MARTIN LUTHER KING
Y LA DESOBEDIENCIA CIVIL COMO MEDIO DE ACCION POLITICA
Víctor Rey
El mes de abril pasado
con motivo de una aniversario más de la muertes de dos profetas contemporáneos,
Martín Luther King y Dietrich Bonhoeffer, la Comunidad de Reflexión y
Espiritualidad Ecuménica (CREE) y la Fraternidad Ecuménica de Concepción,
organizaron un acto de homenaje en la sede de la Asociación Cristiana de
Jóvenes de esa ciudad. Me invitaron para
hablar sobre la vida y obra de este pastor bautista y otro amigo luterano
compartió sobre la vida y obra del teólogo alemán. Cuando vino el momento de las preguntas y
comentarios estos se centraron en la participación política del cristiano. Concluimos que la vida de Martín Luther King
es el mejor ejemplo de participación política.
Lo que más se
destacó fue su actitud en relación a la
desobediencia civil. Esta característica
es su ejecución de forma consciente, pública pacífica y no violenta, manteniendo
una actitud de protesta contra la autoridad con el fin de rectificar los
errores que ésta haya cometido, a juicio de quienes protestan.
El ensayista
norteamericano Henry David Thoreau, quien influyó en Martin Luther King, León,
Tolstoy, Ghandi describió estos principios en su obra Desobediencia Civil (1849). Thoreau
era considerado como una persona excéntrica, de ácidas reflexiones e ingenio
inagotable: Elaboró su reflexión a partir de su rechazo a pagar un impuesto del
gobierno de la época destinado a financiar la guerra de Texas contra
México. Decisión por la cual fue
encarcelado y de donde sólo salió cuando sus amigos pagaron la fianza en el
verano de 1846. Las ideas e intenciones
de Thoreau iban más allá del egoísmo individualista (es decir, no era sólo por
no querer pagar ese impuesto), sino que cuestionaba la conformidad del gobierno
para cobrar impuestos que financiaban una guerra que él consideraba injusta,
máxime cuando ese mismo gobierno avalaba la esclavitud.
Thoreau creó un
cierto tipo de resistencia no violenta pero contumaz, ni mucho menos pasiva, que
tenía mucho de renuncia. Suya es la afirmación de que “Bajo un gobierno que
encarcela a alguien injustamente, el lugar que debe ocupar el justo es también
la prisión” (Thoreau, 1849). En fin, Thoreau es considerado hoy como uno de los
padres de la desobediencia civil. Sin embargo, no es precisamente innovador
cuando reconoce que el gobierno puede estar equivocado y que es legítimo por
parte del pueblo rebelarse: El gobierno por sí mismo, que no es más que el
medio elegido por el pueblo para ejecutar su voluntad, es igualmente
susceptible de originar abusos y perjuicios antes de que el pueblo pueda
intervenir
El término de
desobediencia civil fue popularizado por el famoso ensayo de Thoreau; sin
embargo, el concepto es el resultado de diferentes interpretaciones en la
historia del pensamiento y de la acción del hombre. Durante el marco
histórico de la humanidad se presentan tres desobedientes ilustres. Estos son
Henry David Thoreau en Estados Unidos; Mahatma Gandhi en India y
Nelson Mandela en Sudáfrica. Los tres tenían en común el fin de articular sus
discursos y asumirlos como ejemplos de participación política y como
movimientos de cambio social, tanto en sociedades no demócratas e incluso
demócratas, como en sociedades democráticas mas no consideradas legítimas.
Mahatma Gandhi usó
esta estrategia en la India siendo ésta todavía una colonia del Imperio
Británico, con el objetivo de lograr la independencia de forma no violenta.
Gandhi llamó a boicotear al gobierno colonial inglés, mediante huelgas, movilizaciones
y violando la autoridad impuesta, con el objetivo de mostrar que de manera
pacífica obtendrían mejores resultados que con la violencia, en donde la
superioridad de los ingleses aplastaba cualquier lucha armada. Gandhi se
destaca en la historia de las campañas masivas. El primer movimiento de masas
auténtico de la desobediencia civil, dirigido por Gandhi, fue la marcha al
Transvaal en noviembre del 1913, para protestar contra leyes discriminatorias.
Algunas de estas leyes eran, por ejemplo, el impuesto anual a todos los indios
que permanecían en Sudáfrica después de finalizado el contrato de trabajo que
les había llevado allí, así como la ley que invalidaba todos los matrimonios no
cristianos.
Otro antecedente
significativo lo ofrece el movimiento sufragista. En 1913 más de mil mujeres
habían pasado por las cárceles inglesas acusadas de cometer actos ilegales,
públicos y no violentos en el marco de la lucha por el sufragio femenino. Cientos de ellas realizaron huelgas
de hambre. El Gobierno británico respondió con la alimentación forzosa, y con
leyes que permitían el cumplimiento escalonado de las penas.
“El objetivo es
crear una situación de crisis generalizada que abra inevitablemente la puerta a
las negociaciones”. Así pudo resumir
Martin Luther King su testamento de acción sociopolítica: encarar pacíficamente
un contexto en el cual, a pesar delos elementos en contra, la movilización
pueda desestabilizar el panorama hasta llegar al punto de ebullición, pero sin
permitirle estallar gracias al liderazgo y a las convicciones compartidas. Esta era una de las diferencias principales
entre la no-violencia abogada por King y la violencia proactiva de su
contemporáneo Malcolm X. mientras que el
último no dudaba en acudir a la defensa propia para lograr sus cometidos, King,
pastor bautista y fundador de la Southern Christian Leadership Conference,
llevó los principios de Gandhi de no-cooperación hasta cada rincón del sur
estadounidense. Las batallas de King
comenzaron contra la segregación racial en autobuses, escuelas e instituciones
públicas. Cuando Rosa Parks se negó a
cederle su puesto a un blanco, como indicaba la ley, en diciembre de 1955, King
organizó un boicot al sistema de autobuses de la ciudad de Montgomery que duró
más de un año y que terminó en el veredicto de la Corte Suprema de eliminar la
separación racial en los buses públicos.
Fue el primer éxito
notable de King, quien continuó ejerciendo estrategias no violentas en Albany,
Birmingham, Chicago y Washington. Su
modus operandi consistía en organizar a los afroamericanos en forma regional en
huelgas o paros civiles que presionaran a las autoridades locales que debían
responder a las solicitudes hechas por King y la comunidad negra. Fue el primer éxito notable de King, quien
continuó ejerciendo estrategias no-violentas en Albany, Birmingham, Chicago y
Washington.
El éxito de esta
estrategia fue diverso: mientras que el paro comercial y los arrestos masivos
en Birmingham llamaron la atención del presidente Kennedy y eliminaron toda
prohibición segregacionista en el pueblo, sus esfuerzos tras un año de
movilización civil en Albany fueron un fracaso.
Sin embargo, la reputación de King subió considerablemente y fue
establecido como el rostro del movimiento por los derechos civiles.
Múltiples grupos
radicales como el Ku Klu Klan atentaron contra la vida de martin Luther King y
de los manifestantes en muchas manifestaciones a favor de los Derchos Civiles,
lo cual elevó a nivel nacional el perfil de King y su apuesta pacífica. La cúspide mediática vendría el 28 de agosto
de 1963, con la marcha hacia Washington que reunió a más de 250.000 personas
frente al Capitolio, donde King emitió su más recordado discurso. “I have a Dream”. El año siguiente el movimiento recolectó
recompensas aún mayores, con la firma del Acta de los Derechos Civiles por el
presidente Johnson y la entrega del Premio Nobel de la Paz a Martin Luther
King.
En el agitado clima
de los años sesenta, Martin Luther King continuó luchando por una vida más
justa y fraternal para los afroamericanos y los desvalidos en general,
ampliando su discurso a los pobres de América y combatiendo a la impopular
guerra de Vietnam. En una década plagada
de mártires estadounidenses, el asesinato de King a manos de James Earl Ray, un
segregacionista blanco, clausuró una etapa – probablemente la más importante –
en la histórica campaña afroamericana por la libertad y la calidad de vida.
La desobediencia
civil sigue siendo la clave de la acción política de los cristianos que quieren
involucrarse en esta área de la misión y para las iglesias que quieren asumir
su rol profético en la sociedad. Algo
anda mal cuando los gobiernos de turno aplauden y se sienten complacidos con
las iglesias. En este tiempo de acomodos políticos y búsqueda de privilegios de
líderes cristianos el ejemplo de Martín Luther King está más vigente que nunca.
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