lunes, 30 de diciembre de 2013


El ejemplo uruguayo


   EL PAIS
Ha hecho bien The Economist en declarar a Uruguay el país del año y en calificar de admirables las dos reformas liberales más radicales tomadas en 2013 por el Gobierno del presidente José Mujica: el matrimonio gay y la legalización y regulación de la producción, la venta y el consumo de la marihuana.
Es extraordinario que ambas medidas, inspiradas en la cultura de la libertad, hayan sido adoptadas por el Gobierno de un movimiento que en su origen no creía en la democracia sino en la revolución marxista leninista y el modelo cubano de autoritarismo vertical y de partido único. Desde que subió al poder, el presidente José Mujica, que en su juventud fue guerrillero tupamaro, asaltó bancos y pasó muchos años en la cárcel, donde fue torturado durante la dictadura militar, ha respetado escrupulosamente las instituciones democráticas —la libertad de prensa, la independencia de poderes, la coexistencia de partidos políticos y las elecciones libres— así como la economía de mercado, la propiedad privada y alentado la inversión extranjera. Esta política del anciano y simpático estadista que habla con una sinceridad insólita en un gobernante, aunque ello le signifique meter la pata de cuando en cuando, vive muy modestamente en su pequeña chacra de las afueras de Montevideo y viaja siempre en segunda clase en sus viajes oficiales, ha dado a Uruguay una imagen de país estable, moderno, libre y seguro, lo que le ha permitido crecer económicamente y avanzar en la justicia social al mismo tiempo que extendía los beneficios de la libertad en todos los campos, venciendo las presiones de una minoría recalcitrante de la alianza.
Hay que recordar que Uruguay, a diferencia de la mayor parte de los países latinoamericanos, tiene una antigua y sólida tradición democrática, al extremo de que, cuando yo era niño, se llamaba al país oriental “la Suiza de América” por la fuerza de su sociedad civil, el arraigo de la legalidad y unas Fuerzas Armadas respetuosas de los gobiernos constitucionales. Además, sobre todo después de las reformas del batllismo, que reforzaron el laicismo y desarrollaron una poderosa clase media, la sociedad uruguaya tenía una educación de primer nivel, una muy rica vida cultural y un civismo equilibrado y armonioso que era la envidia de todo el continente.
Yo recuerdo la impresión que significó para mí conocer Uruguay hacia mediados de los años sesenta. No parecía uno de los nuestros ese país donde las diferencias económicas y sociales eran mucho menos descarnadas y extremas que en el resto de América Latina y en el que la calidad de la prensa escrita y radial, sus teatros, sus librerías, el alto nivel del debate político, su vida universitaria, sus artistas y escritores —sobre todo, el puñado de críticos y la influencia que ejercían en los gustos del gran público— y la irrestricta libertad que se respiraba por doquier lo acercaban mucho más a los más avanzados países europeos que a sus vecinos. Allí descubrí el semanario Marcha, una de las mejores revistas que he conocido, y que se convirtió para mí desde entonces en una lectura obligatoria para estar al tanto de lo que ocurría en toda América Latina.
Sin embargo, ya en aquel tiempo había comenzado a deteriorarse esa sociedad que daba al forastero la impresión de estar alejándose cada vez más del tercer mundo y acercándose cada vez más al primero. Porque, pese a todo lo bueno que allí ocurría, muchos jóvenes, y algunos no tan jóvenes, sucumbían a la fascinación de la utopía revolucionaria e iniciaban, según el modelo cubano, las acciones violentas que destruirían aquella “democracia burguesa” para reemplazarla no por el paraíso socialista sino por una dictadura militar de derecha que llenó las cárceles de presos políticos, practicó la tortura y obligó a exiliarse a muchos miles de uruguayos. El drenaje de talento y de sus mejores profesionales, artistas e intelectuales que padeció el Uruguay en aquellos años fue proporcionalmente uno de los más críticos que haya vivido en la historia un país latinoamericano. Sin embargo, la tradición democrática y la cultura de la legalidad y la libertad no se eclipsaron del todo en aquellos años de terror y, al caer la dictadura y restablecerse la vida democrática, florecerían de nuevo con más vigor y, se diría, con una experiencia acumulada que sin duda ha educado tanto a la derecha como a la izquierda, vacunándolas contra las ilusiones violentistas del pasado.
De otro modo no hubiera sido posible que la izquierda radical, que con el Frente Amplio y los tupamaros llegara al poder, diera muestras, desde el primer momento, de un pragmatismo y espíritu realista que ha permitido la convivencia en la diversidad y profundizado la democracia uruguaya en lugar de pervertirla. Ese perfil democrático y liberal explica la valentía con que el Gobierno del presidente José Mujica ha autorizado el matrimonio entre parejas del mismo sexo y convertido a Uruguay en el primer país del mundo en cambiar radicalmente su política frente al problema de la droga, crucial en todas partes, pero de una agudeza especial en América Latina. Ambas son reformas muy profundas y de largo alcance que, en palabras de The Economist, “pueden beneficiar al mundo entero”.
El matrimonio entre personas del mismo sexo, ya autorizado en varios países del mundo, tiende a combatir un prejuicio estúpido y a reparar una injusticia por la que millones de personas han padecido (y siguen padeciendo en la actualidad) arbitrariedades y discriminación sistemática, desde la hoguera inquisitorial hasta la cárcel, el acoso, marginación social y atropellos de todo orden. Inspirada en la absurda creencia de que hay solo una identidad sexual “normal” —la heterosexual— y que quien se aparta de ella es un enfermo o un delincuente, homosexuales y lesbianas se enfrentan todavía a prohibiciones, abusos e intolerancias que les impiden tener una vida libre y abierta, aunque, felizmente, en este campo, por lo menos en Occidente, se han ido desmoronando los prejuicios y tabúes homofóbicos y reemplazándolos la convicción racional de que la opción sexual debe ser tan libre y diversa como la religiosa o la política, y que las parejas homosexuales son tan “normales” como las heterosexuales. (En un acto de pura barbarie, el Parlamento de Uganda acaba de aprobar una ley estableciendo la cadena perpetua para todos los homosexuales).
Respecto a las drogas prevalece todavía en el mundo la idea de que la represión es la mejor manera de enfrentar el problema, pese a que la experiencia ha demostrado hasta el cansancio que no obstante la enormidad de recursos y esfuerzos que se han invertido en reprimirlas, su fabricación y consumo siguen aumentando por doquier, engordando a las mafias y la criminalidad asociada al narcotráfico. Este es en nuestros días el principal factor de la corrupción que amenaza a las nuevas y a las antiguas democracias y va cubriendo las ciudades de América Latina de pistoleros y cadáveres.
¿Será exitoso el audaz experimento uruguayo de legalizar la producción y el consumo de la marihuana? Lo sería mucho más, sin ninguna duda, si la medida no quedara confinada en un solo país (y no fuera tan estatista) sino comprendiera un acuerdo internacional del que participaran tanto los países productores como consumidores. Pero, aun así, la medida va a golpear a los traficantes y por lo tanto a la delincuencia derivada del consumo ilegal y demostrará a la larga que la legalización no aumenta notoriamente el consumo sino en un primer momento, aunque luego, desaparecido el tabú que suele prestigiar a la droga ante los jóvenes, tienda a reducirlo. Lo importante es que la legalización vaya acompañada de campañas educativas —como las que combaten el tabaco o explican los efectos dañinos del alcohol— y de rehabilitación, de modo que quienes fuman marihuana lo hagan con perfecta conciencia de lo que hacen, al igual que ocurre hoy día con quienes fuman tabaco o beben alcohol.
La libertad tiene sus riesgos y quienes creen en ella deben estar dispuestos a correrlos en todos los dominios, no sólo en el cultural, el religioso y el político. Así lo ha entendido el Gobierno uruguayo y hay que aplaudirlo por ello. Ojalá otros aprendan la lección y sigan su ejemplo.

viernes, 13 de diciembre de 2013

La Navidad que necesitamos

 Víctor Rey


Hoy la navidad sufre una gran distorsión en su real sentido. Cuando pensamos en la navidad inmediatamente vienen a nuestra mente Santa Claus, Papa Noel o el Viejito Pascuero, los regalos y toda la fiebre consumista que gira en torno a esta festividad. Todo esto nos produce una alta carga de estrés y también de angustia. Es necesario encontrar su verdadero sentido y compartirlo con tantas personas que en esta fecha se encontrarán solas y deprimidas. Por otro lado hay que vivirlo con los más empobrecidos, los más vulnerables y los que se encuentran sin esperanza.
Seguimos viendo que la realidad en nuestras ciudades va empeorando, las expectativas y la realidad de nuestro pueblo siguen estando marcadas por los signos de la anti-vida. Las profundas desigualdades sociales, las contradicciones socioeconómicas y la desesperanza están marcando el paso en la vida cotidiana.
La experiencia de los pastores en la fría noche de navidad vuelve a convertirse en una realidad. Nuestro mensaje y nuestra acción deben estar cargados de mucha esperanza. Las personas desean escuchar buenas noticias; noticias que construyan, estimulen e impulsen la vida plena.  Queremos escuchar unas buenas noticias que sean de gozo para todo el pueblo.
Esta buena noticia no es sólo un sistema de ideas que se contrapone a otros sistemas de hoy vigentes en el mundo. No se trata de una ideología más en el supermercado intelectual del momento. Es un poder, una forma de vivir y plantarse frente al mundo; es una comunidad que trasciende barreras. Para recuperar el sentido vigoroso de un estilo de vida cristiano hay que sacar el Evangelio de manos de los vendedores profesionales que lo han convertido en un  inocuo producto comercial que se ofrece al mejor postor, también de los religiosos de turno que han sacado del centro de la Navidad a Jesús. Dondequiera que sea que un ser humano invoque el nombre de Cristo, se atreve a vivir por él; se esfuerza por practicar sus demandas de amor, justicia, servicio y arrepentimiento; alza sus ojos con esperanza y vence el temor; allí es donde está avanzando el Evangelio.
La Navidad nos recuerda y nos hace reflexionar sobre el mensaje de Jesús y el estilo de vida que vino a inaugurar.  Este hecho nos pone en guardia contra los apetitos económicos erigidos como deidad.  Con él aprendemos a sospechar también: “Dónde ustedes tengan sus riquezas, allí también estará su corazón”, “No se puede servir a Dios y al dinero”.
Vivir el Evangelio y el espíritu de la Navidad es primero vivir la libertad de la idolatría materialista de los apetitos económicos. Es hacer de Jesús el Señor y entrar a un género de vida que ve lo económico como un espacio en el cual se pone en práctica la obediencia a Dios, el dador de todo lo que el ser humano posee.  Cuando nos damos cuenta de que nuestros propios apetitos invaden nuestros pensamientos y palabras, relativizando lo justo y auténtico de nuestros proyectos más amados, descubrimos también que Jesús puede renovar nuestras vidas y purificarlas para que den fruto. El hombre nuevo, con su hambre de sed y de justicia, ya empieza a manifestar su disposición a cambiarnos nosotros mismos para que el mundo cambie.
Rescatar el verdadero sentido de la Navidad es vivir el Evangelio, sin caer en la trampa del mercado. El problema con la ideología del libre mercado es que nos hace aceptar su utopía como un axioma que no necesita demostración, es decir, la afirmación de que el único camino aceptable para nuestro mundo de hoy es el de la Economía de Libre Mercado. Nuestra vida y nuestra acción no sirven para nada si están al servicio de esa ideología. Con ese mismo criterio se juzga la historia de la Iglesia, la historia del mundo y aun a Jesús mismo.
No debemos caer en la trampa, ni aceptar la utopía, la idolatría del mercado, como si fuera un axioma; ni tampoco aceptar como “científico” un análisis, que por un lado se alimenta de la opresión de los más pobres y por otro reduce al hombre y a la mujer a seres que solo sirven para consumir. Por lo tanto, debemos proclamar en primer lugar que la norma que juzga la vida y la acción de los hombres y las mujeres no es el éxito, ni la cantidad de cosas que se posean, sino el designio del Dios revelado en Jesús. Descubrimos también que para tener valor y eficacia las acciones humanas no necesitan ser exitosas. La vida es mucho más que la economía. La fidelidad a Dios se da dentro de una variedad inmensa de marcos de servicio.
Una buena noticia para el mundo de hoy, que trae la presencia de Jesús en esta Navidad, es que se acaba el temor. En la actualidad vivimos bajo el signo del miedo, y ésta parece ser la característica más notoria de esta época. La mentalidad de los hombres y de las mujeres del siglo I estaba también plagada de temores: a las potencias espirituales de los aires, a los principados y potestades, a los espíritus elementales. En medio de ellos el Evangelio era el anuncio de la victoria cósmica de Dios, que ponía en evidencia la debilidad de estas fuerzas que les aterrorizaban.
Hoy en día los temores tienen otros nombres, pero son muy parecidos en sus efectos sobre el corazón humano. Los medios de comunicación modernos han  desarrollando una jerga que conjura el temor y la sensación de un fatalismo frente al cual el hombre y la mujer parecen impotentes.  Hoy se tiembla ante las fuerzas oscuras que dominan el mercado de valores, ante los sistemas políticos-militares, ante las mafias de todo signo que parecen obrar con impunidad y crecer como pulpos infernales.
El Evangelio que Jesús nos ha traído y que recordamos en Navidad sigue siendo el Evangelio de la victoria de Dios sobre todo aquello que se opone a su designio, que es el amor, la justicia, la paz y la vida abundante para los hombres y las mujeres. Es cierto que esa victoria pasó por el sufrimiento de la cruz, por la agonía, la soledad y lo que a todas luces parecía el fracaso y la impotencia del justo contra la maldad del mundo.
La buena noticia del Evangelio es negarse a permitir que los temores que sobrecogen a la humanidad nos atemoricen también a nosotros.  Es poner la mira en Dios, alzar la vista y vivir en obediencia a su ejemplo, con gozo y confianza en la victoria final, cualquiera que sea el curso de la peripecia del hoy. Jesús, y Pablo, y Pedro nos enseñaron que esta manera de vivir el Evangelio no es la arrogancia insultante frente al verdugo, ni la búsqueda casi masoquista del sufrimiento. En nuestro tiempo implica la desmitologización de todas las idolatrías modernas y de los poderes terrenos, en el entendimiento de estas fuerzas dentro de su limitada dimensión humana, o quizás aun en su exageración demoníaca. Pero esto implica también el propósito de seguir haciendo aquello que entendemos que es el bien, aunque acarree la persecución o la amenaza.
Por esto, la buena noticia de la Navidad y lo que le da sentido, es que nada nos puede separar del amor de Dios, y ese amor ha triunfado para siempre.

jueves, 12 de diciembre de 2013

El tercer héroe discreto


  
Por: Sergio Ramírez


El Vargas Llosa de sus brillantes inicios resucita siempre en el último de sus libros, como ocurre con El héroe discreto ; todas sus marcas de fábrica están patentes en la trama y en el lenguaje coloquial, y algunos de sus personajes regresan para ocupar lugares que ellos mismos reclaman en el relato. Le he oído decir, en Panamá, y en Guadalajara más recientemente, en las presentaciones de El héroe discreto , que esos personajes recurrentes, tal es el caso del sargento Lituma y los inconquistables, o el don Rigoberto, doña Lucrecia y Fonchito, se presentan delante de él cuando va a emprender una nueva escritura, para dejarse ver, como diciéndole al novelista: aquí estamos, míranos bien, no nos has aprovechado lo suficiente.

De modo que El héroe discreto es una novela hija de la maestría, y eso no quiere decir que no sea una novela juvenil, porque también La ciudad y los perros , la primera que escribió, es una novela maestra. Frescura juvenil y madurez reflexiva llegan a ser una fórmula clave en la escritura. Pero El héroe discreto es también lo que podría llamarse una novela moral, y no moralizadora, por supuesto. Una novela ejemplar, porque lo que busca mostrar son ejemplos de conducta.

Entre la confusión ética de los tiempos modernos, el novelista acude a unos casos extraídos del mundo cotidiano, para probar que el heroísmo no es solamente fruto de las grandes batallas o de los momentos estelares de la historia, sino que puede surgir de una decisión personal de conciencia, y casi anónima: la resistencia frente al chantaje, o las convenciones sociales, ambos actos de valentía. Es lo que ocurre con los protagonistas de la novela, Felícito Yanaqué, un modesto transportista de la ciudad de Piura, y don Ismael Carrera, un empresario de seguros de Lima. El primero resiste la extorsión, floreciente negocio contemporáneo, en todas las escalas; y el segundo, miembro de la élite social limeña, decide casarse con su empleada doméstica.

Pero hay otro personaje en la novela que ha llamado mi atención, extraño en su catadura, y es Edilberto Torres. A cualquier hora y en cualquier circunstancia comienza a presentarse en distintos sitios de Lima, a manera de una aparición, delante de Fonchito, el hijo de don Rigoberto, antes enamorado de doña Lucrecia, su madrastra, en Elogio de la madrastra . Cuando llegamos a creer que se trata de una encarnación del diablo, lo vemos sentarse al lado de Fonchito en una iglesia, sin ninguna aprehensión, y entonces puede ser también un ángel guardián, y hasta un espíritu burlón. Y ha llamado mi atención, además, por su nombre.

Apenas cambiando una letra en su nombre de pila, se convierte en Edelberto Torres, quien de verdad existió, y era nicaragüense, igual que Norwin Sánchez de Conversación en la catedral . Se lo he comentado a Mario en un aparte del tráfago de la Feria del Libro de Guadalajara, y me dice que claro que sí, Edelberto Torres, el gran biógrafo de Rubén Darío, lo recuerda bien, pero que a la hora de ponerle nombre a su personaje de ninguna manera pensó en él. Lo tenías en las profundidades del subconsciente, le digo, de allí surgió a la superficie. Eso puede ser, me responde, el subconsciente es tan vasto y poderoso.

Y entonces le digo que don Edelberto, como lo llamábamos, viene a ser el tercer héroe discreto. Este hombre menudo y moreno, de andar nervioso y grandes suspiros cuando se acordaba de las calamidades de su patria bajo la dictadura de Somoza, eterno exiliado, fue despedido en los años cuarenta del siglo pasado del Ministerio de Educación por sus propuestas revolucionarias en cuanto a la enseñanza, que se fue a aplicar a Guatemala cuando triunfó la revolución democrática del doctor Juan José Arévalo, y siendo maestro no dejó nunca de ser conspirador contra Somoza.

Cuando triunfó en Costa Rica la otra revolución democrática de José Figueres en 1948, con el apoyo de la Legión del Caribe, que pretendía derrocar a las numerosas dictaduras de entonces, don Edelberto empezó a fungir como correo de aquella fraternidad caballeresca. Una vez viajaba entre Guatemala y San José en un vuelo sin escalas de la extinta Panamerican, cuando el avión bajó complacientemente en Managua solo para que sacaran por la fuerza a don Edelberto, que pasó encarcelado en las ergástulas de la dictadura más de un año.

Al ser por fin liberado, regresó a Guatemala donde interpuso una demanda judicial contra la Panamerican, que nadie pensaba que podría ganar, pero tras años de lucha, sin arredrarse, tal como don Felícito Yanaqué se enfrenta a la incógnita banda de la arañita, ganó el juicio, y la compañía le pagó una indemnización. El dinero se repartió entre los abogados y la causa revolucionaria de don Edelberto, porque siguió siendo pobre, y honesto. Había demostrado, como don Felícito, que no hay que dejarse pisotear.

La otra pasión de su vida, ya está claro que una era derrocar a la familia Somoza, fue Rubén Darío, y como Mario bien recuerda, escribió su más exhaustiva biografía, La dramática vida de Rubén Darío , una labor de muchos años en las que consumió sus ahorros, pues él mismo financiaba sus viajes de investigación a España, Argentina, Chile, en busca de consultar archivos y bibliotecas. Lo más notorio de esas páginas es que trata a Rubén como su propio hijo: se entristece con sus penurias, lo regaña por sus disipaciones alcohólicas, se hincha de orgullo cuando describe la ceremonia de su presentación de credenciales en la corte de Madrid delante del rey Alfonso XIII, entre “testas coronadas”.

Este es entonces el tercer héroe discreto que por la puerta del subconsciente entró, con una vocal de su nombre alterada, en el espléndido universo de la novela de Mario Vargas Llosa, para identificarse con quienes no aceptan dejarse nunca pisotear por nadie, como un mandato de honor, y tampoco reclaman ningún lugar prominente en la historia.

El autor es escritor. Masatepe, diciembre 2013.

martes, 10 de diciembre de 2013

Definiendo la Inteligencia Emocional

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¿QUÉ ES PARA TI LA INTELIGENCIA EMOCIONAL?
EVA BACH.
Pedagoga, maestra, formadora de formadores y escritora. Especialista en desarrollo emocional, comunicación y relaciones humanas. Diplomada en Pedagogía Sistémica.
Para mí, ser emocionalmente inteligente tiene que ver con atender a lo que se siente, con dejarlo fluir y vivirlo con naturalidad, con sencillez, con adecuación. También con ser capaces de aprovechar las emociones como fuente de autoconocimiento y motor de crecimiento personal. En un sentido amplio, la inteligencia emocional supone una especie de alquimia interior, consiste en elaborar lo traumático de tal manera que resulte transformador, de un modo parecido a lo que hace la ostra, que acaba construyendo una perla a partir de un incómodo y molesto granito de arena.
A mi modo de ver, madurar emocionalmente significa tener una buena disposición para aprender y desarrollar un amplio abanico de competencias personales, interpersonales y ético-sociales, que encierran niveles de complejidad diversos.
En un nivel elemental, hallaríamos una serie de competencias que casi podríamos denominar “clásicas” y que siguen, sin duda alguna, una gradación en cuanto su dificultad y amplitud. Reconocer e identificar lo que sentimos correspondería a un primer nivel. Hacernos cargo de ello, asumirlo como propio en lugar de atribuirlo a agentes externos, y ser capaces de expresarlo con adecuación, correspondería a un segundo nivel. Elaborarlo, integrarlo, trascenderlo, a un tercero. Sintonizar con las emociones y sentimientos de otros
y establecer relaciones saludables y gratas, supondrían un cuarto y quinto respectivamente… Podríamos seguir enumerando otras muchas competencias similares y complementarias.
En un nivel profundo, y siempre bajo mi punto de vista, ser emocionalmente inteligente es reconciliarnos internamente con las personas y los hechos significativos de nuestra vida, para estar plenamente presentes en el presente y plenamente disponibles para el futuro. Es ampliar nuestro abanico emocional, activando emociones inactivas, incluyendo emociones que desechamos o que evitamos, ya fuera para obtener amor o para protegernos del dolor. Es dejar de luchar contra lo imposible (el resentimiento y la amargura son formas de luchar contra lo imposible) y concentrar nuestra energía en aumentar nuestro universo de posibilidades y en saborear a fondo lo posible. Es, en última instancia, cultivar el asentimiento y la gratitud a lo que fue, tal como fue, y a lo que es, tal como es, como semilla de esperanza y de una mayor libertad emocional.
Todo ello revierte y trasluce en una armonía cuerpo-mente, una amplitud de miras, una placidez y una disponibilidad afectiva cada vez más amplias, más notorias y más consistentes.

JUAN CARLOS CAMPILLO.
Experto en Coaching.
Es un estilo de vida más evolucionado como consecuencia de un mejor manejo de las emociones, propias y ajenas, que permite vivir plenamente y con mayor bienestar a las personas que han desarrollado esta capacidad. Las ventajas son muchas empezando por un mayor autocontrol de las propias emociones que facilita a la persona ser mas dueña de sus actos y de su vida. También permite identificar las emociones de las personas con las que nos relacionamos, lo que implica establecer una comunicación mucho mas potente que repercute positivamente en la relación con las personas que nos rodean.

RAÚL ESPADA GARCÍA.
Profesor de Inteligencia Emocional y Meditación.
La Inteligencia Emocional es la comprensión desde la que surge la coherencia con la vida.
¿Cuándo surge?
En primer lugar, cuando nos darnos cuenta de la falsedad que hay en nosotros, en la sociedad y en las antiguas creencias sobre cómo es la vida.
¿Cómo nos damos cuenta?
Prestando una constante, profunda y sensible atención. Esta atención, no sólo estará dirigida hacia nuestro interior, sino también hacia el exterior. Será total.
La Inteligencia Emocional, es el efecto producido por esta constante atención, por esta sensibilidad total, ante cualquier aspecto de la relación, que es en definitiva, lo que significa Aprender y Madurar.
La coherencia de esta relación traerá por fin y sin esfuerzo, personas sanas, y por tanto una sociedad sana.
La inteligencia emocional, no tiene que ver con reprimir, ni dirigir, tiene que ver con lo que en sí misma es, Libertad.
Libertad para sentir correspondencia con la vida. Libertad, sin estar atado a creencias absurdas, a ideas absurdas, a pasados y/o sueños futuros. Sin estar atados a lo que diga tal o cual persona, tradición o autoridad.
Libertad de ninguna forma de pensamiento, dejando que la vida sea, sintiendo lo que tengamos que sentir, sin exagerarlo o reprimirlo de ninguna manera.
Ser sencillo en nuestra relación. Esa sencillez que exhala la integración entre lo que somos, lo que pensamos, lo que sentimos y lo que hacemos.
Y esto es posible. Puedes confiar en ello.

MIRIAM SUBIRANA VILANOVA. 
Doctora en Bellas Artes por la Universidad de Barcelona.
La inteligencia emocional nos ayuda a reconocer y tratar con nuestros estados de ánimo y con los de los demás. Una persona con inteligencia emocional tiene armonía y empatía en su relación con los demás; sabe gestionar la ira, la rabia, la tristeza, la alegría y el miedo, entre otros estados emocionales.
Sin embargo, es la inteligencia espiritual la que nos permite acceder a nuestra fortaleza interior, conocer nuestra realidad espiritual y alinearnos con el propósito y el sentido de nuestra vida. Esto nos permite convertirnos en líderes de nuestras vidas, siendo éste un factor crucial de éxito o fracaso.
Con inteligencia espiritual encendemos la chispa de energía consciente que nos ayuda a ver y a decidir con claridad para convertirnos en los creadores y diseñadores de nuestra propia realidad, dejando de ser las víctimas de las circunstancias.

OSKAR EKAI.
Psicoterapeuta, formador y supervisor de psicoterapeutas gestálticos.
Para mi es poder vivir en coherencia entre lo que pensamos, sentimos y hacemos. Es la conexión entre nuestro cuerpo, la información que este nos transmite, nuestros sentimientos y como lo procesamos en nuestro cerebro a través del lenguaje, las historias que nos contamos, los recuerdos, etc. Es la necesidad de actualizar estas tres partes de nuestro ser con la vida, adaptarnos para vivir la VIDA que queremos vivir y aprender de ella. Sentirnos APRENDICES y en contacto con la esencia de la vida y con la nuestra propia.

NATHALIE METGE.
Psicóloga y socióloga.
Para mi la inteligencia emocional es la relación entre el cuerpo y el alma, entre el inconsciente y el consciente, entre la intuición y la razón. Sigmund Freud decía que la intuición y la razón se complementan, no hay uno más alto que otro, sino que tienen que funcionar juntos. Mi inconsciente ha percibido algo, esta señal se manifiesta con la aparición de una emoción. La inteligencia es antes de todo saber escuchar lo que mi emoción quiere decirme. Si sabemos escuchar, entender y gestionar las emociones entonces podemos evolucionar de manera más positiva.
Existe una conexión entre nuestro mundo externo y interno. El externo nos da informaciones que se manifiestan en forma de emociones, por lo tanto la realidad es siempre subjetiva. Con la gestión de las emociones esta realidad se modifica, esta modificación diaria nos permite vivir de forma dinámica.
La inteligencia emocional permite ser consciente de sí mismo, tener la capacidad de entenderse mejor. Si sabemos conocer sus influencias y saber utilizarlas nos ayudan a guiarnos en nuestras decisiones.

domingo, 8 de diciembre de 2013

El significado de Mandela para el futuro amenazado de la humanidad

Leonardo Boff

Nelson Mandela, con su muerte, se ha sumergido en el inconsciente colectivo de la humanidad para ya nunca irse de ahí, porque se ha transformado en un arquetipo universal, de una persona injustamente condenada que no guardó rencor, que supo perdonar, reconciliar polos antagónicos y transmitirnos una inquebrantable esperanza en que el ser humano todavía tiene solución. Después de pasar 27 años en reclusión y ser elegido presidente de Sudáfrica en 1994, se propuso y realizó el gran desafío de transformar una sociedad estructurada en la suprema injusticia del apartheid, que deshumanizaba a las grandes mayorías negras del país condenándolas a ser no-personas, en una sociedad única, unida sin discriminaciones, democrática y libre.
Y lo consiguió al escoger el camino de la virtud, del perdón y de la reconciliación. Perdonar no es olvidar. Las llagas están ahí, muchas de ellas todavía abiertas. Perdonar es no permitir que la amargura y el espíritu de venganza tengan la última palabra y determinen el rumbo de la vida. Perdonar es liberar a las personas de las amarras del pasado, pasar página y empezar a escribir otra a cuatro manos, de negros y de blancos. La reconciliación sólo es posible y real cuando hay plena admisión de los crímenes por parte de sus autores y pleno conocimiento de los actos por parte de las víctimas. La pena de los criminales es la condenación moral ante toda la sociedad.
Una solución de esas, seguramente originalísima, supone un concepto ajeno a nuestra cultura individualista: el Ubuntu que quiere decir: “yo sólo puedo ser yo a través de ti y contigo”. Por tanto, sin un lazo permanente que ligue a todos con todos, la sociedad estará, como la nuestra, en peligro de desgarrarse y de conflictos sin fin.
En los manuales escolares de todo el mundo deberá figurar esta afirmación humanísima de Mandela: “Yo luché contra la dominación de los blancos y luché contra la dominación de los negros. Cultivé el ideal de una sociedad democrática y libre, en la cual todas las personas puedan vivir juntas en armonía y tengan oportunidades iguales. Este es mi ideal y deseo vivir para alcanzarlo. Pero, si fuera necesario, estoy dispuesto a morir por este ideal”.
¿Por qué la vida y la saga de Mandela fundan una esperanza en el futuro de la humanidad y en nuestra civilización? Porque hemos llegado al núcleo central de una conjunción de crisis que puede amenazar nuestro futuro como especie humana. Estamos en plena sexta gran extinción en masa. Cosmólogos (Brian Swimme) y biólogos (Edward Wilson) nos advierten que, si las cosas siguen como están, hacia 2030 culminará este proceso devastador. Esto quiere decir que la creencia persistente en el mundo entero, también en Brasil, de que el crecimiento económico material nos debería traer desarrollo social, cultural y espiritual es una ilusión. Estamos viviendo tiempos de barbarie y sin esperanza.
Cito a una persona libre de toda sospecha, Samuel P. Huntington, antiguo asesor del Pentágono y un analista perspicaz del proceso de globalización, que al final de su libro El choque de civilizaciones dice: “La ley y el orden son el primer pre-requisito de la civilización; en gran parte del mundo parecen estarse evaporando; a escala mundial, la civilización parece, en muchos aspectos, estar cediendo ante la barbarie, generando la imagen de un fenómeno sin precedentes, una Edad de las Tinieblas mundial que se abate sobre la humanidad”(1997:409-410).
Añado la opinión del conocido filósofo y científico político Norberto Bobbio que como Mandela creía en los derechos humanos y en la democracia, como valores para equilibrar el problema de la violencia entre los Estados y para una convivencia pacífica. En su última entrevista declaró: “no sabría decir cómo será el Tercer Milenio. Mis certezas caen y solamente un enorme punto de interrogación agita mi cabeza: ¿será el milenio de la guerra de exterminio o el de la concordia entre los seres humanos? No tengo posibilidad de responder a esta pregunta”.
Ante estos escenarios sombríos Mandela respondería seguramente, fundándose en su experiencia política: sí, es posible que el ser humano se reconcilie consigo mismo, que sobreponga su dimensión de sapiens a la de demens e inaugure una nueva forma de estar juntos en la misma Casa. Tal vez valgan las palabras de su gran amigo, el arzobispo Desmond Tutu, que coordinó el proceso de Verdad y Reconciliación: “Habiendo encarado a la bestia del pasado frente a frente, habiendo pedido y recibido perdón, pasemos ahora la página. No para olvidar ese pasado sino para no dejar que nos aprisione para siempre. Avancemos en dirección a un futuro glorioso de una nueva sociedad en la que las personas valgan no en razón de irrelevancias biológicas u otros extraños atributos, sino porque son personas de valor infinito, creadas a imagen de Dios”.
Mandela nos deja esta lección de esperanza: nosotros podremos vivir si, sin discriminaciones, hacemos realidad el Ubuntu.          

martes, 3 de diciembre de 2013

Serrat: 'La gente de a pie debe recuperar los valores democráticos y morales'

Serrat, durante su acto de investidura en la UPF. | Antonio Moreno
Serrat, durante su acto de investidura en la UPF. | Antonio Moreno
  • El momento es de 'crisis de modelo de vida' más que de 'crisis financiera'
  • Critica que políticos imputados 'acaban siendo referentes e ídolos populares'
  • Añade que se han 'dado millones de dólares a los irresponsables'
El cantautor catalán Joan Manuel Serrat, investido doctor honoris causa por la Universidad Pompeu Fabra (UPF), ha abogado en unreivindicativo discurso a favor de que sea la "gente de a pie" la que vuelva a recuperar "los valores democráticos y morales" en un momento de "crisis de modelo de vida".
Aseverando que el momento es de "crisis de modelo de vida", más que de "crisis financiera", ha lamentado la "gran pérdida de los valores morales" en la sociedad actual, con la "vergonzante corrupción", ha dicho, que desde los gobiernos "se va filtrando a la sociedad", y ha hecho un llamamiento a "despertar a una sociedad adormecida", en la que políticos imputados "acaban siendo referentes e ídolos populares".
"Deben recuperarse los valores democráticos y morales -ha opinado-, y lo debemos hacer nosotros, la gente de a pie. Quizá no sabemos cuál es el camino más corto pero sí sabemos cuáles son los caminos que no debemos escoger nunca más".
Durante su parlamento, el 'Noi del Poble Sec' ha subrayado que a lo largo de los cuarenta años de su oficio de escribir canciones y cantarlas siempre ha tenido en cuenta lo que ocurría en su interior y también ha "escuchado las voces y los ecos de la calle, trabajando las palabras como lo hace el alfarero con el barro".
En estos tiempos confusos, ha proseguido, "convencido de que el hombre es el protagonista de su propio destino", ha pedido confianza. "Son tiempos de vergüenza y de renuncia -ha indicado- en la que espectadores y víctimas, a la vez, parecen esperar que los mismos que nos han llevado hasta aquí resuelvan los problemas".
Sin embargo, el barcelonés no cree que este "sistema desigual e inestable", controlado por unos pocos, esté en condiciones de regalar "paz y tranquilidad", después de que se hayan "dado millones de dólares a los irresponsables" y ahora estén "imponiendo reformas en el mercado laboral, en las pensiones y privatizando servicios públicos".
"Se refuerza el poder financiero, el político y el de la banca, que con las ayudas públicas y el dinero de la gente renovará sus ataques especulativos", ha apostillado.
"La codicia de unos, la incompetencia de otros, la ignorancia y la poca vergüenza de muchos nos han situado en un mercado en el que todo tiene un precio, donde todo se compra y todo se vende", ha denunciado.
"Es necesario -ha agregado- recuperar los valores democráticos y morales, sustituidos por los valores del mercado".
Durante su alocución también ha mencionado al movimiento del 15-M, que ha ocupado calles y plazas de toda España, "con mujeres y hombres, viejos y jóvenes exigiendo el cambio social, la democracia real y gobiernos participativos. Ha sido un soplo de aire fresco y un grito de atención. Es un derecho y una obligación restaurar la memoria y reclamar nuestro futuro", ha asegurado.
Serrat ha sido investido doctor honoris causa, por primera vez en su ciudad, lo que también ha querido resaltar, durante un emotivo acto que ha llenado el auditorio del campus de la Ciutadella de la Universidad Pompeu Fabra, en el que también ha cantado 'Seria fantàstic', acompañado al piano por Josep Mas, 'kitflus'.
Acompañado por su familia -ha hecho una alusión a su esposa Candela y al día que se casaron en un acto mucho más frío que el de hoy- ha escuchado, sonriendo en ocasiones, la 'laudatio' del catedrático Josep Maria Micó, quien le ha agradecido que con sus canciones haya contribuido a "mejorar el mundo, a mejorar nuestras vidas y, a partir de ahora, nuestra universidad".
Por su parte, el rector Josep Joan Moreso ha mantenido que a Serrat se le debe, "buena parte de nuestra educación sentimental, el habernos abierto los ojos y el corazón a los versos en nuestra lengua y habernos mostrado el atajo para recuperar la dignidad como ciudadanos".
Diferentes lecturas de autores como Josep Carner, Miguel Hernández o Joan Salvat-Papasseit y la interpretación de 'Paraules d'amor' y el tradicional 'Gaudeamus igitur, popular universitaria', con Joan Albert Amargós al piano, han completado un acto al que han asistido, entre otros, el alcalde en funciones de Barcelona, Jordi Hereu; el director general de Universidades, Antoni Castellà; la exconsellera Montserrat Tura, y amigos suyos como Àngel Casas y Quico Pi de la Serra.