viernes, 31 de enero de 2014

Humberto Maturana y el Dalai Lama: encontrarse.


Humberto Maturana Romesín es uno de los científicos chilenos que mayor influencia ha tenido en el dominio de la ciencia, de la comprensión del conocimiento y en las disciplinas humanas. Sus estudios de la visión y la percepción lo llevaron al territorio de explicar el conocer. Cruzó los límites severos de la ciencia tradicional para conversar con grandes pensadores del siglo 20 como Heinz Von Foester o Gregory Bateson.
En los años sesenta y comienzo de los setenta, Chile respiraba vitalidad intelectual. Las propuestas y reflexiones que surgían desde este Sur interesaban y atraían a científicos y pensadores de todo el mundo. Hace algunos años, Humberto Maturana me contó que había sido el mismo Bateson quien entusiasmado por este movimiento de pensamiento transformador e integrador le había sugerido el nombre de “Escuela de Santiago” como el movimiento hermano del Sur de la Escuela de Palo Alto en California.
Maturana ha sido un rebelde que desafió los dogmas de la ciencia en su enfoque, en sus conceptos, en sus preguntas y en su práctica. Salió del laboratorio científico para incursionar en la antropología, la sicología, la sociología, la comunicología. En la Escuela de Santiago, su discípulo más destacado es probablemente Francisco Varela, pero su influencia se extiende a través de cientos de personas que, en la academia y la intervención social, se inspiran en sus conversaciones: desde la gestión dura a la terapia sistémica, desde la creación de comunidades a la ontología del lenguaje. En las ciencias sociales quizás el más conocido es Niklas Lumann que propuso un nuevo paradigma teórico partiendo de la idea de laautopoiesis, un concepto indisociable de Humberto Maturana.
Todo lo anterior se refleja en las razones que fundamentan el Premio Nacional de Ciencias Naturales que se le otorga en 1994 “por su trabajo de investigación en el área de las ciencias biológica, específicamente en el campo de la percepción visual en vertebrados y por sus planteamientos acerca de la teoría del conocimiento, con la cual estudia los temas de educación, comunicación y ecología”.
En 1997 participé en el Diplomado en Ecología Humana que dirigió en la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Chile. Personas provenientes de todas las disciplinas admirábamos y nos alimentábamos de su pensamiento para en mayor o menor grado revolucionar nuestras vidas académicas y profesionales y algunos literalmente sus vidas. En esa época Humberto Maturana transitó de manera cada vez más clara al encuentro de lo cultural y encontró en Ximena Dávila la compañera para una nueva aventura de descubrimientos y conversaciones. Con ella fundó Matríztica y desarrolla la Biología Cultural. (Los interesados encontrarán en el libro“Habitar Humano en seis ensayos de Biología Cultural” una estimulante exposición de estas ideas).
Humberto Maturana y Ximena Dávila junto al Dalai Lama. Fotografía de Ernesto Jara.
Humberto Maturana y Ximena Dávila junto al Dalai Lama. Fotografía de Ernesto Jara.
Conversar para encontrarse
En la sede de Matríztica en un edificio a un costado del centro comercial El Faro. Una oficina con un sillón amplio, dos sillas, una pequeña mesa redonda, un gran pizarrón de muro a muro. El estruendo de los vehículos rugiendo a través de las ventanas abiertas que intentan evacuar el intenso calor del verano santiaguino. Afino al máximo la oreja para escuchar la voz baja y la pronunciación característica del Doctor; Ximena habla con voz más fuerte. El ambiente sonoro no es obstáculo para el encuentro.
Con 85 años, aprendiz reflexivo de cada experiencia, Humberto destila curiosidad y entusiasmo, pasión por comprender. A diferencia de sus textos escritos en ese idioma casi cifrado que a estas alturas constituyen casi un estilo literario, en persona su hablar es amoroso y claro. Siempre pensé que más que sus conceptos y textos, es su presencia vital la que ha inspirado a tantos, su conversar que impulsa a reflexionar, a desafiar los límites y a crear. Lo que mueve es su ser vivo biológico y cultural cada vez menos científico y más sabio.
En la búsqueda de conversaciones, aliados y lugares donde estén ocurriendo transformaciones reales Humberto, Ximena y un equipo de Matríztica llegaron hasta Nueva Delhi a visitar al Dalai Lama. Ximena cuenta que están preparando un documental en que la conversación con la Santidad de los budistas ocupará un espacio destacado.
Antes que nada, Humberto Maturana que ya se había encontrado en tres ocasiones con el Dalai Lama en Chile y Argentina, cumple la función de amigo mensajero comunicando que el Dalai Lama tiene tres preocupaciones fundamentales: la ética social y la educación en el mundo, conservar la cultura entre los jóvenes tibetanos y el budismo.
Pregunto por esta extraña proximidad de algunos chilenos con el Tíbet. El Doctor comenta que “Chile y los países de América Latina tenemos un trasfondo cultural místico precolombino. Una cosmovisión más integradora de lo natural, una convivencia cercana y participativa que fue distorsionada por la llegada de los españoles y la imposición del cristianismo. Chile es una isla en que se conserva un misticismo armónico con la madre tierra”. Ximena agrega “En Chile hay una fascinación por la búsqueda de una visión más integradora. Por ejemplo la lucha de los mapuches es por conservar su cosmovisión, la defensa de su modo de vida, de sus costumbres y su cultura.”
Humberto Maturana y el Dalai Lama realizando ejercicio de percepción. Fotografía de Ernesto Jara.
Humberto Maturana y el Dalai Lama realizando ejercicio de percepción. Fotografía de Ernesto Jara.
¿Cómo los modificó el encuentro “No sé que le pasó a él, sé que estuvo encantado con la reunión, nos sentíamos amigos y nos despedimos como amigos”, dice Humberto, y luego explica su experiencia : “Reconocer que cada cultura tiene un ethos, su habitar, que es respetable. Si uno es sabio puede mirarlos desde su propia perspectiva y entender, pero no cambiar. En el caso de él, yo veo la profundidad de sus sentimientos  culturales como tibetano, en el mío están mi práctica científica y mi modo de pensar desde la biología cultural. No se trata de encontrarse con la lógica de convencer de nada, ni de demostrarle al otro que las cosas son distintas de cómo él las ve. Es posible entender una dimensión del encuentro relacional en el cual hay entendimiento reciproco, pero sin empujar y tratar de transformar al otro.”
Aprender a convivir con otras culturas, ideologías, nacionalidades, disciplinas, haceres y saberes es uno de los grandes desafíos de las organizaciones, comunidades y naciones en el siglo 21. #XD: La humildad como modo natural de convivencia y relacionarse. #HM: Queremos generar otra dimensión del encuentro. #XD: ¿Queremos estar juntos? #HM: ¿Queremos convivir o no? #MT: El legítimo otro puede también ser un legítimo nosotros. #HM: Va a haber un cambio cultural de todos modos. #MT: Concebirse como “individuo” es también una determinación del ethos cultural. #HM: Los fundamentalismos crean teorías que justifican la negación del otro #XD: La psiquis fundamentalista justifica la aniquilación del otro, se niega a mirar al otro. #HM: Las personas viven en las culturas que viven y para salir de ellas necesitan de un acto reflexivo. #HM: Para encontrarse con el otro tiene que haber la posibilidad de hacer algo juntos.
El tiempo se hace corto cuando hay conversación. Cerrando, Ximena Dávila pregunta “¿Cómo sabe uno que está en el respeto? Cuando uno está en el bien-estar es la prueba que nos hemos respetado.”
Humberto Maturana, con humor concluye “El encuentro con el Dalai Lama nos dejó más encontrados”.

miércoles, 29 de enero de 2014

Antonio González: "No son los dogmas, sino los cánones los verdaderos obstáculos para el ecumenismo"

"Soy pastor casado, fui jesuita y viví en El Salvador, cuando asesinaroan a Ellacuría y compañeros"

Entrevista deAntonio Aradillas

(Antonio Aradillas).- Mi informador en esta ocasión es Antonio González Fernández, Representante del Consejo Mundial de las Iglesias menonitas y Hermanos de Cristo en España. Es teólogo, con máximos grados logrados en universidades alemanas, y a la vez, filósofo y ex jesuita.
Soy "pastor", estoy casado y procedo del catolicismo. Fui jesuita -Compañía de Jesús-. Viví en El Salvador la guerra civil, en los tiempos en los que fueron asesinados los Padres Ellacuría, Marín Baró y otros compañeros. Por diversas circunstancias, decidí volver a España, a la búsqueda de una "Tercera Vía", que pudiera permitirme rehuir de cualquier tipo de actitudes violentas, con la mayor entrega posible al servicio de los más necesitados.
¿Y por qué precisamente optó por la Iglesia de los anabaptistas?
Porque, tanto teórica como prácticamente, respondían, y siguen respondiendo, a mis necesidades espirituales como religioso, como teólogo y, en general, como cristiano.
¿Satisfecho?
Gracias a Dios, puedo asegurar que sí. Contemplando la Iglesia desde perspectivas cabalmente cristianas, y con el frescor y vibrante actualidad que tienen los santos evangelios, la fórmula anabaptista me pareció la ideal.
¿No le convencieron las predicadas, por ejemplo, por Lutero, Calvino, Zuinglio y otros reformadores?
No. Quise conectar con la espiritualidad y el seguimiento a Jesús en los primeros y más limpios tiempos de la Iglesia, convencido además de que en toda conversión -reforma-, la iniciativa es de Dios, con respuestas comprometidas de fe por parte nuestra. El espíritu y los primeros propósitos fundacionales de las Órdenes Religiosas, y el "Sermón del Monte", son esquemas de vida y de su interpretación en permanente capacidad y porfiada renovación.
Erasmo, su palabra y su testimonio de vida se nos hacen presentes en nuestra conversación que, de esta manera, resulta muchos más inteligible. El pacifismo, la no violencia, el rechazo de toda clase de guerras, y más de las llamadas "santas", son -debieran ser- de actualidad religiosa para el pueblo de Dios. La violencia no es reformadora. Para algunos, es revolucionaria. Es desde el pueblo-pueblo, y no desde ninguna clase de poder, como se han de suscitar y mantener hoy las reformas precisas para alcanzar radicalmente a las personas y a las instituciones.
¿Religiosos y monjes?
Los movimientos de verdad evangélicos, que alienten, fortalezcan y den ejemplo de la común-unión de bienes, exponen, predican y viven la auténtica doctrina de Cristo Jesús, expandiendo generosamente la paz para todos los pueblos. Tal común-unión es lo que nos hace vivir al servicio de la misión y misiones religiosas, con la fuerza del Espíritu de Jesús.
¿Bautismo?
No, sino "Rebautismo". Afrontando el tema con seriedad y evangelio, el bautismo de los niños, tal y como se administra en la Iglesia católica, difícilmente puede ser signo y señal de pertenencia a la religión cristiana. Es una ceremonia, más o menos familiar, en el marco de tradiciones, ritos y rutinas piadosas, en las que fuimos educados con buenas dosis catequéticas, no del todo seguras, aunque fueran presentadas con rango de "Palabra de Dios" y hasta con argumentos bíblicos. Los anabaptistas recibimos el bautismo siendo ya adultos, como opción personal, y decididos a comprometernos con las exigencias de la fe. Eso de responsabilizar a padres y padrinos, confiando en el ejemplo y la educación cristiana que puedan impartirles a los neófitos, es una fruslería, que no podría jamás calificarse como religiosa. La consciencia y la fe de los bautizados "por la gracia de Dios", es lo que explicará y dará sentido y contenido a comportamientos posteriores.
¿Como el de la indisolubilidad de los matrimonios?
En gran parte, sí. Nosotros nos casamos mucho más conscientemente que lo hacen la mayoría de los católicos. Sabemos lo que hacemos, y es la fe el motivo principal para recibir este sacramento. Ni la frivolidad, ni la sociología, ni los intereses familiares o sociales, jamás entre los anabaptistas podrán justificar o determinar los matrimonios cristianos con aspiraciones a ser sacramentos. Esta convicción es la que en gran parte es explicación de su estabilidad y seguridad.
Por fin, ¿divorcio?
Cuando en alguna rara circunstancia hay que ponerle el punto final a la convivencia, previos los consejos, esfuerzos y correspondientes ayudas, con medios civilizados, perdonadores y legales, marido y mujer pueden iniciar otra relación estable, sin perder la comunión con la Iglesia. El tema, al igual que otros muchos, tiene facetas disciplinares, de interpretación bíblica, o canónicas, más que doctrinales. Esto no obstante, en muchos casos de rupturas, es el egoísmo el verdadero causante de las mismas. Esto, ni es humano ni cristiano.
¿El perdón de los pecados?
Es un asunto personal del pecador con Dios, sin intervención de mediadores. La vivencia de la fe elimina la práctica totalidad de la comisión de los pecados. Y, de todas maneras, Dios es, y se define, teológica y bíblicamente, como "Perdonador".
¿Homosexualidad?
En algunas de nuestras Asociaciones prevalecen criterios que pudiéramos llamar "conservadores", que les obligan al rechazo de los homosexuales. En otras, no se les escatima el trato pastoral, pero teniendo siempre presente su repulsa.
¿Eutanasia?
El tema no está registrado por nosotros como preocupación doctrinal. La vida de las personas ha de conservarse por derecho natural, y los casos concretos se plantean y estudian a la luz de la fe y de las ciencias antropológicas. Algo similar pensamos sobre el aborto.
¿Cómo se financian vuestras Iglesias?
Con los diezmos. Así está determinado en la Sagrada Escritura. Entre nosotros, los bienes son aproximadamente comunes. No hay mendigos. La comida y lo indispensable para la vida está garantizado en nuestras Asociaciones.
¿Promoción de la mujer?
- Las mujeres pueden ser, y son, "pastoras", tan activas, o más, que los hombres, participando en la predicación y en los ministerios, como si el cargo, o los cargos, como tales, tuvieran que ser compartidos. Son inspiradoras y responsables de la mayoría de los grupos, aunque hay que subrayar que en nuestro caso, las mujeres suelen ser más conservadoras que los hombres.
¿Democracia en las Asociaciones?
Democracia. Y además, con el convencimiento de que no solamente los votos son los que construyen y hacen de verdad demócratas a quienes creen ya serlo y así se titulan. La democracia no es el resultado de unos votos. Lo es fundamentalmente de la reflexión y de la búsqueda desinteresada del consenso. Más que los votos, lo que se requiere es deliberar a la luz de la fe y del "servicio" a la comunidad, siempre con el pensamiento puesto en descubrir la voluntad de Cristo Jesús.
En todas y cada una de nuestras entrevistas-informaciones, el problema seguramente más importante y significativo de lo que son, y pretenden ser las Iglesias es el relacionado con el ecumenismo. De su posición y programas trazados en este sentido, resultará fácil descubrir la capacidad y el grado de integración que poseen respecto a la común unión, clave para conocer si las Iglesias son ya, o efectivamente quieren ser un día, Iglesias de Cristo que, por encima de todo, demandan el testimonio de la unidad entre todas.
El Representante del Consejo Mundial de las Iglesias menonitas y Hermanos en Cristo en España, contesta de esta manera:
- Como anabaptista, no estamos de acuerdo con el ecumenismo tal y como se nos predica y presenta en la actualidad, lo mismo por los católicos que por el resto de los protestantes. El ecumenismo ha de brotar desde abajo, y no por prescripción jerárquica. Y esto ni es, ni tiene que ser, tan complicado como nos lo hacen ser, nos lo presentan e intentan llevarlo a la práctica. La común unión, y no las prescripciones legales, es lo que suscita y mantiene todos los proyectos de ecumenismo. De todos es conocido que en la actualidad eclesial mayoritariamente no son los dogmas los que dificultan u obstaculizan cualquier proyecto y posibilidades ecuménicas. Lo son los cánones, los ritualismos, las disciplinas y, en definitiva, las normas. La aspiración y la determinación de vivir en familia a la luz del evangelio, rebasan toda preocupación ecuménica y más la de que, de alguna manera, aspira a que sean los demás los que se unan a nosotros, y no nosotros a ellos, que es en gran parte lo que está ocurriendo hasta ahora, y seguramente seguirá ocurriendo, si Dios no lo remedia milagrosamente.
Ya sé que no es de su incumbencia el tema, pero le agradecería saber su criterio sobre el celibato impuesto hasta ahora a los sacerdotes católicos...
Visto desde fuera, comprendo que la vigencia de la ley puede ser una gracia de Dios y, más en estos tiempos, un testimonio de religión y de vida, hasta la cristalización de un carisma. Pero en la práctica sería preferible que fuera opcional, con lo que los sacerdotes que desearan formar una familia, podrían ofrecer ejemplos mucho más válidos, y no seguir predicando "de oídas" y sin conocimiento de causas.
¿Qué pensar sobre las imágenes y de los santos y santas?
Inmediatamente se percibe que el teólogo ha reflexionado con profundidad sobre tema de tanta importancia en la piedad popular de los católicos con el consentimiento de la jerarquía en todos sus grados, y me dice con rotundidad:
Las imágenes de los santos están rigurosamente prohibidas en la Sagrada Escritura. El único y auténtico mediador entre Dios y los hombres es nada menos que Cristo Jesús. Sobre las imágenes debiera haberse ya reflexionado con teología y catequesis dentro de la Iglesia católica.
¿Alguna palabra sobre el Infierno?
Hay anabaptistas conservadores dispuestos a seguir creyendo en el mismo con las características que los catecismos tradicionales siguen ofreciendo. En el Libro del Apocalipsis se hace referencia al infierno como "una segunda muerte" y como "una separación", pero no como "una cámara de torturas". Este planteamiento y descripción son los que se imponen en nuestras interpretaciones de los textos sagrados del Nuevo Testamento. En el contexto de la libertad valorada como esencial en el concepto de la persona como tal, y en el plan de Dios, prevalece la voluntad humana y quienes quieran, hasta pueden optar por el infierno como destino. Ni los premios ni los medios coactivos podrán prevalecer sobre la libertad de las personas. Esta es sagrada y y será siempre respetada por Dios.
Antonio González, Representante del Consejo Mundial de las Iglesias menonitas y Hermanos en Cristo de España, resalta que es el Nuevo Testamento, y no el Antiguo, el inspirador principal de la doctrina que sustenta y avala la fundación y expansión de la Iglesia. Los intérpretes de la Sagrada Escritura son aquellos que han recibido el Espíritu Santo, 1o que significa, por ejemplo, que un campesino podría ser mejor intérprete de la Palabra de Dios, que un teólogo estudioso a quien le falta el Espíritu. Por eso, los anabaptistas enseñaron "Escritura y Espíritu, juntos,", en lugar de "Sola Scriptura".

Algunos titulares
"Soy "pastor", y casado: fui jesuita y viví en El Salvador su guerra civil, en el tiempo en que fueron asesinados el Padre Ellacuría y otros compañeros"
. "Desde perspectivas cristianas, la fórmula anabaptista de la Iglesia me parece la ideal"
. "La violencia no es reformadora: para algunos es revolucionaria"
. "No son los dogmas, sino los cánones y los ritualismos los verdaderos obstáculos para el ecumenismo".
. "Con el celibato opciional, los sacerdotes católicos no seguirían predicando "de oídas" y sin conocimiento de causa"
. "Según interpretaciones veraces del Nuevo Testamento, el infierno no es una cámara de torturas".
. "Ni los premios ni los miedos coactivos prevalecerán sobre la libertad de las personas en cuestiones religiosas".
. "Los anabaptistas recibimos el bautismo siendo ya adultos: tal y como se administra en la Iglesia católica, difícilmente puede ser signo religioso".
. "El perdón de los pecados es asunto personal del pecador con Dios: no necesita mediadores".
. "Dios es, y se define, teológica y bíblicamente como "Perdonador".
. "Entre nosotros, los anabaptistas, los bienes son aproximadamente comunes".
. "Las mujeres pueden ser, y son, "pastoras", tan activas, o más, que los hombres"
. "No estamos de acuerdo con el ecumenismo, tal y como lo predican y presentan los católicos ni el resto de los protestantes".

lunes, 20 de enero de 2014

La crisis de la educación teológica y la sociedad

Víctor Rey

«La educación no consiste sólo en aprender de los libros memorizando algunos hechos, sino también en aprender a mirar, a escuchar aquello que los libros dicen, tanto si lo que dicen es verdadero como si es falso. Todo eso es parte de la educación. La educación no es un mero pasar los exámenes, conseguir un título y un empleo, casarse y establecerse, sino también saber escuchar a los pájaros, ver el cielo, la extraordinaria belleza de un árbol, la forma de las colinas; es sentir todo eso, estar realmente, directamente en contacto con ello, cosa factible a cualquiera que puede leer…» (J. Krishnamurti)
Cualquier proceso educativo se desarrolla siempre en escenarios socioculturales móviles y cambiantes. La educación teológica no está exenta de esta exigencia. Cualquier fenómeno educativo se sitúa permanentemente buscando equilibrios, por lo general inestables, entre fuerzas de adaptación y fuerzas de cambio. De un lado la educación no es otra cosa que un amplio proceso de transmisión de la cultura dada y heredada de antemano, de aquí que posea una importante función conservadora. Pero al mismo tiempo la educación es también el instrumento mediante el cual se estimula el cambio, se facilita la innovación, se crean en definitiva nuevos procesos culturales de transformación individual y colectiva, de aquí que la educación se constituya así en un factor de desarrollo, en un factor de cambio social y personal. La educación en consecuencia, posee una naturaleza crítica, dialéctica y compleja, dado que se mueve entre los límites de la conservación y la innovación y está sujeta a interacciones, retroacciones y recursiones.  Tener presente este postulado es de suma importancia para hacer una aportación en la renovación de la educación teológica.
Tanto desde un punto de vista ontológico como epistemológico, los saberes educativos son necesariamente saberes críticos, tanto por el carácter inestable e incierto de los procesos educativos en relación a los contextos sociales de cambio y conservación, como por la naturaleza de los sujetos que hacen y participan en la educación. Pero además, este carácter crítico, que procede de la complejidad de los contextos y de los sujetos que participan, posee a su vez un carácter práctico. Un carácter práctico, porque educar es ante todo y sobre todo un hacer en, con, para los sujetos que se educan, por lo que exige continuas acciones y reflexiones de recreación, reconstrucción y reorientación. Decir por tanto que la educación está en crisis, es algo obvio, porque su propia naturaleza es de por sí crítica. Esto es algo importante en cuanto a la educación teológica ya que tanto en la vertiente católica como en la protestante las instituciones que la imparten vienen y son sostenidas por los sectores más conservadores. Asumir en  esos estamentos una actitud crítica muchas veces es ir en contra de lo establecido.
La particular situación de inestabilidad de la educación ocasionada por sus tendencias estabilizadoras y por su necesidad de incorporar y provocar cambios, unido al hecho del importantísimo papel que juega en los cambios sociales y personales, han hecho que cada vez se vayan depositando en los estudiantes nuevas competencias y responsabilidades. Sin embargo, este hecho ignora, que escolarización y educación son procesos de naturaleza diferente, además de que adolece de un optimismo exagerado en las posibilidades de las instituciones escolares y/o educativas. De este modo, se oculta y exculpa la incapacidad o ausencia de voluntad de los gestores políticos y sociales para hacer frente a los factores y causas sistémicas que están en la base de los grandes desequilibrios e injusticias sociales del planeta. Pensar por tanto que únicamente mediante educación formal o informal seremos capaces de resolver todos los problemas sociales de nuestro siglo, no deja de ser una ingenuidad e incluso una irresponsabilidad. No obstante, creer que estos problemas pueden afrontarse sin educación es un error fatal. Como dijo alguien: “La teología no va a cambiar el mundo, pero sin teología no cambiará”. La educación teológica por tanto, es condición necesaria e indispensable para el cambio social, pero en ningún caso resulta suficiente y mucho menos cuando ésta se reduce a determinados espacios de tiempo que los individuos utilizan para obtener titulaciones. Atribuir entonces a los sistemas y procesos educativos la culpabilidad de todos los males sociales, sería una manera de ocultar la falta de voluntad política o de capacidad gestora para hacer frente a los mismos. Sería en suma ignorar el componente educativo y pedagógico de toda praxis social o política y el componente social y político de toda práctica educativa o pedagógica.
Más allá de las tensiones entre conservación e innovación, tensiones que forman parte de la naturaleza intrínseca de los procesos educativos, cuya dinámica oscila permanentemente entre lo nuevo y lo viejo y entre las ideas previas y los nuevos conceptos, lo que aquí intentamos mostrar, es que la educación teológica está en crisis porque sus estructuras, sus funciones, sus procesos y sus productos no tienen la capacidad de responder a la realidad cultural y social del siglo XXI, no son capaces de afrontar las contradicciones y problemas surgidos con la crisis de la modernidad. Pero hay más. Ni incluso las competencias que la vieja sociedad industrial exigía de los sistemas educativos han podido materializarse, de tal modo que en la segunda década del siglo XXI, tenemos aun 69 millones de niños y 774 millones de adultos sin acceso a la educación y otro tanto analfabetismo funcional, como demuestran los informes internacionales de evaluación. Y todo ello unido a la permanencia de unos seminarios e edificios que permanecen en su mayor parte anclados en el arcaico, académico y libresco tradicionalismo pedagógico de las sociedades agrarias, aunque al mismo tiempo se pretenda disfrazar la modernización con novedosos recursos tecnológicos.
Nuestro seminarios e instituciones teológicas, nuestras concepciones de la educación miran excesivamente al pasado, añoran un sistema educativo que tenía su utilidad de cara a la formación del ser humano moderno e industrial.
Un sistema que en la actualidad se muestra simplemente incapacitado para hacer frente a la crisis y a la sociedad del futuro. Hoy, cuando asistimos al desmantelamiento del “Estado del Bienestar” y de la “Escuela Pública” y al florecimiento de todo “lo privado” incluyendo las instituciones educativas, hoy cuando vemos como desde diversas instancias se reivindican instituciones educativas fuertemente competitivas y selectivas orientadas al darwinismo social de la excelencia, comprobamos cómo todo el sistema en su conjunto y específicamente la vida y las prácticas educativas cotidianas de nuestras aulas, no responden a las necesidades de una sociedad de cambios acelerados y en la que aparecen cada vez nuevos problemas y contradicciones.
Asistimos a una especie de nostalgia por aquellos sistemas en los que había que atiborrarse de conocimientos inútiles suministrados por la figura de un profesor autoritario al que había que obedecer sin rechistar y en los que necesariamente había que pasar exámenes mensuales, trimestrales, finales, etc, que únicamente superaban una minoría de estudiantes obedientes, atemorizados y de las clases medias urbanas. Sin saber qué hacer con las nuevas posibilidades de autonomía y flexibilidad que brindan muchas de las leyes y normas educativas, se siguen añorando aquellos diseños centralizados y homogéneos para los que se contaba con un rol docente claro, preciso y dotado de poder. Si en la década de los sesenta las acreditaciones académicas contribuían de forma importante a la promoción social para la minoría que estudiaba, hoy asistimos en las sociedades supuestamente desarrolladas, a un panorama desolador, mayoritariamente caracterizado por la masificación de un alumnado desmotivado y obligado a soportar la carga de una escolarización no deseada, en el que las titulaciones ya no tienen el peso específico de promoción social que antaño ofrecían.
A todo esto, hay que añadir también, la delicada y especial situación de un profesorado angustiado, desmotivado, subordinado a exigencias burocráticas y de todo tipo. Un profesorado, que al perder su prestigio social, ve al mismo tiempo como se le castiga recortando sus salarios y empeorando sus condiciones laborales, al mismo tiempo que le multiplican sus competencias profesionales y todo ante unas administraciones educativas que hacen muy poco o nada por evitarlo. Pero además, tenemos que sumar a unas familias en gran parte desestructuradas o en su defecto, desorientadas para hacer frente a las necesidades educativas de sus hijos. Un panorama que se presenta con una especial gravedad, cuando lo inscribimos en una gigantesca crisis de civilización que pone en peligro el planeta entero. No podemos olvidar que nuestros sistemas educativos surgieron precisamente con el industrialismo y bajo su modelo y concepciones organizativas.
La idea de concentrar grandes masas de alumnos en un edificio para ser trabajadas por unos operarios denominados profesores y bajo una dirección centralizada y profundamente burocrática, es sin duda una concepción netamente industrial. Se trataba de conseguir unos productos o titulaciones intercambiables en el mercado, para cuya obtención era necesario superar una serie de controles especializados y disciplinarios. Dicho con otras palabras: la escuela era la institución por antonomasia que se encargaba de producir y reproducir técnica e ideológicamente la fuerza de trabajo.
Todo estaba subordinado a las finalidades explícitas e implícitas del industrialismo ya fuese en su forma capitalista o socialista-soviética: espacios, edificios, horarios, reglamentos, normas disciplinarias, estandarización, eficacia, rendimiento, programas, metodologías, mitos, estereotipos, inculcación ideológica, titulaciones, ciclos, etapas, cursos y niveles. Las finalidades fundamentales consistían en la capacitación de los individuos para comprender e interiorizar conceptos, así como para manejar una reducida gama de procedimientos indispensables para la industria, al mismo tiempo que un breve y compacto núcleo de creencias. Unas creencias que básicamente consistían en:
1. Habilidades instrumentales básicas: lectura, escritura, cálculo, nociones matemáticas elementales, etc., habilidades que irán en aumento en función del nivel alcanzado en las etapas, niveles y grados que conformaban la estructura de cada sistema educativo. Una estructura, que fue y sigue siendo terriblemente selectiva y destinada a seleccionar a los más capaces, es decir, a los que mejor supieron adaptarse y obedecer a las exigencias del sistema.
2. Creencias sólidas acerca del progreso, la naturaleza, la sociedad y la necesidad de selección: pura ideología destinada a aceptar que el progreso es un concepto lineal, cuantitativo e inexorable y sobre todo asociado al dominio de una Naturaleza y a la concepción de una sociedad gobernadas por el principio de evolución, en la cual, la desigualdad o la pobreza son considerados fenómenos naturalmente inevitables.
3. Concepciones unilaterales acerca del tiempo, la materia, el espacio y la causalidad. El tiempo entendido linealmente, de forma sincrónica, sometido a un escrupuloso control, rígido, parcelario, uniforme, fragmentario, lo que traducido a términos de organización escolar significaba aceptar la imposibilidad de concebir una estructura horaria que no incluyese el axioma de una hora, un profesor, una materia y un aula. Un espacio acotado, cerrado, uniformado, rígido y fragmentado con muebles situados en lugares inamovibles: un aula ocupada por alumnos que permanecen inmóviles a lo largo de toda la jornada. Un alumno considerado esencialmente como un ser individual, como un átomo social que se define frente a los demás, puesto que la sociedad se concibe como naturalmente competitiva y selectiva.
4. Concepciones acerca del cambio y la causalidad puramente mecanicistas, de modo que la explicación de los hechos naturales, sociales o escolares se realiza generalmente basándose en causas externas fácilmente identificables y medibles, de control sencillo y manejable. Si el alumno es evaluado negativamente, las causas serán siempre externas a los procesos de enseñanza-aprendizaje, la culpa será siempre del alumno como individuo, de su familia, del ambiente social, de las leyes o del gobierno de turno, pero en ningún caso de los procesos de interacción de profesor-alumno, del ambiente escolar o del aula, de los recursos materiales, de los procedimientos de tratamiento del currículum utilizados o de la idoneidad del programa, o de la habilidades y capacitación del profesor.
Sin embargo, la sociedad industrial no solamente necesita de las instituciones educativas que le proporcionen individuos formados con un repertorio de habilidades, creencias y conceptos, sino sobre todo un cuerpo de principios. La sociedad industrial exige también a los la instituciones educativas que los individuos sean instruidos en un conjunto de axiomas, que al estar situados más allá de la realidad, que al ser considerados como indiscutibles, garanticen el sustrato cognitivo-afectivo necesario para hacer funcionar el sistema social en su conjunto y regular así el comportamiento de los individuos y los posibles conflictos y disfunciones.
Mientras que las creencias se presentan con más base afectiva que racional y por tanto pueden estar sujetas a variabilidad, a discusión e incluso a crítica, los principios se nos aparecen como grandes síntesis axiomáticas, como dogmas, producto de juicios racionales e incluso de descubrimientos científicos y en consecuencia son más difíciles de cuestionar hasta que no aparecen nuevos hechos que aportan razones para su discusión.
Dos alternativas que han nacido en el ámbito de los sectores protestantes en el sur de América Latina, para responder a esta crisis, son el Centro de Estudios Teológicos Interdisciplinarios (CETI) y el Servicio de Estudios de la Realidad (SER).  Estos dos programas de estudios caminan con los estudiantes por un tiempo ayudando a encontrar respuestas a los desafíos que la sociedad de hoy plantea al ser humano.  Los temas del medio ambiente, el trabajo, la educación, la ciencia, la filosofía, la sociología, el tiempo, las familias, las iglesias, el diálogo interreligioso, la política, la economía, la literatura y el arte el general son parte de la malla curricular que el alumno puede seguir.  Estos programas se adaptan a los tiempos de los estudiantes y la interacción intercultural que se produce hace que el espacio sea de una riqueza que no se encuentra en una institución tradicional. Otra aportación es la libertad que el alumno tiene para emitir sus apreciaciones en las cuales nadie está obligado a aceptar sus planteamientos. La experiencia ha demostrado que el estudiar por un tiempo limitado con otros estudiantes de diferentes países hace al alumno más tolerante, más creativo, menos discriminador, y más incluyente. Al final cada grupo de estudio se transforma en una comunidad de amigos donde juntos buscan respuestas a las preguntas de hoy y pautas para vivir con una cosmovisión cristiana renovada. El universo de cada uno se expande y esto se traduce en una caminata académica y espiritual. El alumno toma conciencia de que el futuro se construye en comunidad y ayudado de las ciencias, las artes y en general de la cultura creada por el ser humano.

lunes, 13 de enero de 2014

Oración de la Gestalt

Yo soy Yo
Tú eres Tú.
Yo no estoy en este mundo para cumplir tus expectativas
Tú no estás en este mundo para cumplir las mías.
Tú eres Tú
Yo soy Yo.

Si en algún momento o en algún punto nos encontramos
Será maravilloso
Si no, no puede remediarse.
Falto de amor a Mí mismo
Cuando en el intento de complacerte me traiciono.
Falto de amor a Ti
Cuando intento que seas como yo quiero
En vez de aceptarte como realmente eres.
Tú eres Tú y Yo soy Yo.

Fritz Perls

La terapia Gestalt, fue desarrollada después de la Segunda Guerra Mundial por Fritz Perls y su esposa Laura Posner, se basa en el aquí y ahora, en sentir el momento presente. Vivir y sentir la realidad de hoy. El paciente ha de darse cuenta de lo que le sucede, ser consciente para cambiar una conducta. Esta terapia trata de aceptar lo que uno es, ser responsable de nuestros propios actos y rechazar los deberías que nos han o hemos impuesto.

Se preocupa más del “como me siento” en este momento, en esta situación que del por qué me siento así. En la terapia Gestalt es muy importante el uso de la primera persona a la hora de expresar ya que uno de los puntos más fuertes de esta terapia es la de hacer que la persona se haga responsable de sus propios pensamientos, sentimientos y acciones, por ejemplo no es lo mismo decir “los padres son algo estrictos” que decir “como padre soy algo” estricto por qué de esta manera asume la responsabilidad del hecho que expresa.

Pongamosla en practica,feliz semana....

viernes, 10 de enero de 2014

Las 20 caracteristicas que deben tener las
Nuevas Comunidades Alternativas

1.- Ser comunidades terapéuticas. Es decir sanadoras.
2.- Tener una estructura mínima que sea dinámica y flexible.
3.- En estos grupos no existen las verdades absolutas.
4.- Son grupos para personas libres.
5.- No deberían tener un nombre.
6.- Lo importante son las relaciones y ahí debe haber un compromiso.
7.- Ver la fe como una experiencia, no como un dogma.
8.- Se debe conversar acerca de la vida en relaciòn a la fe cristiana.
9.- Las decisiones se deben tomar en forma transversal, en lo posible por consenso.
10.- Pueden reunirse en cualquier dia de la semana.
11.- Pueden reunirse en cualquier lugar.
12.- Centrarse en el Evangelio de Jesús.
13.- No debe existir separación entre laicos y clérigos.
12.- No debe existir dualismo de lo sagrado y lo secular.
13.- Se entiende al grupo como una comunidad de vida no como un culto.
14.- Escuchar con apertura e incluir a los que vienen de afuera, incluso a los no creyentes. Ser Inclusivos.
15.- Servir a las necesidades sin motivaciones secundarias.
16.- Se valora la creatividad. Todos pueden aportar.
17.- Se valora la diversidad y no se discrimina a nadie.
18.- Se relacionan en redes sin jerarquías.
19.- Se integran las práctica antigua y modernas de la rica historia cristiana.
20.- Incorporan las nuevas tecnologías en la comunicación.

miércoles, 8 de enero de 2014


¿Por qué en medio del dolor los negros cantan, ríen y bailan?

Leonardo Boff


  Miles de personas en toda Sudáfrica mezclaron el llanto con la danza, la fiesta con los lamentos por la muerte de Nelson Mandela. Es la forma como realizan culturalmente el rito de paso de la vida de este lado a la vida del otro lado, donde están los ancianos, los sabios y los guardianes del pueblo, de sus ritos y de sus normas éticas. Allí está ahora Mandela de forma invisible pero plenamente presente, acompañando al pueblo que él tanto ayudó a liberar.
Momentos como éstos nos hacen acordarnos de nuestra más alta ancestralidad humana. Todos tenemos nuestras raíces en África, aunque la gran mayoría no lo sepa o no le dé importancia. Pero es decisivo que volvamos a apropiarnos de nuestros orígenes, que, de un modo u otro, están inscritos en nuestro código genético y espiritual.
Voy a referirme aquí a aspectos de un texto que escribí hace tiempo con el título: “Todos somos africanos”, actualizado teniendo en cuenta la situación mundial, que ha cambiado.
De entrada, es importante denunciar la tragedia africana: es el continente más olvidado y vandalizado por las políticas mundiales. Solamente cuentan sus tierras. Las compran grandes consorcios mundiales y China para organizar inmensas plantaciones de granos con el fin de asegurar la alimentación, no de África, sino de sus países, o para negociarlos en el mercado especulativo. Las famosas “land grabbing”, juntas tienen la extensión de Francia entera. Hoy África es una especie de espejo retrovisor de cómo nosotros los humanos pudimos en el pasado, y todavía hoy podemos, ser inhumanos y terribles. La actual neocolonización es más perversa que la de siglos pasados.
Sin olvidar esta tragedia, concentrémonos en la herencia africana que se esconde en nosotros. Hoy en día hay consenso entre los paleontólogos y antropólogos acerca de que la aventura de la hominización se inició en África hace unos siete millones de años. Y luego se aceleró pasando por el homo habilis, erectus, neanderthal... hasta llegar al homo sapiens hace unos noventa mil años. Después de estar 4,4 millones de años en suelo africano, se trasladó a Asia, hace sesenta mil años; a Europa, hace cuarenta mil años; y a las Américas hace treinta mil años. Es decir, gran parte de la vida humana ha sido vivida en África, hoy olvidada y despreciada.
África no es solamente el lugar geográfico de nuestros orígenes. Es el arquetipo primitivo, el conjunto de marcas impresas en el alma del ser humano. Fue en África donde el ser humano elaboró sus primeras sensaciones, donde se articularon sus crecientes conexiones neuronales (cerebralización), brillaron los primeros pensamientos, irrumpió la creatividad y emergió la complejidad social que permitió el surgimiento del lenguaje y de la cultura. El espíritu de África está presente en todos nosotros.
Veo tres ejes principales del espíritu de África que pueden ayudarnos a superar la crisis sistémica global que nos asola.
El primero es la Madre Tierra, la Mamá África. Al extenderse por los vastos espacios africanos, nuestros antepasados entraron en profunda comunión con la Tierra, sintiendo la conexión que todas las cosas guardan entre sí: las aguas, las montañas, los animales, los bosques y selvas, y las energías cósmicas. Necesitamos volver a apropiarnos de este espíritu de la Tierra para salvar a Gaia, nuestra Madre y única Casa Común.
El segundo eje es la matriz relacional (relational matrix, al decir de los antropólogos). Los africanos usan la palabra ubuntu que significa: “yo soy lo que soy porque pertenezco a la comunidad” o “yo soy lo que soy a través de ti y tú eres tú a través de mí”. Todos necesitamos unos de otros; somos interdependientes. Lo que la física cuántica y la nueva cosmología enseñan acerca de la interdependencia de todos con todos es una evidencia para el espíritu africano.
A esa comunidad pertenecen también los muertos como Mandela. Ellos no «van» al cielo, pues el cielo no es un lugar geográfico, sino un modo de ser de este mundo nuestro. Ellos se quedan en medio del pueblo como consejeros y guardianes de las tradiciones sagradas.
El tercer eje son los ritos y las celebraciones. Nos admira que se dedique un día entero a rezar por Mandela con misas y oraciones. Los africanos sienten a Dios en la piel, los occidentales en la cabeza. Por eso, bailan y mueven todo el cuerpo, mientras que nosotros permanecemos fríos y rígidos como un palo de escoba.
Las experiencias importantes de la vida personal, social y estacional se celebran con ritos, danzas, músicas y presentaciones de máscaras. Éstas representan energías que pueden ser benéficas o maléficas. Es en los rituales donde las fuerzas negativas y positivas se equilibran y se festeja la primacía del sentido sobre el absurdo. Si reincorporamos el espíritu de África, la crisis no tendrá que ser una tragedia.
Sabemos que a través de las fiestas y los ritos la sociedad rehace sus relaciones y se refuerza la cohesión social. Además no todo es trabajo y lucha. Está también la celebración de la vida, el rescate de las memorias colectivas y el recuerdo de las victorias sobre las amenazas vividas.
Me complace presentar el testimonio personal de uno de nuestros más brillantes periodistas, Washington Novaes: «Hace algunos años, en Sudáfrica, me impresionó ver que bastaba que se reuniesen tres o cuatro negros para empezar a cantar y a bailar con una amplia sonrisa. Un día, le comenté a un joven taxista: “Su pueblo sufrió y todavía sufre mucho. Pero basta que se reúnan unas pocas personas y ustedes ya están bailando, cantando y riendo. ¿De dónde viene tanta fuerza?” Y él me contestó: “Con el sufrimiento, aprendemos que nuestra alegría no puede depender de nada fuera de nosotros. Tiene que ser sólo nuestra, estar dentro de nosotros”».
Nuestra población afrodescendiente nos da esa misma muestra de alegría, que ningún capitalismo ni consumismo puede ofrecer.

viernes, 3 de enero de 2014

Expertos crean el primer mapa de las emociones en el cuerpo

Estudio determinó qué zonas del cuerpo se activan según los sentimientos, comprobando que en todas las culturas se da igual.
por P. Sepúlveda/M. Jara
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Decir que se arde de rabia, se sienten mariposas en el estómago al estar enamorado o que se experimenta dolor en el pecho ante una tristeza son más que simples metáforas para describir estados emocionales.
Las emociones controlan no sólo la salud mental, sino también el estado físico del cuerpo. Así lo indica un estudio realizado en Finlandia que establece que todas las emociones tienen una respuesta somática, la que se da en todas las personas de la misma manera, sin importar su cultura.
La investigación tomó a 700 voluntarios de Finlandia, Suecia y Taiwán, quienes fueron enfrentados a 14 emociones, como ira, miedo, asco, felicidad, tristeza o sorpresa. Los voluntarios debían colorear las zonas del cuerpo en las que reportaban sentir cada emoción. Debían usar el rojo para las zonas de mayor sensación y el azul para las de menor actividad. Así, juntando las láminas de todos los participantes, lograron establecer este primer mapa de las emociones en el cuerpo humano.
La mayoría de los participantes (73%) coincidieron en las zonas coloreadas creando mapas de sensaciones corporales. A su vez, los representantes de los distintos países describieron sensaciones similares.
Los resultados muestran que las emociones que más respuesta producen en el cuerpo son las positivas, como el amor y alegría. Estas muestran mapas sensoriales más extensos con mayor tonalidades rojas.
Riitta Hari, experta de la U. de Aalto, que participó en el estudio, explica a La Tercera que es conocido que las emociones están asociadas a diferentes tipos de sensaciones físicas, pero hasta ahora no existía un patrón bien definido para distinguir cada emoción. “Gracias al estudio pudimos ver claramente la topografía del cuerpo según cada emoción”, aclara.
Cuerpo y mente unidos
Pedro Maldonado, científico del Instituto Milenio de Neurociencia Biomédica, indica que la emoción como conducta se relaciona con actividad en el cerebro, pero este órgano no está aislado. “Cuerpo y mente son parte de un mismo organismo, el cerebro conversa permanentemente con el cuerpo”, sostiene.
Y todas esas manifestaciones físicas, dice Maldonado, son los mecanismos biológicos que permiten prepararse para responder al entorno, ya sea para defendernos o para disfrutar de la situación. “Es la señal de que hay que hacer algo. El miedo, por ejemplo, prepara para un posible peligro cambiando el latido cardíaco. Existe una permanente conversación entre el cerebro y el resto del cuerpo”, dice.
Los resultados de esta investigación, indica Hari, permitirán tratar a pacientes que sufren de desórdenes emocionales y así diferenciar el tratamiento según la sensación que experimenten. Ayudan, además, dice Maldonado, a entender mejor las emociones y cómo lidiar con alteraciones mentales y emocionales.