WOODSTOCK: TRES DIAS DE PAZ, AMOR Y MUSICA
“Dedicado
a Los Jaivas. Músicos chilenos,
precursores del rock, Que de alguna manera
reflejaron el espíritu de Woodstock en Chile y que ya cumplieron más de
55 años de vida musical”
Víctor
Rey
Con
mi hermano y otros amigos, fuimos al antiguo cine Normandie de la calle Alameda
en la ciudad de Santiago, a ver la película Woodstock. Fue una experiencia mística, ver a nuestros
grupos musicales de los cuales conocíamos todas sus canciones. Ya habían pasado dos años de ese famoso
festival y entre los amigos comentábamos ese evento cuando escuchábamos sus
canciones en los antiguos discos long play en vinilo.
Se
cumplen 49 años des festival que cambió para siempre la historia del rock. Realizado en Bethel, estado de Nueva York,
entre el 15 y el 18 de agosto de 1969.
Woodstock reunió a muchos de los principales exponentes del rock
anglosajón de su época y fue un acontecimiento artístico que marcó a fuego una
generación. Cuatro décadas después sus
efectos se siguen sintiendo.
La
era de los grandes eventos de rock al aire libre había comenzado dos años antes
con el Festival Monterrey Pop, en California, pero el de Woodstock fue el que
ha quedado en las retinas. Esto tiene que ver, sin duda, con la difusión
mundial que adquirieron los discos y la película del festival, pero también con
un año que condensó el espíritu de la época.
Para
mi ver y escuchar a Carlos Santana fue lo mejor de ese festival. Santana y su banda comenzaron a tocar el a las
17.15 horas del sábado 16 de agosto.
Empezaron con Waiting, luego Evil Ways, Tou Just dont care, sabor,
Jingo, Persuasion, Fried Neckbones y terminaron con la interpretación mítica se
Soul Sacrifice.
Concluía
la década del '60 y la generación de los llamados chicos concebidos en la
posguerra, estaba adquiriendo un protagonismo cada vez mayor en la vida social
y política de los EE. UU. Luchaba por
los derechos civiles de las minorías y por tener voz y voto en cuestiones relacionadas
con su educación, se oponía a la guerra de Vietnam y buscaba alternativas a la
sociedad de sus mayores, a la que consideraba excesivamente conservadora y
centrada en el materialismo.
La
llamada Generación de Acuario pugnaba, también, por derribar tabúes
ancestrales. Practicaba el amor libre y buscaba expandir la mente con drogas
psicodélicas. Los más osados renegaron de la familia y las carreras
tradicionales y buscaron un sistema de vida alternativo en comunidades rurales.
El rock era el elemento aglutinante porque representaba, en letra y música, la
esencia de sus anhelos. No fue sencillo organizar Woodstock. Los granjeros de
la región veían con recelo la perspectiva de un aluvión de hippies descendiendo
sobre sus propiedades y el sitio elegido para el festival debió cambiarse a
último momento. Gracias a la constancia de los organizadores, Michael Lang,
Artie Kornfeld, John Roberts y Joel Rosenman, y a la buena voluntad del
granjero Max Yasgur que cedió sus campos de Bethel, Woodstock se puso en marcha
a mediados de 1969. Lang y Kornfeld, los más avezados en cuestiones musicales,
querían que el festival tuviese un repertorio artístico abarcativo, con espacio
para el rock ultra popular de Creedence Clearwater Revival, la conciencia
cósmica de Grateful Dead y el novedoso jazz-rock de Blood, Sweat & Tears,
pero también para las ragas hindúes de Ravi Shankar y el folk místico de
Incredible String Band. Muchos de los músicos que participaron, sobre todo los
que figuraron en el filme de Michael Wadleigh, recibieron un fuerte espaldarazo
para sus carreras. Fue el caso de Joe Cocker, quien actúo con The Grease Band.
El ex plomero de Sheffield, Inglaterra, tenía un gran hit en Inglaterra con su
emotivo cover de Con una ayudita de mis amigos, de los Beatles. Woodstock
potenció también la trayectoria de otros dos artistas británicos. The Who
atravesaba por uno de sus picos artísticos, con el estreno de su Opera rock
Tommy, y tenía uno de los shows escénicos más excitantes del momento. Ten Years
After, surgido de la segunda ola de blues británico, era hasta entonces un
grupo de culto, pero su maratonesca versión de I'm Going Home los puso en la
liga de las megabandas. También recibió un sólido impulso la banda de Carlos
Santana, un virtuoso guitarrista mexicano radicado en San Francisco. Woodstock tuvo su cuota de situaciones
límites. Carreteras atestadas pronto aislaron el lugar -muchos músicos debieron
arribar en helicóptero- y la situación climática bordeó los extremos: hubo
momentos de sol abrasador y también furibundas tormentas que pusieron a prueba
la resistencia de público, artistas y personal técnico. Las previsiones en
cuanto a sanitarios y comida se vieron superadas: la concurrencia -que los
cálculos previos estimaban en 150.000 personas- triplicó esa cantidad, forzando
a los organizadores a dar entrada libre para evitar avalanchas y estampidas, y
a los grupos de voluntarios, vecinos e incluso la guardia civil a aportar
alimentos y ropas secas.
Volviendo
a la música, el rock más intenso y eléctrico tuvo su contraparte en artistas
que tomaban al folk como punto de partida para sus propuestas. Tal el caso de
The Band, Richie Havens, Melanie, John Sebastian, Arlo Guthrie y Joan Baez.
Esta última recordó el compromiso de los presentes con las luchas sociales con
Joe Hill. La corriente más militante de la contracultura continuó con las
actuaciones de Jefferson Airplane y de Country Joe McDonald (líder de Country
Joe & the Fish), quien brindó en I Feel Like I'm Fixin' to Die Rag una
aguda arenga antibélica cantada a coro por más de 300.000 personas. Asimismo,
Woodstock fue testigo del nacimiento de un supergrupo de la fusión folk-rock:
Crosby, Stills & Nash crearon una atmósfera increíble con varios clásicos
de su álbum debut y anticiparon su ampliación a cuarteto invitando a Neil
Young. Woodstock también tuvo funk de la mano de Sly & the Family Stone, y
blues, con Janis Joplin, Canned Heat, Johnny Winter y la Paul Butterfield Blues
Band, pero si hubiera que señalar un símbolo del festival, ese fue la actuación
de Jimi Hendrix. En esos días, el guitarrista de Seattle venía de disolver a la
Experience, el power trío que le había dado fama, y estaba por armar Band of
Gypsys con otros dos músicos afroamericanos, para profundizar sus raíces de
soul y de blues. Woodstock encontró a Hendrix en plan experimental liderando
una banda numerosa a la que llamó Gypsy Sons & Rainbows. Tocaron al
amanecer del cuarto día, cuando ya quedaban apenas unas 40.000 personas en el
predio, pero los estoicos tuvieron su recompensa, porque fue un show dramático,
que alcanzó su pico cuando Hendrix hizo su versión del himno de los Estados
Unidos imitando con su guitarra el sonido de las bombas cayendo sobre Vietnam.
Hoy,
49 años después, la polémica sigue abierta entre los que sostienen que
Woodstock fue el despertar de una nueva conciencia y los que consideran, en
cambio, que se trató del final de una era de idealismo e inocencia, tras la
cual el rock se transformó en el negocio millonario. En cualquier caso, está
claro que el festival de Woodstock marcó un antes y un después en la historia
de la música popular del siglo veinte.
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