miércoles, 29 de junio de 2016

MUCHAS GRACIAS CHILE

Eso es lo que corresponde ahora. Nada más que eso. Darle las gracias a este brillante grupo de jugadores, a la mejor selección chilena de todos los tiempos, al bicampeón de América, al equipo que no le teme a nadie y a nada y que, bien enrielado y respetando la personalidad de juego que les dieron como mandamientos hace un tiempo, volvió a demostrar que es capaz de cualquier cosa. Todavía y por un buen rato... aunque muchos lo dudaban hace un año.
Gracias también y desde luego al primer responsable, a quien dio el gran salto, al que consiguió el cambio cultural más grande y exitoso de estos cien años de selección (sólo comparable al de Riera, pero que duró mucho menos). Al técnico que a punta de trabajo, convicción, disciplina, reglas claras y estudio permitió todo esto. A quien le enseñó a este grupo de jugadores -ya adultos, ya en Europa- a ser los mejores. El tipo que les metió en la cabeza que para lograrlo había que ser humilde y tragarse el veneno, había que dejar de echarle la culpa al árbitro (o a los policías canadienses), había que entrenar mucho, muy fuerte y muy duro, que no había que dejar de correr nunca para sorprender y equiparar al rival, que había que estudiar los movimientos del equipo hasta pre configurarlos y sabérselos de memoria, que la mera improvisación o el trote eran un insulto a la inteligencia humana, que había que cumplir misiones tácticas aunque no fueras, o precisamente porque no eras, una estrella mundial. Gracias Marcelo Bielsa por cambiar la historia del fútbol chileno en apenas cuatro años.
También, cómo no, hay que darle las gracias al que vino a corregir el camino y retomarlo cuando lo estábamos dejando. Al que ordeno aún más la casa, le dio variantes, aportó grandes nombres al equipo (Vargas, Marcelo Díaz, Mena, Aránguiz y Silva) y lo llevó por primera vez a ganar títulos y a derrotar por los puntos a los mejores del mundo (España y Brasil entre ellos). Gracias Jorge Sampaoli por los enormes servicios prestados.
Gracias especiales a Vargas (dos veces seguidas goleador de América), a Isla, Silva, Beausejour y Jara, por rendir siempre más en la Selección que en otra parte. Gracias a Fuenzalida y Silva por ser tan ordenados, lo que en el fútbol importa tanto como ser talentoso. Gracias a Aránguiz por volver a tiempo y ratificar sus enormes condiciones. Gracias a Bravo por no escuchar tonteras y seguir siendo el mejor arquero chileno de todos los tiempos. Gracias a Vidal y Medel por las condiciones fuera de serie, la garra y la impresionante personalidad. Gracias a Alexis por ser un jugador valiente y pararse después de cada patada... porque eso y no otra cosa es ser un hombre: no desaparecer, seguir atacando y corriendo hace adelante cada vez que te pegan y te vuelven a pegar.
Gracias, desde luego, a la bendita ciudad de Nueva York por este año maravilloso, por haber frenado la carrera delictual a Sergio Jadue y sus “asesores” y por haber sido escenario final y glorioso para el sueño del bicampeonato. Todo en tan pocos meses. Gracias, también, a la arrogancia tonta de los Chevantón, Caparrós, Liberman y Tévez de este mundo, que equivocan el camino y siempre terminan patinando, alimentando al rival y llorando las penas. Gracias Dunga por despedazar a Brasil y hacerlo desaparecer del mapa. Gracias Martino por la falta de coraje y por hacer, en dos finales a falta de una, su equipo dependiera sólo de Messi para llegar al arco rival. Gracias Uruguay por seguir jugando a nada y por seguir creyendo que el fútbol se juega a las patadas. Gracias Argentina por demostrarnos que están ahí al ladito no más, en todo sentido, y que para alcanzarlos y pasarlos sólo era cosa de trabajar más y con buenos técnicos (técnicos suyos, para ser bien realistas y agradecidos).
Y finalmente, por supuesto, gracias a Juan Antonio Pizzi y su cuerpo técnico por habernos tapado la boca a los críticos de sus costumbres disciplinarias y de entrenamientos. Y también, claro está, por haber entendido a tiempo que había que cambiar el sistema de juego propio y volver al testamento de quienes estuvieron antes y construyeron todo esto.
Felipe Bianchi Leiton

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