Zygmunt Bauman y la sociedad líquida
Víctor Rey
Un
19
de noviembre de 1925 nació
Ziygmunt Bauman, premio Príncipe de Asturias de Comunicación y
Humanidades 2010 (junto a Alain Touraine), falleció
el 2017
en Poznan, Polonia. Sociólogo, filósofo y ensayista, su
investigación, entre otras cosas enfocada en la modernidad, le ha
llevado a definir la forma habitual de vivir en nuestras sociedades
modernas contemporáneas como “la vida líquida”.
Una
vida caracterizada por no mantener un rumbo determinado, pues al ser
líquida no mantiene mucho tiempo la misma forma. Y ello hace que
nuestras vidas se definan por la precariedad y la incertidumbre. Así,
nuestra principal preocupación es no perder el tren de la
actualización ante los rápidos cambios que se producen en nuestro
alrededor y no quedar aparcados por obsoletos.
En su
libro LA VIDA LIQUIDA, el diagnóstico sobre la sociedad de consumo
en la que vivimos es demoledor por certero y al mismo tiempo
conmovedor.
Escribiendo este artículo no puedo
dejar de pensar en el mito de la caverna de Platón. La caverna
de Platón no ha dejado de retumbar en mi cabeza, y ese retumbar me
provocaba angustia. Y es que, quizás, me he visto más encadenado de
lo que pensaba. Soy consciente de la perversidad del sistema
consumista en el que vivimos y de sus maquiavélicos mecanismos, pero
también sé que soy yo, somos nosotros, los que tenemos las llaves
de muchas de las cadenas que nos atan.
¿Pensamos,
decimos y actuamos al unísono? ¿Nos conocemos realmente a nosotros
mismos? ¿Vivimos realmente lo que queremos vivir? ¿Luchamos por
nuestros sueños? ¿Somos conscientes de que formamos parte de una
gran familia llamada Humanidad?
Quizás la falta de
respuestas a estas preguntas es lo que nos hace navegar sin rumbo por
la vida. Vivir, como dijo en su discurso de recogida del Premio
Príncipe de Asturias Zygmunt Bauman, (…) en un mundo donde la
única certeza es la certeza de la incertidumbre, en el que estamos
destinados a intentar, una y otra vez y siempre de forma inconclusa,
comprendernos a nosotros mismos y a los demás, destinados a
comunicar, con y para el otro”.
En LA VIDA
LIQUIDA, Bauman nos ayuda a identificar los velos que ocultan el
mundo que habitamos y que intentamos comprender. Y estos velos no
dejan de ser las sombras y los ecos de los gritos que los encadenados
de la caverna ven y escuchan reflejados en la pared creyendo que son
la realidad y que nada pueden hacer; y los espectadores siguen
sentados sin saber que esos velos, esas sombras, esos ecos no son la
realidad sino distorsiones de la misma. Imágenes y ruidos
reproducidos a conciencia que los mantienen cara la pared.
Es
cuestión de encontrar el coraje para darse la vuelta y poder
comprobar que esas formas grotescas no son más que deformaciones, y
ver la luz clara que proviene de fuera, que nos indica la dirección
de la verdadera realidad.
Zygmunt Bauman define la
sociedad moderna líquida como aquella sociedad donde las condiciones
de actuación de sus miembros cambian antes de que las formas puedan
consolidarse en unos hábitos y en una rutina determinada. Esto,
evidentemente, tiene sus consecuencias sobre los individuos porque
los logros individuales no pueden solidificarse en algo duradero, los
activos se convierten en pasivos, las capacidades en discapacidades
en un abrir y cerrar de ojos.
Por tanto, los
triunfadores en esta sociedad son las personas ágiles, ligeras y
volátiles como el comercio y las finanzas. Personas hedonistas y
egoístas, que ven la novedad como una buena noticia, la precariedad
como un valor, la inestabilidad como un ímpetu y lo híbrido como
una riqueza.
El nuevo modelo de héroe es el
triunfador que aspira a la fama, al poder y al dinero…, por encima
de todo, sin importarle a quién se lleva por delante.
Esto
coincide con la definición de “hombre light” de Enrique Rojas,
definido con cuatro características: hedonismo, entronización del
placer; consumismo, acumulación de bienes: se es por lo que se tiene
y no por lo que se es; permisividad, todo vale; y por último,
relativismo, donde nada es bueno ni malo y en última instancia todo
depende del pensamiento de cada uno.
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