¿PARA
QUE SIRVE LA FILOSOFÍA?
Víctor
Rey
“Puede
parecer que hoy, cuando la ciencia ocupa la primacía en el conocimiento,
la filosofía es
algo superado; pero la filosofía toca lo esencial del ser humano y está
constantemente actualizándose; la filosofía desarrolla el pensamiento crítico,
reflexivo, analítico, con una visión ética y orientación moral que proporciona
recursos para vivir mejor a título individual; pero también sirve para
reunificar el conocimiento, porque el saber está cada vez más parcelado y
especializado y la filosofía, por su carácter multidisciplinar, es como la
madre de todas las ciencias, es la que aporta conceptos para fomentar el
diálogo y los vínculos entre el arte, la religión, la biología, la tecnología,
etcétera”, respondía hace algún tiempo Joan Méndez, profesor de filosofía en el colegio
San Juan Bosco de Barcelona. Otros muchos filósofos, humanistas y científicos
aseguran que la filosofía tiene un papel fundamental en la sociedad de hoy y
muchísimo que aportar al avance de las investigaciones científicas, tanto por
la vía de fundamentar el conocimiento como abriendo la puerta a determinadas
formas de investigación y programas de tecnología como la inteligencia
artificial.
Progre%
A
menudo se acostumbra a pensar que hablar de filosofía es hablar del ser, del
alma, del sentido de la vida, del bien y del mal, de la moral; en definitiva,
de conceptos muy abstractos. Pero cuando se hojea el último libro de quien está
considerado como el filósofo francés contemporáneo más relevante a escala
europea uno ve que reflexiona sobre los domingos, la fiestas de Navidad o
Semana Santa, la moda, las vacaciones, los padres, los celos, las estaciones o
la inmigración. Los artículos de André Comte-Sponville recogidos
en El
placer de vivir (Paidós)
versan en su mayoría sobre la vida cotidiana actual, pero en ellos no faltan
referencias a Platón,
Spinoza, Santo Tomás, Epicuro, Montaigne, Kant, Séneca... ¿Qué tienen que ver
pensadores que vivieron hace cientos, cuando no miles, de años con los problemas
o la visión del mundo de hoy? “De los filósofos clásicos podemos aprender, por
ejemplo, que la vida es difícil; nos permiten entender que las dificultades que
hoy afrontamos no son consecuencia de la crisis de la que tanto se habla; que
desde que existe la humanidad la vida ha sido difícil y que la felicidad no es
tener una vida fácil, sino que amar la vida es amar también sus dificultades”,
responde Comte-Sponville. Y recuerda que Spinoza (1632-1677) dijo que no se
desea algo porque se juzgue bueno, sino que se juzga bueno porque se desea “y
nosotros no amamos la vida porque sea buena o fácil, la amamos porque la
deseamos y juzgamos que es buena para nosotros”.
En cualquier momento y a cualquier edad
Como Comte-Sponville, otros filósofos y especialistas en la materia enfatizan que una de las utilidades de la filosofía es contribuir a la reflexión sobre los grandes problemas de la actualidad, tanto en el ámbito individual como en el colectivo. Javier Echegoyen Olleta, profesor de Filosofía, asegura que la filosofía tiene mucho que decir sobre la ecología, los derechos humanos, los derechos de los animales, los riesgos de la ingeniería genética, la interculturalidad, el sistema productivo o nuevas formas de participación ciudadana. Pero su contribución tampoco acaba ahí. Jorge Úbeda, que fue director académico de la Escuela de Filosofía de Madrid, considera que hay tres grandes aportaciones que hacen que la filosofía tenga sentido en cualquier momento y pueda interesar a cualquier edad. “En primer lugar, sirve para entender fenómenos de la vida social, política y económica para los que las ciencias no tienen una respuesta clara; en segundo lugar, permite tomar distancia de la realidad para someterla a examen, a crítica, y pensar qué puede hacer uno, cómo puede ejercer su libertad y responsabilidad; y, por último, la filosofía nos enseña a hablar de otra manera, de forma racional y argumentada, a escuchar los argumentos del otro y a estar dispuestos a modificar el propio punto de vista si fuera necesario”, resume.
Como Comte-Sponville, otros filósofos y especialistas en la materia enfatizan que una de las utilidades de la filosofía es contribuir a la reflexión sobre los grandes problemas de la actualidad, tanto en el ámbito individual como en el colectivo. Javier Echegoyen Olleta, profesor de Filosofía, asegura que la filosofía tiene mucho que decir sobre la ecología, los derechos humanos, los derechos de los animales, los riesgos de la ingeniería genética, la interculturalidad, el sistema productivo o nuevas formas de participación ciudadana. Pero su contribución tampoco acaba ahí. Jorge Úbeda, que fue director académico de la Escuela de Filosofía de Madrid, considera que hay tres grandes aportaciones que hacen que la filosofía tenga sentido en cualquier momento y pueda interesar a cualquier edad. “En primer lugar, sirve para entender fenómenos de la vida social, política y económica para los que las ciencias no tienen una respuesta clara; en segundo lugar, permite tomar distancia de la realidad para someterla a examen, a crítica, y pensar qué puede hacer uno, cómo puede ejercer su libertad y responsabilidad; y, por último, la filosofía nos enseña a hablar de otra manera, de forma racional y argumentada, a escuchar los argumentos del otro y a estar dispuestos a modificar el propio punto de vista si fuera necesario”, resume.
Sea
por estas u otras razones, lo cierto es que la demanda de estudios y
actividades relacionadas con el pensamiento filosófico no para de crecer. Según
Úbeda, hay tres momentos del pensamiento filosófico que acostumbran a
concentrar el interés: “De la filosofía griega interesa sobre todo la figura
de Sócrates -sus
diálogos sobre la democracia ateniense y cómo organizarse mejor políticamente-,
el relativismo, los sofistas y Platón, porque nos proyectamos en esa época;
pero también el hedonismo y el escepticismo; un segundo gran centro de interés
es la Ilustración, porque es el inicio del estado moderno, del progreso de la
humanidad y el momento en que surgen las ideas que han regido el mundo hasta
hoy; y, por último, interesa la postmodernidad, el relativismo y el pensamiento
débil”.
Y si en Chile, donde la filosofía ha
sido siempre un saber bastante minoritario, algunos detectan un creciente
interés por ella, en otros países como Francia hablan directamente de su
resurgir o su resurrección. En palabras en André Comte-Sponville “en la
sociedad actual hay un declive de las religiones y de las grandes ideologías;
basta pensar en el peso que tenía el catolicismo en Francia o en España hace
sólo unas décadas, o en el peso del marxismo en los años 60 y 70; y cuanto
menos religión y menos ideología tenemos, más necesitamos de la filosofía,
porque hay que buscar respuestas a las preguntas que todo ser humano se hace y
que antes nos venían dadas desde la religión o la ideología; dar respuesta a esas
preguntas es filosofar”.
Los filósofos y profesores de filosofía consultados aseguran que encontrar qué pensadores, clásicos o actuales, pueden darnos mejor respuesta a la vida de hoy depende de cada persona, porque hay muchas corrientes distintas y cada uno ha de encontrar la filosofía que le pueda ayudar a entenderse mejor. Comte-Sponville apunta, no obstante, que para la sociedad actual son más interesantes los pensadores menos dogmáticos, los menos religiosos y los que están más cerca de la vida cotidiana y real. De ahí que él priorice la sabiduría griega del epicureísmo y el estoicismo, y a Montaigne –“que es la filosofía menos dogmática que existe”-, y se reconozca perteneciente a la corriente materialista, no religiosa, de Epicuro, Spinoza, Marx y Freud.
Los filósofos y profesores de filosofía consultados aseguran que encontrar qué pensadores, clásicos o actuales, pueden darnos mejor respuesta a la vida de hoy depende de cada persona, porque hay muchas corrientes distintas y cada uno ha de encontrar la filosofía que le pueda ayudar a entenderse mejor. Comte-Sponville apunta, no obstante, que para la sociedad actual son más interesantes los pensadores menos dogmáticos, los menos religiosos y los que están más cerca de la vida cotidiana y real. De ahí que él priorice la sabiduría griega del epicureísmo y el estoicismo, y a Montaigne –“que es la filosofía menos dogmática que existe”-, y se reconozca perteneciente a la corriente materialista, no religiosa, de Epicuro, Spinoza, Marx y Freud.
Echegoyen
opina que quienes buscan en la filosofía una orientación para vivir y respuesta
a asuntos tan universales como el sufrimiento, el respeto, el riesgo o el
sentido de la vida, pueden resultar útiles pensadores que siempre se han
ocupado de la filosofía práctica, como Marco Aurelio, Epicteto, Epicuro,
Sócrates, Platón, Aristóteles, Nietzsche u
Ortega y Gasset.
Llorenç Vallmajó Riera, profesor de
Filosofía, explicaba hace algún tiempo que para sopesar la importancia que
tiene la labor de los pensadores en nuestras vidas basta pensar qué nos
habríamos perdido sin ella. “Sin la filosofía nos habríamos perdido lo que
llamamos lógica (Aristóteles fue el primero en analizar las diferentes maneras
de argumentar que tenemos los humanos, mostró las reglas de una buena deducción
y nos dio las herramientas para poder construir argumentaciones con validez), y
sin la lógica nos faltaría la luz racional necesaria para analizar los
discursos y detectar las falacias, argumentos con sólo apariencia de validez”,
ejemplificaba. Y añadía que, como toda teoría científica está guiada por
procedimientos lógicos, la filosofía también ha resultado básica para el
progreso científico. “Estoy pensando en el falsacionismo de Popper: nos dice
que es factible demostrar que una teoría es falsa, pero nunca se puede
demostrar que una teoría es verdadera; nos muestra que reconocer un error ya es
un progreso, que el error puede ser fértil”, concretaba. Por otra parte, la
epistemología o teoría del conocimiento ha permitido abrir nuevos caminos y
esperanzas en momentos de crisis intelectual, como cuando se reconoció el error
milenario de la teoría geocéntrica según la cual la Tierra era el centro y
todos los astros giraban a su alrededor.
Para Vallmajó no menos importante es la
aportación ética, que nos permite reflexionar sobre cómo hemos vivido. Él
destaca las ideas de orden ético de Sócrates, Platón o Aristóteles, pero
también de Kant, a quien debemos la distinción entre legalidad y moralidad: la
Revolución Francesa era ilegal, pero ¿era moral?. Y tampoco en el ámbito de la
política se estaría donde se está sin las aportaciones filosóficas. Pensemos en
lo que supuso afirmar, como lo hizo Thomas Hobbes, que el poder político no
deriva de Dios, sino que es fruto de un pacto o contrato social; con este
reconocimiento, las personas dejaban de ser súbditos y pasaba a ser ciudadanos;
o pensemos en las aportaciones de René Descartes: al afirmar que todos los
hombres, por naturaleza, tienen la capacidad de razonar o de juzgar abrió o
desbrozó el camino hacia la Revolución Francesa.
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