Roque Dalton, poeta
apasionado por la belleza y la justicia.
Víctor Rey
Cuando estudiaba
filosofía en la Universidad de Concepción, me reunía con un grupo de amigos que
practicaban la poesía. Era un grupo de
soñadores que de alguna manera escribiendo transmitíamos nuestras frustraciones
y desencantos con los tiempos que vivíamos.
Logramos sacar solamente un número de una revista a la cual bautizamos,
“Sol Oscuro”, en honor al poeta maldito alemán Friedrich Hölderlin. En ese
grupo conocí nuevos poetas y logré salir del círculo de poetas que a los
chilenos nos movíamos, es decir: Gabriela Mistral, Pablo Neruda, Nicanor Parra,
Vicente Huidobro y Pablo de Rokha. Un miembro del grupo en una oportunidad leyó
el poema “América Latina”, y dijo que era de un joven poeta llamado Roque
Dalton. Por mi timidez no pregunté de
donde era y que había escrito, pero me encantó ese breve poema. Con el tiempo pude viajar y conocer el
“Pulgarcito” de América Central, como bautizó Gabriela Mistral a El
Salvador. Me sentí contento de saber que
en su juventud viajo a Chile para estudiar Derecho en la Universidad de Chile y
que aquí donde comenzó su evolución religiosa y política, pasando de ser un
católico conservador a un militante con conciencia social.
Roque Dalton nació
en San Salvador, 14 de mayo de 1935 y murió cerca de Quezaltepeque, el 10 de
mayo de 1975. Poeta salvadoreño cuya
obra, de estilo coloquial y socialmente comprometida, fue partícipe de la
renovación de la lírica latinoamericana de la década de 1960. Nacido en la
popular barriada de San José de la capital salvadoreña, el joven Roque Dalton
cursó sus primeros estudios en los colegios religiosos Santa Teresita del Niño
Jesús y Bautista, para ingresar posteriormente en el Externado de San José,
donde en 1953 obtuvo el graduado como bachiller.
Desde muy joven
manifestó una acusada conciencia social que le llevó a militar en los
movimientos revolucionarios que luchaban por las mejoras sociales en
Centroamérica. En 1956, mientras estudiaba Leyes en la Universidad de El
Salvador, fue en uno de los miembros fundadores del Círculo Literario
Universitario, y en 1957 se desplazó hasta Moscú como delegado salvadoreño en
el Sexto Festival de la Juventud y los Estudiantes por la Paz y la Amistad.
Previamente había estado en Chile para cursar estudios superiores de
Jurisprudencia (1953), carrera que complementó en su país natal con la de
Ciencias Sociales (1954-1959), y en la Universidad de México con la de
Etnología (1961).
Por aquel entonces ya era Roque Dalton una de las
voces jóvenes más prometedoras de la poesía hispanoamericana contemporánea.
Algunas de sus primeras composiciones habían sido galardonadas en varias
ediciones del Premio Centroamericano de Poesía (1956, 1958 y 1959). En 1963,
con la publicación de uno de sus mejores poemarios, El turno del ofendido, se consolidó como el poeta salvadoreño más
relevante de su tiempo. La obra fue distinguida con una mención honorífica en
el certamen Casa de las Américas, certamen que siete años después ganaría con
el poemario Taberna y otros lugares (1969).
Su actividad
política corría pareja a su dedicación a la creación literaria. Miembro del
Partido Comunista Salvadoreño desde 1958, Dalton ya había sido encarcelado en
varias ocasiones en su país natal cuando, en 1961, se vio abocado a tomar el
camino del exilio. Emprendió entonces un periplo que le llevó a residir y
trabajar en Guatemala, México, Checoslovaquia y Cuba, estancias en el
extranjero que solía interrumpir con esporádicas visitas a su país natal. Se
ganaba la vida con los ensayos y artículos que iba publicando, lo que le
permitió viajar también, unas veces por motivos periodísticos y otras por
activismo político, a las Repúblicas de Vietnam y Corea, y a numerosos países
europeos y sudamericanos.
Por desavenencias
con los dirigentes izquierdistas de su país, en 1967 abandonó el Partido
Comunista y se mantuvo al margen de su militancia política hasta que, en 1973,
regresó a El Salvador para alistarse en las filas del Ejército Revolucionario
del Pueblo (ERP), donde tomó el pseudónimo guerrillero de Julio Delfos Marín.
Tras colaborar activamente con esta organización clandestina partidaria del
enfrentamiento directo y la lucha armada, por oscuras razones que nunca se han
llegado a aclarar fue perseguido, juzgado y ejecutado por sus propios
compañeros de armas, que abandonaron su cuerpo en un paraje agreste donde fue
despedazado y devorado por las fieras. Esta ejecución desencadenó airadas
protestas en los círculos intelectuales, especialmente entre los escritores
hispanoamericanos, abanderados en su condena por el argentino Julio Cortázar.
La poesía de Roque Dalton, aunque de rasgos
coloquiales, se sustentó en la fuerza de las palabras y del ethos implicado en
ellas, como en los siguientes versos: "La vida paga sus cuentas con tu
sangre / y tú sigues creyendo que eres un ruiseñor. / Cógele el cuello de una
vez, desnúdala, / túmbala y haz de ella tu pelea de fuego, / rellénale la tripa
majestuosa, préñala, / ponla a parir cien años por el corazón. / Pero con lindo
modo, hermano, / con un gesto propicio a la melancolía". En sus versos
subyace un espíritu rebelde que plantea temas de fuerte contenido social, tratados
de una manera a veces tierna y a veces irónica y sarcástica, cuyo resultado es
de un enorme lirismo.
Sus influencias
fueron el surrealismo y las vanguardias europeas en general, la poética
conversacional latinoamericana (sobre todo voces como la del chileno Nicanor
Parra, que habían traído nuevos aires irónicos a la lírica del continente), la
poesía moderna de expresión inglesa, los clásicos en lengua española y algunos
poetas contemporáneos, como el guatemalteco Otto René Castillo, el cubano R.
Fernández Retamar, el nicaragüense Ernesto Cardenal o el argentino Juan Gelman.
Una parte de su obra ahonda en las aproximaciones
entre el relato breve y el poema en prosa, tentativa en la que alcanzó buenos
resultados. Un equilibrio entre calidad del lenguaje, ingenio, intelecto, amor
humanista y visión política confluyen en sus mejores títulos, como en su
célebreTaberna y otros lugares (1969), merecedor del premio Casa de las
Américas, tal vez su libro más importante. Antes había publicado La ventana en el rostro (1961), El turno del
ofendido(1963), El Mar (1964)
y Poemas (1968). Luego publicó los libros Las historias prohibidas de pulgarcito (1975, poesía); y Pobrecito poeta que era yo (1976, novela).
Póstumamente aparecieron algunos títulos inéditos y
varias recopilaciones antológicas de sus versos, como Poemas clandestinos (1980), Un libro rojo para
Lenin (1986), Un libro levemente odioso (1988), En la humedad del
secreto (antología compilada por
Rafael Lara Martínez, San Salvador, 1994) y Antología mínima (a cargo de
Luis Melgar Brizuela, San José de Costa Rica, 1998). En el campo del ensayo,
publicó una monografía titulada El Salvador (1963), un ensayo sobre César Vallejo (1963)
y un volumen de testimonios aparecido bajo el epígrafe de Miguel Mármol (1972).
Compuso además algunas piezas teatrales, como Caminando y cantando(publicada en 1976) y Los helicópteros (escrita en
colaboración con José Napoleón Rodríguez, e impresa en 1980).
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