REPENSAR LA PAZ CON UNA NUEVA LOGICA
Víctor Rey
La violencia
producida por las religiones fue noticia continua durante 2015. El balance
anual de masacres producidas a nombre de Dios fue más alto que años anteriores.
¿Las religiones pueden realmente traer la paz?
Del 21 al 25
de enero del presente año partícipe en el encuentro de la Red Continental
Cristiana por la Paz, que se realizó en la Ciudad de Guatemala. En este evento pensamos en torno a la
violencia que se genera en nuestro continente y lo que pueden hacer las
iglesias para ayudar en la pacificación de los conflictos de nuestros países y
como poner como agenda central el tema de la paz en la misión de los
cristianos. Discernimos que es el modelo neoliberal el que produce las diversas
formas de violencia. Uno de los puntos clave de la declaración
final dice: “Constatamos que la realidad de nuestros países está siendo
sacudida por un modelo económico inhumano que genera múltiples formas de
violencia en todas las escalas de la sociedad. Una gran cantidad de mujeres,
niños, niñas, jóvenes, personas de la
diversidad sexual, pueblos originarios, afro descendientes y nuestra Madre
Tierra sufren día a día los embates de la violencia estructural, cultural y
directa y las consecuencias de la migración, el narcotráfico, la violación de
los derechos individuales y colectivos, la desigualdad económica y social, la
discriminación, la destrucción de identidades y culturas, situaciones de
inseguridad injusticia, impunidad y corrupción y explotación y despojo de la
Tierra y territorios por parte de proyectos transnacionales y extractivistas.”
Esta
realidad de América Latina no podemos dejarla de contrastar con la violencia
que se vive a nivel mundial.
1. Un
año de atentados a nombre de Dios. Desafortunadamente la lista estos
ataques durante 2015 es larga: Charlie Ebdo y los atentados en París; las
decapitaciones, secuestros e invasiones de pueblos enteros por parte del Estado
Islámico; la persecución de cristianos en Paquistán, Siria e Irak; los
atentados de Boko Haram en Nigeria, incluido el ataque a la ciudad de
Kimba en la reciente Navidad.
2. Una
dura paradoja. Los
grupos extremistas que matan a nombre de Dios buscan imponer la fe en Dios, y
con esa premisa asesinan a quienes no confiesan su misma religión. Sin embargo,
esas acciones violentas lo único que consiguen es que las personas se alejen de
las religiones.
Pero esa no
es la única paradoja. La violencia contra los inocentes siempre conlleva una
pregunta sobre Dios mismo: si Dios es bueno, ¿por qué permite que sufran las
personas? ¿le importan a Dios las víctimas de la violencia?
El Papa
Francisco en su homilía de inicio del año explicaba que el mensaje de la
Navidad “contrasta siempre con la dramática experiencia histórica”, pues
cada día “nos encontramos con signos opuestos, negativos, que nos hacen creer
que [Dios] está ausente”. La cercanía de Dios “parece desmoronarse ante la
multitud de formas de injusticia y de violencia que hieren cada día a la
humanidad”.
3. Una
lógica que supera la lógica humana. La dureza de las consecuencias de la violencia
perpetrada a nombre de una religión son innegables: sufrimiento, destierro,
tortura y muerte. Ante esta patente realidad del dolor, parece que no existe un
argumento racional para explicar por qué el mal no tiene la última palabra
sobre la humanidad y su destino.
Pero la
respuesta al mal no puede ser sólo teórica, meramente “lógica”. El problema se
ubica en lo más profundo del ser humano y su existencia, ahí donde radica una
“lógica” diferente que abarca la razón, la libertad, las emociones, el afecto,
las acciones y el propio destino. El problema pues se encuentra en la dimensión
espiritual de cada persona, y por eso requiere una respuesta diferente.
4. La
“lógica” cristiana. El
papa francisco también explicó que el hecho histórico del nacimiento de Cristo,
que supone que Dios se ha hecho humano, nos empuja a cooperar con Dios en la
construcción de un mundo más justo y fraterno, en el que todas las personas y
todas las criaturas puedan vivir en paz.
En otras
palabras, la fe cristiana no sólo explica el origen del mal (como oposición
humana a los sabios mandatos morales de Dios), sino que predica que el
verdadero amor nos empuja a buscar acciones que conlleven la paz.
Por eso, en
palabras del Papa, “donde no puede llegar la razón de los filósofos ni los
acuerdos de la política, llega la fuerza de la fe que lleva la gracia del
Evangelio de Cristo, y que siempre es capaz de abrir nuevos caminos a la razón
y a los acuerdos”.
La lógica
espiritual para buscar la paz es el balance de la contemplación de las verdades
divinas (que hablan de amar a Dios, al prójimo y así mismo) y la acción para
buscar directamente la paz (el diálogo ecuménico, interreligioso, académico y
político, la denuncia periodística, la atención a enfermos, desplazados y
heridos, la justicia internacional y la persecución de los criminales de
guerra, etc.). Entonces, para que venga la paz, necesitamos aprender a vivir la
“lógica” de la fe con obras.
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