jueves, 10 de julio de 2014

Israel o Palestina ¿Por quién oramos?

 
 
 
 
 
 
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Es muy frecuente, por muchas razones históricas, escuchar a cristianos evangélicos proferir frases y oraciones en favor de Israel cuando éste entra en conflicto con otras naciones. El tema es complejo, sin embargo quisiera exponer dos textos que se utilizan para respaldar esta tendencia.
1. Génesis 12:3 en la que Dios afirma que bendecirá a quienes bendigan a Abraham y que maldecirá a quienes lo maldigan. Debemos entender varias cosas de este texto. Lo primero es que Abram no fué judío ni fundó Israel. Su religión provenía de Ur de los Caldeos y su fe en Dios le fue tomada por justificación. Este texto nos habla de que Dios bendecirá a quienes bendigan a la persona de Abraham, no a un país o tierra. Por último, de Abraham surgen dos naciones benditas. Tanto Ismael como Isaac reciben la promesa del pacto. Ismael la recibe primero (Gén. 17:25) y de él se dice que fundará una nación (Gén. 21:13-21). Tenemos entonces que tanto Ismael como Isaac son bendecidos y fundan una nación cada uno. Debemos decir, también, que Abraham es el padre de 3 religiones: Judaísmo, cristianismo e Islam. Estrictamente hablando el texto nos dice que será bendito quien bendiga a Abraham. En todo caso, si fuera una nación ¿A cuál de las dos se refiere el texto? ¿No dice que serán benditas todas las naciones por medio de Abraham? (Gén. 22:18).
2. Salmo 122:6 en el que se nos solicita que roguemos por la paz de Jerusalén. Una vez más Jerusalén no es una nación, es una ciudad. Esta ciudad ha albergado siempre a personas de diferentes razas y naciones. Actualmente es la ciudad de las tres religiones monoteístas de origen abrahámico. Si oramos por Jerusalén, debemos orar por todas las personas que viven en ella, sean estas cristianas, judías o musulmanas. No debemos olvidar que hay cristianos en todos los países de mayoría musulmana. En Palestina, por ejemplo, hay una creciente población cristiana. El Salmo entiende, y nos insta a entender, que la paz de Jerusalén es el detonante de la paz en todo Medio Oriente. Para que haya paz en Jerusalén, debemos orar para que exista justicia y equidad para todas las personas que habiten en ella. Estrictamente hablando, el salmo no nos instruye a orar por una nación, sino por las personas que habitan en una ciudad.
En este breve comentario no pretendo decir que Israel debe ser exterminado, tampoco quiero afirmar que no oremos por los habitantes de Israel. Lo que creo que nos enseña la Biblia es a orar por todas las naciones. En el conflicto entre Israel y Palestina, Dios quiere que oremos por ambas poblaciones.
Existe un texto que describe el corazón de Dios que se esmera por liberar a todas las naciones. Este texto nos muestra un Dios que liberó a otros pueblos en épocas muy cercanas a la liberación de los hebreos de Egipto. Amós 9:7:
Hijos de Israel, ¿no me sois vosotros como hijos de etíopes, dice Jehová? ¿No hice yo subir a Israel de la tierra de Egipto, y a los filisteos de Caftor, y de Kir a los arameos?
El texto equipara la liberación de los hebreos con la liberación de los Palestinos (philistim) y de otros pueblos. El corazón de Dios es dar libertad tanto a Palestina como a Israel. Dios quiere que tengamos compasión por la humanidad. En el conflicto entre Israel y Palestina, Dios nos muestra su corazón de amor por ambos pueblos. Nuestra lucha es por la justicia de las personas, nuestra oración debe ser por la paz para las personas, nuestro anhelo debe ser el anhelo de Dios: paz, justicia y dignidad para todas las personas.

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