domingo, 7 de marzo de 2021

La ciudad en la que quiero vivir

 



LA CIUDAD EN LA QUE YO QUIERO VIVIR

Víctor Rey

La ciudad en que yo quisiera vivir debe ser socialmente equitativa, que haga buen uso de los impuestos, que combine variables arquitectónicas, urbanísticas y ambientales y que se ajuste a procesos de planeación modernos e inclusivos.

Esto se debe traducir en que la gente tenga espacios para la movilización peatonal, escenarios para el esparcimiento, zonas verdes para la gestión ambiental, servicios públicos de buena calidad, vías amplias para el tránsito automotor, ciclovías amplias y seguras, sistemas de transporte público confiables y legalización y formalización de las zonas marginales.

Esa ciudad debe estar abierta a debatir sobre si su gestión urbana debe propiciar la Dispersión o la Concentración. Tiene que tener un balance real de su amueblamiento urbano. Ser capaz de mapear la disponibilidad de tierra. Actualizar el catastro sin afectar la salud económica de las familias. Intervenir decididamente sobre los procesos de gentrificación urbana para evitar conflictos de convivencia local.

Lo ideal es vivir en una ciudad donde no prevalezca un Alcalde Marca sino una Administración de Consensos y Objetivos. Donde se privilegien acciones culturales y se respete la relación entre Diferencia y Diversidad. Y donde se piense el desarrollo en función de concertaciones regionales para la complementariedad, el emprendimiento y la competitividad.

Esa ciudad debe lograr que el gobierno local procure construir un modelo de intervención social y económica que contribuya a mejorar los indicadores de desarrollo humano, buscando que sus habitantes puedan gozar de una vida más larga y digna, acceder fácilmente a los servicios de educación y contar con los recursos mínimos para prodigarse una vivienda confortable y una alimentación permanente.

Los ciudadanos deberían tener la posibilidad de exigir (y que se les cumpliera) que el proceso de rendición de cuentas sobre la actividad de los asuntos públicos no se convirtiera en un espectáculo circense y fuera el escenario propicio para debatir sobre cómo avanza el gobierno, teniendo como punto de partida indicadores técnicos y no discursos efectistas.

La ciudad ideal, y que se puede conseguir, debe ser muy fuerte en procesos de control social, donde la participación ciudadana sea efectiva y donde se pongan en marcha observatorios temáticos sobre políticas públicas, espacio público, seguridad y desarrollo económico, entre muchos otros temas, con lo cual se pueda alcanzar un verdadero Crecimiento de Base Ancha, que es como llaman los especialistas a una democracia incluyente, donde los gobiernos tratan a sus gobernados como personas adultas e inteligentes.

La decisión de vivir en una ciudad que cumpla con estos requisitos está en cada uno de nosotros. Lo importante es saber elegir al más competente para orientar estos sueños. En muchas regiones del mundo han logrado que las ciudades sean verdaderos espacios de convivencia y de buen vivir. ¿Por qué no lo intentamos nosotros?

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