ASTOR
PIAZZOLA EL GENIO QUE REVOLUCIONO EL TANGO
Víctor Rey
Personalmente no me
gustaba el tango. Recuerdo que cuando era niño veía a mi padre
escuchando en una vieja radio, todos los
domingos en la tarde un programa de tangos que se extendía hasta el anochecer. Creo que se llamaba: “Compases al
atardecer”. Por eso para mí el tango
tenía esa tristeza que canta Víctor Heredia: “Tengo una nostalgia de domingo
por llover.”, yo digo: una nostalgia de domingo al atardecer.
Más tarde en la
universidad encontré un libro de Ernesto Sábato titulado: Tango Discusión y
Clave. Lo leí con sospecha, pero me
ayudó a entender este arte y me dejó
pensando una de sus frases: “El tango es eminentemente metafísico”. Estaba estudiando filosofía así que le puse atención a las letras, música
y baile. Mi impresión por el tango fue
cambiando. Pero cuando escuché por primera
vez a Astor Piazzola comprobé que el tango es metafísica, más aún después de
haber escuchado, “Balada para un Loco”.
También agradecí la
música que puso a la película chilena sobre el Golpe de Estado, de Helvio Soto:
“Llueve sobre Santiago”, donde destaca el tango dedicado a Salvador Allende.
Ástor Pantaleón
Piazzolla nació el 11 de marzo de 1921 en Mar del Plata, y en sus 71 años de
vida alcanzó una inigualable obra con alrededor de mil composiciones
originales. A los 8 años de edad, su padre le regaló un bandoneón con el
que inició sus estudios en Nueva York, donde residía su familia, y desde
entonces emprendió un camino lleno de aventuras.
Allí en la Gran Manzana
tuvo un temprano y mitológico encuentro con Carlos Gardel, durante la filmación
de la película “El día que me quieras”, donde Piazzolla interpretó a un
canillita. El joven Ástor sacó a relucir su bandoneón detrás de escena y
mereció una recordada frase del "Zorzal", quien le sentenció:
"Vas a ser grande, pibe, pero el tango lo tocás como un gallego".
El gran Ástor, que
emergió del mejor linaje de la tradición tanguera formando fila en la orquesta
de Aníbal Troilo, fue educado sin embargo en la música erudita y entrenado en
el lenguaje del jazz. Así es como dio al tango una nueva faceta, más rica y
compleja, que le valió la crítica de la vieja guardia y hasta de Borges, con
quien tuvo varios desacuerdos por el disco que grabaron juntos en 1965,”El tango”.
“Mi audacia está en la
armonía, en los ritmos, en los contratiempos, en el contrapunto de dos o tres
instrumentos, que es hermoso y buscar que no siempre sea tonal, buscar la
atonalidad”, dijo el propio músico sobre su arte. A través de los diversos
conjuntos que formó, entre ellos el Octeto Buenos Aires, Piazzolla impulsó
una transformación que lo alejó del reconocimiento inicial hacia otras formas
musicales para, finalmente, volver al canon que ocupa en la actualidad.
Su legado trasciende
los géneros y hoy es una referencia obligada a la hora de componer tangos, a la
vez que representa un desafío para quienes desean seguir sus pasos, por cuanto
logró un estilo muy personal con el que fusionó el lenguaje culto y el popular,
algo novedoso para su época y que aún es muy difícil imitar en el presente.
Entre sus trabajos más
reconocidos se cuentan los álbumes "Libertango" y “Adiós Nonino”. Sus
últimos años, acaso los de mayor difusión de su música, los dedicó a una mayor
exploración en la música sinfónica. Murió el 4 de julio de 1992 afectado por
una trombosis cerebral.
En la ciudad de Mar del
Plata en la Plaza Bicentenario al lado de la gran pileta, su ciudad natal lo ha honrado con una estatua
a escala humana, donde Piazzola con su bandoneón sigue tocando, ya sea con días de lluvia y de
sol. Cuando camino por esa plaza, siguiendo
la ruta de los lugares donde vivió y se presentó, siempre lo paso a saludar y
coloco mi brazo sobre su hombro y le digo al oído: gracias maestro.
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