sábado, 11 de julio de 2015

de Jorge Rivera en Artes y Letras
imagen para web - traduccion jorge rivera copiaCompartimos a continuación el texto íntegro del artículo publicado por Artes y Letras el 14 de junio de 2015, con motivo de la traducción de "Ser y Tiempo" realizada por el ex-profesor de Filosofía UC, Jorge Rivera. 






Esplendor y límite de la traducción chilena de "Ser y tiempo", de Martin Heidegger

En 1997, Jorge Rivera publicó la que se ha convertido, para los hispanohablantes, en la versión de referencia de la principal obra del pensador alemán. Universitaria vuelve a editarla y aprovechamos la oportunidad para que seis filósofos juzguen sus virtudes y defectos. Además, coincide en librerías, con "La cabaña de Heidegger", un volumen que investiga los lazos entre el hogar del filósofo en la Selva Negra y su pensamiento.  

 EL MERCURIO, Artes y Letras, 14 de junio de 2015.
Por: Juan Rodríguez M. 

  
Si seguimos a José Ortega y Gasset, la traducción se dice de dos maneras: miseria y esplendor. O también: humilde y exorbitante. Es decir, es improbable, pero eso mismo tiene sentido.
Que en 1951 el español José Gaos haya publicado, con el Fondo de Cultura Económica, la primera traducción al castellano de "Sein und Zeit" ("Ser y tiempo") -la obra más importante del filósofo alemán Martin Heidegger y, para muchos, también del siglo XX- es de por sí valorable; tiene sentido. Más todavía si consideramos que fue la segunda versión que se hacía del libro a cualquier idioma (la primera fue al japonés). "Su trabajo pionero es un hito y nada puede quitarle el enorme valor que posee, pues Gaos es además un pensador de envergadura, que entiende muy bien a Heidegger", dice Francisco de Lara, profesor de filosofía en la Pontificia Universidad Católica de Chile y traductor de algunas obras del filósofo alemán.
Mas, por su fidelidad con el original, se lo considera un texto poco amigable para el lector no familiarizado con el alemán. "Hacía falta una versión nueva y más accesible, menos dura", acota De Lara. Un desafío que tomó el chileno Jorge Eduardo Rivera, y que concretó en 1997, cuando publicó en la Editorial Universitaria una nueva traducción que, desde el título, toma distancia con la primera: para Gaos es "El ser y el tiempo", para Rivera, "Ser y tiempo".
Dieciocho años después, la editorial de la Universidad de Chile la imprime por quinta vez.

Con ayuda de Heidegger
La de 1997 fue la tercera versión de Rivera. Al principio, cuenta en el prólogo, era un texto para sus cursos, que fue reelaborando hasta "fijarse en una versión completa de la obra" que utilizaba con sus alumnos.
En 1988, becado en Alemania, Rivera elaboró una nuevo texto "en constante diálogo" con Friedrich-Wilhelm von Herrmann, el editor de Heidegger en alemán, y con ayuda de Hans-Georg Gadamer, Max Müller y Ernst Tugendhat (antes había consultado a Heidegger, según cuenta De Lara). De ahí surgió una segunda versión que se volvió a revisar. El resultado de ese trabajo fue la traducción que ahora reedita Universitaria, y que, entre 2003 y 2012, imprimió cuatro veces en España la editorial Trotta. Nueve impresiones que son un signo de su éxito.
"La traducción de Rivera aparece en unos años en los que ya existía una mayor distancia temporal con la obra traducida ('Ser y tiempo' es de 1927) y en los que se habían llevado a cabo varias traducciones al castellano de escritos de Heidegger. Además, 'Ser y tiempo' era una obra muy estudiada ya internacionalmente, siendo el propio Rivera uno de sus estudiosos. Todo ello le permitió gozar de una mayor autonomía con el texto original, traducir más libremente, sin tanto apego a la sintaxis y los tecnicismos del texto original", explica De Lara. "Es mejor que la de Gaos, en particular, más útil y comprensible para los estudiantes que no saben alemán", dice la filósofa y Premio Nacional de Humanidades Carla Cordua. Su colega Cristóbal Holzapfel, de la Universidad de Chile, acota: mientras la versión de Gaos "acaba siendo una traducción con cierto carácter artificial", la de Rivera "es más bien hermenéutica", incluso hay cierta "belleza literaria" y "estilo" en ella.
A propósito de hermenéutica. Jorge Acevedo, también filósofo de la Universidad de Chile, destaca otros tres aspectos. Uno: ofrece diversas posibilidades de interpretación de varias palabras clave. Dos: lo esclarecedoras que son las notas del traductor. Y, tres: que se recojan "las notas manuscritas que Heidegger escribió en los márgenes del ejemplar de 'Ser y tiempo' que manejaba en su cabaña de la Selva Negra".
Se puede agregar un cuarto aspecto: "Rivera descubrió erratas en el original en alemán, que los editores de la 'Edición Integral' de Heidegger han corregido tomando en cuenta esos insólitos descubrimientos", cuenta Acevedo.
Otro filósofo chileno (y traductor), Pabló Oyarzún, habla de "torsiones" a propósito del texto de Gaos ("heroicas algunas de ellas, hay que decirlo"), a quien, apunta, "cabe rendirle homenaje". También Rivera, "qué duda cabe", pues logra "darse a leer en nuestra lengua, sin dejar de hacer sentir la extrañeza del texto heideggeriano".

Ser ahí o no
Juzgue usted: si el Heidegger de Gaos nos dice que el "ser-ahí", el ser humano, tiene como una de sus características el "encontrarse"; así, por ejemplo, "la velada melancolía, del "cotidiano 'curarse de'". En el de Rivera el "Dasein", el ser humano, tiene como una de sus características la "disposición afectiva"; así, por ejemplo, "el reprimido disgusto de la ocupación cotidiana".
El ejemplo permite introducir lo que tal vez puede ser una de las extrañezas del texto heideggeriano y, a partir de ahí, juzgar una importante decisión de Rivera. A saber: el uso que da el filósofo germano a la palabra alemana "Dasein", que en un sentido lato, coloquial, puede decir "existencia", en general, pero que Heidegger reserva para "el ente que desempeña el papel principal dentro de la pregunta por el ser"; o sea, el hombre.
Pues bien, el traductor chileno no solo cuestiona que Gaos traduzca Dasein como "ser-ahí", además toma la decisión de dejarla en alemán en su texto: "En buen castellano habría que decir 'estar-ahí'; pero 'estar-ahí' significa existencia, en el sentido tradicional; es decir, algo enteramente diferente de lo que quiere decir Heidegger con la palabra Dasein", explica en su prólogo.
"Más que una solución esto es una renuncia", dice Carla Cordua. Y Holzapfel cree que Rivera pudo aprovechar nuestro idioma: "En atención a recuperar la fecundidad filosófica de nuestro singular y exclusivo término castellano 'estar' y en vistas de que Rivera ya había cometido la osadía de traducir 'ser-en-el-mundo' ( In-der-Welt-sein ) como 'estar-en-el-mundo', podría tal vez perfectamente haber traducido Dasein como 'estar-ahí´'".
Andrea Potestà, profesor de la UC, habla de una "solución a medias". "Está claro que, al dejar una palabra del idioma original, se atrae la atención sobre algo que en el idioma original no pretendía ser destacado. Dasein en alemán no es un 'concepto' inventado por Heidegger. Es la palabra de uso corriente para decir 'existencia'". Sin embargo usar Dasein tiene la ventaja de no perder la "proliferación semántica y filosófica que esta palabra permite en alemán", pues, explica, "Heidegger insiste mucho en 'Ser y tiempo' sobre la composición de esta palabra: el Da (el 'ahí' como locución locativa), y el Sein (que indica el ser pero también el estar)".
A Jorge Acevedo le parece una buena alternativa. "Se trata de una solución puesta en práctica por muchos traductores de Heidegger desde hace más de dos décadas. Lo hallamos, por ejemplo, en la versión francesa de 'Ser y tiempo', debida a François Vezin". Aunque, acota, es un debate que continúa.

Versión canónica
Holzapfel identifica otro asunto a propósito de la "riqueza estilística literaria" del texto de Rivera. Como contraparte de esa ganancia, cree, hay un cierto "desmedro filosófico" cuando ciertas palabras importantes se traducen de distinta manera a largo del texto. Ocurre, por ejemplo, cuando Heidegger dice que la conciencia tiene el carácter de una "llamada" al ser humano que puede ser una "interpelación" para "intimarlo". Pues bien, las respectivas palabras en alemán son: Ruf , Anruf y Aufruf . "Estas posibilidades de la llamada de la conciencia, con sus respectivas distinciones, significativamente se pasan por alto", dice.
A Oyarzún le parece "atinado" que Rivera dejara Dasein , "aunque fuese la confesión de una imposibilidad". "Es interesante hablar de decisiones cuando se habla de traducción. En ella, las decisiones suelen ser resignaciones o renuncias, no tienen esa suerte de potestad causal que se le asigna usualmente al término. La traducción es siempre una derrota, en el sentido más propio de la palabra: una deriva".
Matices más o menos, lo cierto es que "Ser y tiempo" de Rivera se ha instalado, según Acevedo y De Lara, como la versión canónica, de referencia en Hispanoamérica. Además, destaca el primero, "ha contribuido de manera notable" a darle mayor "accesibilidad" al pensamiento de Heidegger.
"Sin duda -concluye Acevedo-, a propósito de esto, vale la pena tomar en cuenta la advertencia de Ortega y Gasset: «Heidegger, a mi juicio, no es más ni menos difícil que cualquier otro pensador privilegiado que ha tenido la fortuna de ver por primera vez paisajes hasta ahora nunca antes vistos (...). Pretender que un descubridor de ignorados horizontes sea tan cómodo de leer como un escritor de editoriales periodísticos es demasiada pretensión»".

Construir, habitar, pensar: la cabaña del filósofo
Era la segunda vez que le ofrecían la cátedra de filosofía más importante de Alemania, la misma que ocupó, por ejemplo, Hegel. Y respondió que no, "¡irrevocablemente no!". Martin Heidegger eligió permanecer en la provincia, en la Selva Negra (zona montañosa en el suroeste alemán), donde tenía su lugar para pensar: una cabaña con una planta de seis por siete metros ocupados por tres cuartos, la cocina, el dormitorio y su escritorio.
"Este es mi mundo de trabajo", escribe en "¿Por qué permanecemos en la provincia?", una declaración de amor a la vida campesina, escrita en 1934, que sirve de explicación al rechazo de Berlín. "Cuando en la profunda noche del invierno una bronca tormenta de nieve brama sacudiéndose en torno del albergue y oscurece y oculta todo, entonces es la hora propicia de la filosofía".
A ese espacio le dedica un libro el arquitecto británico y profesor de arquitectura en la Universidad de Newcastle Adam Sharr: "La cabaña de Heidegger. Un espacio para pensar".
En él conocemos los espacios y materiales de la cabaña, su entorno, por qué, cómo y cuándo la levantó Heidegger (fue en 1922); sus usos, los visitantes (Husserl, Jaspers, Gadamer, Marcuse, Löwitz, Tugendhat, Celan), la relación de Heidegger con el lugar y lo que probablemente sea lo más interesante del libro, además de la gran cantidad de fotografías: la posibilidad de ver la cabaña como un reflejo de su pensamiento y, en ese contexto, las tensiones entre la vida rural y citadina del filósofo.
La tentación es igualar dicho par con lo que el mismo filósofo llama vida auténtica y vida inauténtica. Y, tal vez, la obligación es pensar en las connotaciones políticas del lugar: aunque Sharr no profundiza en el compromiso de Heidegger con el nazismo, tampoco lo pasa por alto. Recuerda, por ejemplo, que en 1933, como rector de la Universidad de Friburgo, convocó en el valle al pie de la cabaña "un 'campamento académico de verano' para colegas y estudiantes miembros del Partido Nazi con el fin de tratar la organización de la universidad bajo el nuevo régimen".
Heidegger, en todo caso, no vivía en la cabaña; su casa estaba en la ciudad, en Friburgo, donde hacía clases. "Pero la totalidad de mi trabajo (en el que Heidegger ve una íntima relación con el trabajo del campesino y del pastor) está sostenida y guiada por el mundo de estas montañas y sus campesinos", dice en el citado artículo de 1934. Donde también escribe: "La íntima pertenencia del propio trabajo a la Selva Negra y sus moradores viene de un centenario arraigo suabo-alemán a la tierra que nada puede reemplazar".

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