domingo, 25 de diciembre de 2016

Qué sabe la neurociencia sobre la religión

Psico
¿Creer supone alguna ventaja? ¿Qué activa una conexión mística? 


Cristianismo, islamismo, hinduismo, judaísmo, budismo se suman a otras centenas de religiones que coexisten, o que "intentan" coexistir mejor dicho en nuestro bendito mundo. Si sumamos a todas esas personas que tienen como ancho de espada a la Fe, se estima que aproximadamente reúnen al 60% de la población. Y si bien esas religiones se encuentran representadas en todos los continentes, demográficamente la Fe en el mundo tiene una distribución muy particular.
Según un estudio de la consultora internacional Gallup, los países con mayor porcentaje de creyentes son aquellos que presentan un menor ingreso per cápita. Por ejemplo, dentro de los países más religiosos se encuentran naciones como Bangladesh, Niger, Yemen, Indonesia, Tailandia con un 99% de la población creyente. Todos ellos con los ingresos más bajos a nivel mundial. Del otro lado de la religiosidad, Suiza, Suecia, Dinamarca, Gran Bretaña y Japón, lideran la proporción de estados con mayores ingresos y menor religiosidad.
Esta variabilidad tan lineal puede graficarse de la siguiente manera: los países con mayores ingresos económicos son los que menor importancia le dan a la religión (o más ricos, más ateos). Es llamativo que esta distribución de riquezas y creencias se pueda observar de forma tan marcada, pero estas estadísticas en el fondo de la cuestión no reflejan otra cosa que la dirección en el foco de atención que tiene cada cultura.
Es por este motivo que plantear un análisis sobre las creencias religiosas por intermedio de una distribución económica es un grave error, como también lo puede ser si esa búsqueda está relacionada con el grado de educación que presentan las personas religiosas con respecto a las no religiosas. Ya sea por interés, tiempo, cuestiones históricas, cuestiones ideológicas o criterios de verdad, la decisión de abrazarse a una religión pueden ser tan diversas como las culturas que nos acercan o nos alejan con las cuestiones de Fe.
Hablar de religión desde una visión científica conlleva un cierto riesgo, que aumenta exponencialmente si lo combinás con la palabra evolución. Evitando la discusión entre Adán, Eva y un Tiranosaurio Rex; la religión solo pudo propiciarse a partir de la evolución de ciertas capacidades cognitivas adaptativas. Es decir que para creer se necesita como mínimo un procesador afilado que pueda tener la capacidad de interpretar las emociones e intenciones de los demás, se necesita además la existencia de procesos neuronales que se ocupen en las construcciones de fenómenos sociales y culturales como la identidad de grupo y la moral. Dicho en otras palabras: la religión solo pudo haber surgido gracias a una combinación de funciones cognitivas complejas.
De la misma manera se puede explicar que el posible mal funcionamiento de diferentes estructuras cerebrales podrían haber incidido en la generación de alucinaciones visuales y auditivas, las cuales fueron en algunos casos explicadas a través de la Fe en Dios. El ejemplo más emblemático fue el de Juana de Arco, en donde la historia cuenta que obedeció un posible llamado divino. A la luz de los descubrimientos neurológicos, psiquiátricos y neurocientíficos sobre esquizofrenia al día de hoy esta comunicación directa con Dios estaría más relacionada con una patología psiquiátrica que con un milagro.
Entonces ¿cuál podría ser la ventaja adaptativa que me da tener fe?
Según estudios científicos, ante una situación que aumente fuertemente los niveles de ansiedad, la religión actuaría como un amortiguador frente al fracaso. ¿Cómo? Disminuyendo notablemente los niveles de tensión y minimizando la exposición al error. Apoyarse en una creencia como forma de bajar la ansiedad existencial y la presión generada por la competencia entre pares podría verse como una ventaja adaptativa sobre nuestros antepasados.
Bajo esta lógica tranquilamente nos podríamos preguntar ¿en qué lugar de nuestro cerebro se encuentra Dios? ¿existe una región en nuestra mente exclusiva para él? ¿Dios comparte neuronas con otras funciones cerebrales habituales?
Ante estos interrogantes unos científicos bastante atrevidos lograron hacer algo simplemente extraordinario: convencer a carmelitas descalzas de participar de un experimento neurocientífico. Más precisamente, las persuadieron para escanear su cerebro mientras pensaban en el recuerdo más fuerte que hayan tenido sobre experiencia mística. Para ello, dentro del resonador magnético debieron pensar concentradamente en el contacto más cercano que hubieran tenido con Dios. Esta actividad cerebral fue comparada con un protocolo similar pero a diferencia del místico se les pidió, ya que estaban adentro de resonador, que recordaran el más intenso vínculo que hayan tenido con otro ser humano. Básicamente compararon la diferencia entre la activación cerebral que genera la "la unión con Dios" y la "unión con otro par humano". Una búsqueda hacia la región de Dios.
¿Qué activa una conexión mística? Los resultados, como era de esperar, indican una activación de múltiples áreas del cerebro (lóbulo superior, parietal, caudado izquierdo, tronco cerebral, corteza singulada anterior). El tema pasa porque no existe una activación significativamente diferente entre ambos tipos de pensamientos. Es decir que comparten las mismas regiones que procesan los recuerdos vinculados a experiencias con seres humanos. De hecho, estás regiones cerebrales también se vieron implicadas cuando una persona enamorada ve una foto de su pareja. En resumen, la religión activa funciones cognitivas y emotivas que también se ven igual de activas bajo funciones habituales.
Científicamente hoy no sabemos nada acerca de la existencia de Dios, pero si existe está en nuestro cerebro.
*Dr. Fabricio Ballarini (investigador CONICET. Laboratorio de Memoria, IBCN, Facultad de Medicina-UBA. Autor de REC y columnista de ciencia de radio Vorterix).

jueves, 22 de diciembre de 2016

Si Jesús naciera en Chile hoy

Si Jesús naciera en Chile hoy, ya no sería en un pesebre en Belén sino en una mediagua de uno de los 680 campamentos del país o en un block en la Araucanía, la región más pobre, donde el 23% de sus habitantes vive en esa condición. Si Jesús naciera en Chile hoy, José la pareja de su madre, no sería hoy un carpintero sino un un simple empleado de una multitienda comercial, donde pese a trabajar toda su vida y muchas horas diarias nunca dejaría de ser pobre. Si Jesús naciera en Chile hoy, sería parte del 73% de los niños que nacen fuera del matrimonio, María su madre, habría tenido que lidiar con la discriminación de un embarazo adolescente, y ver en ese contexto cómo mediar para que su hijo creciera fuera de las drogas, haciendo “milagros” para llegar a fin de mes con el sueldo de José.

Algo no ha quedado claro al parecer desde el nacimiento hace 2000 años de Jesús, donde nos pidió una sola cosa: Amar al otro como a uno mismo.
Si Jesús naciera en Chile hoy el nuevo “templo” de entonces, sería probablemente un mall, el nuevo lugar donde la comunidad se junta, y va a escuchar y a conocer o que es lo importante para ser feliz, las nuevas “plazas”. Si Jesús naciera en Chile hoy, sus padres tendrían la disyuntiva de ponerlo en la educación municipal o hacer el esfuerzo de ponerlo en un colegio subvencionado donde la calidad es dudosa, pero el cobro de la mensualidad no perdona. Si Jesús naciera en Chile hoy, se atendería en los consultorios, María se levantaría temprano para sacar un número, y tendría como máximo 10 minutos para que vieran a su hijo enfermo. Si Jesús naciera en Chile hoy, en una de cada tres familias de su barrio encontraría un discapacitado, aún esperando por las políticas estructurales de inclusión, alguien de su familia tendría depresión, probablemente su tía Isabel, tras que su primo Juan fuera detenido y procesado por luchar por las demandas de su pueblo, el pueblo mapuche.
Si Jesús naciera en Chile hoy en resumen estaría determinado completamente por donde nació y quienes fueron sus padres, pero los “nuevos fariseos” lo justificarían diciendo que no se puede hacer más cambios porque el modelo nos beneficia a todos, o simplemente que el que no progresa es porque no se ha esforzado lo suficiente.
Algo no ha quedado claro al parecer desde el nacimiento hace 2000 años de Jesús, donde nos pidió una sola cosa: Amar al otro como a uno mismo. La Navidad es la fecha en que la que los cristianos celebramos el Dios que se hace fiel e ingresa a la historia para ser parte de ella, la historia se divide en un antes y un después de ello, y este misterio no es sólo alegría de esperanza sino la invitación a ser testimonio de lo que creemos. Ningún chileno que celebre la navidad, puede querer acaparar esta noticia sólo para él, porque es una noticia relacional, Jesús nos llama a nacer y vivir por los otros, relevando la importancia de una sociedad que viva el comunitarismo.
Nadie que celebre esta fecha puede permanecer indolente al Jesús que sigue naciendo hoy en Chile luchando por ser parte de nuestra comunidad, porque como dijera el poeta León Felipe “voy con las riendas tensas y refrenando el vuelo porque no es lo que importa llegar solo ni pronto, sino llegar con todos y a tiempo”.
Autor: Alberto Larraín

martes, 20 de diciembre de 2016

CÓMO VIVIR LA NAVIDAD
EN UNA SOCIEDAD DE CONSUMO

Víctor Rey

Hoy la Navidad sufre una gran distorsión en su real sentido.  Cuando pensamos en la navidad inmediatamente vienen a nuestra mente Santa Claus o el Viejito Pascuero,  los regalos y toda la fiebre consumista que se forma en torno a esta festividad. 

 Todo esto nos produce una carga alta de estrés y también angustia.  Es necesario encontrar el verdadero sentido y compartirlos entre tantas personas que en esta fecha se encontrarán solos y deprimidos. Por otro lado hay que vivirlo con los más empobrecidos, los más vulnerables y los que se encuentran sin esperanza.

Seguimos viendo que la realidad en nuestras ciudades se van empeorando, las expectativas y la realidad de nuestro pueblo, siguen estando marcadas por los signos de la anti- vida.  Las profundas desigualdades sociales, las contradicciones socioeconómicas y la desesperanza están marcando el paso en la vida cotidiana.


La experiencia de los pastores en la fría noche de Navidad, vuelve a convertirse en una realidad.  Nuestro mensaje y acción debe estar cargada de mucha esperanza.  La gente desea escuchar buenas noticias, noticias que construyan, estimulen e impulsen la vida plena.  Queremos escuchar las buenas noticias que sean de gozo para todo el pueblo. 

  
Esta buena noticia. No es sólo un sistema de ideas que se contrapone a los sistemas de ideas de hoy vigentes en el mundo.  No es una ideología más en el supermercado intelectual y religioso del momento.  Es un poder, es una forma de vivir y plantarse frente al mundo, es una comunidad que trasciende barreras. 

 Para recuperar el sentido vigoroso de un estilo de vida cristiano hay que sacar el Evangelio de manos de los vendedores profesionales que lo han vuelto un  inocuo producto comercial que se ofrece al mejor postor y de los religiosos de turno que han sacado del centro de la navidad a Jesús. 


 Dondequiera un ser humano que invoca el nombre de Cristo se atreve a vivir por Él, se esfuerza por practicar sus demandas de amor, justicia, servicio y arrepentimiento;
 alza sus ojos con esperanza y vence el temor, allí es donde está avanzando el Evangelio.

domingo, 11 de diciembre de 2016

En el Día del Cine chileno

EL CINE Y YO

“Si la gente ve como se hace, el cine pierde toda su magia” 
(Charles Chaplin)

Víctor Rey

Todavía recuerdo la primera película que vi, tenía cinco años, se llamaba “Marcelino Pan y Vino” y fue en el antiguo cine Alcázar que quedaba frente a la Plaza Brasil en el barrio que lleva el mismo nombre en Santiago de Chile.  Hoy ese antiguo edificio lo ocupa un restaurant de comida china.  Fue construido en los años 30 por Ezequiel Fontecilla y Pedro Prado, hijo del poeta del mismo nombre, como un ejemplo de arquitectura moderna dentro de un barrio tradicional.  Era una película en blanco y negro y los vecinos del barrio acudíamos según el horario de los días domingo.  Los niños a la matinée, luego los jóvenes a la función de la tarde y los adultos en la noche.  La magia de esperar que las luces se fuesen apagando lentamente y ver abrirse el telón y las primeras imágenes del noticiero UFA con las noticias del mundo y luego la sinopsis de los próximos estrenos era el aperitivo del plato de fondo que era la película esperada, que luego la comentaríamos toda la semana con los amigos del barrio y del colegio.  Creo que mi afición al cine también viene por el hecho de que vivíamos entre dos cines de barrio.  Uno ya no existe ya que se construyó un gran edificio y el otro como dije es ahora un restaurant.  Los otros cines de barrio han tenido otra suerte y la mayoría ahora albergan a diferentes iglesias, o mega iglesias evangélicas que representan sus cultos como un espectáculo.  ¿Qué paradojas de la vida?
Ir al cine en esos tiempos era un privilegio, ya que las entradas no eran baratas y había que juntar por varias semanas los pesos que permitirían entrar a esa sala de los sueños y de la magia.  Luego en la juventud hacia largas filas para ver casi todas las películas de Woody Allen en el cine de la Universidad de Concepción. Donde también teníamos que ahorrar para ver los últimos estrenos.  También ahí descubrimos la riqueza del cine latinoamericano que no  animó a conocer y amarlo más este continente  lleno de realismo mágico y a caminarlo por dentro, también acompañado de la rica literatura que produjo.
Un capítulo aparte es lo que tiene que ver con la música en el cine.  Las grandes bandas sonoras de las grandes películas es algo que disfruto y siempre me acompaño de este tipo de música cuando estoy leyendo o meditando. 
Siempre me gustó el cine y me sigue gustando, aún cuando ha cambiado la forma de ver una película.  Antes se hacían largas filas para entrar a un rotativo, ahora con las películas en DVD, el cine ha pasado a ser un arte en solitario, ha perdido lo comunitario que tuvo al principio.  Cuando estudié Comunicación Social en la Universidad Católica de Lovaina, uno de los cursos que más disfruté y aprendí fue el de Filmología.  Doy gracias por se tiempo donde aprendí a disfrutar y conocer el cine francés y autores como Francois Truffauts, Claude Lelouch y krzystf Kieslowski.
La primera proyección de una película en Chile ocurrió en 1897, y fue con el mismo proyector que utilizaron los hermanos Lumiere en Francia.  Se hizo en el Club de La Unión, sólo dos años después de la primera proyección en el mundo.
Una de las últimas películas que he visto y que ha resultado ser todo un homenaje al cine es “El Artista” (2011).  Michel Hazanavicius con esta película europea le ha devuelto el brillo a Hollywood.  Luego de ver este film me he animado a escribir este artículo.  Hacía tiempo que nos disfrutaba tanto de un film que fuera tan perfecto y tan profundo.  Una película en blanco y negro y muda. Por algo los críticos de cine la eligieron como la mejor película extranjera y le otorgaron el Oscar en 2012.
El cine nació como espectáculo y diversión en el que se aplicaban los descubrimientos de la época. El cine es, al mismo tiempo, un verdadero arte desde sus comienzos. El cine, también desde su inicio es documento de la vida de la época. Estas tres características, la documental, la artística y la festiva las ha conservado en el tiempo y en la ilusión de todos los que se implican en su mundo, los que lo fabrican y los espectadores.
En los primeros tiempos del cine, en los años treinta, el cine era cosa de feriantes. Las barracas de las ferias acogían al público que pretendía ver lo imprevisto, el más difícil todavía. Pasen y vean: al lado de la mujer barbuda y de otros espectáculos de la época se proyectaban en salas oscuras y misteriosas escenas de la vida cotidiana, de ejercicios circenses, de la gente de la calle, o algo más picantes, los primeros besos cinematográficos, el pintor y su modelo... Una ingenuidad que respondía por una parte a la necesidad de ver la realidad en un ambiente fantástico, desconocido hasta el momento por el gran público y por otra al afán de divertimento oculto, de capricho clandestino, que las sociedades poseen cuando quieren olvidar su realidad cotidiana.
Siglos antes, en algunos casos desde la antigüedad, ya los filósofos, científicos e inventores habían puesto en práctica sus descubrimientos al servicio de la imagen. La cámara oscura se conocía desde siempre, aunque en su variante de proyección de exteriores iluminados por el sol su desarrollo crece en el siglo XVI y las primeras imágenes fotográficas, aún sin fijar, se realizaron en 1803. Los espectáculos en la oscuridad con el maravilloso invento de la linterna mágica son utilizados para proyectar cuadros ya en el siglo XVI. Desde la antigüedad se conocía también la persistencia de la visión en la retina, clave para entender la imagen en movimiento.
El siglo XIX lleva los inventos al mundo del espectáculo, reuniendo los ingredientes anteriores, cámara oscura, fotografía, lentes, proyección y las ilusiones visuales en ruedas que dan vueltas para delicia de los salones de la aristocracia, y más tarde para un público ávido de sensaciones en las sesiones de magia y prestidigitación. Se utilizaron así artilugios que hoy conocemos y que, perfeccionados, seguimos utilizando como medios audiovisuales. Los ilusionistas utilizaron los inventos en salas oscuras y llenas de emoción en proyecciones sobre humo, utilizando espejos, engañando con sus trucos ópticos al crédulo público del momento.
Fue la herencia que el cine, es el único arte que nació de la tecnología, recibió en sus comienzos, cuando se asombraban los habitantes de París por primera vez, y más tarde los de todo el mundo sobre las maravillas que se podían ver, proyectadas sobre una sábana en una sala oscura.
Entrar en el mundo del cine abre a las personas un universo apasionante. La mayoría tiene un contacto con el cine, limitado a la asistencia esporádica a salas comerciales, a ver la película de actualidad en compañía de sus grupos de amistades. En muchos casos, preparados para consumir durante la función un soberano paquete de palomitas de maíz, prevaleciendo la cultura americana sobre la latinoamericana.
Esa es solamente la puerta de acceso al fascinante mundo del cine. Al comprar la entrada, ya se inicia en la persona un procedimiento, un proceso de implicación que no debe quedar en la simple visión de la película.
El mundo del cine es al mismo tiempo industria y arte, espectáculo y pensamiento. En este texto intentaremos adentrarnos en ese mundo apasionante desde un punto de vista muy particular. El del desafío que desde el mundo de la educación en todas sus variantes puede aportar a que quienes van al cine, pequeños, adolescentes o mayores... Para que todos se interesen por lo que hay detrás de la sala cinematográfica y de la pantalla, para que quienes no van al cine, acepten esta entrada, aun cuando fuera a través de la televisión. Para que esta invitación de introducirse en una sala oscura, sea el punto de partida, como el de ‘Alicia en el País de las Maravillas’, el ingreso en el fascinante mundo que se le abre.
Durante años, cerca de dos décadas, disminuyó la entrada de espectadores en las salas comerciales. Se habló de la caída en picado, de la muerte, del cine. Atribuido a muchas causas, entre ellas al auge de la televisión, lo cierto es que el cine se encontraba en baja forma. Se hundieron las grandes productoras, se dejaron de realizar superproducciones y los estudios se dedicaron casi exclusivamente al telefilme. Han transcurrido cerca de tres décadas para que los cines se vuelvan a llenar. Sin entrar en razones ni pretender explicar ninguna posibilidad, sí se habla de la vuelta al cine espectáculo, a la utilización de nuevas tecnologías aplicadas a los efectos especiales. No olvidemos tampoco los nuevos estilos de promoción y marketing ni el establecimiento de nuevas formas de construir las salas, los minicines y las grandes superficies dedicadas a proyección, los multicines, con multitud de ofertas en el mismo lugar. Las productoras invierten cantidades ingentes de dinero en campañas publicitarias y marketing, llevando al espectador hacia las salas comerciales. La sala cinematográfica está más cerca del consumidor. Es posible que nuevas formas de narrar historias, líneas argumentales más acordes con las sensaciones y sentimientos actuales, montajes de ritmo trepidante, la tecnología aplicada al sonido, tanto en su composición como en su emisión en las salas cinematográficas, efectos especiales de sonorización, hayan atraído otra vez al público, a una mayoría de personas jóvenes, a un cine diferente. Al mismo tiempo, la connivencia entre cine y televisión se hace cada día más palpable. Un ejemplo, la ‘Disney’ se negó durante años, o lo hizo con reticencia, a pasar sus películas a vídeo. Hoy las promociona y vende a los pocos meses del estreno, siendo una de sus mayores fuentes de ingreso.
Aunque muy dignos de respeto, algunos puristas no valoran, rechazan más bien, la nueva forma de hacer y presentar el cine. Sin embargo, es incuestionable pensar que el cine se basa en una gran industria, que necesita incentivos económicos, o lo que es lo mismo, que los cines se llenen. Muchos directores e intérpretes que en la actualidad son libres para producir, hacer o interpretar lo que desean, han sido durante muchos años colaboradores o autores de películas exclusivamente alimenticias y comerciales o se han dedicado a hacer spot publicitarios.
El desafío es volver al producto de calidad. Al lado de un cine comercial, promocional, lleno de efectismo, se mantienen otros tipos de cine, como el de autor, el independiente, el que trabaja con escasos medios, el que no depende de las grandes productoras, el que se fija normas estrictas para no utilizar nuevas tecnologías, etc. Surgen movimientos independientes, paralelos o contrarios a la industria oficial, los países más pobres siguen haciendo intentos de expresar mediante películas sus problemáticas, se continúa luchando contra el poder político y el de la censura y se encuentran productos de cine fresco, joven, que rezuma interés aunque no alcance en algunas ocasiones la técnica de moda ni se exhiba en salas comerciales.
El cine sigue vivo. Es osado predecir que ya no se harán películas de calidad. Los tiempos cambian pero aportan nuevos aires, nuevos medios, ideas frescas, problemas diferentes, que azuzan al elemento creativo que tiene el cine a buscar caminos diferentes. Los años decantarán los productos que merezcan pasar a la historia del cine. Si vuelve la alegría a los productores, se arriesgará el dinero con mejor fortuna, y habrá menos miedo a crear obrar de arte aunque el beneficio comercial sea menor. De momento, disfrutemos, critiquemos y aprendamos con lo que tenemos.
Recordemos un poco el pasado para apreciar que no siempre las modas estuvieron de acuerdo con lo que los entendidos proclamaban. “El tercer hombre” de Carol Reed, hoy película de culto, fue rechazada radicalmente por la crítica especializada de su tiempo obligando a su director a dedicarse a hacer cine comercial. Hace años, cuando nos dedicábamos al cine-club, estaban proscritas películas que hoy consideramos de culto, ya sea por ser musicales, o de aventuras, o infantiles, o sin contenido filosófico o social... Se podrían poner infinidad de ejemplos de cine mal considerado en su momento que ha pasado a la historia con mucha dignidad o como verdadera obra de arte. También los cineastas del cine mudo temblaron cuando llegó el sonoro, incluido Charles Chaplin. Cayeron muchos y se tambalearon todos pero el cine se rehizo, y ni el sonido ni el color han dejado de permitir joyas del cine. Las mismas ideologías dominantes han aceptado o rechazado filmes de categoría cinematográfica indiscutible por su determinado planteamiento filosófico o político.
No nos cerremos nunca a nada. No olvidemos que hay muchos, y cada vez habrá más y mejor, modos de ver películas.
Decíamos: una película hay que verla en el cine. En un lugar preparado para ello. Qué mejor que el ambiente, la sala oscura, la necesidad de salir de casa especialmente para la ocasión, dejar el computador, dejar la televisión... El hecho positivo de decidir ir al cine ya es importante en sí, la calidad de la imagen, la pantalla grande, el magnetismo de la pared blanca, el sentirse inmerso en los acontecimientos que se suceden en la película... La magia de la sala comercial, la oscuridad el adentrarse en los ambientes y los nuevos sonidos que te sumergen en el ambiente.
En casa en la televisión, aún en vídeo, sin cortes publicitarios, es difícil establecer la misma relación con el argumento, con la técnica que en el cine.
Sin embargo, la tecnología mejora a tal velocidad que nuestros esquemas sobre el cine pueden llegar a caer en gran medida.
Es difícil descubrir un solo tema o núcleo de contenidos que no esté tratado de alguna forma en el cine. Siempre es posible encontrar películas o documentales, que permitan su utilización como punto de partida en un debate, o como rasgo, dato o documento en una investigación o estudio.
Sin embargo, el cine como tal, es decir el cine cuyo soporte material se basa en el celuloide es cada vez más difícil de utilizar, dada la dificultad y coste económico que entraña la búsqueda de proyectores, operadores y películas. Al mismo tiempo cada vez se hace más fácil y eficaz la tecnología que nos permite ver el cine a través del vídeo o la televisión. Por esta razón en esta comunicación, siempre que se hable de cine, se entenderá que indistintamente podemos estar relacionándolo con su sucedáneo el vídeo, y en un futuro inmediato con cualquier otro soporte adecuado, como el DVD, que está sustituyendo al vídeo y que cuando los lectores de este libro lo tengan en sus manos casi habrá acabado con él.
En vídeo se ha publicado casi todo lo que en el cine hay de importante. Podemos analizar la infancia marginada con “El Pibe”, de Charles Chaplin, la educación con “El pequeño Salvaje” de Truffaut, los valores por los que se mueve determinado tipo de juventud por “Historias del Kronen”, de Armendariz, o la dureza de la familia, la educación y la superación personal en “Padre Padrone”, de los hermanos Taviani. La relación de pareja y de amor de “Un hombre y una mujer” de Claude Lelouch. La fe y la lucha por la justicia de “La Misión”.  Las dudas y perplejidades de “Ocho y medio”  de Fellini.  Podríamos citar cientos de films de todas las épocas, algunos que se están estrenando actualmente, en los que la historia que se cuenta y las imágenes que la sustentan se confunden en un maremagnum de estética, ideas, arte y contenidos.

Como me dijo un amigo: “Cada vez que voy al cine, salgo más inspirado y con más fuerza espiritual que cuando asisto a un culto en alguna iglesia”.

lunes, 5 de diciembre de 2016

En el tercer aniversario de la partida de Nelson Mandela

Nelson Mandela el Padre de la Sudáfrica libre
Víctor Rey

“Todo parece imposible, hasta que se hace”.
(Nelson Mandela)

En el mes de noviembre del 1993 me encontraba en la ciudad de Birmingham en Inglaterra estudiando un curso de Misionología.  Vivía en el Selly Oak College junto a otros estudiantes venido de varios países.  Estando ahí me enteré que Nelson Mandela visitaría la ciudad y para eso se preparaba un gran coro de todas las iglesias que participarán en el acto que tendría efecto en un estadio techado.  Para mi fortuna la directora de ese enorme coro vivía también en el mismo college, así que le pedí que me incorporará al coro.  No fue fácil convencerla, ya que no me destaco por cantar bien y además los himnos eran en inglés y ya tenían un tiempo de ensayar.  Al final aceptó y creo que mi voz entre las mil voces no se notaba.  Desde la plataforma del escenario pude ver a Mandela muy cerca, hablando a un estadio abarrotado y haciéndolo con mucha paz, esperanza y alegría.  Realmente su sola presencia impresionaba.  Al año siguiente ganó las elecciones y gobernó hasta el año 1999.  Años más tarde tuve la oportunidad de viajar al III Congreso Mundial de Evangelización Lausana, que se realizó en la Ciudad del cabo en Sudáfrica el año 2010 y allí pude conocer su celda de 2x2 donde pasó 18 de los 27 años de prisión.  A su muerte ocurrida un 5 de diciembre del 2013 a los 95 años, justamente asistieron 95 jefes de estado.  Ha sido el funeral de un presidente donde han asistido la mayor cantidad.  Creo que eso demuestra la transversalidad de su lucha por la justicia, la paz, la libertad y la igualdad que interpreta a la gran mayoría de la humanidad.

«Siempre he atesorado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir». Lo dijo en 1961 ante un tribunal que lo juzgaba por alta traición.

La coherencia de Mandela (1918-2013) le convirtió en una leyenda política ya en vida. Otros, como el Che Guevara, Gandhi o Martin Luther King, son también admirados por llevar sus ideales hasta las últimas consecuencias, pero sus asesinatos contribuyeron al mito, dejando la duda de si hubiesen sucumbido al poder. En el caso de Mandela no hubo espacio para la sospecha: luchó, gobernó y se mantuvo fiel a sus creencias.
'Madiba' —'abuelo venerable', como le conocían en Sudáfrica— soportó muchos maltratos a lo largo de su vida. Familia de los jefes supremos de la tribu de los 'Tembu', fue formado para convertirse en dirigente de su clan. Pero se rebeló contra su destino: estudió Derecho y se metió en política para combatir las prácticas xenófobas del Apartheid. Era negro en un país dominado por blancos que practicaban la exclusión racial. Y no estaba dispuesto a aceptarlo.

En 1948, el Partido Nacional de Sudáfrica (PN) había ganado unas elecciones en las que sólo podían votar los blancos y había instalado un sistema de segregación racial. Enfrente tenía al Congreso Nacional Africano (CNA), formado en 1912 para luchar por los derechos de la población negra y al que se unió Mandela en 1942. Fueron años de recorrer el país promoviendo la desobediencia civil, incluidas las acciones violentas. Hasta que fue arrestado y acusado de alta traición.

El régimen de Sudáfrica consideraba a 'Madiba' un terrorista y le tuvo cerca de tres décadas entre rejas. Cuenta la leyenda —llevaba al cine por Clint Easwood— que allí cogía fuerzas repitiéndose como un mantra el poema 'Invictus', de William Ernest Henley: «Más allá de la noche que me cubre / negra como el abismo insondable / doy gracias a los dioses que pudieran existir / por mi alma invicta». Le escuchaba la comunidad internacional, que orquestó una campaña en su apoyo que dio frutos el 11 de febrero de 1990. Ese día, Mandela salió en libertad tras 27 años de cárcel. En su primera intervención ante la prensa apostó por una solución que no menoscabase los derechos de los blancos. Sin rencor. Tomó entonces las riendas de la transición del país y cambió su condición de 'peligroso opositor' por la de presidente, previo paso por las primeras elecciones democráticas a las que acudían sus compatriotas. Fue en abril de 1994.


Una vez en el poder, mantuvo la coherencia. No se aferró al sillón. Se retiró cuando llegó el momento y siguió luchando por causas noble, como erradicar la pobreza en África o combatir el sida. Trabajó además como mediador en los conflictos de Angola, Burundi y República Democrática del Congo y recibió un sinfín de homenajes. Su figura ha sido venerada por miles de personas. En vida, y tras su muerte.