miércoles, 24 de febrero de 2021


   

ROMA LA PELÍCULA

Víctor Rey

   

Ocurren cosas mágicas de vez en cuando en el cine.  Esta semana he tenido la oportunidad de ver la película mexicana ROMA, en la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en Quito. Rodada con un sentido inolvidable en blanco y negro. Esta película bucea en los recuerdos familiares del director Alfonso Cuaron en una época de su infancia,  acompañado de sus hermanos, sus padres y una sirvienta indígena y probablemente analfabeta que velo por todos ellos, que en medio de la desolación sentimental, el abandono y la mezquindad que se ensañaron con ella tuvo fuerzas y generosidad para seguir arropando en todos los sentidos a esa familia burguesa que habita en la ciudad de México.  Vivir la gozosa experiencia de ver y sentir ROMA en su territorio natural y disfrutar sus esencias, su portentosa fotografía, su atmósfera, su más que cuidado sonido, es una experiencia mística.  O sea en una sala de cine, a oscuras, sin interrupciones. Tiempos raros para el gran cine, fuera de su espacio natural y religioso, destinado a ser consumido en la pantalla de un celular o de un computador. La cámara de Cuaron, crea un efecto hipnótico desde el primer plano hasta el último. Utiliza un primoroso lenguaje visual para hablar de eso tan simple y tan complejo, tan alegre y tan amenazador, tan luminoso y tan sombrío, tan cotidiano y tan excepcional, tan apacible y tan violento, tan tierno y tan cruel que definimos como vida. Todo parece fluir con normalidad y alegría en esa reconocible familia. Pero aparecerán inevitablemente las sombras, la incertidumbre, el claroscuro, la indefensión, la rotura de lo que parecía estable, la sensación y las pruebas de que el paraíso puede desaparecer. Por otro lado Cleo, la joven indígena conocerá el abuso y la traición, llevará en silencio la depresión más feroz, no olvidará sus obligaciones profesionales ni morales con esa gente que otorga sentido a su existencia.  Es un ser íntegro, puro, generoso, admirable. La ciudad de México de los setenta es el otro personaje omnipresente, que se entrecruza a cada paso, con su atmósfera, cultural, social y política.   Que regalo tan maravilloso nos ha hecho Cuaron, a los que vivimos  ese tiempo infantil.  Y se lo ha hecho a sí mismo, y a todos los espectadores de su inmensa epopeya.

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