió a casarse, esta vez con un
carpintero, Luis Arce, con quien tuvo una hija, Carmen Luisa, que murió a los dos años. Una
nueva decepción sentimental. Ya había disfrutado de experiencias artísticas
notables. En 1952 recibía el premio Caupolicán "a la mejor folclorista de
Chile"; Pablo Neruda la recibió en su casa y para el gran poeta ella
desgranó lo mejor de su repertorio: versos como "A lo humano",
"A lo divino". El premio Nóbel escribió para Violeta un sentido
poema. En 1955 realizó el más importante de sus viajes, a Varsovia, tomando
parte en el Festival Mundial de la Juventud. También pasó por Moscú y París. De
1957 es su canción más comprometida, "La lechera". También lo sería
después "La carta".
Es en 1960, en un segundo viaje a la capital francesa, donde vivió tres
apasionantes años, cuando conoció a su verdadero amor, un suizo de nombre
Gilbert Fabre, antropólogo y musicólogo. Convivió un largo tiempo con él en
Ginebra, dedicándole entre otras las canciones "Corazón maldito",
"Qué he sacado con quererte", "El gavilán, gavilán"…
Lideraba por entonces la nueva canción chilena con textos de su autoría
cargados de fuerte contenido social. En 1964 expuso una colección de tapices de
su creación en el Museo del Louvre. Regresó a Chile en 1966 tras su ruptura con
Gilbert Favre, quien ese año se instaló en Bolivia. Fue a verlo y resultó que
se había casado. Aquello le produjo una depresión que nunca superaría, aunque
trató de rehacerse sentimentalmente al lado de un músico uruguayo, Alberto
Zapicán.
El año mencionado es cuando se instala en una carpa, "La
Reina", donde busca un rincón donde vivir, sin ninguna clase de comodidad.
Allí reanuda la confección de tapices y allí es donde canta para quien quiera
escucharla. Pero acude muy poca gente y ella malvive, apenas sin ingresos. Es
cuando llega el fatídico 5 de febrero de 1967 y en la más completa soledad toma
la decisión de suicidarse. Nos dejó, aparte de "Gracias a la vida"
(de la que hizo una versión insuperable Mercedes Sosa), "Volver a los
17" (que grabaría Joan Manuel Serrat), "Casamiento de negros",
"La jardinera"… Gran parte de su obra también se conocería gracias a
Los Calchakis, Víctor Jara, Quilapayún, Inti Illimani, Patricio Manns, María
Dolores Pradera, Miguel Bosé, Joaquín Sabina… y sus propios hijos, Ángel e
Isabel Parra.
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