Ernesto Cardenal:
"Pidamos a Dios que haga se haga su revolución en la tierra como en el
cielo”
“El Reino es
otro nombre para la revolución absoluta”
(Leonardo Boff)
“Somos
soldados derrotados de una causa invencible”
(Pedro Casaldáliga)
Víctor Rey
Hace
unos años atrás vino a Chile Ernesto Cardenal para recibir un premio por su
obra de parte de la ex Presidenta Michelle Bachelet. Aprovechó esta oportunidad para dar un recital
de poesía y también para contar acerca de su vida y de la Revolución Nicaraguense. Cuando
entro al salón para su charla lo recibieron con bandera rojas y gritos de “Cardenal, amigo el pueblo está
contigo”. Cuando comenzó a recitar y
también a hablar sobre la Revolución Nicaraguense y a hacer críticas a los
dirigentes actuales; los gritos cambiaron en silbidos y palabras de
disconformidad. Algunos días después viajaba
a Costa Rica y en el aeropuerto de Santiago me encontré con Ernesto Cardenal y
su asistente. Conversamos un poco acerca
de su recital en Chile, de la revolución nicaraguense, le pedí un autógrafo y
también una fotografía a lo que accedió gentilmente. En esa ocasión me habló de sus memorias y en
especial del tomo III donde relata el
ascenso y la caída de la revolución.
Acabo
de terminar de leer el libro de Ernesto Cardenal: “La Revolución Pérdida” donde
se cuenta a manera de memorias el ascenso del sandinismo, la derrota y luego la
traición a la revolución. Esto coincide
con los 39 años del triunfo de la Revolución Sandinista este 19 de julio. No he
podido quedar tranquilo después de esta lectura. Una de las cosas que más me ha tocado es
comprobar la cantidad de personas que murieron durante y después de la revolución
y en la mayoría de estas muertes han sido de jóvenes.
La
de Ernesto Cardenal es una vida dedicada a la lucha por la equidad, a la vez
contemplativa y combativa, signada por grandes personajes y acontecimientos, y
por la revolución sandinista, que él espera no haya sido en vano.
A
sus 93 años, Ernesto Cardenal no cesa en su compromiso con el trabajo de
transformación social a través de la cultura y la educación, aspectos que
considera básicos en la evolución de los pueblos. 'La revolución perdida"
es el último libro de su trilogía de memorias, y el título engaña a primera
vista, pues no se trata, como parecería, de una elegía al fracaso de la
revolución.
Por
el contrario, el autor narra los pormenores del proceso de alfabetización,
concientización y apertura sociocultural que condujeron, como él describe, a la
revolución sandinista, y, por ende, al triunfo sobre una dictadura, la de los
Somoza (1937-1949) que aplastaba al pueblo nicaragüense desde hacía más de
cuatro décadas.
El
autor manifiesta que la revolución en sí fue un logro importantísimo, que dejó
una herencia bella e irremplazable de mejoras sociales, y ve en la injerencia
de los EEUU, el embargo económico, el bloqueo y la presión ejercida por ese
país en Nicaragua la razón de la pérdida de las elecciones. A su vez, dice, el
hecho de haberse perdido esas elecciones produjo una debacle moral en los
dirigentes, que los llevó a la corrupción. Cardenal se explica este proceso
acotando que 'la revolución está hecha por seres humanos'.
Al
mismo tiempo, manifiesta que no se deben perder las esperanzas de lograr un
mundo mejor, donde el bienestar no sea el privilegio de unos pocos. Su visión
actual de la revolución por venir se basa en los movimientos
anti-globalización, la libertad de expresión y la comunión acelerada de ideas
que permite la internet, así como los movimientos ecologistas.
'Nací
poeta', relata Cardenal, “y esa fue mi primera vocación”'. Luego experimentaría
una conversión religiosa que lo llevó a la vida contemplativa en un monasterio
trapense, y, por último, dice haber reconocido que la voluntad de Dios es
también la transformación del mundo. Para el escritor, las tres vocaciones son
una sola.
¿Es
posible ser poeta en un mundo globalizado, en el que el capitalismo ha
aplastado muchas de las luchas por la equidad social? El poeta Cardenal, contó
en su recital, dice que sí, que no sólo es posible, sino necesario, ya que la
poesía siempre ha servido para mejorar la sociedad. Ya en los profetas bíblicos
ve Cardenal una denuncia poética de las injusticias de la época, y la
anunciación de un mundo nuevo. 'Creo que el poeta debe seguir el ejemplo de los
profetas bíblicos', comenta.
‘La
revolución es evolución acelerada’, define el autor. Según él, se dan
movimientos revolucionarios en todas las artes y las ciencias, y también en los
sistemas sociales. Cardenal ve la revolución como un proceso de transformación
que no necesariamente debe ser violento. 'La lucha armada se ve justificada',
explica citando a Pablo VI, cuando una dictadura es prolongada y evidente.
Pero, aclara, 'las mejores revoluciones son pacíficas, democráticas, libres y
sin imposición alguna'.
El
libro de Cardenal es un jugoso relato sin desperdicio alguno de la experiencia
de este poeta antes, durante y después de la revolución nicaragüense, que
destila humor, amor por su país y por el ser humano, valentía, una esperanza
inquebrantable, y también la tristeza de comprobar que toda obra humana es
imperfecta. Pero por lo perfectible de estos logros es por lo que Cardenal
sigue abogando desde su monasterio íntimo e individual.
A
pesar de lo difícil que pueda ser creer en un cambio luminoso a estas alturas,
con tantas revoluciones fracasadas, y sin nuevos modelos de transformación, el
alma del poeta dispara el arma de su palabra para ayudarnos a seguir creyendo
que un mundo mejor está por venir. Como él mismo refiere, ‘no podemos saber qué
formas tendrán las próximas revoluciones, porque las revoluciones siempre
fueron algo nuevo’. Es esta la razón por
la cual su libro termina con esta hermosa frase: “Toda revolución nos acerca a
ese Reino, aun una revolución perdida.
Habrá más revoluciones. Pidamos a
Dios que se haga su revolución en la tierra como en el cielo.”
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